ERIC WORRALL / Nueva Zelanda atraviesa una crisis alimentaria. Los precios de los alimentos subieron un 11,3% en los últimos 12 meses, y muchas familias pasan apuros. La respuesta del gobierno son impuestos climáticos punitivos y regulaciones sobre la producción de alimentos. Algunos ganaderos tendrán que reducir sus rebaños para cumplir esos objetivos, lo que muchos temen que les lleve a la quiebra. Los modelos del Gobierno sugieren que, para 2030, los ingresos procedentes del ganado ovino y bovino se reducirían en torno al 20%, lo que haría inviables muchas explotaciones]
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