POIESIS /10

Por Gerardo Ciancio

Torrencial y escrita a ráfagas, como si la escritura fuera el mapeo de los “esterterores de una bestia herida”, la poesía de Selva Casal avanza por la página y por nuestros oídos con inconfundible prosodia. El ritmo sincopado, casi verso a verso, como si el poema fuese una cascada de donde abrevamos con espanto y regocijo, es funcional a estos modos de simbolizar la vida, la muerte, el amor, el horror, los objetos y gestos cotidianos. Su poesía es un diario personal del oximoron que podría sintetizar una forma de estar y escribir en el mundo: “la locura mi íntimo equilibrio”. 

Atenta a los tópicos de la poesía universal, la lírica de Casal testimonia sobre los avatares del amor, sobre el pathos de la soledad, sobre la inminencia de un tiempo que viene, de otro que fue y que, sin embargo, parece no transcurrir; avisa del dolor de la condición humana y de las ambiguas relaciones entre vida y muerte: “ya no estoy en la vida/pero puede desencadenarse/el mundo sobre mí/llevo una muerte dormida/en las tres últimas campanadas” 

Asistimos a la construcción de un mundo articulado con sus trasmundos que son meros  reflejos del primero, o parte de él, porque si “el infierno es una casa azul”, “el cielo/no es cielo/es una casa ardiendo”. Las categorías terrestres se proyectan en los universos posibles, en los terrenos infernales y celestiales. O tal vez, los infiernos y cielos están en el baldío más próximo, configurados en un espacio azul, quizás descargado de las connotaciones modernistas del símbolo rubendariano. 

Hay en esta obra un inventario de los “vestigios de la nada”, y, al mismo tiempo, un grito rebelde que niega esa misma Nada, que llena el espacio y el tiempo de arte verbal, de una tierna furia que lo impregna todo. Si para Selva “vivir es peligroso” es también una bella aventura que justifica el estar en el acá de la realidad y del poema. Visionaria, incandescente, luminosa y sesgada por tinieblas, de la poesía de Selva Casal nadie sale ileso. Porque como dice en los últimos versos del poema “Ruido de cosas seres”:

que la vida no importa
que la muerte no importa
que el mundo es simplemente un alarido


No encontrarás mi sombra

No encontrarás mi sombra.
En la música 
se perderá mi voz.
Yo no fui más que el viento
retenido por una mano extraña.
El viento de otro cielo.
Sabiéndolo, ya no importa olvidarme.

(De Arpa, Montevideo, Colección Delmira, Volumen 2, 1958, p. 16)


III

Estos fueron los días sobre la tierra.
Nuestros días.
Cuando éramos tan pequeños como sombras de sueños.
¿Es cierto que vivíamos al borde de las cosas
sin jamás descubrirlas
y que las tardes se arracimaban dulces
en el umbral de la casa?
Y que había fechas para sonreír, para llorar.
Y yo no estaba nunca
porque siempre era tarde, porque siempre era ayer.

(De  Días sobre la tierra, Montevideo, Cuadernos de Julio Herrera y Reissig, Segunda Época, Año 12, N°4, 1960, p. 9)


X

Porque nuestros hijos
se han ido con la luz
y somos los extraños
los definitivamente olvidados.
Estar acá y ser lejana
los pies detrás del mar
casi tocándome.
No sé de dónde entre sombras puñales
una voz me reclama.
No es mi mundo
es el mundo de los hombres
porque las cosas se han quedado dormidas
los muertos
se han quedado dormidos en su infancia. 

(De  Poemas 65, Montevideo, Cuadernos de Julio Herrera y Reissig, Segunda Época, Año 17, 1965, p. 17)


Hoy besaría a la gente desconocida

Hoy besaría a la gente desconocida
y les pediría que vinieran a mí
porque sin ellos nada soy
de sus ojos inocentes terribles
está llena mi alma
ellos saben que nunca vendrán por mi esqueleto
porque quiero abrazarlos y no puedo
la última masacre sucedió entre mis uñas
esa gente que se cruza al camino
y nunca más
vive en mi lecho respira con mi sangre
por ellos soy
anónimo desconocido amor
qué bien hueles bajo las raíces
en la calle sobre los cementerios profundos
cómo te encuentro cuando
apuñalada entera me entrego
al sueño al hombre a la desdicha.

(De No vivimos en vano, Montevideo, Biblioteca Alfar, 1975, p. 29)


Nadie ninguna soy

Nadie ninguna soy
ningún hombre es mi cuerpo
ningún río
que revisen mi cuerpo
no tiene corazón
está en la calle
maravillosa calle
como hoy casi es milagro
y los hombres recuerdan
un ultimátum ya
he vivido
nada más
he vivido
perdón por mi dulzura
por no haber empuñado ni fusiles
ni garras
perdón por mi esqueleto decisivo y efímero
mi violencia es una casa a fondo
cuando de noche mueres sin aviso
tocan la puerta
andan.

(De Nadie ninguna soy, Montevideo, Biblioteca Alfar, 1983, p. 52)


Ningún día es jueves

Ningún día es jueves ningún día toco la tierra
ya nadie está conmigo
todos mis muertos me han olvidado hoy
pocas tardes quedan para tanta lluvia
y lo peor es que a veces también a ti necesito dejarte
sentir que alguien golpea
esconderme en horarios
y yo creía que era posible no sabía
con tantas sombras como perdía callando
pensar que hay días que olvido todo esto
visito los amigos saludo a la gente
ellos no saben que yo no puedo hablar
porque todo está lleno de espejos
que todos los fantasmas usan tu corazón quemándome
llorar ahora sería como vivir a destiempo
quiero volver a aturdirme de ríos negros
todos negros y tuyos
ningún día es jueves y tú estás muerto.

