ENSAYO

Por Andrea Grillo

A pocos metros del río Negro, de un celeste ligeramente más claro que el cielo despejado, en la localidad de Palmar del departamento de Soriano, hay una plaza con juegos infantiles. Tiene hamacas para chiquitos, de esas que son sillitas con una tranquita de madera, o en este caso, una cadenita, un subibaja amarillo y un columpio para más grandes, una mesa redonda de piedra u hormigón con tres bancos, también, de piedra u hormigón. Todo – y seguramente más cosas que no capta la foto – se asienta sobre pasto bien verde, prolijamente cortado. En uno de los fierros de la estructura de las hamacas, un gran cartel rojo advierte en letras blancas: ZONA DE CONTAGIO COVID 19.

La imagen es, sin duda, de las más elocuentes para representar los últimos dos años. Porque todas aquellas cosas que, en el cotidiano, referían a nuestros aspectos vitales y saludables – la  infancia con sus juegos, la familia con sus encuentros, el contacto con los otros, el goce del aire y de la luz – pasaron a ser sinónimos de peligro de muerte. El aislamiento se instaló por decreto (ajeno) y por miedo (propio), trayendo consigo nuevas formas de vincularse que encarnaron en una sociedad que difícilmente vuelva a ser la misma. Hay quienes dicen que, a fin de cuentas, se hizo lo que se pudo con la poca información que había. Irónicamente, es cierto.

1)

“Grande es la verdad, pero más grande todavía, desde un punto de vista práctico, el silencio sobre la verdad. Por el simple procedimiento de no mencionar ciertas cuestiones, de bajar lo que Mr. Churchill llama un “telón de acero” entre las masas y los hechos o argumentos que los jefes políticos consideran indeseables, la propaganda totalitarista ha influido en la opinión de manera mucho más eficaz de lo que lo hubiese conseguido mediante las más elocuentes denuncias y las más convincentes refutaciones lógicas.” 

Aldous Huxley

En abril de 2020, Dan Erickson y Artin Massihi, médicos especializados en microbiología e inmunología, a cargo de una clínica privada en el condado de Kern, California, daban una conferencia de prensa, exponiendo que los aislamientos obligatorios tendrían un impacto mucho más negativo que la propia enfermedad creada por el Sars-Cov2. Citaban, entre otras posibles consecuencias, violencia doméstica, alcoholismo, ansiedad, depresión y suicidio, vinculados tanto a la propia situación de encierro como al colapso económico que aparejaría. El video fue inmediatamente dado de baja de YouTube a pesar de (o debido a) tener más de cinco millones de visualizaciones. Si se hace una búsqueda con sus nombres a la fecha, lo primero que aparecen son comentarios detractores en los grandes medios, aunque algunos usuarios lograron volver a publicar la conferencia completa.

En marzo del 2020, John Ioannidis, profesor de medicina, investigación y políticas de salud y experto en metaciencia (uso de metodología científica para estudiar la propia ciencia) de la Universidad de Stanford, advertía cautelosamente que los datos de la enfermedad causada por el Sars Cov-2 aún eran insuficientes para justificar las cuarentenas. Pero en abril ya se encontraba en condiciones de difundir su postura contraria a las mismas, basado en su estimación de la tasa de letalidad por infectado, que situó en 0,3%. Confirmó y mantuvo dicha valoración en su estudio “Infection fatality rate of COVID-19 inferred from seroprevalence data” (Tasa de mortalidad por infección de COVID-19 inferida a partir de los datos de seroprevalencia), publicado digitalmente en octubre 2020 e incluido en el sitio de la Organización Mundial de la Salud en enero 2021. Sin embargo, en Wikipedia, la única mención a los estudios de Ioannidis en relación al Covid-19 es del 17 marzo del 2020. Nadie parece haber considerado la importancia de actualizar su información.

No es menor que la cifra del 0,3% se alcanzó tomando en consideración datos del personal sanitario de Italia que resultó infectado en el epicentro de la pandemia en sus comienzos. Allí, otros científicos intentaban obtener otro tipo de datos y también en abril del 2020 se publicaba un estudio de autopsias hecho por varios médicos, que destacaban: “El principal hallazgo relevante es la presencia de trombos de plaqueta-fibrina en los pequeños vasos arteriales; esta importante observación encaja en el contexto clínico de la coagulopatía que predomina en estos pacientes y que es uno de los principales objetivos del tratamiento.” 

