ENSAYO
Por Mauro Baptista Vedia
Después de pocas horas de sueño, tras haber visto un concierto excepcional de rock , “Titãs, encontro”, en La Pedrera, un lugar para recitales en una región alta de Curitiba, al lado de la Opera del Alambre, obra arquitectónica excepcional, una visita obligada para quien viene a esta ciudad, hago un café y me siento a ver la final entre Novak Djokovic y Casper Rudd, ya anticipando la victoria del serbio, pues cómo “Djoko” iría perder, después de la semifinal que había jugado contra el español Carlos Alcaraz, donde literalmente “acalambró” al de 21 años? Las imágenes de show de los Titás, reunidos después de décadas, cuyos integrantes no tienen menos de 60 años, vuelven una y otra vez, mientras sorbo el café.
Me acomodo en la silla, una Herman Miller, especial para proteger la columna, y me sorprendo de percibir lo bien que me siento a pesar de haberme ido a dormir a las cinco de la mañana, tras una larga velada nocturna con amigos y amigos de amigos, posterior al recital del grupo formado en São Paulo a comienzos de la década de 1980. Y repaso la semifinal contra Alcaraz del viernes, cuando Djokovic empezó el partido a cien por hora, ganó el primer set, perdió el segundo acusando cierto dolor en el antebrazo derecho, hasta que, a comienzos del tercero, Alcaraz sufrió un calambre en la pierna que se extendió por todo su cuerpo. La tensión de estar enfrentando al tenista serbio, 15 años más veterano, la responsabilidad de ser el favorito de la gran prensa, la percepción de que ese partido podría significar un relevo de generaciones en la historia del tenis, todo eso le pasó factura al tenista español. Djokovic ganó el tercer set y el cuarto set, con un Alcaraz disminuido físicamente. Un hándicap físico que el español, en conferencia de prensa, admitió con honestidad que fue mucho más mental y emocional que físico.
¿Que hizo Djokovic para ganarle a Alcaraz?
Primero, aumentó muchísimo el nivel de su tenis, que ya había mejorado al empezar Roland Garros. Segundo y fundamental, trazó una estrategia de atacar todo el tiempo al español y no darle tiempo. ¿De qué forma no darle tiempo? Entrando más en la cancha, devolviendo los golpes más rápido de lo habitual, apostando mucho en la lectura de los golpes del español al anticipar para cual lado de la cancha iría la pelota. Rafael Nadal trazó una estrategia similar contra el serbio en la semifinal del año pasado en relación a disminuir los tiempos y atacar todo el tiempo. Es fácil decirlo, pero difícil hacerlo. Al entrar más en la cancha, el tenista tiene mucho menos tiempo y la tendencia es errar mucho más; al mismo tiempo, atacar mucho en tierra batida no es tan eficaz como en canchas rápidas, ya que la pelota demora mucho más al picar y quien es atacado siempre tiene más tiempo para defenderse y devolver la pelota. ¿Como hizo Djokovic para hacer lo que hizo y errar poco? Mostrando un nivel de concentración y de foco mental pocas veces visto, concentrándose apenas en derrotar a su rival, muchísimo más joven (15 años) y en tesis, más rápido, más ágil y más resistente. Los 36 años son para el tenis una edad ya avanzada; muchos tenistas se retiran antes, y si Federer, Nadal y Djokovic han competido en alto nivel con esa edad es por sus méritos, pero también por el enorme avance de la medicina deportiva, por los numerosos asesores (fisioterapeutas, nutricionistas, entrenadores, acupunturistas) que estos tenistas tienen a su alrededor, algo que sus pares de hace 40, 50, 60 años atrás no tenían. Ese es el contexto por el cual Djokovic declara que, para él, no se pueden comparar tenistas de épocas muy diferentes, cuando se jugaba en otras condiciones, con otras raquetas, otras pelotas, otras canchas, otras rutinas…
Vuelvo a la lesión de Alcaraz y pienso en la relación estrecha entre mente y cuerpo; en lo que pasó con el tenista alemán Alexander Zverev, también en semifinales, contra Rafael Nadal, otro gigante del tenis, otro portento emocional y mental. Afirmo aquí mientras tomo mi café y percibo mi cuerpo cansado, que la tensión de enfrentar a Nadal, el mejor jugador de tierra batida de la historia, llevó al Zverev a pisar mal y torcer su tobillo, saliendo de la cancha en silla de ruedas.
A aquellos lectores que desconfíen de mi hipótesis holística mente cuerpo les pregunto ¿Cuántas veces vieron lesionarse a Djokovic y Nadal en una final de Grand Slam? Alguien me recordará aquí algunos episodios del serbio en los primeros años de su carrera, cuando en semifinales experimentaba serios problemas físicos, producto de una intolerancia al gluten y a la lactosa todavía no descubierta (el padre del serbio era dueño de una pizzaria, algo que no ayudaba). Agrego entonces que parte de esa fortaleza mental y emocional de Nadal y de Djokovic se construye también con la alimentación (somos lo que comemos). Hoy en día, estos tenistas de elite controlan absolutamente todo lo que comen, beben y hacen; tienen una agenda para las 24 horas del día, aún cuanto están en vacaciones.
Nunca en la historia reciente del tenis se ha visto a un atleta más inteligente a la hora de competir, un verdadero atleta mental. Su superioridad en la semifinal contra Carlos Alcaraz fue mental y también espiritual, producto de las prácticas de meditación y de yoga del serbio, lo que le permitió estar intensamente el aquí y ahora y de no pensar en el futuro. Algo que Djokovic no logró en la final del US Open contra el ruso Danil Medvedev, visto que estaba cansado de la semifinal, había jugado y perdido la Olimpíada, un gran error, y sabía que si ganase esa final sería el único de los 3
grandes en ganar los 4 torneos del Grand Slam en un año, algo que Rod Laver logró en los años 60 nada menos que dos veces.
