HISTORIA
Por Cynthia Chung
Foto de portada: En 1917, el Primer Ministro británico David Lloyd George ordenó a las tropas del Egipto británico invadir Palestina, expresando su deseo al General Allenby de que Jerusalén fuera tomada para Navidad. Cumpliendo con la orden, el 11 de diciembre de 1917, Allenby entró en Jerusalén por la puerta de Jaffa y declaró la ley marcial en la ciudad.
Otro componente importante de los recién establecidos canales de opio, gracias a la “Guerra contra las drogas” de Nixon, es Afganistán. Los soldados desplegados en Afganistán al servicio de la alabada “Guerra contra el Terrorismo” habrían tenido cuentos que hacer muy parecidos a los de los soldados que regresaban de Vietnam. Estos soldados describirían cómo habían pasado la mayor parte de su tiempo en Afganistán protegiendo grandes cosechas de opio…
Durante el verano de 2021, Afganistán estuvo mucho en las noticias. Después de veinte años de guerra, millones de vidas perdidas y millones de millones de dólares gastados, los EE.UU. se lanzaron desordenadamente a salir de lo que resultó un atolladero imposible de ganar, sin haber construido nada, asegurado nada ni establecido nada que pudiera parecerse a un mundo menos caótico que el que existía antes de los acontecimientos del 11 de septiembre.
La mayor parte de la preocupación occidental en torno a Afganistán surge del 9/11 y de la supuesta conexión de Taiwán con este país a través de Al Qaeda y Osama bin-Laden. Sin embargo, como ha afirmado Scott Ritter, que fue el principal analista de la 7ª Brigada Marítima Anfibia sobre la guerra soviética en Afganistán (650)
“Todo el conflicto afgano debe ser examinado considerando la siguiente realidad: todo es una mentira. Cada batalla, cada campaña, cada contrato redactado y ejecutado, todo se fundó en una mentira…”
El almirante McRaven, al hablar de la operación para matar a Bin Laden, señaló que no había nada fundamentalmente especial en esa misión en cuanto a las tácticas. “Creo que esa noche hubo 11 ó 12 (otras) misiones en Afganistán”, señaló McRaven. Es evidente que el objetivo militar no se limitaba a matar a Bin Laden, sino que se trataba de una labor de seguridad que, al parecer, incluía el asesinato de talibanes y que, a menudo, se saldaba con la muerte de un centenar de civiles.
Hay que señalar que, a partir de 2009, McRaven creía que la actividad de operaciones especiales de riesgo debía continuar en Afganistán durante los próximos años. En eso queda la idea de que la misión de EEUU en Afganistán era matar a Bin Laden. La misión se había convertido en una muerte, y las carreras que se definían en función de esas muertes.
El hecho es que no se precisaba ir a pelear a Afganistán. Podríamos haber acabado con la amenaza que suponía Bin Laden simplemente negociando con el régimen talibán tras el 9/11, aportando las pruebas que decíamos tener para vincular a Bin Laden con los atentados terroristas contra Estados Unidos. Cualquier estudioso de Afganistán que se precie sabe que la importancia fundamental de la honestidad está consagrada en los conceptos del pashtunwali, el código ético no escrito que define el estilo de vida tradicional del pueblo pashtún. Si, como se afirma, Bin Laden cometió un atentado contra mujeres y niños mientras vivía bajo la protección del pashtunwali, su deshonor es el de las tribus pashtunes, que, para restablecer su honor, buscarían la justicia y, en tal caso, expulsarían a Bin Laden y a sus seguidores de Afganistán. De hecho, el Talibán hizo precisamente esta oferta. Para Estados Unidos, sin embargo, habría sido un resultado insatisfactorio. Necesitábamos sangre, no justicia, y enviamos tropas de la OTAN a Afganistán para apilar cadáveres, lo que hicieron en un número considerable… Lo justificamos alegando que los talibanes estaban dando refugio seguro a Bin Laden y que, por tanto, eran cómplices de los atentados del 9/11… lo que era falso”.
Scott Ritter, que fue inspector de armas de la ONU en Irak de 1991 a 1998, también desempeñó un papel destacado a la hora de llamar la atención del público sobre el elemento más antiguo usado para justificar la guerra ilegal en Irak, el que se basaba en información de inteligencia británica falsa acerca de la compra de uranio de Níger por parte de Irak. (651).
Se calcula que los veinte años de ocupación de Afganistán han costado a Estados Unidos entre 1 y 2 billones de dólares (652). Se trata de un gasto exorbitante sin nada que lo justifique, salvo la destrucción de ciudades, la matanza de inocentes, la inestabilidad y el caos; se podría pensar que Estados Unidos debe ser un país muy rico para permitirse semejante presupuesto sin una meta u objetivo claros, sino el caos general. En cambio, lo que encontramos es que la economía estadounidense, junto con su nivel de vida, está cayendo en picada, mientras que el consumo de drogas y la sobredosis se disparan y el suicidio es una de las principales causas de muerte en los Estados Unidos, especialmente entre los jóvenes.
La razón por la que nos encontramos en una situación tan delicada es que hay algo que funciona en Oriente Medio desde hace mucho más tiempo que los Estados Unidos. Es la razón por la que muchos países de esta región tienen las fronteras que tienen y fue el origen del conflicto palestino-israelí. También es la fuerza central en la creación y financiación del terrorismo islámico.
¿De quién fue el ‘despertar árabe’?
