ENSAYO

Hasta aquí me he dedicado básicamente a traducir artículos académicos o de fuentes calificadas sobre el COVID-19, pensando que con ello contribuía a profundizar la calidad de la información sobre el tema. Creo que llega el momento de hacer una suerte de balance de en qué situación estamos. Me voy a referir a un campo cercano a mis calificaciones, como el de la información/periodismo. En mi balance no abro opinión médica, para la que no estoy calificado, sino que cito y reúno la mejor información que he sido capaz de encontrar e interpretar, a efectos de poder abrir juicio sobre la cobertura mediática que estamos observando.

Por Aldo Mazzucchelli
Abril 1, 2020

LA COBERTURA MASIVA

Hoy es 1 de abril. Independientemente de la apreciación que se tenga sobre las medidas tomadas respecto de la alegada epidemia de coronavirus, lo que sugiero en esta observación es que la estructura de la información que se está brindando masivamente no pasaría una prueba seria en cualquier escuela de periodismo.

Examinemos lo que se informa, y lo que no se informa, simplemente.

Para armar un producto informativo, lo primero es comprender el problema sobre el que uno pretende informar. Entender cuáles son los conceptos clave que definen el problema, y seguir el desarrollo del problema para entender cuáles conceptos nuevos aparecen, o qué nuevas visiones rompen con los conceptos vigentes, e ir informando de todo eso a medida que ocurre. También es preciso educar al público en esos nuevos conceptos, formarlo para que se los apropie, los entienda, y los pueda interpretar correctamente. De ese modo se permite al público entender la estructura del problema, mantenerse actualizado, y hacer juicios informados sobre el asunto de que se trate.

Esa forma ideal de proceder está siendo violada todos los días, desde el primer día, con el coronavirus.

Afirmo que la estructura de información que estamos viendo respecto del coronavirus es la negación de la estructura del problema, y en cambio el oscurecimiento del mismo en base a la aceptación acrítica de conceptos no probados.

¿Cuál es, pues, la estructura del problema del coronavirus, según nos la presenta la prensa masiva de todas partes?

  • hay un virus mortífero, el Covid-19, o SARS Cov-2, que está atacando a la población mundial
  • una cantidad extraordinaria de gente está muriendo por ese virus
  • Todos los días aumenta el número de casos reportados, y el número de muertes, y esto es extremadamente alarmante
  • si no se toman medidas extremas cuanto antes, muchísima gente, decenas de millones de personas, morirán en toda la tierra
  • sea cual sea la letalidad del virus, y pese a que enferma gravemente, aparentemente, solo a una pequeña parte de la población debil y anciana, esas medidas deben tomarse para controlar a lo largo del tiempo la demanda de camas en Centros de Tratamiento Intensivo, de modo de no hacer colapsar los sistemas de salud

Creo que no exagero ni falto a la verdad si digo que esa es la narrativa principal. Puntos secundarios de la narrativa son:

– los sistemas de salud de Italia y España ya han colapsado, algo que se debe exclusivamente al coronavirus, y nunca ocurrió antes; Nueva York va camino de lo mismo. Otros lugares de la tierra seguirán luego, a medida que la situación italiana se instale en todas partes.

– El creciente número de infectados en todo el mundo demuestra la magnitud de la amenaza, y justifica las medidas.

– Si bien la mayoría de las muertes son personas muy débiles por distintas causas, también muere gente joven y sana por coronavirus.

Etc.

II) LOS CONCEPTOS CLAVES ELUDIDOS POR LA COBERTURA MASIVA

Ahora bien, esa estructura de la información no presenta el problema tal como es, porque omite comunicar a la población los conceptos fundamentales del mismo.

¿Cuáles son esos conceptos?

1) TASA DE LETALIDAD POR INFECTADO (me refiero al concepto de Infection Fatality Rate, que no debe ser confundido con otros cercanos como Case Fatality Rate o Mortality Rate; el significado de todos estos concepto puede consultarse en wikipedia o lugares semejantes) de un virus, en particular de Covid-19

2) TASA DE REPRODUCCIÓN o Ro de un virus, en particular de Covid-19

3) Formas DISTINTAS en las cuales los distintos países realmente han reaccionado ante este nuevo virus, y QUÉ RESULTADOS DISTINTOS han obtenido

4) CÓMO SE REGISTRAN LAS MUERTES que se atribuyen oficialmente al coronavirus (es decir, qué significa “1 muerto más de coronavirus”.

5) QUÉ SIGNIFICA ESE NÚMERO, CÓMO SE CONTEXTUALIZA ese número de muertes atribuidas al coronavirus, en relación a las muertes que normalmente ocurren por enfermedades respiratorias y similares.

