El uso de la conciencia

ENSAYO

Por Fernando De Lucca

Aquí estamos de nuevo con el “algo más”. Esto hace referencia a la parte primera de este ensayo. Se trata de la manera que los seres humanos usamos desde tiempo inmemorial, nuestra conciencia. No podríamos asegurar de que siempre fue así aunque si el comienzo del libro más sagrado de por lo menos dos religiones indica que todo comienza cuando tomamos conciencia de “saber algo” –el fruto prohibido del árbol del conocimiento-, ha de ser importante. Tal vez antes no estaba necesariamente condenado pero si naturalmente canalizado en la vida  pura -en el sentido de irreflexiva, inocente, irracional. Todo esto suena casi como una advertencia. Una advertencia que lleva a tres condiciones fundamentales. La primera es la culpa, la segunda la confesión y la tercera el arrepentimiento que desarrollaré en otros trabajos.

Sigamos con otro poco de historia. El fratricidio es en el mundo antiguo –10 mil años atrás- algo obvio, natural y hasta esperable. Se justifica la muerte y la crueldad extrema como una condición para obtener el poder. En el momento que se llega al poder, este se ejerce de forma abusiva y delirante en cuanto a lo que rodea al monarca como ser su propio palacio y sus conquistas sin importar la sangre que se derrama en esta empresa y la interminable lista de supuestos placeres y favores en relación al sexo y la descendencia. Lo familiar es considerado como la forma de perpetrar lo necesario para que todo siga su curso y el poder se sostenga hasta la muerte y más allá. El poder llevado de esta forma habría de tener la condición de “eterno” y parece obvio ya que solo uno llegaba a tan esplendorosa barbarie como para dejar al azar que pueda o no volver a repetirse. A pesar de todo esto, raramente se llegaba a terminar la vida de forma natural. La mayoría eran asesinados por alguien cercano y de diversas formas  tan crueles como sus actos en vida. El filicidio naturalmente también era una de las predilectas formas para todo esto. Es indiscutible –aunque aprendí que todo puede serlo- que el poder –que nada tiene que ver en esencia con la manera en que los reyes de todas y cada una de las monarquías de siempre lo detentaban- visto desde esta perspectiva es algo “muy malo”. Sin embargo no parece tener que ser necesariamente así. El chamanismo habla de que los seres humanos tenemos que obtener poder personal para colocar este poder en un lugar adecuado dentro y fuera de nosotros. El poder incentiva la potencialidad de elegir nuestra vida, es parte del ejercicio de nuestra libertad. El poder designa la capacidad para hacer algo y proviene del latín “potére” que significa ser capaz. Podemos usarlo como sustantivo siendo la facultad que tiene alguien para ordenar o decidir o actuar en nombre de alguien o algo. Podemos también usarlo como verbo para designar el hecho de tener la facultad de realizar y realizarse.  A su vez, las conductas de los reyes determinadas por este poder nos llevan directamente al hedonismo que significa doctrina del placer. Es una doctrina filosófica que coloca al placer como el bien supremo de la vida humana. El hedonismo ético tiene como principio u objetivo contemplar el placer y los bienes materiales como lo más importante a lo que se opone el cristianismo por ser colocado el placer por encima del amor a Dios y al prójimo –una interesante intención que tampoco parece cumplirse en el curso de la historia. Decíamos en el ensayo anterior que el primer acto fraterno documentado es el asesinato y como si fuera poco continúa durante toda la historia de todos los tiempos. De los famosos, hemos ya hablado de Caín y de 

Abel. Les toca ahora a los gemelos Rómulo y Remo que deseaban fundar una ciudad para gobernarla conjuntamente.  Por qué y para qué, nadie lo sabe. ¿Poder del “malo”? No deseaban derrocar a su abuelo que gobernaba Alba Longa y allí -resumiendo groseramente- ambos querían fundar esta ciudad en territorios distintos. Rómulo quería hacerlo en el monte Palatino y Remo en el monte Aventino. Se decidió que aquel que viera a mas buitres en el cielo, ganaría el mando y Rómulo vio el doble que Remo que solo vio seis. Rómulo entonces trazo los límites de la cuidad y ordeno que nadie podía traspasarlos durante las ceremonias. Remo lo desafío y perdió la vida en la pelea con su hermano. Solo otro de los capítulos donde se define el poder a través de la muerte. Si habláramos de los egipcios algo más distantes del mundo occidental sería lo mismo con otro estilo, el imperio otomano, el poder de los zares, etc., etc., etc.