“La renuncia no será fácil. Las esperanzas judías se han promovido a tal extremo que no cumplir con el sueño sionista de un estado judío en Palestina causará una intensa amargura y desilusión. Las múltiples pruebas de un gran deseo público, de la capacidad de soportar las dificultades y de hacer frente a los peligros en la construcción del hogar nacional, demuestran la devoción con la que una mayor parte del pueblo judío precia el ideal sionista. Pero la lógica de los hechos es inexorable: no hay lugar en Palestina para una segunda nación si no es mediante el desalojo o el exterminio de la nación hoy poseedora“.
-Párrafo final de El despertar árabe (1938), de George Antonius, licenciado por la Universidad de Cambridge y funcionario en el Estado Británico de Palestina.
Gran parte de la responsabilidad de los estragos causados hoy en día en Oriente Medio la tiene el llamado “Despertar Árabe”, orquestado por los británicos y dirigido por personajes como E. G. Browne, St. John Philby, T. E. Lawrence de Arabia y Gertrude Bell. Aunque sus orígenes se remontan al siglo XIX, no fue sino hasta principios del siglo XX que los británicos pudieron obtener resultados significativos de su larga siembra.
La Primera Guerra Mundial comenzó oficialmente el 28 de julio de 1914, casi inmediatamente después de las guerras de los Balcanes (1912-1913), que habían debilitado enormemente al Imperio Otomano. Los británicos, que nunca dejaron pasar la oportunidad de obtener sangre fresca, se mostraron muy dispuestos a adquirir lo que consideraban territorios estratégicos con la justificación de estar en “tiempo de guerra”, lo que en el lenguaje de la geopolítica se traduce como “el derecho a saquear cualquier cosa en la que uno pueda poner la mano”.
La brillantez de la conquista británica de estos nuevos territorios no consistía en luchar directamente contra el Imperio Otomano, sino en provocar una rebelión interna. Estos territorios árabes serían alentados por Gran Bretaña a luchar por su independencia del Imperio Otomano, y a los árabes se les dijo que Gran Bretaña los apoyaría en esta causa.
Estos territorios árabes fueron llevados pues a creer que luchaban por su libertad cuando, en realidad, luchaban por los intereses coloniales británicos y, en segundo lugar, franceses.
Para que todos los líderes árabes se adhirieran a la idea de rebelarse contra el sultán otomano, era necesario que hubiera un líder árabe, ya que desde luego no se rebelarían a las órdenes de Gran Bretaña. Lord Kitchener, el carnicero de Sudán, iba a estar al frente de esta operación como ministro de Asuntos Exteriores británico. Charles Harding, de la Oficina Británica para la India, no estaba de acuerdo con esta elección y quería en su lugar al wahabi Abdul-Aziz ibn Saúd. Sin embargo, Lord Kitchener rechazó la propuesta, alegando que sus servicios de inteligencia habían revelado que más árabes seguirían a Hussein.
Desde la Revolución de los Jóvenes Turcos, que destruyó el gobierno otomano en 1908, Hussein era muy consciente de que su dinastía ya no estaba garantizada, por lo que se opuso a la invitación británica de coronarlo rey del reino árabe. Kitchener escribió a uno de los hijos de Hussein, Abdallah, para asegurarle el apoyo de Gran Bretaña: “Si la nación árabe ayuda a Inglaterra en esta guerra que nos ha impuesto Turquía, Inglaterra garantizará que no se produzca ninguna intervención interna en Arabia y prestará a los árabes toda la ayuda posible contra las agresiones extranjeras”.(653)
Sir Henry Mc Mahon, que era el Alto Comisionado británico en Egipto, mantuvo varias correspondencias (654) con Sherif Hussein entre julio de 1915 y marzo de 1916 para convencerlo de que liderara la rebelión por la “independencia” de los estados árabes. Sin embargo, en una carta privada al virrey indio Charles Hardinge, enviada el 4 de diciembre de 1915, McMahon expresó una visión diferente de lo que sería el futuro de Arabia. contraria a lo que había hecho creer a Sherif Husse: “[No me tomo] la idea de un futuro Estado árabe unido e independiente. ..demasiado seriamente… las condiciones de Arabia no han permitido y no permitirán por mucho tiempo tal cosa”.
Tal visión significaba que Arabia estaría sujeta a la pesada mano del ‘consejo’ de Gran Bretaña en todos sus asuntos, lo buscase o no. Mientras tanto, Sherif Hussein recibía despachos emitidos por la oficina británica de El Cairo en el sentido de que los árabes de Palestina, Siria y Mesopotamia (Irak) tendrían una independencia garantizada por Gran Bretaña si se alzaban contra el Imperio Otomano.
Los franceses, comprensiblemente, tenían sospechas sobre los planes británicos para estos territorios árabes. Los franceses veían a Palestina, Siria y Líbano como pertenecientes intrínsecamente a Francia, en base a las conquistas francesas durante las cruzadas, y su “protección” de las poblaciones católicas en la región. Hussein era terminante en que Beirut y Aleppo debían recibir independencia y rechazaba completamente la presencia francesa en Arabia. Gran Bretaña tampoco aceptaba darle a los franceses todas las concesiones que demandaban como derechos coloniales “intrínsecos”.
Entonces hacen su entrada Sykes y Picot.
Sykes-Picot: La etiqueta de caballeros en la puñalada por la espalda
François Georges Picot fue enviado a negociar con los británicos el 23 de noviembre de 1915. Fue elegido para este rol debido a su visión política del ‘partido de Siria’ en Francia, que afirmaba que Siria y Palestina (que consideraban un país único) eran propiedad francesa, por razones históricas, económicas y culturales. Aproximadamente seis meses más tarde se firmó un acuerdo bajo términos de máximo secreto, el 16 de mayo de 1916. El mapa de abajo presenta lo acordado, las nuevas “joyas” de Gran Bretaña y Francia en base al recorte de territorios.

