PORTADA
Por Aldo Mazzucchelli (*)
Entre marzo de 2020 y fines de 2021 se desató en el país y el mundo una histeria sin precedentes por lo que -en el momento se dijo- era una amenaza sanitaria terrible. En ese momento los medios de comunicación ocuparon un porcentaje muy alto de su espacio para alertar a la población, orientarla respecto a medidas de prevención que debía adoptar y, cuando finalmente de determinó el fallecimiento de las primeras personas por Covid se repitió la información de esas muertes incesantemente. Cada día del año 2020 se informó puntualmente de todos los así denominados “muertos Covid” (como se ha admitido luego, fallecidos a menudo con múltiples comorbilidades y concausas), generando la sensación en la población de que la mortalidad era anormalmente alta.
Sin embargo, al terminar el año 2020, el 31 de diciembre, el MSP informó que habían fallecido por Covid tan solo 181 personas, desde el comienzo de la así llamada pandemia.

Para que el lector tenga una idea de la dimensión de este número, cada año fallecen en total en Uruguay, por cualquier causa, un promedio de 33.276 personas (este es el promedio anual, para los diez años que van de 2010 a 2019, según datos oficiales MSP).
“Covid 19” representó, pues, tan solo el 0.5% del total de fallecidos en Uruguay en 2020. 99.5% de los muertos murieron por otras causas en el primer año de “pandemia”. Esto sin tener en cuenta que el número real es más bajo, debido al ya admitido fenómeno de la existencia de un número indeterminado de personas que en realidad han fallecido por otras causas, pero fueron reportados oficialmente como muertos por Covid19 por el sistema sanitario.
Pese a que esta es la fría realidad de las cifras, la constante utilización del recurso al miedo por parte de los medios y el sistema político y sanitario redundó, durante 2020, en una impresión subjetiva en la población de que una catástrofe de muerte estaba ocurriendo. ¿Hubo, entonces, un exceso de muerte total en Uruguay en 2020, el primer año de la “pandemia”? No. Lo que hubo en realidad es déficit de muerte. Ese año fallecieron 32.638 personas, según informó el MSP.
Modos de persuadir a la población para que aceptase vacunarse
Luego de un verano en que se hizo una gran campaña de promoción de las vacunas anti-covid que pronto llegarían al país, el último día de febrero de 2021 comenzó la vacunación masiva.
Ese año, la prensa se concentró absolutamente en la vacunación. “Las vacunas son seguras y efectivas” fue el slogan fundamental, al que se adosaron nociones de solidaridad, incitando a los uruguayos a “poner el brazo” o “poner el hombro”. Las nociones más repetidas tuvieron que ver con que la vacuna prevendría “el 100% de la enfermedad grave” y los contagios, de modo que vacunarse equivaldría a salvar de la muerte a familiares añosos y vulnerables a las formas más graves de la enfermedad. Justo antes, durante los dos primeros meses de 2021, había aumentado repentinamente la mortalidad reportada “Covid 19” -en enero y febrero fallecieron 422 personas antes de que comenzase a vacunarse.
Este aumento de los fallecidos Covid justo en el momento en el que se precisaba un impacto de convencimiento sobre la población respecto de la necesidad de vacunarse, puede haber estado ligado a un fenómeno relativamente sencillo, que ya comentáramos el 5 de diciembre de 2020. En aquel momento, viendo cómo se había organizado la información sobre la “pandemia” en el mundo, y conociendo lo que ocurría en laboratorios uruguayos que realizaban test PCR -gracias a dos fuentes técnicas dentro de esos laboratorios- observábamos la centralidad que el fijado del umbral de ciclos (Cycle Threshold, CT) tenía en los resultados. Es un hecho científicamente establecido que a mayor número de ampliaciones o ciclos, es menos probable que un test “positivo” haya detectado una carga viral con poder infectivo.