A pesar de ser la primera investigación que utilizó como metodología el análisis histológico de los tejidos pulmonares post-mortem, a la fecha el estudio permanece sin revisión de pares y los datos recabados por autopsias siguen siendo desproporcionadamente escasos, considerando la magnitud de las muertes declaradas. Tampoco se tuvo en cuenta las similitudes con los conocidos coronavirus anteriores, el Sars Cov-1 (2002) y el MERS (2012), de cuyo análisis surgieron esclarecedores estudios que habrían aportado a un abordaje más efectivo de la enfermedad por el Sars Cov-2.

Los ejemplos mencionados de abril de 2020 son una muestra más que minúscula, del obligatorio silencio que sufrieron todos los científicos que no se alinearon a la narrativa oficial desde el inicio y evidencian de forma notoria que la primera cabeza que rodó en este asunto fue la de la propia Ciencia – con mayúsculas. Luego de eliminar los mejores referentes tanto de la medicina como de todas las demás disciplinas que debieron haber sido tenidas en cuenta para el tratamiento de la crisis, fue muy fácil desacreditar a cualquiera. Como gallinas que siguen contorsionándose acéfalas luego del golpe de machete, el resto del cuerpo desorientado se agitó en una protesta impotente hasta desplomarse. A las medidas no farmacológicas, le siguieron las vacunas, impuestas mediante aprobación de uso de emergencia. Para obtener esa aprobación de uso de emergencia, es necesario que no se cuente con ningún otro medicamento que haya probado ser  efectivo.   En el cumplimiento de esa fase se barrieron bajo la alfombra todos los potenciales tratamientos, basados en cientos

de estudios, de cientos de científicos.

Extramuros ha sido infatigable en la denuncia de la cultura de la cancelación, acercando a los lectores toda la información suprimida por la prensa mainstream puntualmente cada quince días y de forma gratuita, por lo que este resumen podría considerarse redundante. Pero a la luz del decreto que en Uruguay dejó sin efecto – el decreto de –  la emergencia sanitaria, y frente a otros llamadores de la atención mundial, este capítulo de la humanidad que cambió el curso de su historia, no debería evaporarse como un mal sueño. Porque “el tendal de muertos no parece tener quién lo analice e identifique responsabilidades, deshecho el sueño como el agua en el agua (así lo dice Borges)” (Bolón,“La guerra de la rosa púrpura de Kiev”, Extramuros, abril 2022).  

2)

Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal;” 

Génesis 22 

Inocente: libre de culpa, que no genera daño. También se utiliza comúnmente para designar a alguien crédulo, fácil de engañar. Sin embargo, ambas acepciones pueden ser contrarias entre sí, porque quien ha sido engañado no necesariamente deja de ser culpable. En el caso de los medios masivos – hagamos de cuenta que ninguna intención de usufructo subyaciera a su accionar, por difícil que resulte esa abstracción – no es suficiente que el tratamiento de la información se haya hecho bajo la premisa de “cumplir con las autoridades sanitarias que solo propenden a nuestro bienestar.” Lo anterior es un axioma digno de ser repetido por un crédulo, pero el crédulo que actúa bajo el paraguas de ese axioma, puede estar cometiendo daños gravísimos y su inocencia (cognitiva) no lo exime de su culpa (activa). Cualquier ser humano racionalmente apto es responsable de sus acciones y esa responsabilidad aumenta según aumenta su círculo de influencia en la sociedad. La ignorancia o “inocencia” autoproclamada no son, la mayoría de las veces, excusas válidas para desligarse de las consecuencias nefastas de los comportamientos elegidos. Ilustrando ajustadamente esta tendencia al lavado de manos (analogía y pico): “Todos los seres humanos buscamos llegar a la tranquilizante creencia que nos permite descansar de la búsqueda, pero no podemos, no es lícito, negar la irritación de la duda que produce la llegada abrupta de un elemento real, de algo que nos obliga a emprender nuevamente la marcha en pos de otra creencia más ajustada a la realidad.” (Andacht, “El irritante ratón de lo real asedia una denuncia de violación”, Extramuros, 2022),

El número oficial de los muertos declarados covid en el mundo asciende, a este momento, a seis millones doscientas cuarenta mil personas. Curiosamente, estadísticas que se brindaban todos los años de otras muertes, tampoco se encuentran fácilmente para el periodo pandémico: otro silencio que sirve para no relativizar el significado de esa cifra. 

