ENSAYO
Por Fernando De Lucca
¿De qué se trata ser psicólogo clínico?
Es difícil describir, tanto el perfil del profesional, como también su actividad, y aún más si hablamos de especialidades como ser familia, pareja, infancia o adultez, cuidados paliativos, sexualidad, etc.
Si le agregamos a esto abordajes o escuelas diversas que intervienen en la forma de trabajar y de enfocar al ser humano, la cosa se pone realmente compleja.
Sin embargo todos son psicólogos clínicos y todos se reconocen como tal. La salud y la enfermedad indudablemente pueden ser abordadas desde lo que ocurre o desde lo que uno cree que ocurre. Para muchos esto sería lo mismo. Sin embargo, no es lo mismo describir que interpretar.
Describir un fenómeno es algo sumamente difícil, pues sería no entrar en la tentación intelectual de expresar algo más acerca de lo que aparece ante mis ojos y oídos. Un ejemplo de esto sería el de un individuo que escucha como otro aumenta el volumen su voz y considera que esto puede deberse a un enojo. Cuando uno hace esto, está interpretando. Deduce algo que está ligado de alguna forma a un hecho, y no la sola consideración del hecho en sí. Otro ejemplo sería cuando alguien, ante una crítica severa por parte de otro, se lo ve tragando más de una vez, y en vez de percibir ese acto de tragar y describirlo como tal, decide interpretar que esto expresa que la persona está con miedo. Si alguien llora ante un muro, solamente puedo decir que alguien llora ante un muro, y no necesariamente que del otro lado, alguien pudo haber muerto.
Quedarse con las cosas mismas es algo poco usual. Sin embargo, este hecho es tomado como fundamental por las psicologías humanístico-fenomenológicas.
Por otro lado, interpretar es deducir, descifrar, definir los hechos a la luz de un torrente de ideas que se supone vienen de un conocimiento de la psique humana. Los psicólogos en general lo consideran así.
Y aquí viene lo fundamental, ¿somos los psicólogos los que sabemos del funcionamiento de la psique humana con la consecuente idea de que sabemos mejor lo que le ocurre a otro que el otro mismo, o simplemente somos aquellos entrenados para dialogar con lo que a ese otro se supone que le pasa?
La interpretación nos exige una construcción intelectual, un tejido interminable de respuestas al por qué de cada cosa. Y cada cosa tiene su otra cosa y así sucesivamente. La descripción de los hechos, es –si uno se entrena para esto- la posibilidad de tomar contacto con un todo activo, ya que narro lo que vi y oí y dejo lo que sentí o pensé al respecto.
Pero, ¿para qué estamos hablando de esto?
La objetividad es una invención subjetiva humana, y lo más aproximado a la realidad “objetiva”, es la descripción. ¿Se imaginan un mundo en que los discursos políticos sean considerados desde una forma descriptiva? ¿Cómo serían? Bueno, podríamos decir cuáles fueron los temas y de qué forma fueros expuestos y como es y donde estaba el orador, y muy poco más. ¿No les parece fantástico?
Imaginemos esta pandemia desde una perspectiva fenomenológico-existencial; tal vez podríamos describir cómo es que se comportan las personas y las sociedades a las cuales esas personas pertenecen, y no demasiado más.
No podríamos ni siquiera pensar de donde salió ese virus, ni cómo se expande, a no ser que veamos cada una de estas consideraciones en hechos concretos que podamos determinar, y por lo tanto referir como reales. ¿No les parece fantástico?
La psicología jerarquiza el intelecto como aquella cualidad humana que sirve para ver más allá de los acontecimientos que puedo percibir como tales. En cierta forma desestima la dimensión afectiva, y por sobre todo busca algo que seguramente está más profundamente alineado con la sospecha que con lo que se puede apreciar a simple vista.
Considera por ejemplo que las niñas y los niños deben de ser reconocidos en cada acción que ejecutan, sin importar si fueron acontecimientos que llevaron a un buen o dudoso fin. Si en vez de esto describimos tales hechos, podríamos decir que estos fueron realizados de tal o cual manera por tal o cual persona y no mucho más.
Entonces empezamos a pensar-sentir-hacer de una manera en la cual solamente referimos a aquello que está ocurriendo frente a nosotros. Durante mucho tiempo se consideró que esto es una falta de profundidad respecto a lo que podemos deducir, desentrañar, descifrar, “desencriptar” en nuestro ejercicio sofisticado intelectual.
Lo que pretendo dejar en claro es como la psicología ha considerado la salud natural de los seres humanos. Junto a otras disciplinas científicas, la investigación llevó a organizar los contenidos investigados de tal forma que acaban determinando como las cosas deben de ser. Así es que el respeto por cada forma peculiar de construir la vida propia es en realidad una exageración de arrogancia y vanidad. La manera de entender lo que ocurre con otros y con lo “otro” es siempre a través de un diálogo, y no de una conclusión.
Por ejemplo si quiero saber acerca de cómo un afro descendiente o una persona que se orientó hacia la transexualidad está viviendo esto, la única opción que tengo -para no ser arrogante- es que dialogue fenomenológicamente. Esto es que se cree un dialogo honesto sin juicios preestablecidos ni introyectos con esa persona. Cualquier idea anterior al dialogo va a generar o “respeto” o persecución, y considero que de una se va a la otra casi sin percibirlo.
Lectores, la descripción de los hechos que aparecen delante de mí y obviamente dentro de mí es la razón fundamental para tener un acercamiento a la “realidad”, que es reina y rey de toda conexión y contacto saludable con lo que proviene de mi relación con el mundo, y conmigo mismo.
Por lo tanto los psicólogos, especialmente aquellos que se dedican a la atención clínica, han de sentir y trabajar en su propia humildad, es decir, en aquello que solo puede ser descripto en el otro. Somos guiados por lo que ese otro va mostrando de su vida. La manera en que la vida de otro nos es mostrada genera una profunda comprensión impactándonos de diversas maneras, a las cuales hemos de estar atentos para simplemente describir lo que en ese encuentro nos va ocurriendo a ambos.
¿Qué les parece? ¿No consultarían con un psicólogo que dialogue en vez de respetarlos, que genere calidez en vez de ser un erudito del conocimiento psíquico, que se interese por comprender en vez de saber?
Bueno, ya sabemos algo más, describamos lo que vemos en vez de colocarnos en seres que parecen saber más que otros acerca de cualquier tema que enfrentamos. Simplemente estar en contacto en el presente. Algo sumamente extravagante y extraordinario.