Durante este Roland Garros de 2023, Alcaraz estaba jugando dos niveles arriba de todos sus contrincantes, masacrándolos, literalmente. Djokovic, en cambio, jugaba bien, pero sin mostrar la superioridad de Alcaraz, inclusive porque venía de una temporada muy mala en los torneos de tierra batida, esenciales para una preparación para el torneo francés, torneos Master Series como Montecarlo, Roma y otros como Barcelona y Madrid. Nunca el serbio llegó tan mal a Roland Garros, el torneo y la superficie donde sabidamente es menos capaz; tenía además una lesión en el antebrazo, algo que le impedía jugar, en tesis, al cien por ciento. La inmensa mayoría de la prensa especializada daba como favorito a Alcaraz, llevando en cuenta los torneos anteriores de tierra batida, el hecho de que el murciano era el número 1, su juventud y enorme talento y también el ya ser ganador de un Grand Slam. Djokovic intentaba llegar a su sétima final: sus cuatro derrotas en finales y sus dos victorias datos que ilustraban las dificultades del serbio en Paris.
De cualquier forma, llamó la atención como la prensa puso a Alcaraz como favorito, sin recordar que el joven tenista no es Rafael Nadal, el único del circuito que puede competir en fuerza mental con el serbio y que arriesgo decir, tiene más garra que el serbio, talvez porque es algo más natural y precoz, mientras que la fuerza mental del serbio ha sido más tardía, construida con el paso del tiempo.
Hace tiempo que los números indican la superioridad de Djokovic en su época, si analizamos todos los aspectos del tenis, no sólo el número de Grand Slams, dato importantísimo, pero también simplificador. Un ejemplo, el tenista serbio ha ganado 6 torneos de Masters, empatando con el suizo Roger Federer, mientras que Nadal no ha ganado ningún torneo de Masters, algo que, hasta hace pocos años, era algo muy importante. Djokovic también ganó todos los Masters Series del Circuito, como Roma, Montecarlo, Miami, Indian Wells, mientras que Nadal y Federer no lo han hecho. Cualquier entendedor del tenis sabe que desde 2011 el serbio es el mejor tenista del circuito, de la misma forma que sabe que Federer técnicamente fue insuperable y talvez el mejor de la historia (no hay como juzgar a los tenistas anteriores a 1970, dicen que Rod Laver era genial) y que Nadal es en cifras el mejor de la historia en tierra batida, más allá que si Bjorn Borg no se hubiera retirado, sería un nombre a considerar. Otra razón de peso a favor del serbio: lleva ventaja en enfrentamientos directos con Nadal y Federer.
Me levanto, hago estiramientos, me vuelvo a sentar en mi silla Herman Miller y percibo que hace poco inicié una nueva fase en mi vida en otra ciudad, Curitiba, abandonando aquella ciudad que había adoptado como mía, Sao Paulo, a una edad donde hace pocas décadas mucha gente ya se había jubilado.
Las razones para esta falta de reconocimiento de la prensa de Novak Djokovic parecen obvias: ser de un país europeo muy pequeño, con poco poder político, no muy pro-Otan; haberse opuesto a vacunarse y haber sido encarcelado por esto inclusive en Australia; hablar demasiado, defendiendo a los jugadores de tenis como trabajadores; haber llegado al circuito y a la fama cuando la prensa y la afición ya había adoptado a Federer y Nadal como sus ídolos; en suma, no tener ese perfil “neutro” que transmiten política y deportivamente el suizo y el español. Pienso y evalúo las ventajas de ser neutro en mi vida profesional y artística, algo siempre muy difícil para mí.
El discurso de Djokovic en la cancha principal de Roland Garros, después de consagrarse campeón es un ejemplo de mis anteriores argumentos. Públicamente pidió disculpas a su equipo, por la “tortura” a que fueron sometidos durante el torneo; resaltó la importancia de su familia y de todos los que lo apoyaron durante el torneo; elogió a su rival Casper Rudd por su carácter; resaltó el amor a su país, Serbia; destacó los valores espirituales; si bien comenzó su discurso en un francés muy aceptable para quien no domina el idioma, después continuó en inglés, que maneja muy bien, para deslizar unas frases en su idioma natal al jugador sueco Zlatan Ibramovic, de origen serbio.¿Es Novak Djokovic el mejor tenista de la historia? Eso es algo para ser discutido eternamente, como toda comparación entre atletas de épocas diferentes. ¿Es el mejor tenista de su época? Todo parece indicar que sí, sobre todo si conquista otro torneo de Wimbledon, igualando a Federer con 8 títulos, y si sigue dos o tres años más en este nivel.
Me levanto de la silla, evaluó el nivel de dolor de mis espaldas y salgo a caminar, pensando cuales pueden ser las lecciones que puedo extraer de alguien como Novak Djokovic. Su fuerza mental, su fuerza espiritual, los precios que ha pagado para llegar a ese nivel. Me acuerdo del show de los Titás y del momento en que Branco Mello, uno de sus integrantes, dijo que se había sacado dos tumores de su garganta y que allí estaba, en el escenario, vivo y cantando. Vuelvo de la caminata y retomo la lectura de Séneca, mi filósofo favorito, y su obra Sobre la Brevedad de la vida. Me concientizo que tengo que olvidarme de esta ola de frío que ataca al continente, que llegó después del recital de rock, y volver al gimnasio.
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