POIESIS / 17
Presentación
Por Fernando Loustaunau
La poesía de Lucía Courtoisie avanza con desenfado desde la especulación mítica a la investigación. En este caso, acaso, investigación pertinaz de las palabras, las cosas y sus meandros, algo insondables ellos. Así, inopinadamente, irrumpen los emisarios, suben las aguas de las ciénagas y hasta aparece—incluso—el misterio de la inocuidad del citoplasma. No es una “neolengua de Orwell”, no, no. Es una severa exégesis de la letra y sus metástasis que desciende de ángeles desangelados en tierras laicas. Courtoisie, más allá del dios de esta película, es un alma noble que descifra, desgrana y desnuda una lengua irreverentemente cálida.
Visiones inaugurales—del después i En el día del sol detrimentado e impecable del invierno helado el estío seco y las astucias de la hora retraída en las inmediaciones del dios de lo que está entre el dios que tomaba carrera en el discurso enrevesado diciendo va a decir que ya había dicho que este es el principio de otros tiempos. Este es el presente del pasado del después que ahora sí comienza ahora con el exilio de cada quien afuera con el nuevo claustro afuera de cada quien de la tierra comprometida. Los desiertos serán del aire puro y el aire azulado con la meditación volátil en tropel satelital de las muchedumbres en silencio que protesten que digan lo que quieran. El cielo y la tierra serán reunidos con la rara murmuración de ese sistema de los nombres de dominio y los mítines volátiles y la polisemia obsesional y todos los peros que valgan se irán asimilando como tos convulsa en la convalecencia inflacionaria de la mundiala neumonía o en la rebelión si Terry Gilliam dirigiera fuera el dios de esta película. Irrumpen con la luz los emisarios del más allá acá nomás los arieles truculentos los cerúleos con el disfraz transparente del respiro con metralleta de versiones de aforismos con la fingida iniciativa de la ráfaga con la lisa voz virtual del campanario a anunciar los momentáneos cataclismos en la historia de esta hora reseteada. ii Las ciudades iban a ser espléndidas pero no hubo paciencia. Suben las aguas de las ciénagas que habían los después autoevacuados indigestado con relleno sanitario y serpentea alrededor de los tobillos la turba la culebra los olores el agua muerta las anguilas del deshielo y va a llegar nos va a llegar al cuello cuando el viento nos encuentre encorvados en el suelo de la parálisis celeste en esta dura distensión intestinal de la ciberánima serpiente en la contractura en el ahogo de la risa en el disgusto en la magnánima mutilación las manos libres cuando creamos haber huido cuando oigamos con el oído higienizado que no hacen ningún ruido las cadenas entonces aún las dunas vuelven dorando las avenidas y moviendo como fe montevideos y montañas aunque lo nieguen los ministros aunque el viento vitrificante de los cóndrulos y los condrictios los encuentre infragantes cuando todo pause y se convierta en vidrio y ahí vienen las saltimbanquis tolvaneras a resucitar de los vertederos la obsolescencia programada con la ascensión atornillante la elevación de la consciencia caliente descollando las arcillas deletéreas y expoliadas de los templos vienen los diablos de polvo como trombas de ezequieles malhabidos y rapsodias de las biblias desleídas por la tía abuela analfabeta que todos los días se asombraba de las cosas que inventan. Y si cerramos todas las ventanas el viento igual arrancará las casas de cuajo como en kansas así que estate quieto estate quieta estense que iii Ahora habla el huracán el simulacro con la apertura venusina de los brazos transparentes y distantes cercenados rebelde terca aura serias siris de vanguardia dirán las cosas en su lengua fría y rara se coló la huayra-tata en el protocolo del ruteo y habrá caos dice habrá el urutaú con la boca de acá a acá alcanzándote la nuca con la prolongación de su lamento a la hora en que la luna se haya soltado como un níspero y se caiga en el fondo del aliento del espíritu habrá los mensajeros que traen un proverbio y se degradan en el misterio de la inocuidad del citoplasma y habrá los niños los malditos niños nuevos moviéndose en parvada en las facetas avatares exiliados a la intangible periferia irán haciendo malabares con el fuego con los estroboscópicos efectos los infectos de la realidá aumentada. Y el agua de beber la inodora el conjuro de la vida coagulada la esencial glorificada, la maldita tendrá existencia solamente en los futuros del agua especulada. iv No estábamos preparados hasta ahora no estamos preparados ni aún con toda la positivación saturativa de la época app app app la época parpando sin perspectiva como los púberes póstumos desolados con tamaña edad histórica lamiendo piedras heridas del cielo hace diez mil años. Las cuestiones significativas no tendrán respuesta en el comercio del mensaje monocatenario el viento golpeó las puertas hasta desquiciarlas de su cordura contestataria y la privacía congregada en la des-en-red del anonimato será hostigada para exorcizarles a los que adentro les camine lezama lima y los otros tantos instalarán el gabinete en las barriadas de la farra de los reos aberrante cantarines descarados que resoplan como si en el pan o en la poesía hubiera algo. v Y qué es la presencialidad la parusía en la plenitud de la rota omnipresencia del ronquido inalámbrico del querubín del dron de los rotores insuflados con el reino del dios ese aquel después en el ahora que habitamos con la revelación de la consciencia autoinmolando a querosén a los profetas de la distopía. Y habrá carreteles de saliva evaporada condensada cotizada en bolsa habrá planillas excelsas inusuales hilos de tuiter de evidencia que dirán que la desinformación es peligrosa que la cosa está muy brava que pasado mañana la posverdá después les hará libres y en las plazas dormirán los bots oracularios del cinco gé y sus patrañas. Son las manias las que enhebran los alambres en los ojos y en las bocas del zombismo los especímenes van muertos y vivientes a la deriva en el vaivén del vómito el antídoto en el acuariano vial nosocomial de su declivio. Pero hay un alivio cuantitativo en la ungida jugarreta de los números porque los números no mienten los números el numen financiero el vestigio de los dedos que persignan un más en el vacío de lo inmenso tensan médulas y anudan el destino con transacciones riesgos peroratas del coqueteo adorador al santo gas y sus prodigios. Y con la magia del fractal del mandelbrot y con el orden de las leyes y principios un envión traerá la volición al algoritmo y se volarán las dañinas opiniones del perplejo en la muerte repentina y se computará en el quantum sacramento que enmaraña tu sapiencia con la mía y si esa ciencia no es poesía a quién engaña. vi Y cómo se responde a la rara gracia dada por el sol plenilunado cuando un cerebro táctil contorsiona del pneuma lo estupendo de lo cínico retorciendo los confines digitales de la forma de la tierra en el exilio en las aguas jeringozas transparencias y dónde estará ahora juan bautista tu sagrada cabeza pensante ahora en qué ablución realista nos podremos desahogar si el aire de la era irá randomizando iterando la transición extravagante la respireta transhumana inquieta del alma y sus tugurios vendavales en la interfaz de vidrios acariciados con el frenesí de un aburrimiento incalculable y la ruidosa expectativa de iluminación en el delirio del contento como ya otras veces pasó antes será embestida por unos bólidos antiguos y colosales. Estos son los augurios sustanciales. Estos son los vientos que se calman.

Lucía Courtoisie nació en Montevideo en 1986