Obsérvese en el mapa anterior que Palestina está señalada como una zona internacional en marrón. Palestina se reconocía como algo que ninguno de los dos países estaba dispuesto a perder a manos del otro.Y así, de acuerdo con la etiqueta de los caballeros, significaba que uno simplemente tendría que apoderarse de ello mientras el otro no estaba mirando, que es exactamente lo que ocurrió.
En 1916, Sir Mark Sykes creó la Oficina Árabe, cuya sede estaría en El Cairo, Egipto (que estaba bajo dominio británico), como rama de la Inteligencia Británica y bajo la dirección de Lord Kitchener. Entre los miembros destacados de la Oficina Árabe estaba T.E. Lawrence, más conocido como “Lawrence de Arabia”.
La raisond’être de l’Arab Bureau era ejercer el control británico sobre Arabia vía el Egipto británico.
La rebelión árabe, llevada bajo la fachada del rey Hussein, fue lanzada en Hejaz a principios de junio de 1916; sin embargo, los cientos de miles de árabes que los británicos esperaban que abandonaran el ejército otomano y se unieran a la rebelión no aparecieron. En su lugar, se desplegaron aviones y barcos británicos, junto con tropas musulmanas del Egipto británico y de otros lugares del Imperio. A medida que la rebelión seguía mostrando sus debilidades y la falta de apoyo de los propios árabes, hasta el punto de que Gran Bretaña empezaba a perder beneficios, T. E. Lawrence (conocido como “el hombre del oro”) organizó una federación de jefes tribales beduinos para luchar junto a las fuerzas británicas en las campañas de Palestina y Siria.
La revuelta árabe de 1916-1918 había sido, para el pueblo árabe, una rebelión dirigida por los británicos.
Los británicos afirmaban que su único interés en el asunto era el desmantelamiento del Imperio Otomano y habían dado su palabra de que estos territorios árabes serían liberados y se les permitiría la independencia si aceptaban rebelarse, en gran parte bajo el control y la dirección de los británicos. Es una característica bastante previsible de la violencia y el doble cruzamiento británicos y, por lo tanto, no debería sorprender a nadie que sus intenciones fueran lo contrario a lo que habían prometido y que, gracias a la filtración rusa de Sykes-Picot (655) fueron reveladas en su verdadera gloria.
Cuando se ganó la rebelión árabe contra el Imperio Otomano, en lugar de la prometida independencia árabe, el Oriente Medio se dividió en zonas de influencia bajo el dominio colonial británico y francés. Se crearon monarquías títere en la región que no se consideraban bajo dominio colonial directo, para hacer continuar la ilusión de que los árabes permanecían a cargo de las regiones sagradas como Medina y La Meca.
En 1917 el primer Ministro Lloyd George (1916-1922) [el mismo que jugó un rol estelar en su apoyo al fascismo británico en el Capítulo 1] ordenó a tropas del Egipto británico que invadiesen Palestina, expresando al Gral. Allenby su deseo de que Jerusalén fuese tomada para la Navidad. Cumpliendo en ello, el 11 de diciembre de 1917 Allenby entró caminando a Jerusalén por la Puerta de Jaffa y declaró la ley marcial en la ciudad. Allenby le explicó a Picot que Jerusalén quedaría bajo administración militar británica por cierto tiempo…
La British India Office invadió Mesopotamia y tomó Bagdad el 11 de marzo de 1917. La provincia sureña de Basora, mayormente shiíta, sería británica, mientras que la antigua capital Bagdad caería bajo algún tipo de protectorado británico.
Luego de las conquistas británicas de Palestina y Mesopotamia, Siria sería tomada para setiembre de 1918 por fuerzas lideradas por británicos, y Damasco, luego de un poco de ruido, sería dejada bajo control o “asesoría” francesa. El acuerdo final de reparto de territorios se estableció en 1920 con el Tratado de Sevres, que estipulaba que Siria y Líbano irían para Francia, y Mesopotamia (Irak) y Palestina quedarían bajo control británico, con una Arabia (Hejaz) oficialmente “independiente” pero regida por monarcas títeres de Gran Bretaña. Gran Bretaña también garantió la continuación de su influencia sobre Egipto, Chipre y la costa del Golfo Pérsico.
Faisal, el hijo de Hussein ibn Ali, quien había estado bajo la tutela de T. E. Lawrence todo este tiempo, fue proclamado Rey de Irak, luego de un intento fallido de coronarse como Rey de la Gran Siria antes de que los franceses lo corriesen a él y sus militares, al reconocer que representaba intereses británicos. Faisal, bajo la pesada guía de T. E. Lawrence, cortesía de la oficina de El Cairo, fue coronado Rey de Irak y el otro hijo de Hussein, Abdullah I, fue establecido como Emir de Transjordania hasta que que se negociase una separación legal de Transjordania del Mandato británico de Palestina, ocurrida en 1946, cuando fue coronado Rey de Jordania. Otro monarca puesto en el trono por los británicos.
En Arabia central, Hussein ibn Ali, Sharif de la Meca, el líder títere de la Revuelta Árabe, reclamó el título de Califa en 1924, el cual fue rechazado por su rival wahabi Abdul Aziz ibn Saúd, quien le declaró la guerra, derrotando a los hashemitas. Hussein, el favorito de la Oficina Británica de El Cairo, abdicó, e ibn Saúd, el favorito de la Oficina Británica de la India, fue proclamado Rey de Hejaz y Najd en 1926, lo cual llevó a la fundación del Reino de Arabia Saudita. Los guerreros wahabis de Al Saúd (Casa de Saúd) eran una fuerza de choque formidable que los británicos pensaron que ayudaría a Londres a ganar el control de las costas occidentales del Golfo Pérsico.
El Destino de Palestina: ¿Declaración de Balfour y fascismo británico?