Esa es nuestra historia…ESA ES NUESTRA HISTORIA, nuestra historia llena de muerte, horrores, ambición, violencia, dolor, explotación y abusos de todos los colores y formas que podemos imaginar –y eso si no tuviéramos el menor limite en nuestra imaginación, etc., etc., etc.

La pregunta que me hago es: ¿tiene que ser así?

Los que no pueden ir más allá de su imaginación dirán que esta es la manera de ser y actuar de los seres humanos; como decíamos en nuestra temprana adolescencia: chocolate por la noticia. 

El uso de la conciencia hasta ahora no ha superado esto en esencia aunque sí ha reglamentado con leyes más justas el ejercicio de esta conciencia en relación a la convivencia y a la penalización de actos que determinen perjuicios para el ciudadano común. Sin embargo los que detentan el poder político o el económico o el religioso o todos a la vez no parecen estar sujetos al mismo trato. En la actualidad todo depende de que cuán público se haga el acontecimiento. Si es así, se dificulta más la brecha entre el poderoso y el que es parecidito al resto. ¿Qué podemos hacer además de “no saber nada” acerca de cómo cambiar esto –si han leído algo mío anteriormente ya sabrán de que hablo? Bueno, la respuesta casi ingenua que tengo es que podríamos intentar cambiar EL USO de nuestra conciencia. Todos los sabios de todos los tiempos han hablado sobre esto. La humanidad ha seguido igual. Esencialmente la idiotez colectiva lleva a que esto se continúe replicando incluso de formas más creativas y racionales en relación al uso de nuestra conciencia.  

Creo firmemente que nuestra capacidad racional es la responsable de nuestros pecados sociales desde tiempo inmemorial pues es la cualidad humana que utiliza el ego para formar la egolatría. 

La inteligencia se convierte entonces en la conquista de este siglo y no la racionalidad que termina siendo una reverenda imbecilidad egocéntrica. Cualquiera de los dictadores o reyes de la historia de la humanidad han utilizado su racionalidad para conquistar lo que se les venía en gana a cualquier costo, pero no tuvieron NINGUNO DE ELLOS la inteligencia para saber que sus días estaban contados y que su muerte iba a ser dolorosa y vergonzosa. 

Es importante que diferenciemos la razón de la inteligencia. La inteligencia humana es un atributo único entre los seres vivos. La inteligencia es pureza y vacío fértil, es lo que nos hace realmente humanos. 

La conciencia es la capacidad de darnos cuenta de manera constante de lo que estamos haciendo, siendo, pensando y sintiendo. Es una constitución cuasi supra personal que poseemos y nos da noticia de todo lo que ocurre en nosotros. La conciencia es guiada por las formas en que cada uno de nosotros vive su propia vida. Usamos –a cada segundo-  nuestra conciencia de la forma en que podemos y creemos hacerlo. La conciencia está al servicio de la inteligencia. La inteligencia es su condición en el sentido del sesgo que le hace tomar a la conciencia. 

El uso de la conciencia está determinado o por la inteligencia en el mejor de los casos o por la racionalidad que por condición natural es pobre pues sirve a cosas muy prácticas y no muchas más. El buen uso de la conciencia es determinado también por los sentimientos – y no por las emociones por el mismo motivo que expuse anteriormente respecto a la razón. La razón y las emociones son útiles para manejarnos en el “mundo chiquito” de la práctica de lo cotidiano y aun así con restricciones. Si somos guiados por estas dos cualidades auto limitadas y auto limitantes, seremos presas de una forma estereotipada de vivir y a su vez usaríamos nuestra conciencia de forma exigua. 

El USO DE LA CONCIENCIA ha de estar determinado por la inteligencia como el “ver más allá” y los sentimientos que están inspirados en lo mayor que el ser humano puede conquistar, “el amor”. Esto no es una especie de fantasía extraterrestre, es la realidad más clara y contundente. 

¿Se puede educar en el sentido de estimularlo a través de una posible condición social-cultural-político-mística? 

¡SI!, absolutamente sí. Seguiremos hablando de esto en otros trabajos.