CONTRARRELATO

Por Jacques Fauquex

Tal es el plan de la Organización Mundial de la Salud (OMS) a partir de 2024. Este proyecto tomó vuelo poco después de declarada la pandemia Covid por la misma organización. ¡Tremenda ambición!
Hasta entonces, la OMS era conocida por la codificación de enfermedades CIE-10 y los carnés internacionales de vacunación. Además, publicaba recomendaciones de buenas prácticas médicas y de salud humana en general, con atención especial a los países del tercer mundo.

De repente, el futuro de la OMS se hizo incierto cuando el presidente de Estados Unidos Trump quiso forzar a la OMS a declarar que China era culpable de la pandemia, no pudo convencerles y decidió entonces la salida de Estados Unidos de la OMS para el 6 de julio de 2021. Pero hubo cambio de presidente y de rumbo el 20 de enero de 2021. El nuevo presidente de Estados Unidos, Biden, anuló la decisión y empezó a promover propuestas para ampliar el poder de la OMS. El antagonismo entre los partidos de estos dos presidentes no explica suficientemente la nueva decisión. Hay que buscar razones en las circunstancias del Covid: sociedades anónimas norteamericanas (Pfizer y Moderna) empezaron la más grande operación de mercadotecnia de toda la historia mundial. Se trataba de vender una tecnología genética no comprobada a todo el mundo, haciendo creer que le iba a salvar de una epidemia de virus respiratorio. Para eso se requería pervertir todos los canales de información respetados para propagar la publicidad y desacreditar cualquier otro discurso. La OMS podía jugar un rol fundamental en ese emprendimiento. Era el momento perfecto para aprovecharse de una institución debilitada y ofrecerle renacer. No con un pequeño plan COVAX pretendiendo promover la generosidad y magnanimidad en la distribución de las vacunas, sino con un plan de negocio poderoso, para instalar un monopolio de productos de la salud y derivados a nivel mundial. Se requiere dinero para lograr tal campaña y formas de distribución. Otra vez, OMS era ideal para eso, dado que una parte sumamente importante de su presupuesto viene de privados que pueden contribuir, indicando precisamente cuál es el proyecto que quieren favorecer.

Bill Gates, el rey del virus informático del año 2000, aprovechó la ocasión, compró muchas acciones de los fabricantes de ARNm y pagó a la OMS para que recomendaran el ARNm como única solución al Covid. Lo logró durante tres años, y revendió sus acciones con beneficios exorbitantes. La estrategia funcionó de maravilla en Occidente. Pero no funcionó en India, porque no querían asumir los riesgos a ciegas, ni en China, ni en Rusia ni en África.

Para lograr aún mejores resultados la próxima vez, se trataría de obligar a estos países rebeldes a comprar. Es el sentido de la reforma radical de la OMS que empezó en mayo 2022 (asamblea 75), se negociará a fines de mayo 2023 (asamblea 76) y se decidirá definitivamente en mayo 2024 (asamblea 77).

El presidente de Brasil Bolsonaro estaba al mando en mayo de 2022 y reaccionó categóricamente al anuncio del plan, afirmando que Brasil se retiraría de la OMS en caso de concretarse el mismo. Pero no fue reelecto y el nuevo presidente, Lula, muy en favor de la vacunación generalizada, revirtió el curso. No conocemos ningún otro estado que esté actualmente a priori opuesto a este plan. Habrá que medir la temperatura durante la próxima asamblea general de la OMS, a finales de mayo 2022.

A nivel público, casi nadie se interesa por el tema, con la excepción de los injustamente llamados “antivacunas”. Sería más significativo calificarlos de “científicos demostrando la irresponsable inseguridad de la tecnología ARNm + proteína spike aplicada a la salud humana”. O como lo dice muy precisamente el Dr Cole: “Cells don’t lie. The spike protein is present throughout all tissues of the body; that is not meant to be. Human cells are meant to make human proteins, not to make toxins. So to inject a gene-based product into the body and make yourself the factory for a toxin is psychologically insane.” (Las células no mienten. [Luego de la inyección] la proteína spike está presente dentro de todos los tejidos del cuerpo; no debe ser así. Las células humanas tienen como función  producir proteínas humanas, no producir toxinas. Entonces, inyectar un producto basado en genes dentro del cuerpo y transformarlo a usted en usina a de toxinas es psicológicamente demente).