Mientras que los británicos prometían regencia árabe e independencia al Hussein Hashemita y a sus hijos, los británicos estaban prometiendo simultáneamente una tierra en Palestina a los judíos. En la declaración de Balfour del 2 de noviembre de 1917 se declaraba lo siguiente:
“El gobierno de Su Majestad ve con buenos ojos el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío, y hará uso de sus mejores esfuerzos para facilitar que se alcance tal objetivo…”
Hay mucho misterio y especulación acerca de qué buscaba Gran Bretaña al crear este Mandato Británico de Palestina, con la firma de la Declaración de Balfour un mes antes que el general Allenby marchase sobre Palestina. La Declaración de Balfour fue una declaración pública emitida por el gobierno británico, bajo el Primer Ministro Lloyd George, anunciando su apoyo al establecimiento de “un hogar nacional para el pueblo judío” en Palestina. Lord Walter Rothschild, Lord Arthur Balfour, Leo Amery y Lord Alfred Milner fueron los autores de la Declaración de Balfour. (656) Recordando los contenidos del Capítulo 1 esto debe realmente verse como una mezcla bastante sorprendente de gente involucrada en tal empresa. Como fue mostrado ampliamente en el Capítulo 1, Lloyd George fue un fascista declarado, partidario de Hitler, aliado del Duque de Windsor y nombre favorito para Primer Ministro en una Gran Bretaña fascista. Lord Alfred Milner (657) era uno de los cinco miembros originales del Gabinete de Guerra de Lloyd George (658), y en buena medida estableció el marco para la visión mundial de Lloyd George, Winston Churchill y Oswald Mosley, quienes fueron todos partidarios abiertos del fascismo. (659)
Leo Amery, nacido de madre judía húngara y representado como un vehemente antifascista, apoyó públicamente los controversiales discursos de Oswald Mosley que contenían los primeros murmullos de fascismo expresados en el parlamento (660). Extrañamente el primer hijo de Leo, John Amery, pese a ser de ascendencia judía, se convirtió en un ferviente fascista británico y colaborador nazi durante la Segunda Guerra Mundial.

John Amery fue el creador del British Free Corps, una unidad voluntaria estilo Waffen-SS compuesta por ex prisioneros de guerra británicos y de sus dominios. John Amery llevó adelante los esfuerzos de reclutamiento e hizo transmisiones de propaganda en favor de Alemania, y dio apoyo abierto a Benito Mussolini (661). Fue procesado por las autoridades británicas y se declaró culpable de ocho cargos de alta traición, por lo que fue sentenciado a muerte, siete meses después de que hubiese terminado la guerra en Europa. Fue ahorcado el 19 de diciembre de 1945 a la edad de treinta y tres años. El segundo hijo de Leo Amery, Julian Amery, sería un jugador de alto nivel en la red de la Operación Gladio (662).
Como se discutió en el Capítulo 1, Oswald Mosley había mantenido buenas relaciones con los Rothschild e incluso actuó como intermediario en el caso del Baron Louis Rothschild cuando fue puesto bajo arresto domiciliario en Austria por los nazis, quienes al fin le dieron salvoconducto para ir a París.
Es todo bastante extraño, que todos los autores de la Declaración de Balfour tuviesen relaciones positivas con el movimiento fascista en Gran Bretaña y, en consecuencia, debería uno preguntarse los verdaderos motivos para organizar tal arreglo.
Gran Bretaña recibiría el mandato sobre Palestina (663) de la Liga de Naciones en julio de 1922.

A lo largo de los años 1920s y 1930s tuvieron lugar violentas confrontaciones entre judíos y árabes en Palestina, que costaron miles de vidas. En 1936 una revuelta árabe importante ocupó siete meses, hasta que los esfuerzos diplomáticos de otros países árabes llevaron a un cese del fuego. En 1937, una Real Comisión Investigadora británica encabezada por William Peel concluyó que los palestinos tenían dos sociedades distintas con demandas políticas irreconciliables, haciendo así necesaria la partición de la tierra. El Alto Comité Árabe rechazó la ‘prescripción’ de Peel y la revuelta volvió a empezar. Esta vez, Gran Bretaña respondió con una mano pesada devastadora. Grosso modo, 5000 árabes fueron asesinados por las fuerzas armadas y la policía británicas. Luego de los motines, el gobierno de mandato británico disolvió el Alto Comité Árabe y lo declaró ilegal.

En respuesta a la revuelta, el gobierno británico emitió un Comunicado Gubernamental (White Paper) en 1939 que estableció que Palestina debía ser un estado binacional, habitado tanto por árabes como por judíos. Debido a la impopularidad internacional del mandato, incluso dentro de Gran Bretaña misma, se organizó de modo que fuesen las Naciones Unidas quienes tomasen la responsabilidad por la iniciativa británica y adoptasen la resolución de partir Palestina, el 29 de noviembre de 1947. Gran Bretaña anunciaría la terminación de su Mandato para Palestina el 15 de mayo de 1948, luego que el Estado de Israel declarase su independencia el 14 de mayo de 1948.
El ascenso de la Hermandad Musulmana
“No cortamos la cabeza de la religión, salvo con la espada de la religión”
-Jamal al-Din al-Afghani
En 1869, un hombre llamado Jamal al-Din al-Afghani, el fundador intelectual del movimiento salafista fue a la India, donde las autoridades coloniales británicas lo recibieron con honores y graciosamente lo escoltaron a bordo de un buque gubernamental en un viaje con todos los gastos pagos hasta Suez (664). En Cairo, se le dio refugio por parte del Primer Ministro Riad Pasha, un enemigo notorio del emergente movimiento nacionalista en Egipto. Pasha convenció a Afghani de que se quedase en Egipto y le permitió tomar residencia en la mosquita Al Azhar, de 900 años de antigüedad, considerada el centro de conocimiento islámico en el mundo, donde recibió alojamiento y un estipendio mensual pago por los británicos (665).