A fines de 2020, el gobierno se enteraba que la disposición a vacunarse entre la población era baja. Según una encuesta realizada por la “Usina de Percepción Ciudadana” (PNUD, la Diaria Datos, y el Instituto de Estadística de la UdelaR) un 44% de los uruguayos no estaban dispuestos a vacunarse. Conocían que la peligrosidad efectiva de Covid había sido enormemente exagerada por los medios -y ya habían visto que la mortalidad no era significativa. El resultado de esa encuesta puede haber tenido alguna incidencia en lo que ocurrió. Exactamente en ese mes de diciembre de 2020, el Ministerio de Salud Pública decidió, contra la recomendación de la infectóloga uruguaya Sofía Griot (que sugería 30), fijar el CT de los tests PCR en 35 ciclos. Esta es una medida extremadamente alta, y que aumenta muy significativamente la posibilidad de que existan tests positivos que, en realidad, corresponden a una persona que no tiene virus, o no tiene al menos una carga viral significativa como para generar enfermedad o contagiar. Estudios masivos como el liderado por Bernard LaScola en Marsella habían determinado con mucha claridad sobre lo problemático de la aplicación de PCR a altos ciclos como criterio de infectividad para SARS CoV-2. En setiembre de 2020 la revista Science reportaba claramente sobre este asunto: “[…] el valor de Ct proporciona una medida inversa. Una prueba que registra un resultado positivo después de 12 rondas, para un valor CT de 12, comienza con más de 10 millones de veces más material genético viral que una muestra con un valor Ct de 35“.
En función de este fenómeno, científicos canadienses habían establecido en 24 el número máximo de CT al que podía considerarse confiablemente infeccioso a un paciente. Luego hubo un “consenso internacional” de llevar ese umbral a 30 -que es lo que Griot había recomendado.
Contra toda esta evidencia, en diciembre el MSP fijó que los tests PCR había que hacerlos a 35 ciclos (o más: un test que conocimos personalmente realizado en el Hospital Español había sido realizado a 45 ciclos…)
Esto tiene una apariencia de maniobra, y muy grave. Ante la ausencia detectada de voluntad de vacunarse, al aumentar artificialmente el número de positivos –contra “la ciencia”-, lo que se hace en los hechos es generar alarma. Basta conocer cómo se conectaron los “positivos” con los “muertos Covid” para entenderlo. Si un paciente es diagnosticado como “Covid” con un test a 45 o a 40 o a 35 ciclos, y luego fallece por cualquier causa, es un “muerto Covid”, y así se lo informará a la población.
Se podrá decir lo que se quiera respecto del factor individual del médico tratante, su uso de la clínica por encima del mero test. No dudamos ni un momento de todo eso, ni de la capacidad de los médicos. Pero, en virtud de las medidas oficiales adoptadas, cada uno de esos fallecidos por cualquier causa, con un PCR positivo, fue informado a la población como “muerto Covid”. Y así se contribuyó a crear la alarma que llevó a convencer a la población de las virtudes de la vacunación.
Quizá la resolución del Ministerio tenga que ver con lo que La Diaria -que contribuyó activamente a todo esto- decía en la antes citada nota, sobre la necesidad de darle “golpecitos” a la población para guiarla a hacer lo que las autoridades consideraban mejor. En efecto, el gobierno preparaba a fines del 2020 una campaña, para la cual “resultan particularmente relevantes los nudges, los famosos “empujoncitos” que analizó y desarrolló el premio nobel de economía de 2017, Richard Thaler. Pequeñas acciones en el plan de vacunación, como la selección de personas respetadas y figuras públicas para que sean las primeras vacunadas, medidas que aprovechen los efectos de pares, facilidades a la hora de acceder a la vacuna, campañas para visibilizar la cantidad de vecinos vacunados, promover que las personas expongan en redes sociales cuando ya se han vacunado, el envío de mensajes de texto para dar seguimiento a la segunda dosis de la vacuna y asignaciones de agenda por defecto están siendo incorporados por los gobiernos del mundo para mejorar la adherencia y la velocidad de sus planes de vacunación.”
Todo lo que usted vio en redes sociales, o ciertos “mediáticos” alardeando en “Polémica en el Bar” de haberse dado “la cuarta”, tiene poco de casual.