Sobre esta premisa, y recordando la posición de la OMS 1.0 durante el Covid, se puede inferir razonablemente que OMS 2.0 estará diseñado para ser el Vaticano de una nueva religión tecnocrática sin ética para difundir curas en base a ARNm + spike como remedio exclusivo en la salud.

Aceptar la autoridad de la OMS iría en detrimento de la libertad y responsabilidad última del médico local y de la sabiduría de la medicina tradicional.

El proyecto de reposicionamiento de la OMS como líder de la difusión de la tecnología ARNm + spike recorre dos caminos en paralelo.

El primero en base a un tratado que deberá estar ratificado por cada país y empezará a regir en los países firmantes cuando más de 30% de los países miembros lo hayan ratificado. Se trata de un acto de sumisión a la OMS como autoridad superior de salud en cuanto a toda acción de preparación y respuesta a cualquier pandemia o sospecha de pandemia declarada por la misma OMS. Va más allá de la exoneración de responsabilidad de los contratos con Pfizer. Ya no hay contrato específico, solo financiación de lo que decide la OMS. El tratado podría firmarse por los estados desde mayo de 2024.

Pero para los estados que no tengan intención de firmar este tratado, la OMS está diseñando en paralelo otro camino coercitivo de aceptación tácita, que pasa por enmiendas que cambian radicalmente las “International Health Regulations” (IHR) definidas en 2005. A continuación, estudiaremos unas modificaciones propuestas que justifican plenamente la etiqueta IHR versión 2.0, para marcar la radicalidad de los cambios.

Todos los textos de enmiendas propuestas fueron publicados como documentos de trabajo para preparar la asamblea 76 ( https://apps.OMS.int/gb/wgihr/pdf_files/wgihr1/WGIHR_Submissions-en.pdf ).

Las enmiendas al inicio del proceso, las de los Estados Unidos, hablan esencialmente de definir plazos extremadamente cortos

para toma de decisiones (24 / 48 horas) e instalar controladores (The Compliance Committee). Se quiere consagrar el estado de urgencia como modus operandi, con la consecuencia de dificultar el apartamiento de las recomendaciones de la OMS, sea con justificaciones científicas o consultando democráticamente al pueblo. Les gustó el estado de excepción y quieren ratificar en la doctrina que esa es la forma correcta de proceder.

Vale observar que IHR v 1.0 no impedía tal celeridad. Existen otras formas de presionar. Ya padecimos la eficacia de las mismas. Por eso, da la impresión que estas enmiendas iniciales por parte de Estados Unidos son parte de una orquestación compleja completada con enmiendas propuestas subsecuentemente por otras naciones, posiblemente debidas a la presión de lobbies (grupos de presión político-comerciales) estadounidenses. Obtener decisiones de otros Estados como resultado de sanciones o favores de índole económico está en la libreta política de Estados Unidos.

Para ilustrar mi hipótesis, sin demostrarla, pongamos el foco sobre las enmiendas más disruptivas, las que por ejemplo quieren modificar el artículo 1 y sus definiciones esenciales.

Miremos Bangladesh: población 170 millones de personas, vacunadas más de 82% con 2 dosis y 40% con 3 (mayoría de Pfizer obtenidas por la intermediación de las gestiones COVAX de la OMS). Los Estados Unidos dieron a Bangladesh 40 millones de dosis pediátricas, 75 millones de dosis para adulto, y formaron 50.000 vacunadores. También entregaron toda la tecnología de la cadena de frío ( https://bd.usembassy.gov/united-states-supports-bangladeshs-launch-of-pediatric-covid-19-vaccination-campaign/ ).

