MARIELA MICHEL / Al igual que el pellizcarse para confirmar que no estamos soñando, la realidad se manifiesta como aquello que se expresa corporalmente (signos indiciales), signos que operan como un límite a nuestra fantasía. Solo el delirio puede desconocer la realidad, y por ello paga un precio muy alto. No hagamos que los niños tengan que pagar el precio de nuestro pensamiento delirante.
+