(De El infierno es una casa azul, Montevideo, Ediciones de Uno, Colección de Poesía, N.º 51, 1993, p. 31)


Cuerpo de suicida

Cuerpo de suicida
en la alcoba profunda
como un dios temeroso de asirse a la nada
manos de cualquier lugar
ojos de cualquier tiempo
no le interrogues
responderá mar estrujado
cielo deshecho
tinta rebelde
tres de la tarde.

(De Perdidos manuscritos de la noche, Montevideo, Carlos Marchesi Editor, 1996, p. 28)


Biografía

Nací
todavía no he muerto
aquí vivo
mi madre es una niña que el viento apenas nombra
mis abuelos eran bellos ciruelos en el jardín
sobre lo prohibido construí mi vida
un día era el color era una fiesta
salimos en medio de la noche a ver el mar
como estertores de la vida
como estertores de una bestia herida
se oían ruidos y gritos y gemidos
callé obstinadamente
viví en llaga viva
sólo nací para mirar la lluvia
nunca supe gramática
la luz tampoco sabe
culpable soy de todas las muertes
de todos lo amaneceres
me sé madre de toda violencia
vi mi cuerpo desintegrado y solo
como una casa en ruinas.

(De El infierno es una casa azul y otros poemas, Buenos Aires, Libros de Tierra Firme, Colección ‘Todos bailan’, 1999, p. 292)


Las puertas

Tengo las puertas de mi casa abiertas
para que entren sin temor los ladrones
para que entren
y todo lo devore la tormenta
y dentro de una taza de café
con la cabeza hundida entre las piernas
llorando nos quedemos.

(De El grito, Montevideo, Artefato, Colección Delfos, 2005, p. 56)


No elegimos nada

No elegimos nada
Ni siquiera dónde morir
Con su ráfaga de almohada rota
El alba se despeñó
Llorando entre las sábanas
A muerte y desafío
Intentos de la luz
Sólo intentos donde naufragamos
Soñar en ti es llenarse de bruma
Por qué dura tan poco la vida
Y el amor a dentellada limpia nos ataca
Sólo vestigios de la nada quedan.

(De Biografía de un arcángel, Montevideo, Estuario editora, p. 54)


Por no encontrar las llaves

A Marosa y Nidia di Giorgio

Tengo dos casas
en una viven alimañas
en otra mis amantes muertos y los gatos
ni con unos ni con otros he podido vivir
y esto no es ficción
ya estaban previstos los latidos del corazón
ordenados los amaneceres
a veces la luna salía tempranísimo
y se sorprendía
a nadie mostraré este poema
a nadie mostraré mi vida
cuando de madrugada me levanto a comer naranjas
y te convoco a ti solo a ti
y te veo corriendo entre las camas
persiguiendo lobos
el demonio existe los ángeles existen
aseguro que nadie me comprenderá
que nadie podrá descifrarme
el último sol que vi era naranja
todo por no encontrar las llaves de la puerta de casa.

(De En este lugar maravilloso vive la tristeza, Montevideo, Estuario editora, p. 28)


Selva Casal

Bibliografía

Arpa, Montevideo, Colección Delmira, Volumen 2, 1958

Días sobre la tierra, Montevideo, Cuadernos de Julio Herrera y Reissig, Segunda Época, Año 12, N°4, 1960

Poemas de las cuatro de la tarde, Montevideo, Corporación Gráfica, 1962 

Poemas 65, Montevideo, Cuadernos de Julio Herrera y Reissig, Segunda Época, Año 17, 1965

Han asesinado al viento, Montevideo, Editorial Alfa, Colección Tiempo y Memoria, 1971 

No vivimos en vano, Montevideo, Biblioteca Alfar, 1975 

Nadie ninguna soy, Montevideo, Biblioteca Alfar, 1983

Mi padre Julio J. Casal, Montevideo,Biblioteca Alfar, 1987

Los misiles apuntan a mi corazón, Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, Poetas uruguayos de hoy, Vol. 20, 1988

El infierno es una casa azul, Montevideo, Ediciones de Uno, Colección de Poesía, N.º 51, 1993

Perdidos manuscritos de la noche, Montevideo, Carlos Marchesi Editor, 1996

El infierno es una casa azul y otros poemas, Buenos Aires, Libros de Tierra Firme, Colección Todos bailan, 1999

Vivir es peligroso, Buenos Aires, Libros de Tierra Firme, Colección Todos bailan, 2001 

El grito, Montevideo, Artefato, Colección Delfos, 2005

Ningún día es jueves, Montevideo, Ediciones de Hermes Criollo, Colección Poesía, 2007 

En este lugar maravilloso vive la tristeza, Montevideo,Estuario editora, 2011

Biografía de un arcángel, Montevideo, Estuario editora, 2012

Abro las puertas de un jardín de plata, Montevideo, Trópico Sur Editor, 2014 

Y lo peor es que sobrevivimos. Antología Personal, Madrid, Amargord ediciones, Colección Candela, 2014