ENSAYO

Por Diego Sanguinetti

Está el tema, también, de la etimología. “Echa luz”, me decía al respecto un colega hace años.

La etimología es, propiamente, el estudio del étimo. Y suele usarse “etimología” en lugar de “étimo”, por ejemplo en casos como: “La etimología de tal palabra es…”, y a continuación un término latino o griego. A eso corresponde, más o menos, “étimo” según el diccionario. Sin embargo, el étimo de “étimo”, justamente, propone otros problemas, ya que proviene de un sustantivo griego que significa ‘sentido verdadero de una palabra’, y este, de un adjetivo que significa ‘verdadero’. El término “origen”, del verbo “oriri”, ‘nacer’, también presenta problemas, porque no tenemos acceso a las palabras recién nacidas, siempre se repite lo ya pronunciado. “La lengua es un sistema de citas”, dice un personaje de Borges. Por todo esto prefiero hablar de la “historia” de una palabra, de las “transformaciones” registradas. Y me resultan particularmente interesantes las transformaciones semánticas, la historia de los significados. 

Por ejemplo, el verbo latino “vertere”, que se traduce como ‘girar’ o ‘dar vuelta’, y el español “verter”, que significa ‘derramar’. La relación entre la traducción del latino y el significado del español es clara, pero hay un recorrido: dar vuelta un recipiente es la causa, digamos, de derramar el contenido. Referirse a la consecuencia con la palabra que designa a la causa es una forma de la metonimia. Ese es el recorrido.

Aquel verbo latino tiene derivados con “s” en lugar de la “t”: “versus”; y derivados con “o”: “vortex” o “divortium”; además de los que mantienen la raíz verbal: “vertebra” o “vertigo”. A propósito, el sustantivo latino “vertigo” significa ‘movimiento circular, remolino’, y el español “vértigo”, ‘trastorno del sentido del equilibrio…’ De nuevo aquella relación causa-efecto.

El participio de aquel verbo latino es “versus, versa, versum” (tiene una forma para cada género: masculino, femenino y neutro), y se traduce como ‘dado vuelta’, ‘girado’; y el sustantivo “versus”, como ‘vuelta’, ‘giro’. En el ámbito de la agricultura, se utilizaba este sustantivo para nombrar la vuelta que da el arado en el extremo del surco, y también para nombrar al surco. “Versus” designa la vuelta que da el surco (una parte de este, el extremo), y también el surco entero: una relación parte-todo, otra forma de la metonimia.

Muchas inscripciones antiguas conservadas en piedra se leen alternando la dirección de cada línea: una, de izquierda a derecha, la siguiente, al revés, etcétera. El adverbio griego “bustrófedon” significa ‘arando en zig-zag’, y se utiliza para referirse a este tipo de escritura, similar al trazo de los surcos en la tierra. “Versus”, que decíamos que nombra al surco, designa también cada línea de estas inscripciones. En este caso, la relación entre “surco” y “línea de la escritura” se establece a través de la semejanza de esos trazos alternados: una metáfora. 

Vuelta’ > ‘vuelta en el extremo del surco’ > ‘surco’ > ‘línea de la escritura’ > ‘línea de un poema, verso’, finalmente. 

La literatura recibió esta palabra de la agricultura, y no es la única: “pagina” significa, en latín, ‘pequeña parcela sembrada de vides’. (Esto revela su vínculo con “pago” como ‘zona rural’). Las páginas de la literatura se vinculan, en el fondo, con un pedazo de tierra con los surcos trazados, con ese estado tan particular provocado en última instancia por las vides, con los bueyes, incapaces del menor apuro, con aquellas inscripciones conservadas en piedras que demoran más que los siglos.

A este tipo de cosas me parece que se refería aquel colega cuando decía que la etimología echa luz.


Fuentes:

Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, J. Corominas y J. A. Pascual.

Diccionario por raíces del latín y de las voces derivadas, S. Segura Munguía.

Diccionario etimológico indoeuropeo de la lengua española, E. Roberts y B. Pastor.

Dictionnaire etymologique de la langue latine, A. Ernout y A. Meillet.