En lo que respecta estrictamente al aspecto sanitario, aún no se ha cuantificado cuánta incidencia tuvieron y tendrán el mal manejo de los protocolos y los efectos adversos de las vacunas experimentales a largo plazo. Lo primero quedará impunemente tapado por la inamovible montaña burocrática político-sanitaria, lo segundo entra en especulaciones que, de transformarse en data, es prácticamente seguro que también será convenientemente enterrada. 

Pero con lo que sí se sabe, se puede contraponer a ese número de los “muertos por covid”, la lista de todas las demás causas de muerte que nos interroga: “¿Por qué las vidas que se intentan salvar hoy llevando adelante la “guerra” contra el covid-19 nos parecen más importantes que las que habitualmente no se salvan?” (Amigorena, “Vivir y dejar morir”, Extramuros 2021) y que no solo habitualmente no se salvan sino que además, aumentarán.

  • Hambre – consecuencia de la recesión económica y de la cancelación de programas de ayuda por circunstancias pandémicas. Estadísticamente mueren por año más de nueve millones de personas por hambre o por enfermedades vinculadas a la desnutrición.
  • Enfermedades preexistentes no tratadas – consecuencia de la paralización del sistema sanitario y la cancelación de la asistencia primaria. No existen antecedentes, pero en condiciones normales, según la OMS, las enfermedades causantes de la mayor cantidad de muertes son las cardiopatías, los accidentes cerebrovasculares, enfermedades pulmonares y el cáncer.
  • Suicidios – consecuencia de los trastornos psiquiátricos generados por el confinamiento y la exposición al terror mediático, así como a la pérdida de empleos y la imposibilidad de auto sustentarse, Anualmente el número de suicidios se estima en 700.000 personas.
  • Violencia doméstica – consecuencia de los ambientes generados – una vez más – por el confinamiento, la destrucción de redes sociales de apoyo y la falta de asistencia.

Un conteo de la OMS a mayo de 2021 informaba en ese año, una sobremortalidad “hasta tres veces mayor a los decesos atribuidos al covid-19” por causas atribuidas a la pandemia.  Sin embargo eso no impidió continuar con todas las medidas que habían probado ser inefectivas hasta principios del 2022, cuando, por una especie de acuerdo inescrutable, fueron levantadas en casi todos los países. Pero las volverán a imponer cuando sea necesario, para lo que consideren necesario, por absurdo que sea, como absurdo es el confinamiento brutal que ya sufre Shangai desde el 28 de marzo. 

De no atender todas las señales, de no indagar, de continuar posicionándose en una confortable postura de falsa inocencia, no pasará mucho tiempo antes de que nuevas pandemias sometan a la humanidad a la misma incongruencia criminal.  

El cartel de la plaza de Palmar, localidad de Soriano, con su vista al río Negro y sus hamaquitas de madera permanece hasta hoy, como testimonio sombrío del dudoso final de una etapa. No debería estar ahí, nunca debió haber estado.


Notas

1 https://www.turnto23.com/news/coronavirus/watch-controversial-press-conference-held-by-two-bakersfield-doctors-that-was-pulled-down-by-youtube

2 https://www.youtube.com/watch?v=cwPqmLoZA4s

3    https://apps.who.int/iris/bitstream/handle/10665/340124/PMC7947934.pdf?sequence=1&isAllowed=y

4    https://es.wikipedia.org/wiki/John_Ioannidis

5 https://www.medrxiv.org/content/10.1101/2020.04.19.20054262v1.full-text#page

6 https://www.fda.gov/regulatory-information/search-fda-guidance-documents/emergency-use-authorization-medical-products-and-related-authorities#declaration

7    https://extramurosrevista.com/la-extraordinaria-historia-de-como-los-gobiernos-suprimieron-los-tratamientos-eficaces-contra-el-covid-y-persiguieron-a-los-medicos-que-los-recetaron/

8 https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/the-top-10-causes-of-death#:~:text=Las%20causas%20principales%20de%20defunci%C3%B3n,obstructiva%20cr%C3%B3nica%2C%20infecciones%20de%20las

9 https://www.swissinfo.ch/spa/la-sobremortalidad-causada-por-la-pandemia-es-mucho-mayor-a-las-muertes-atribuidas-al-covid-19–seg%C3%BAn-la-oms/46638346