O sea, Bangladesh es ejemplo de que aplicando IHR versión 1.0, un país pobre puede recibir atención máxima casi gratis por parte de Pfizer y de los Estados Unidos vía la OMS. ¿Qué necesidad entonces que Bangladesh presente adendas para radicalizar el rol y poder de la OMS? Por ahora, las recomendaciones de la OMS no son legalmente vinculantes. Son recomendaciones. Punto. El artículo  1 versión 1.0 explícita eso: “recommendation means non binding advice” (Recomendación significa consejo no legalmente vinculante). Ocurre que Bangladesh propone eliminar de la explicación las palabras “non binding”. El objetivo se hace claro con la lectura de un nuevo  artículo 13A que propone Bangladesh: “Los Estados afiliados reconocen OMS como autoridad directiva y coordinadora de la respuesta pública internacional durante emergencias de sanidad pública de alcance internacional y se comprometen a seguir las recomendaciones de la OMS en sus respuestas de salud pública internacionales”. Queda claro. La palabra “recomendación” debería interpretarse como obligación, como en las películas sobre la mafia.

Otro atropello al artículo 1 de las definiciones versión 1.0 viene desde África. Quieren enmendar la lista de definiciones para agregar las definiciones de:

1- “health measure”: (medida de salud) procedimiento aplicado para prevenir la propagación de enfermedad o contagio; una medida de salud no incluye medidas de policía o de seguridad.

2- “health product”: (producto de salud) incluye terapéuticas, vacunas, equipos médicos, equipos de protección personal, diagnósticos, productos asistivos, terapias celulares y genética, y sus componentes, materiales, o partes.

3- “health technologies and know-how” incluye un conjunto organizado o combinación de conocimiento, habilidades, productos de salud, procedimientos, bases de datos y sistemas desarrollados para solucionar un problema de salud y mejorar la calidad de vida, incluyendo los relacionados con desarrollo o fabricación o combinación de productos de salud, su aplicación o uso. “Health technologies” es sinónimo de “health care technologies”.

El argumento de África en favor de tales adendas en el artículo 1 es que de esta forma quedan caracterizados todos los usos subsecuentes de estos términos en las disposiciones tendiendo a mejorar la equidad en la respuesta pública internacional a las emergencias de salud. Vale observar que en IHR versión 1.0 no se usan estos términos. Es así obviamente porque esta regulación no trata de la distribución de productos de salud. África propone entonces sus propias adendas que se refieren a sus nuevas definiciones del artículo 1 con el fin de promover nuevas regulaciones para facilitar la obtención de productos tecnológicos en el rubro salud.

Malasia también propone agregar una definición de “health product”. Su propuesta es muy similar a la de África. Se explica por el hecho que ambas están derivadas de la resolución del 28 de mayo 2019 WHA 72.8 “Improving the transparency of markets for medicines, vaccines, and other health products” (https://apps.OMS.int/gb/ebwha/pdf_files/WHA72/A72_R8-en.pdf) Ver nota 1 definiendo “health products” en el título. Eso confirma que poco antes de declarar la pandemia de Covid, la OMS empezó a preocuparse de la distribución de productos médicos y respeto comercial a las patentes en productos de salud.

Eso es extremadamente novedoso en comparación a IHR v 1.0 que limitaba explícitamente, en el artículo 2, su alcance a medidas de salud pública exclusivamente en relación con los riesgos de contagio transnacional debido al tráfico y comercio internacional. En versión 2.0 se trataría de organizar el comercio internacional de productos, con la capacidad de imponer, de forma casi inmediata en base a sospecha de pandemia, por el director general de OMS, la venta internacional de productos genéticos y celulares (como por ejemplo los productos en base a ARNm + spike).

En conclusión, estimamos que sería un peligrosísimo abandono de soberanía en tema de salud continuar como miembro de la OMS en caso que las enmiendas que pusimos en evidencia estén incorporadas a IHR versión 2.0. Estaríamos muy probablemente obligados a consumir ARNm + spike. Será importante estudiar en detalle las actas de la asamblea 76, a finales de mayo 2022. Empezará entonces la cuenta regresiva de un año antes de aceptar tácitamente que nos regulen genéticamente, o para defender políticamente la soberanía genética del pueblo uruguayo, por medio de una sorpresiva salida de la membresía de la OMS.