“Además, este tipo de campañas pueden beneficiarse de los datos provistos por estudios como el la Usina de Percepción Ciudadana, al permitir alcanzar mayor efectividad mediante el diseño de mensajes específicos para determinados subgrupos de la población, especialmente aquellos más reticentes o con dudas de vacunarse. De forma creciente los gobiernos del mundo incorporan en el desarrollo de sus políticas el análisis del comportamiento de la población, y la pandemia no ha sido la excepción. La incorporación en el Grupo Asesor Científico Honorario de un subgrupo de trabajo que atiende específicamente este enfoque, poniendo a las personas y su comportamiento en el centro del análisis, es una oportunidad en esta dirección. La incorporación de este enfoque es de gran importancia para la implementación y el buen desarrollo de un plan de vacunación…”
Tenemos pues, en diciembre 2020, al MSP subiendo convenientemente el umbral de ciclos para obtener muchos más positivos -y por ende más fallecidos “por Covid”-, más la campaña de ingeniería comportamental. Usted creyó muchas cosas que, como ve, estaban manipuladas por el GACH y el MSP y la prensa “amiga” del sistema. (**)
Explotan los “muertos Covid” y la vacunación, a la vez
Luego, como puede verse en el gráfico anterior, los meses de marzo a julio de 2021 vieron un aumento extremadamente pronunciado de la muerte “por Covid19”. En ese mismo período se dio la vacunación del grueso de la población.
Entonces, a comienzos de 2022, comenzaron a conocerse los datos de mortalidad para el año anterior, 2021. En ese segundo año Covid y primero de las vacunas, habíamos tenido un total de 5988 fallecidos “por Covid”. Pero, además, sorprendentemente, el país todo registró un impactante total de 41.168 muertos ese año.
Recuérdese: 33.276 es el promedio anual para los últimos 10 años “pre pandemia”. En 2021 hubo, pues, 7892 fallecidos por encima de lo esperable. De ellos, 5988 fueron atribuidos a Covid. Aun restan 1904 fallecidos que están por encima del promedio. El exceso de muerte, aun descontando los “muertos Covid”, para 2021 habría sido ya de un 6%.
La prensa que venía indicando que la “situación sanitaria” de 2020 era desesperante, a la que la realidad desmintió absolutamente luego de ese año de “intervenciones no farmacéuticas” en todo el país, apenas se inmutó. La sensación que había de quedar firme en la población era: “las vacunas terminaron con Covid”. Los muertos en exceso apenas fueron registrados, o no lo fueron en absoluto.
Comienza 2022 con 81% de la población con dos dosis, pero la muerte sigue disparada
Ese fin de 2021 y comienzos de 2022 ya era claro que la vacuna no protegía contra el contagio, ni contra la enfermedad, ni contra la enfermedad grave, -tres cosas que se habían prometido al comienzo: un porcentaje muy apreciable de los vacunados tuvieron de todos modos su Covid, a menudo “variante omicron” -tan leve para la mayoría de los vacunados como lo había sido para la mayoría de la población, toda ella no vacunada, durante todo 2020. ‘Omicron’ dio de todos modos oportunidad para una nueva alarma pública, y la promoción de una nueva ola de refuerzos, ahora solo con la vacuna Pfizer, aunque un alto porcentaje de la población ya no consideró prudente seguir intentándolo con ese tipo de vacunas. Mientras que un altísimo 81.7% de la población tomó las dos primeras dosis de orden, solo un 58.28% aceptó el primer refuerzo, y un 22% se dio “la cuarta”.
Pero, sobre el “100% de eficacia para prevenir enfermedad grave” que se anunció, hay que notar que solo entre enero y junio de este año 2022, 1075 uruguayos murieron por Covid aun teniendo la pauta completa de vacuna -luego de dos años de circulacion comunitaria del virus y sistemas inmunes supuestamente mejorados por la vacunación. En total, el primer semestre de 2022 aun vio morir a 1849 personas “por Covid19”.
Para más detalle, si tomamos por ejemplo los fallecidos del segundo trimestre de 2022, he aquí su estado vacunal: la gran mayoría de los fallecidos por Covid19 (64%) estaban vacunados con 2 y más dosis: 158 contra 84.