Mientras Egipto peleaba su lucha nacionalista contra los británicos desde 1879 a 1882, Afghani y su discípulo principal Muhammad Abduh viajaron juntos, primero a París y luego a Gran Bretaña. Y fue en Gran Bretaña en que harían la propuesta para una alianza pan-islámica entre Egipto, Turquía, Persia y Afghanistán contra la Rusia zarista (666). Lo que Afghani estaba proponiéndole a los británicos es que proveyesen ayuda y recursos para apoyar la formación de una secta militante islámica que favorecería los intereses británicos en Medio Oriente. En otras palabras, Afghani estaba ofreciendo combatir al Islam con el Islam para servir a los intereses británicos, habiendo establecido en uno de sus trabajos: “No cortamos la cabeza de la religión, salvo con la espada de la religión” (667).
Aunque se dice que los británicos rechazaron la oferta, posiblemente no sea cierto, considerando el apoyo que Afghani recibiría para la creación de los fundamentos intelectuales para un movimiento pan-islámico con patronazgo británico. Afghani disfrutaría allí el apoyo total del orientalista líder de Inglaterra, E. G. Browne, el padrino del orientalismo del siglo XX y profesor de St John Philby y T. E. Lawrence. E. G. Browne se aseguraría de que el trabajo de Afghani continuase mucho más allá de su muerte al alabarlo sin medida en su The Persian Revolution de 1910, considerada una historia autorizada del período. Desde los 1870 a los 1890 Afghani fue apoyado por los británicos. De acuerdo a un archivo secreto del servicio de inteligencia indio, a Afhgani se le ofreció oficialmente ir a Egipto como agente de la inteligencia británica en 1882 (668).
En 1888, Abduh, el discípulo principal de Afghani, haría un regreso triunfal a Egipto con el apoyo completo de los representantes de la fuerza imperial de Su Majestad y tomó el primero de varios puestos en El Cairo, uniendo abiertamente su suerte a la de Lord Cromer, que era el símbolo del imperialismo británico en Egipto (669). Abduh financiaría, con la ayuda del proconsul egipcio de Londres Evelyn Baring (el mismo Lord Cromer), el movimiento salafista (670) . [Lord Cromer era el heredero del clan banquero enormemente poderoso Baring Brothers, en el distrito financiero de Londres].
Abduh se había unido a los regentes británicos de Egipto y creado la piedra fundamental de la Hermandad Musulmana que dominaría la derecha militante islámica a través del siglo veinte. En 1899, Abduh alcanzó el pináculo de su poder e influencia, y fue nombrado Mufti de Egipto. Como se verá en un siguiente capítulo, los británicos elegirían también directamente al Muftí de Jerusalén.
En 1902, Riad cayó en manos de ibn Saúd y fue durante este período que ibn Saúd estableció la terrible ikhwan, traducida como “hermandad”. Desde la década de 1920 el nuevo estado saudí fusionó su ortodoxia wahabita con el movimiento salafista, que se organizaría en la Hermandad Musumana en 1928.
William Shakespear, un famoso agente británico, forjó el primer tratado formal entre Inglaterra y Arabia Saudita, que se firmó en 1915, y ligó Londres y Arabia por años antes de que Arabia se convirtiese en un país. “Reconoció formalmente a ibn Saúd como el gobernante independiente del Nejd y sus Dependencias, bajo protección británica. A cambio, ibn Saúd se sometió a los consejos de Gran Bretaña” (671).
Harry St. John Bridger Philby, un operador británico instruido por E. G. Browne y padre del legendario Kim Philby, sería el sucesor de Shakespear como conexión entre Gran Bretaña e ibn Saúd, bajo la Oficina Británica en India, la amistosa rival del Bureau Árabe de El Cairo que promovía a T. E. Lawrence de Arabia.
En Egipto en 1928, Hassan al-Banna, un seguidor de Afghani y Abduh, fundó la Hermandad Musulmana (Ikhwan al- Muslimeen). La Hermandad Musulmana de Banna fue establecida con una concesión de fondos de la Suez Canal Company (672) inglesa y, a partir de ese punto, los diplomáticos y el servicio de inteligencia británicos, junto al Rey Farouq, títere británico, usarían la Hermandad Musulmana contra los nacionalistas egipcios y, más adelante, contra el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser.
Para hacer arrancar a la Hermandad, la Suez Canal Company ayudó a Banna a construir la mezquita en Ismailia que le serviría de cuartel general y base de operaciones (673). El hecho de que Banna crease la organización en Ismailia es digno de nota en sí. Para Inglaterra, el Canal de Suez era la ruta indispensable para su más preciada posesión, la India, y en 1928 el pueblo de Ismailia era sede no sólo de las oficinas de la compañía, sino una base militar británica importante, construida durante la Primera Guerra Mundial. Fue tambiuén, en los 1920s, un centro de sentimiento pro-británico en Egipto.
En la primera posguerra Inglaterra reinaba suprema, y la bandera del Imperio Británico flameaba en todas partes desde el Mediterráneo a la India. Una nueva generación de reyes y potentados reinó sobre las colonias, mandatos, estados vasallos, y ducados semi-independientes bajo dominio británico, en Egipto, Arabia, Irak, Transjordania y Persia. En distintos grados todas estas monarquías obedecían a Londres. En el medio siglo entre 1875 y 1925 los cimientos de la derecha militante islamica fueron puestos en su sitio por el Imperio Británico.
