La inmortalidad blanda
GONZALO CURBELO DEMATTEIS / En estas últimas dos semanas he sentido no sólo en muchas personas a las que más o menos conozco, sino también en muchas señales sociales evidentes, que empiezan a aflorar los daños no evidentes, los que no pueden cuantificarse en contadores obscenos de cadáveres, de este fenómeno-experimento al que todos fuimos sometidos por accidente, descontrol o mala voluntad. […] Cosas sólidas desde hace milenios, como la veneración de la despedida de los mayores, la autonomía de las profesiones, el contacto humano, el núcleo familiar, el valor ante lo adverso, el reconocimiento de la muerte, la libertad de movimiento y expresión, vienen siendo erosionadas por la prédica egotista de los que creen que una seguridad construída por falacias reificadas y castillos de paja en los que las palabras equivalen a los hechos. Hasta que los agarra un virus, claro. Hasta que viene la oscuridad y hasta el hijo al que estabas modelando como un perfecto objeto de decoración, brilla de aire nervioso y te aterra.
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