CONTRARRELATO
Por Jacques Fauquex
La periodista Naomi R Wolf, feminista, calificada de complotista por parte de la opinión pública, compartió el 26 de diciembre en su cuenta Telegram ( Telegram: Contact @drnaomirwolf ) una hipótesis escalofriante: se promocionó la inyección de Pfizer covid-19 a las mujeres embarazadas para poder evaluar la tecnología ARNm sobre el sistema reproductivo.
El balance beneficio/riesgo de la inyección de Pfizer para la población sin comorbilidad resultó ser lo opuesto de lo que se anunciaba al principio de la campaña de vacunación contra el COVID-19. Los “boosters” frente a las nuevas cepas parecen facilitar la propagación del virus y sus consecuencias nefastas. Ver por ejemplo las tres últimas campañas de booster en japón ( https://www.covid-factuel.fr/2022/12/28/covid-japon-et-vaccins-ca-craint/ ). De hecho, Pfizer confirmó frente a una comisión del parlamento europeo que su “vacuna anti-covid” nunca impidió la transmisión del virus. Pero tal ejemplo de eficacia negativa ya no parece afectar la notoriedad de lo que se califica como uno de los mayores descubrimientos del siglo: la tecnología ARNm.
En cuanto al uso de esta tecnología en prevención al covid-19 para las embarazadas, no está publicado ningún estudio científico que demuestre que la inyección sea segura para la salud del bebe.
¿Entonces, por qué diablos, a contra corriente de la protección especial de las embarazadas en toda la historia de las vacunas, se promocionó esta inyección como “efectiva e inofensiva” para las embarazadas, sin mostrar datos que respalden esta afirmación? ¿Por qué el principio de precaución no primó?
La hipótesis del lucro no parece suficiente. Cierto, es un hecho ya confirmado por la justicia en otros escándalos médicos, que Pfizer es una sociedad anónima en busca de beneficios, sin escrúpulos con las eventuales muertes y secuelas de los pacientes. No obstante, por ley, el CDS y la FDA (organismos reguladores norteamericanos) tienen acceso a todos los datos primarios de ensayos clínicos de Pfizer y autorizan o no la comercialización en base a la evaluación de la efectividad y seguridad del producto. Para el público, el secretismo, inicialmente aprobado por 70 años, en relación a los datos primarios de los ensayos clínicos fue revocado por un juez tejano. Gracias a lo cual descubrimos que los estudios que Pfizer presentó al CDS y a la FDA indican que 44% de los embarazos terminaron en la pérdida del feto https://palexander.substack.com/p/daily-clout-naomi-wolf-forty-four. A comparar con los 10 % que se observan en el mundo moderno occidental ¡A pesar de eso, autorizaron y promocionaron el producto, inclusive específicamente para las embarazadas! Es difícil creer que todos los científicos de estas instituciones sean corruptos o ineptos. Ellos están a cargo de tomar la responsabilidad final luego de evaluar todos los datos. Se supone que son sabios.
¿Cuál puede haber sido su motivación entonces en el caso de las mujeres embarazadas, frente a datos primarios tan crueles? Para poder seguir probando la tecnología ARNm sobre el sistema reproductivo, sugiere Naomi R Wolf. Padecieron el síndrome de hubris científico, obnubilados por las maravillas esperadas de la tecnología ARNm.
Desde hace 40 años, se trabaja sobre posibles terapias génicas, es decir terapias que permiten a las células modificar en vivo su producción de proteínas. En particular, hubo avances tecnológicos en este sentido para combatir el retrovirus del SIDA. Pero debido a principios éticos que enlentecen los proyectos, los ensayos clínicos humanos han progresado muy lentamente, no se lograron las metas y la industria perdió la fe en posibles negocios interesantes. Hasta que la urgencia de la crisis del COVID abriera una oportunidad inmejorable para aflojar la ética y reavivar el hubris tecnológico. Acompañado por la mayor campaña de mercadotecnia de la historia, en la cual participaron los gobiernos, se impusó a escala mundial el uso de la tecnología ARNm sin cumplir con todos los pre requisitos dictados por las reglas éticas que eran válidas hasta esta pandemia. Se sabía ¡¡¡ se sabía !!! que existian zonas oscuras, pero se decidió esconderlas y solucionarlas, o no, sobre la marcha, para que la plataforma ARNm se convierta de hecho cuanto antes como el estándar para el desarrollo de tratamientos de numerosas enfermedades, mucho más allá del COVID, incluyendo SIDA y cáncer. Los científicos reguladores, presionados, hicieron la vista gorda al principio de precaución y despreciaron la individualización de la medicina y la evaluación del balance beneficio/riesgo a escala de cada ser humano para reemplazarlos con un macro análisis de los beneficios que puedan brindar la terapia génica en relación al sacrificio de vidas. Aprender a controlar el efecto de la tecnología ARNm sobre el sistema reproductivo es clave para todo este emprendimiento. El sacrificio del cuidado especial a las embarazadas y bebés que portan quedó justificado por este hubris.
En la historia reciente, hemos observado expresiones de tal arrogancia en la búsqueda del “Übermensch” (superhombre) durante el periodo de hegemonía nazi. Pero el 9 de diciembre de 1946, un tribunal militar abrió causa contra 23 médicos alemanes por su participación en crímenes contra la humanidad. Y el 19 de agosto de 1947, los jueces pronunciaron un veredicto incluyendo una sección relativa a la experimentación médica sobre seres humanos titulada “Experimentos Médicos Autorizados”. Se trata de diez reglas, que quedaron en la historia como el código de Nuremberg. La primera de ellas es la del consentimiento voluntario del sujeto a la experimentación luego que entendiera perfectamente los riesgos específicos del tratamiento para su propia salud, y la salud del bebe, cuando el sujeto sea una mujer embarazada.
¿En el caso de la campaña de vacunación Pfizer contra el covid, las embarazadas fueron informadas correctamente antes de decidir vacunarse ? La clara respuesta es: NO, de acá a la China, NO. Habrá que concluir entonces que, a la luz de la información a disposición de la FDA y el CDS previa a la promoción de la vacunación Pfizer covid 19 para las embarazadas, parece de orden, en virtud del punto uno del código de Nuremberg, un juicio penal contra quien corresponda.