Nasser lidera la lucha por la independencia árabe
En 1942, la Hermandad Musulmana ganaría su bien merecida reputación de extremismo y violencia al establecer el “Secretus Apparatus”, un servicio de inteligencia y una unidad de terrorismo. Esta unidad clandestina funcionó durante más de doce años, casi completamente fuera de control, asesinando jueces, oficiales de policía, oficiales de gobierno, e involucrándose en ataques a sindicatos y a comunistas.
A través de este período la Hermandad Musulmana trabajó en su mayor parte en alianza con el Rey Farouq (por tanto, con los británicos) usando sus fuerzas clandestinas en favor de los intereses británicos. A través de toda su existencia recibiría apoyo político y dinero de la familia real saudita y del establishment wahabita. El Secretus Apparatus sería hecho trizas por Nasser en 1954.
La Guerra de Palestina (1947-1949), instigada por el voto de Naciones Unidas para dividir el territorio de Palestina entre estados soberanos judío y árabe, una decisión que fue rechazada por los líderes árabes palestinos, resultó en la creación del Estado de Israel al costo de 700.000 desplazados palestinos y la destrucción de la mayoría de sus áreas urbanas. El territorio que estaba bajo administración británica antes de la guerra fue dividido entre el Estado de Israel (creado oficialmente el 14 de mayo de 1948), que capturó alrededor del 78% del mismo, y en oposición a Israel, el Reino de Jordania capturó y anexó más tarde la Cisjordania (West Bank) y Egipto capturó la Franja de Gaza, con la Liga Árabe estableciendo el Gobierno Palestino, que terminó en junio de 1967 cuando la Franja de Gaza, al igual que Cisjordania fueron capturados por Israel en la Guerra de los Seis Días. Para los nacionalistas árabes, Israel fue el símbolo de la debilidad árabe y su semi-sometimiento colonial, controlado por reyes puestos por los británicos en Egipto, Jordania, Irak y Arabia Saudita.
Los habitantes egipcios estaban furiosos con estos sucesos, y el reinado del títere británico Rey Farouq, que no había hecho nada para impedir el desmantelamiento de Palestina, tenía una base extremadamente frágil. En respuesta a ello, el acuerdo de Farouq con la Hermandad Musulmana se rompió, y en diciembre de 1948 el gobierno egipcio la declaró ilegal. Semanas más tarde un asesino de la Hermandad mató al Primer Ministro Mahmoud El Nokrashy. Dos meses más tarde, en febrero de 1949, Banna fue asesinado en El Cairo por la policía secreta egipcia. Su yerno, Said Ramadan, emergería como el principal líder de la Hermandad Musulmana en la década de 1950.
La noche del 23 de julio de 1952, los Oficiales Libres, liderados por Muhammad y Gamal Abdel Nasser, armaron un golpe militar que inició la Revolución Egipcia de 1952, derrocando al titere británico, el monarca Farouq. Los Oficiales Libres, sabiendo que se habían librado órdenes de detención contra ellos, lanzaron el golpe esa noche, tomando por asalto los cuarteles en El Cairo. El Cairo estaría ahora, por primera vez, bajo el control de los árabes luego de 80 años de ocupación británica (674).
La toma del poder por parte de los Oficiales Libres en Egipto ocurrió en una época en que todo el mundo árabe desde Marruecos a Irak estaba bajo control imperialista. Marruecos, Argelia y Túnez eran colonias francesas; Kuwait, Qatar, Bahrein, los Emiratos, Oman y Yemen eran colonias británicas. Irak, Jordania y Arabia Saudita eran reinos bajo control de monarquías instaladas por Londres. Y Egipto, bajo Farouq, era el centro político y económico del mundo árabe. Hubo un surgimiento creciente de nacionalismo árabe como respuesta a la acción de los Oficiales Libres en Egipto. La poderosa radio Voice of Arabs en El Cairo reportaba para todo el mundo árabe que habían encontrado su movimiento de independencia, y que Nasser estaba al timón.
Desde 1956 a 1958 Irak, Jordania y Líbano pasaron por rebeliones. El rey de Irak fue derrocado, y Siria se unió a Egipto en la República Árabe Unida, parte de la estrategia de Nasser de unificar el mundo árabe. En Argelia El Cairo dio apoyo moral y material a la revolución que finalmente conquistó la independencia del reinado colonial francés en 1962. ese mismo año Yemen tuvo su revolución inspirada por Nasser, la que disparó una guerra por delegación de Arabia Saudita contra Egipto, con Nasser declarando en un discurso en 1962: “La lucha de Yemen es mi lucha. La revolución de Yemen es nuestra revolución” (675).
El liderazgo de Nasser y la inspiración que significó fueron tan grandes que todavía en 1969, el año antes de su muerte, el rey de Libia fue derrocado y el régimen de derecha de Sudan fue eliminado por líderes militares leales a Nasser. Nasser se las había ingeniado pra amenazar el corazón mismo de la estrategia anglo-americana en Medio Oriente post- Segunda Guerra. Entendió que si los vastos campos petrolíferos de Arabia Saudita estuviesen bajo control árabe, el potencial para un boom económico sería enorme para todos los estados árabes, de modo que el viejo juego del imperialismo de Gran Bretaña y Francia ya no podría retener su sujeción ante una independencia árabe.
No solo era Egipto un rival militar para Arabia Saudita, no solo El Cairo chocó con Riad en una guerra abierta en Yemen, no solo inspiró Nasser a los árabes de Arabia Saudita con ideales republicanos, sino que el líder egipcio se ganó incluso a parte de la familia real saudita. Este grupo fue liderado por el Príncipe Talal, que formó los ‘Príncipes Libres’, que defeccionaron a Egipto demandando el establecimiento de una república en Arabia Saudita (676).
