Alí Calderón: Todo está allá más allá
POIESIS / 45 Por Ramón Paravís Muchas veces los poetas jóvenes -dijo Alí Calderón en una entrevista que le hicieron cuando era un poeta joven todavía-, en un afán de experimentación, se desligan del conocimiento de la tradición literaria, y eso es muy peligroso: tendremos poemas que jueguen con el+
Amansarse y vivir
RAMÓN PARAVÍS / Marida lo anterior con la noción acaso desbordante, y desbordada acaso, que de la libertad tenemos los orientales, siempre -aunque miedosos- más valientes que ilustrados. La causa de esa percepción hay que buscarla en viejos libros escolares, festejos colectivos, pabellones, versos exaltados que de niños nos enseñan.+
Liberticidio y buenas intenciones (o la Ley Colman)
RAMÓN PARAVÍS / La nueva redacción que propugna el diputado de Colonia es algo así como abrirle una gran puerta de arbitrariedad a las fuerzas represivas del estado y cerrarle a la ciudadanía todas las válvulas que oxigenan sus garantías , derechos y libertades individuales.+
Queda una bala, general Manini
RAMÓN PARAVÍS / Hay la posibilidad de mostrar -la república está muy embarullada- que un político, un general, un hombre honorable y de respeto, ni a pedido de los suyos se desapega de lo dicho, porque, más allá de que lo dirigió a sus seguidores, lo dijo ante todos y para todos.+
El niño de la foto
RAMÓN PARAVÍS / “Usted, Ernesto, tiene todo para cumplir ese sueño. Usted tiene esa responsabilidad. Se lo debe al país -dice que le dijo Jorge Batlle en noviembre de 2015-. Pero usted tiene que tener ganas, Ernesto, porque si no, me dice y me levanto y me voy”.+
El buen general (parte dos)
RAMÓN PARAVÍS / Guido Manini Ríos es uno de los jugadores más importantes del ludo político y marca, en buena medida, la agenda. Lo consiguió en tiempo récord. ¿Cómo ha sido esto posible? Abreva en viejos preceptos marciales y se alimenta del enemigo. El enemigo lo sabe.+
El buen general (parte uno)
RAMÓN PARAVÍS / -Que le corten a todos la cabeza – dijo el médico, alisando su cabello. El secretario presidencial escuchó la decisión de su amigo, enarcó las cejas, se levantó del expediente en el que empollaba una idea desde hacía ya tiempo y salió rumbo algún sitio, aliviado, a redactar un proyecto de resolución destitutoria. Cayó un ministro agonizante, el subsecretario y los tres generales que integraron el tribunal de honor.+