MARIELA MICHEL / Esa radical separación mente-alma/cuerpo-materia, que caracteriza el ‘dualismo cartesiano’ entre otras divisiones, le otorgó a la mente la magna tarea de darnos la certeza de la existencia y dejó allí, para siempre, frente a la estufa, un cuerpo inexpresivo, poco confiable, silenciado tal vez por el calorcito generado o, en el presente, por las palabras sedantes de los médicos televisados.+