Lo que realmente ocurrió durante el período de 1954 a 1970, bajo el liderazgo de Nasser, fue una guerra entre dos visiones en competencia respecto del futuro de Medio Oriente; un mundo árabe de repúblicas independientes pero colaborativas entre sí usando sus recursos naturales para facilitar un boom económico de industrialización, versus un conjunto de monarquías semi-feudales con sus recursos naturales básicamente al servicio de Occidente.
La verdadera razón por la cual los británicos y angloamericanos querían sacar del medio a Nasser no era porque fuese un comunista, o porque fuese suceptible de influencia comunista. Era porque se rehusaba a obedecer a quienes querían controlarlo desde fuera, y porque fue bastante exitoso en ello, sacando sus sombrías acciones incómodamente a luz, e inspirando lealtad entre los árabes fuera de Egipto, incluyendo aquellos que estaban sentados sobre el petróleo.
Lo que preocupaba especialmente a Washington y Londres era la idea de que Nasser pudiese tener éxito en su plan de unificar Egipto con Arabia Saudita, creando así un poder árabe de grandes proporciones. Nasser creía que esos pozos de petróleo no eran para que hiciesen con ello lo que quisiesen los dueños de esos territorios, sino que pertenecían al pueblo árabe y, por ende, debían ser usados para el progreso de ese pueblo. Después de todo, la mayoría de los árabes son conscientes de que tanto las monarquías mismas como las fronteras artificiales que demarcan sus estados fueron diseñadas por los imperialiastas para construir cercos alrededor de los pozos de petróleo en la década de 1920. Nasser comprendió que si El Cairo y Riad se uniesen en una causa común para el progreso del pueblo árabe, ello crearía un centro de gravedad nuevo y de gran importancia, con influencia global.
En 1954 Egipto y el Reino Unido habían firmado un acuerdo sobre el Canal de Suez y los derechos de los británicos a tener bases militares. Duró poco. En 1956 Gran Bretaña, Francia e Israel tramaron un plan contra Egipto cuyo objetivo era derrocar a Nsser y tomar el control del Canal de Suez, una conspiración que incluía a la Hermandad Musulmana. De hecho, los británicos fueron tan lejos como para tener encuentros secretos con la Hermandad Musulmana en Ginebra. De acuerdo al autor Stephen Dorril, dos agentes de la inteligencia británica, el Coronel Neil McLean, y Julian Amery (hijo de Leo Amery) ayudaron al MI6 a organizar una oposición clandestina anti – Nasser. De hecho, Julian Amery estaría directamente ligado a las redes de la operación Gladio (CIA) (677).
Stephen Dorril, en su libro MI6: Cincuenta años de Operaciones Especiales, escribe: “Ellos [McLean y Amery] llegaron incluso a tener contactos en Ginebra… con miembros de la Hermandad Musulmana, informando tan solo al MI6 de ello, manteniéndolo en secreto del resto del Grupo Suez [que estaba planeando la operación militar via las bases británicas en el Canal de Suez]. Julian Amery dio varios nombres a [Selwyn] Lloyd [Canciller británico]” (678).
De acuerdo con Dorril, la Hermandad Musulmana era una creación de la Sección D, escribe, “…la Hermandad Musulmana… había sido fundada antes la guerra por… la miembro de la Sección D del MI6 de preguerra, Freya Stark” (680).
El Primer Ministro británico Anthony Eden, sucesor elegido por Churchill, fue siempre violentamente anti-Nasser, y consideraba un golpe de estado británico en El Cairo ya desde 1953. Aparte de ese recurso extremo, la única fuerza política que podría generar cierto desafío a Nasser era la Hermandad Musulmana, que tenía cientos de miles de seguidores. El largamente demorado enfrentamiento entre Nasser y la Hermandad ocurrió en 1954, y fue calculado para agregarle presión a la creciente frustración respecto de las negociaciones egipcio-británicas sobre la transferencia del Canal de Suez y las bases militares a manos de Egipto. Los británicos, luego de 80 años de ocupación directa en Egipto, no iban a entregar una de sus joyas más preciadas tan fácilmente.
Desde 1954 el Primer Ministro Anthony Eden pedía la cabeza de Nasser. De acuerdo con el mencionado libro MI6… de Stephen Dorril, Eden había estallado “¿Qué es toda esta mierda acerca de aislar a Nasser o “neutralizarlo”, como le llaman? Lo quiero destruido, ¿entienden? Lo quiero asesinado… Y me importa un bledo si hay anarquía y caos en Egipto” (681).
Nasser no retrocedería y en los primeros meses de 1954 la Hermandad Musulmana y Nasser se irían a la guerra, culminando con que Nasser la declaró ilegal como grupo terrorista y peón de los británicos. En octubre de 1954, un miembro de la Hermandad, Mahmoud Abdel-Latif intentó asesinar a Nasser mientras daba un discurso en Alejandría, que se transmitía en vivo por la radio, para celebrar la retirada militar británica. Al retornar a El Cairo, ordenó uno de los raides policiales más grandes de la historia moderna de Egipto, con el arresto de miles de miembros de la Hermandad Musulmana. El decreto ilegalizando la organización Hermandad Musulmana decía “La revolución no permitirá jamás que la corrupción reaccionaria reincida en nombre de la religión” (682).
En 1967 la guerra de los Seis Días entre Israel y los estados árabes de Siria, Egipto, Jordania e Irak, que fue iniciada por Israel con una serie de ataques aéreos coordinados sobre Egipto, eliminando grosso modo el 90% de la fuerza aérea egipcia que aun estaba en tierra, seguida por un ataque aéreo sobre Jordania, Siria e Irak. Israel luego lanzó un ataque por tierra con tanques e infantería, devastando regiones árabes enteras.