6) HASTA AHORA, ITALIA ES UNA EXCEPCIÓN MUNDIAL, NO LA REGLA; por tanto, hay que discutir qué otros factores pueden estar incidiendo en el fenómeno italiano

Ninguno de estos seis puntos, que son algunos de los principales que habría que tener en cuenta para hacer un análisis serio del problema, existen centralmente en la preocupación o cobertura de la prensa masiva hasta el momento.

Sí que existen en las visiones críticas de expertos independientes, de alto prestigio, que han alzado su voz en varios países. Pero esos expertos no aparecen en la televisión.

La televisión, y las grandes cadenas internacionales, más los grandes diarios, están entregados sobre todo a reproducir un discurso único global, sin exhibir gran capacidad crítica respecto del mismo.

En algunos medios de la prensa escrita (he revisado especialmente la publicada en inglés, la española, y algo mínimo de la alemana), y en muchos portales de internet, sí hay espacio para la crítica. Pero es a menudo un espacio menor, y los grandes medios están alineados en la narrativa central descrita al principio.

Aclaremos, a partir de la información que está disponible en trabajos científicos y en entrevistas y piezas de opinión de expertos mundiales (se puede encontrar con cierta facilidad todas las referencias a ellas en mis múltiples posteos durante las últimas dos semanas), por qué los conceptos anteriores son clave para entender la situación.

(1) Tasa de letalidad por infectado: es la cantidad de personas que muere a causa de una enfermedad determinada, en relación a la cantidad total de infectados, es decir, la gente que contrae efectivamente el virus (no la gente a quien se le hace la prueba y se diagnostica oficialmente como infectado, pues por cada uno de ellos hay muchos más que nunca llegan a hacerse el test, son asintomáticos, etc.).

Esta cifra es fundamental para medir la importancia de la aparición de un nuevo virus. Si no se tienen cifras más o menos certeras sobre esto, es científicamente imposible fundamentar la toma de medidas extremas como las que se están tomando, puesto que no se sabe si se está ante una enfermedad extraordinaria, o muy grave, o ante una simple variante, más o menos intensa, de las infecciones pulmonares con las que convivimos habitualmente.

Esta información aun no se tiene para el Covid-19. Para tenerla, habría que realizar muestras probabilísticas de la población, representativas del total, y someter a esas muestras a tests que revelasen si están infectados, o si ya lo estuvieron y se curaron. La estrategia seguida hasta ahora por la gran mayoría de países, sin embargo, no es ir prioritariamente en la dirección de evaluar la letalidad científicamente, sino presumir lo peor a partir de modelos (sobre todo el del Imperial College, de Londres) corridos a partir de estimaciones tempranas de la OMS —que por lo demás ya han sido rebatidas, o ajustadas a la baja.

Además, la cantidad efectiva de muertes que acarree un virus está relacionada a la cantidad de casos. Eso nos lleva al segundo concepto:

(2) Número básico de reproducción, o ritmo reproductivo básico, o R0 (R sub cero) de un virus. Es el número promedio de casos nuevos que genera un caso dado a lo largo de un período infeccioso. En palabras llanas, indica qué tan contagioso es efectivamente un virus. Si R0 es menor a 1, cada infectado no es capaz de pasar la enfermedad ni siquiera a otra persona en promedio, y eventualmente el número de casos desciende. Al contrario, si el número R0 es igual o mayor a 1, entonces por cada infectado habrá al menos uno más, o más, y la epidemia se propagará. Este dato tampoco se conoce para el coronavirus.

También la realización de estudios probabilísticos serios en las poblaciones permitiría acercarse a él. Pero no parece prioridad hacerlos. (Hoy, 1 de abril, el Dr. Fauci, responsable principal de la estrategia de salud en Estados Unidos, contestando a una pregunta en conferencia de prensa, confirmó exactamente esto: que sí, que les gustaría tener esa cifra, pero que ahora tienen cosas más importantes que hacer y que no es prioridad. Que por ahora van a dedicarse a testear al personal de salud y a los sospechosos, etc.).

De la comprensión cabal de 1 y 2, como mínimo, se deduce ya una cosa fundamental respecto de la actual pandemia de coronavirus. Esta observación está siendo puesta de manifiesto desde el principio por parte de expertos independientes en distintos lugares del mundo. En breve, esta observación es:


debido a que en la mayor parte del mundo se están aplicando tests solamente de modo sesgado (a personas ya sintomáticas, o sospechosas de haber contraido el virus), y que son un número ínfimo de casos en relación a la población, y debido al porcentaje de casos asintomáticos que se ha verificado existen (en Alemania, por ejemplo, un 50% de los testados positivos son asintomáticos), se sabe que HAY MUCHOS MÁS INFECTADOS QUE LOS NÚMEROS OFICIALES REPORTADOS. Por tanto, la letalidad/gravedad por infectado del coronavirus ES MUCHO MENOR a la que se suponía al principio —y en base a la cual se ha movilizado toda la tierra.



