SANTIAGO CARDOZO / En y con la lengua, la literatura y la filosofía (y también, desde luego, la historia), se juegan cosas que van mucho más allá de los supuestamente atrasados contenidos programáticos de cada disciplina, porque, se dice, forman parte de una institución educativa que ya resulta anacrónica, pensada para fines que constituirían un lujo que los gobiernos actualizados no se pueden permitir. +

SANTIAGO CARDOZO / Hubo un tiempo en que la palabra “interpretación” gozaba de alta consideración. La idea de penetrar en un texto y poder leer lo que se decía y lo que se decía más allá o más acá de lo que se decía, lo que se callaba, lo que hablaba a través y/o a pesar de lo que se decía, las diversas formas en que la historia y la ideología tallaban (en) cada enunciado, cada engarce textual (aunque, ciertamente, sin agotar el sentido de lo dicho) era –y sigue siendo– el objetivo más añorado del aprendizaje de la lectura y la escritura+