Pese a la desastrosa derrota egipcia ante Israel, el pueblo de Egipto se negó a aceptar la renuncia de Nasser y se lanzó a la calle en una manifestación masiva pidiendo su retorno. Nasser aceptó el llamado y volvió a su puesto como presidente, en el que permaneció hasta su muerte en setiembre de 1970. Cinco millones de personas se volcaron a la calle en Egipto para el funeral, y cientos de millones más velaron su muerte alrededor del mundo.
Aunque Nasser había perdido una batalla de modo devastador, el pueblo egipcio junto a sus compatriotas árabes comprendió que la lucha por la independencia árabe no estaba perdida. El sueño de dignidad y libertad, opuesto para siempre a la tiranía no podía ser enterrado ahora que había sido agitado hasta su núcleo más profundo. Nasser sería el catalizador de una revolución árabe por la independencia, que aun está por completarse.
Publicado originalmente aquí.
Notas
650 – Ritter, Scott (Agosto 17, 2021) The only truth about US disastrous Afghanistan war is that it was all based on lies. RT News https://www.rt.com/op-ed/532305-taliban-victory-us-lie/ Acceso 9 setiembre 2022.
651 – Cirincione, Joseph (28 ag. 2004) Niger Uranium: Still a False Claim. Carnegie Endowment for International Peace. 652 -. BBC News (3 set. 2021) “Afghanistan: What has the conflict cost the US and its allies?
653 – Fromkin, David (1989) A peace to End All Peace: The Fall of the Ottoman Empire and the Creation of the Modern Middle East. Henry Holt and Company, New York, p. 103 654 – Wikipedia. McMahon – Hussein Correspondence.
655 – Sykes-Picot (5 diciembre 1917). The Ambassador in Russia (Francis) to the Secretary of State. Office of teh Historian https://history.state.gov/historicaldocuments/frus1917Supp02v01/d416 Una de las consecuencias de la revolución bolchevique que comenzó en marzo de 1917 fue que obtuvieron los papeles Sykes-Picot de los que el gobierno ruso zarista tenía copias, y que los bolcheviques rápidamente filtraron, de modo que el plan secreto imperialista sobre Medio Oriente se hiciese conocido.
656 – Stein, Leonard (1983) The Balfour Declaration. The Magnet Press, The Hebrew University, The Jewish Chronicle Publications, Jerusalem-London.
657 – Para antecedentes históricos de Lord Alfred Milner, ver Apéndice 1
658 – La designación de Milner para el gabinete se debió a su rol como Alto Comisionado para África del Sur durante la Segunda Guerra Boer – la guerra más grande de Gran Bretaña antes de la Primera Guerra Mundial
659 – Ver Apéndice I para más detalles sobre el Kindergarden y la Round Table de Lord Alfred Milner.
660 – Ver Cap. 1
661 – Anónimo (8 julio 1945) PRO NAZI BRITON HELD: John Amery, Son of Official in India, Accuded of Aiding Foe. The New York Times. https://web.archive.org/web/20221015232524/https://www.nytimes.com/1945/07/08/archivs/pronazi-briton-held-john-amery-son-of-official-in-india-accused-of.html 662 – Dorril, Stephen (2000) MI6: Fifty Years of Special Operations. The Free Press, New York, p. 356.
663 – Wikipedia. Mandate for Palestine. 664 – Dreyfuss, Robert (2005) Devil’s Game: How the United States Helped Unleash Fundamentalist Islam. Henry Holt and Company, LLC, p. 25 665 – Ibid, P. 18 666 – La propuesta hecha a Londres por Jamal al-Din al-Afghani fue reportada por el orientalista y autor británico W. S. Blunt, amigo de Afghani. Citada en C. C. Adams, Islam and Modernism in Egypt. 667 – Kedourie, Elie (1966) Afghani and Abduh: An Essay on Religious Unbelief and Political Activism in Modern Islam. The Humanities Press, New York.
668 – Idem, p. 30
669 – Dreyfuss op. cit. p. 30. 670 – Ibid, p. 21
671 – Ibid, p. 39
672 – Ibid, p. 47
673 – Ibid, p. 51
674 – Egipto se convirtió en un estado autónomo dentro del Imperio Otomano bajo elreinado de Muhammad Ali Pasha (1805-1848) y sus herederos. Desde 1852, Gran Bretaña mantuvo una presencia cada vez mayor en el norte de Egipto, para mantener la ruta de comercio a India. Isma’il Pasha vendió las acciones egipcias de la Suez Canal Company a los británicos en 1875, luego de una crisis financiera. La insatisfacción con el gobierno otomano y europeo llevó a una revuelta en 1879. Los militares británicos ocuparon Egipto en 1882 para proteger sus intereses financieros en el país, lo que culminó en una violenta guerra. Gran Bretaña ganó, restauró la autoridad de Khedival en El Cairo, y estableció un ‘protectorado velado’ sobre el Egipto Otomano hasta la Primera Guerra Mundial. Egipto declaró la independencia en 1922, pero Gran Bretaña no retiró sus tropas hasta luego de la crisis de Suez en 1956.
675 – Video del discurso de Nasser en 1962: https://www.youtube.com/watch?v=voUNkFuhg1E
676 – Dreyfuss, op. cit., 97
677 – Dorril op. cit., 356 678 – Idem, 629.
679 – Ver Cap. 1 sobre la Sección D y sus lazos con los círculos de Mosley. 680 – Dorril, op. cit., 622 681 – Idem, 613
682 – Gordon, Joel (1992) Nasser’s Blessed Movement. Oxford University Press, New York, p. 105