En efecto, y aunque la narrativa central normalmente no menciona nada de esto, no hay duda entre la comunidad científica acerca de que hay muchos más casos de infección en la tierra que los actualmente detectados.

Cuánto más baja es la letalidad por infectado, no se sabe. Pero todo va indicando que es muchos órdenes de magnitud más baja.

¿Por qué es importante esto? Porque cuando se elaboraron las proyecciones que llevaron a muchos países a cerrarse y detener su vida y su economía, esas medidas se tomaron pensando que, si no se tomaban, iba a morir un porcentaje muy significativo de la población, debido a la letalidad del virus y su supuesta velocidad de reproducción, mezclada con las supuestas consecuencias de saturación de los sistemas de salud. El modelo de Imperial College, por ejemplo, estimaba originalmente una letalidad de 0.9% para Gran Bretaña, y estimaba que un 4.4% de los infectados deberían ser hospitalizados, y 30% de éstos requerirían CTI.

La saturación de los sistemas de salud no se produce salvo que el virus genere una proporción muy alta de casos graves, y mortales, entre quienes lo contraen. Es por esto que la letalidad por infectado está en la base de todas las proyecciones alarmistas que informaron la respuesta de los gobiernos.

(3) Si bien la prensa menciona a veces el caso de Corea del Sur como ejemplar, ese caso no se analiza. Lo que se dice, vagamente, es que Corea del Sur “testeó masivamente”, lo cual es bastante cierto, dentro de números relativos. Pero no se dice en general que Corea del Sur nunca cerró su economía, ni clausuró los centros educativos por tiempo indeterminado como se ha hecho en Occidente. Sin embargo, Corea del Sur frenó y eliminó la epidemia. Japón es un caso parecido, donde tampoco se tomaron el tipo de medidas que se tomó en Occidente. Esto no es informado cabalmente. Al contrario, se sugiere que los países occidentales “no podrían” implementar políticas como las de esos países. Nadie dice bien por qué.

Ejemplo en contrario, Italia, que implantó una cuarentena obligatoria a partir del 10 de marzo, ha tenido los peores resultados de la tierra. España, también en cuarentena, lo sigue en el nivel de peores resultados oficiales. El argumento que se ha creado aquí es que estos países implantaron sus medidas “demasiado tarde”. Pero nadie sabe cuándo es tarde o temprano, en la medida en que no se conoce el nivel de infección en la población, puesto que no se lo estudia específicamente. ¿Cuántos infectados había en Italia el 20 de febrero, el 1 de marzo, el 10…? ?Y en Estados Unidos, en Francia, en Alemania…? Por ejemplo, durante el mes de diciembre de 2019, cuando el virus se supone estaba circulando libremente en Wuhan, viajaron UNAS DIEZ MIL PERSONAS de Wuhan a Estados Unidos.

Es probable que cuando Italia y España implantaron sus medidas, ya un porcentaje muy significativo de la población estuviese infectado, y lo mismo es verdad para los demás países, de los que tampoco se conoce Ro. Por lo tanto, se están haciendo inferencias sin conocer el número de infectados en cada caso. Tampoco se sabe cuánto puede haber avanzado la inmunidad general en cada lugar, porque no se implementan testeos para saberlo, que son posibles.

4) Este es un punto gravísimo, probablemente el más importante de todos. La OMS emitió una directiva para que el Covid-19 se convierta en una enfermedad que debe ser reportada, esto es, que cada paciente que recibe un test y da positivo, debe informarse oficialmente. Esto hace que, al reportar los casos de muerte hoy en el mundo, si el paciente ha sido positivo a un test de coronavirus, o incluso si los médicos estiman que el paciente parece tener coronavirus, aunque no lo sepa en base a un test clínico, el coronavirus aparecerá ligado a la muerte de ese paciente.

Esto puede hacer que muchos casos de enfermos teminales, o muy ancianos, o debilitados fuertemente por cualquier causa, que además contrajeron coronavirus, y murieron, sean contados como muertos POR coronavirus.

Dije mal, no “puede” hacer: sabemos que es la norma.

En efecto, el Dr. Walter Ricciardi, asesor científico del Ministerio de Salud de Italia, ha declarado que, del total oficial de muertos “por” coronavirus que reportó oficialmente Italia, solo un 12% había muerto “de” coronavirus (exceso de mortalidad por coronavirus), mientras que el restante 88% tenía al menos una, y normalmente dos o tres enfermedades que fueron las causas principales de muerte.

