POIESIS / 49
Por Marcia Mendieta Estenssoro
Nicole Vera es, ante todo, una artista: escribe, canta, pinta… es decir, crea. Ninguna de las artes que cultiva es ajena a la otra; al leer sus textos, somos capaces de entrever el lienzo donde se estampan imágenes poéticas y escuchar con claridad el contacto de éste con sus pinceles-palabras.
Estas imágenes tienen tal habilidad evocativa que cuando en sus versos hallamos los “rituales de albahaca”, somos capaces de sentir su sabor en la lengua; cuando la voz poética anuncia el despertar “cubierta de algas”, sentimos la textura húmeda en contacto con la piel. “Arpegios errantes”, “pupilas nevadas”: nos repetimos una vez y otra y otra. Nicole Vera crea y de ello resulta una marca irreversible para sus lectores.
1 Sé que las palabras se deshidratan cuando vuelan que el fulgor pende de un hilo para no abrasarnos sé de la espada en el letargo las ramblas de niebla los rituales de albahaca Puedo cincelar ansias con la lengua he vomitado antorchas lloví bramando Comprendo la orfandad de las rocas los arpegios errantes las pupilas nevadas He aprendido a exhalar la ausencia trepar los bordes del mundo a palpar lo que se ahoga en el ombligo de otro tiempo Sé salir del cuerpo para lamer los sueños veo el azul en el fuego el agua en la llama Todo esto nunca sirve Nunca importa 2 Allí en la fisura donde germina el agua he puesto mis palabras Allí porque cuando salgo de ti voy a ciegas la noche ha derramado en tus ojos todas sus estrellas. 3 Ya olvidé en qué orilla deje reposar mis sueños la almohada rebalsa de arena de tiempo despierto siempre cubierta de algas inundada de sed 4 Un día despertaré al otro lado de la cerca libre de la estela de las palabras y entonces será a mí a quien pregunten qué es lo que vengo a hacer de los sueños por qué hace espuma mi voz por qué los pájaros me buscan el ombligo Un día dejaré de andar a tientas y atontada de viento despertaré cayendo en un aguacero inédito para erosionar las rocas y entonces será a mí a quien pregunten cómo es que soy, aquí ahora. 5 La luz me sucede a intervalos y veo veo el polvo en la consola un reloj desmantelado una mesa chica otra muy grande Veo al amarillo hambriento que arde en las retinas de los ventanales Septiembre flamea consume laxa los nombres se duermen y se desgastan. 6 No, no he olvidado que el mundo arde que los hospitales que las calles que las horas calcinadas pero tú el enigma de la piedra la voz del agua tú, líquido amniótico desnacido tú la claridad el aire. No, no he olvidado al miedo las cenizas que nos cubren el moho que nos bordea pero tú que existes que has dejado mi amor desparramado por no tocarlo porque desnacido tú sabes de cosas que yo ignoro Yo sólo sé que el mundo arde al centro flamea tu nombre como un gran pájaro negro Lo cierto es que la piel lo cierto es que tu nombre. 7 Y no vendrá por mi ninguna canción porque las desangré en un sueño tan hondo que empapó la tierra humedal en el que me beso desde otras bocas aunque luego la farsa se me escape entre los dientes aunque mañana vuelva a ver que nada se ha movido aunque sepa que soy yo, no el amor quien frutece en los manglares. 8 No soy yo quien sueña. la tarde llega con su propia sed y el agua tiembla. 9 Sueño dentro un sueño que me sacudo para despertarme para salir de esta tierra azul que cede ¡Vamos mujer que el afuera espera ansioso! ¿Pero qué? si no llevo más que un miedo húmedo y lo que no soy que se agiganta No hay nada que llevar de aquí que sirva todo delirio es tardío y se va y sigue y mengua porque al final siempre mengua al final. 10 Cincuenta y tres días en cuarentena las horas me gritan que la oscuridad nos ama la luz, no tanto acusamos de tantas cosas al ocaso como si no fuese sobre él que nos desmoronamos Ni fuego ni temblores nacen súbitos a las tres de la mañana pero a esa hora los dejamos salir de las vitrinas pulcras muertas que tejemos al compás del día. Retiro todo lo que he dicho antes de las sombras ¡qué noble zarpazo el que nos desagua! la oscuridad nos ama la luz, no tanto La noche no se ofende cuando no estamos de pie el día en cambio nos prefiere rectos mientras se nos para encima.

Nicole Vera Comboni nació en La Paz, Bolivia. Reside en Santa Cruz desde 1987.
Egresó de la carrera de Arte de la Universidad Gabriel René Moreno en el 2008, fecha desde la cual ha realizando numerosas exhibiciones, tanto colectivas como individuales, y curadurías especializadas.
Publicó Acústica turquesa (2017) y No es el viento (2020) .