Pero además, los fallecidos Covid del primer semestre de 2022 se concentraron en los tres meses de verano. En los meses de abril mayo y junio, mientras tanto, solo unas 300 personas fallecieron por esa causa. Sin embargo, el exceso de muerte del segundo trimestre es tan abrumador como el del primero en 2022. Ambos trimestres superan los 10.000 fallecidos.
La prensa masiva casi dejó de informar sobre la mortalidad Covid en aquellos meses finales de 2021 y comienzos de 2022. Eventualmente se decretó el final de la “emergencia sanitaria”, y todo pareció volver a la normalidad, con ocasionales recordatorios del pasado. Según informó unánimemente la prensa, la amenaza de la mortalidad pandémica había sido exorcizada gracias a la mezcla de medidas preventivas primero, y vacunación masiva luego. Eso nos informa el mensaje generalizado de los medios aun hoy. La muerte desapareció de ellos, y los ocupó la política local – últimamente el caso Astesiano, y luego el Mundial de fútbol de Qatar.
La muerte habrá desaparecido de los medios, pero desgraciadamente está hoy presente y ocurriendo en la sociedad, a un nivel desconocido en la historia del país y muchos órdenes de magnitud superior al año del pánico, 2020.
La pandemia ignorada
En Uruguay, en 2022, sin Covid y sin poder atribuirle a Covid el grueso de los decesos, el corriente año viene siendo el más letal de la historia del país. Hasta el mes de junio inclusive, según datos oficiales del MSP, estaba muriendo en el Uruguay gente al mismo ritmo que en 2021: 20.561 fallecidos durante el primer semestre. Si este ritmo se mantuviese (es probable que aumente por el aumento normal de mortalidad de julio y agosto) este 2022 terminará otra vez con arriba de 41.000 fallecidos. Esto representaría un 123% respecto del promedio interanual 2010-2019. Solo que esta vez, Covid no es fácilmente alegable como causa determinante.
¿Cuál es, o son, entonces, las causas?
La ‘academia’, el gobierno y la prensa se ha mantenido en casi total silencio al respecto. Ahora, un aumento proyectado de al menos 23% en la muerte de uruguayos en un solo año parece no ser motivo de alarma para nadie.
Una sola nota hemos visto aparecer en la prensa así llamada “grande” local. Firmada por Tomer Urwicz, en El Observador, el objetivo principal de la nota es, muy simplemente, negar toda posibilidad de que este exceso de muerte pueda estar, de una forma u otra, ligado a la vacunación. De todo el conjunto de datos parciales y conjeturas -no hay un solo paper o trabajo científico citado o mencionado, sólo opiniones personales anecdóticas de algunos médicos- que se van acumulando, lo que sacamos en limpio es que el fenómeno es “curioso”, y que es “la comidilla de los grupos antivacunas”.
El resto de la prensa, hasta donde puede apreciarse, por ahora no considera que el fallecimiento de una cuarta parte más de uruguayos que todos los años sea motivo de interés de la población. Cuando en 2020 tuvimos un descenso de la muerte, se hablaba todo el día de lo importante que sería la vacunación para, por fin, terminar con las muertes.
¿De qué están muriendo, pues, tantos y tantos uruguayos que no se esperaba que muriesen?
Los datos del desastre están repartidos en muchas categorías, como lo resume esta nota publicada por nuestros colegas de Ciudad Malvín. Algunas de las que más llaman a preocupación son el exceso de fallecimientos por causas cardiovasculares, respiratorias, el aumento de algunos cánceres, y el aumento de las muertes que ocurren de modo súbito y no explicado.
Repasemos algunas dimensiones actuales del fenómeno. En todos los casos empleamos información oficial MSP, que fue obtenida mediante pedidos de acceso a la información pública por esta revista o por los colegas de Ciudad Malvín o Libertad Sanitaria Uruguay. En la web del propio Ministerio, una vez que se entregan estos datos, el propio Ministerio los difunde. El lector los puede encontrar aquí:
Año 2020
Año 2021
Año 2022
Causas cardiovasculares
Véase, por ejemplo, los datos para el primer semestre de 2022 (datos oficiales, MSP), y compáreselos con datos equivalentes para el año 2021, en lo que hace a dolencias que terminan manifestándose en fallas fatales del aparato cardiovascular:
Comparando períodos iguales,
– mientras que entre los meses de enero y junio de 2020 hubo 744 fallecidos por Infarto Agudo de Miocardio o Insuficiencia Cardíaca, en el mismo período de 2022 hubo 976 (aumento: 31%)