En Alemania, el Robert Koch Instituts confirmó también que, en ese país, se reportan como muertos por coronavirus todos los muertos que portaban el virus, sin más.
En Estados Unidos, las directivas del CDC son claras en favorecer que se reporte como muerte “por” coronavirus, incluso cuando no existe test que lo confirme, bastando la presunción médica de que la enfermedad ha estado presente, aunque sea entre otras condiciones más graves incluso.

Estos tres casos son ejemplares, probablemente, de lo que está pasando en muchos lugares del mundo, y está arrojando las cifras oficiales de muertos “por” coronavirus que, en el mejor de los casos, son solamente muertos “con” coronavirus. Esas cifras son el pilar del discurso alarmista descontextualizado elegido por los grandes medios.

La diferencia entre morir “de” o meramente “con” coronavirus es sustancial, y no aparece discutida en la gran prensa, ni en el discurso oficial.

5) Contexto. El contexto está completamente ausente de la estructura informativa dada a la epidemia por la mayoría de la prensa masiva en todas partes.

No se reporta comparativamente cuánto pesaría determinada cantidad de muertes dentro de lo que es normal estacionalmente por enfermedades infecciosas del aparato respiratorio. No se hacen series históricas. No se entiende si 4.000 muertos en los Estados Unidos desde febrero a abril son una cifra importante, o no, y en qué sentido. No se informa que en la temporada 16/17 murieron en Italia 24.800 personas de gripe estacional. No se advierte que parte de los sistemas de salud de España e Italia colapsan casi todos los años durante el invierno. Una cifra es grande o chica, depende comparada a qué. Se prefiere periodismo sensacionalista, anecdótico, dramatizador y sin contexto o perspectiva alguna.

6) El fenómeno italiano tiene una serie de factores coadyuvantes que han sido mencionados repetidamente:

  • un sistema de salud con un número bajo de camas de CTI por habitante (1/3 del de Estados Unidos, por ejemplo), que por lo demás ha colapsado ya antes, sin la presencia de coronavirus* .
  • el peor aire de Europa, con una incidencia enorme de enfermedades pulmonares, especialmente entre la población más vieja.
  • la medida tomada al principio de ingresar rápidamente a mucha gente que en otros contextos no se habrían ingresado (enfermos no graves), lo que propició el contagio hospitalario, tanto de personal de la salud como de otros pacientes, ya internados por otras causas y ya debilitados.
  • el modo de conteo adoptado, donde todas las muertes de enfermos con un test positivo son atribuidos al coronavirus.
  • un estilo de vida en donde muchos más ancianos viven con familiares más jóvenes en la misma casa de lo que es la norma en otros países.

Aun así, salvo en lugares puntuales, las cifras de muerte de este invierno aun corresponden a los de una temporada de gripe fuerte. En la temporada 2016-17 murieron en Italia 24.800 personas de gripe (esta cifra es menor a la realidad, puesto que la gripe no se reportó nunca con tanta dedicación como este coronavirus).

III) EN RESUMEN

Si la prensa sigue sin informar los contextos y los conceptos antes expresados, como mínimo, en lugar de estar informando, está desinformando.

En lugar de estar contribuyendo a la verdad y a las mejores soluciones, está dedicándose, incluso de modo bienintencionado, a crear y divulgar un tipo de “esquema único” que inhibe, no ya la disidencia, sino el pensamiento mismo.

El Uruguay, si se pretende aun una nación soberana, podría intentar conocer (como lo está intentando con admirable esfuerzo, por ejemplo, Islandia, otra nación muy pequeña) cuáles son las cifras reales de su epidemia, y tomar medidas respecto de su economía que sean proporcionadas a ello.

Lo contrario es destruir vidas y economías para seguir un modo de respuesta en manada impulsado por algunas naciones centrales, que no está apoyado en información científica suficiente, y que al revés, contradice la opinión de una gran cantidad de científicos prestigiosos e independientes.

En las próximas semanas continuará la retahíla de números de muerte, números de “infectados” que son en realidad números de testeados. Se seguirá creyendo que un aumento en ese número de “infectados” es una mala noticia, cuando en realidad es una señal de que hay países que son capaces de hacer muchos tests.

Mientras tanto, la destrucción de la economía y el sufrimiento seguro, actual y futuro, de los más débiles, se agudiza con cada hora que se prolongan las medidas extremas que, por una evidente razón de emulación política —y para no permitir que las oposiciones hagan su cosecha de esta situación acusando a los gobiernos de negligencia—, se han tomado en todas partes.