– mientras que entre los meses de enero y junio de 2020 hubo 21 fallecidos por Embolia y Trombosis de arteria no especificada, en el mismo período de 2022 hubo 57 (aumento: 171%)

– mientras que entre los meses de enero y junio de 2020 hubo 20 fallecidos por Arritmia Cardíaca no Especificada, en el mismo período de 2022 hubo 39 (aumento: 95%)

– y mientras que entre los meses de enero y junio de 2020 hubo 279 fallecidos por Paro Cardíaco, en el mismo período de 2022 hubo 532 (aumento: 90.6%). Debe consignarse que muchos certificados de defunción mencionan “paro cardíaco” aunque este sea el episodio final de una serie de otras causas diversas.

Causas respiratorias
Otro capítulo que llama la atención al examinar las causas de muerte tiene que ver con el alarmante aumento de enfermedades respiratorias fatales.
Si tomamos el total de Enfermedades Respiratorias, en los meses enero-junio de 2020 tuvimos 1349 fatalidades por esa causa, y entre enero-junio del presente 2022 tuvimos 2143. Esto representa un aumento de 58%.

Si vemos los fallecidos por Neumonía, tomando el año entero 2020 hubo 808, en el año entero 2021 hubo 872, pero en la primera mitad de 2022 ya se contabilizaron 612 (de mantenerse esta tendencia, habrá muchos más muertos por neumonía en 2022 que los que hubo en los años anteriores)

Algo similar se advierte en el caso de Insuficiencia Respiratoria: 154 (2020), 214 (2021), pero hasta junio de 2022, ya 139.

Finalmente, si se agregan los fallecidos por Otros Trastornos Respiratorios, tenemos una tendencia similar.

El fenómeno inédito de la muerte rápida y sin explicación
Este año 2022 parece estar siendo marcado especialmente por un aumento notable en los fallecimientos que ocurren de modo inexplicado, y rápido. El código R691 en el certificado de defunción, indica una persona a la cual le aparecen determinados trastornos o síntomas de tipo variado, y en menos de 24 horas de esa aparición de síntomas, fallece sin que la causa quede establecida de otro modo. Estas muertes están viendo un 78% de aumento respecto del mismo período el año pasado, y son un número muy significativo. Mientras que en la primera mitad de 2021 tuvimos 1048 de estas, en la misma primera mitad, pero de 2022, se han registrado 1866. Este aumento impresionante no incluye, cabe aclararlo, muertes súbitas explicadas (infartos fulminantes, derrames, accidentes, etc.).

El aumento es elocuente cuando se compara por bimestres con los dos años anteriores.

Si se comparan el total de los dos años anteriores, con la mitad de este año, no solo se vuelve a apreciar la ya constatada tendencia al aumento, sino que se ve la importancia numérica del fenómeno. Casi 2000 uruguayos murieron ya en 2022 de ese misterioso modo, y aun falta contabilizar la mitad del año: al final del mismo podrían acercarse a representar un asombroso 10% del total de fallecimientos.

Exceso de muerte en el mundo
En Europa, Israel y Estados Unidos existen fenómenos similares. Lo mismo ocurre en Australia y Nueva Zelanda. El indicador Euromomo, del que participan los sistemas de salud de los países de la Unión Europea, viene reportando un exceso de muerte significativo también. Si se considera el acumulado semana a semana, véase el gráfico que indica la situación para el corriente año 2022, comparado con los dos años últimos:

Fuente: euromomo
En particular llama la atención el aumento importante de muertes en exceso ocurridas en menores de 14 años. El siguiente gráfico muestra la situación comparada para el año 2020 -sin exceso de muerte en el acumulado final del año, con los dos años siguientes. Este grupo de edad no tiene ningún riesgo significativo por Covid. Sin embargo, la Agencia Europea del Medicamento (EMA) aprobó el uso de la vacuna de Pfizer para niños de 12 a 15 años en mayo de 2021 y para niños de 5 a 11 años en noviembre de 2021. Un altísimo porcentaje de los jóvenes de 12 a 18 años en varios países europeos importantes ya recibieron la vacuna: 84.4% en Francia, 81% en Italia, 91.4% en España y 80% en Irlanda. En cuanto a los más pequeños, no todos los países aceptaron seguir la directiva de la EMA, pero algunos sí lo hicieron. Pasado el primer trimestre de 2022 ya acumulaban entre 20 y 35% de esa población infantil vacunada algunos países como Italia reportaba el 36.81% de esa población ya vacunada; en Alemania, 20.6% de esa población ya estaba vacunada al terminar el primer trimestre de este año; el 25% en Irlanda, y un porcentaje menor en Francia.

Fuente: euromomo
Silenzio stampa
Volviendo al país, ni la prensa ni las autoridades -incluyendo las sanitarias- parecen estar mayormente interesadas en todo este macabro acontecimiento nacional. Al menos, no lo están manifestando en público.
Es un curioso doble estándar, que no es fácil de explicar. Se paralizó el país, se comprometió su trama social, y parte de la economía, se retrasó o afectó notablemente el aprendizaje de los niños, se rompieron familias por el estrés aumentado creado por las medidas impuestas, se generó un aumento marcado del suicidio y de los problemas psicológicos y mentales, cuando durante 2020 el Uruguay presentaba en realidad una disminución de su mortalidad. Luego, cuando éste sufría un aumento histórico de muertes, no todas explicables por Covid, a fines de 2021, se eligió dejar de informar sobre la supuesta crisis sanitaria del país.
Tal parece que lo que importaba realmente no era el fallecimiento de la gente, sino toda clase de otras preocupaciones conectadas con ello, pero en realidad distintas.
Y ahora, que solo un porcentaje del exceso de mortalidad tiene que ver con Covid, y sin embargo estamos experimentando como sociedad una catástrofe de fallecimientos no explicados que alcanza un nivel de genocidio o guerra interna (si todo sigue así, a fin de año estaríamos hablando de un exceso de más de 10.000 ciudadanos muertos), a casi nadie parece interesarle informar sobre el tema, y mucho menos investigar seriamente. Ya no hay alarma, no hay nada. Solo un fenómeno “curioso”. Algún día, tal vez, se aclarará.
Mucho menos, por cierto, se percibe que importe considerar y estudiar seriamente, con grupos de control y autopsias sistemáticas, si algún factor de impacto masivo que haya intervenido entre 2020 y 2022 podría tener alguna conexión con este fenómeno macabro.
(*) La información y cuadros de esta nota surgen de un esfuerzo conjunto de Rafael Suárez (Ciudad Malvín), Ana Rosengurtt (Libertad Sanitaria Uruguay) y Fernando Vega -factótum principal de esta reunión de esfuerzos-, además del equipo de eXtramuros. Hemos unido distintos pedidos de información cursados en los últimos meses ante el MSP, para recolectar y analizar datos oficiales que abarcan los años 2020 al presente.
Agradecemos especialmente a Rafael Suárez y a Ana Rosengurtt por el procesamiento de la información que en conjunto hemos reunido, y la preparación de los cuadros estadísticos correspondientes.
(**) Agradezco especialmente a Diego Gallo, lector de esta revista, que me alcanzó algunos datos divulgados en 2020 y 2021 que sirvieron para esta zona del presente reporte.