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Por Fernando Andacht

No pensaba volver tan pronto a recorrer estos andurriales, pero cuando brilla la pandemiseñal en el cielo mediático uruguayo, debo acudir a ese llamado. Como el hombre murciélago en Ciudad Gótica, alguien dedicado a observar los signos sociales no puede rehusar el pedido de intervención. En el triste estudio de un bar televisual de utilería, un enjambre enardecido se ensañó de diversos modos con el invitado de esa noche, el diputado César Vega. Lo más duro de su asedio podría fácilmente revertirse contra ellos mismos, contra estos periodistas/animadores que, irónicamente, no comprenden que no conviene tirar piedras si tu techo es de cristal. Ellos no logran verse como los impenitentes y siniestros heraldos nuevonormales que lamentablemente son.

Cuando el periodismo se convierte en un enjambre nuevonormal

Para entender el funcionamiento del periodismo hegemónico en todos los medios de comunicación locales desde mitad de marzo de 2020 como un denso enjambre, nada mejor que la confesión sincericida de uno de sus representantes. A analizar ese episodio le dediqué un ensayo en la revista hace un año. Desde su programa radial, el periodista Gabriel Pereyra declaró con convicción, en aquella ocasión, que él había abierto su micrófono a 

“Gente que le hace daño a la sociedad, mentirosos, delincuentes, violadores de los derechos humanos, [a] las cosas más abyectas, más horribles Yo puedo hacer una lista enorme de gente [pausa teatral] despreciable [énfasis], que defiende intereses despreciables, a la que le hemos dado micrófono”. 

Pero él le había negado esa oportunidad comunicativa “a los anti-vacunas”, que claramente, en opinión de Pereyra, estarían aún más abajo en esa lista de la infamia. Era evidente que su confesión tenía el respaldo no sólo de sus compañeros en esa emisión de radio Sarandí, sino del total de sus colegas. Quién diría que meses después, ese mismo año, este periodista salió de la formación compacta del enjambre y publicó una carta abierta confesional, en la que afirmó arrepentirse de haber ejercido esa discriminación y censura informativa, y por eso volvió a ser objeto de mi escritura aquí. En ese texto publicado por el semanario Búsqueda (11/11/2021), G. Pereyra usó otra imagen que es semejante a la del enjambre, pero que remite a una entidad viviente más apacible:

“Cometí uno de esos pecados que los periodistas no deberíamos cometer. Ejercí una censura despiadada en torno a información altamente delicada que involucra a toda la población. (…) Hoy me pregunto si los habré vetado [= a los antivacunas] para no caer en la lista en la que, de la noche a la mañana, cayeron personalidades públicas y respetadas (…) Y yo asentía como un cordero, aunque desde un comienzo me quemaba en las tripas la sombra de la duda.”

Creí relevante evocar estos dos momentos en la experiencia de uno de los profesionales de la información en el Uruguay nuevonormal a modo de un antecedente que nos ayuda a comprender el típico comportamiento de enjambre manifestado recientemente por los protagonistas habituales del programa televisivo Polémica en el Bar (de aquí en más PeB), en el que se mezcla de modo caótico y alegre la (des)información y el entretenimiento. ¿Qué ocurre cuando contra el no escrito mandato censurador y excluyente de toda posición contraria al dogma reinante sobre la pandemia surge una excepción, y se le abre micrófono y cámara a quien la encarna? No sólo los signos hostiles de esos personajes fijos revelan el rechazo a lo que representa Vega, y que ellos expresan de modo extremo en algunos casos, sino que también revelan su notoria falta de autocrítica y de reflexividad sobre los férreos límites que se han autoimpuesto los periodistas desde el inicio de la emergencia sanitaria hasta hoy. También veremos cómo  el enjambre (des)informativo de PeB se desplaza entre el ataque sobrio y razonable y la tentativa feroz de ultimar todo rastro de dignidad de la persona que convocaron a ese estudio de televisión, de destruir la cara del invitado César Vega. Debo explicar ahora el significado de esa expresión antigua y moderna a la vez. 

Sobre los peligros para la cara en la riesgosa tierra televisual covidiana

“La cara de uno, entonces, es una cosa sagrada, y el orden expresivo que se  requiere para mantenerla es por lo tanto ritual.” (Goffman 1967, p. 19)

El microsociólogo canadiense Erving Goffman fundó el estudio del “orden de la interacción”, el ámbito social donde surgen signos verbales y no verbales durante todo encuentro cara a cara. Goffman (1967) encuentra en la cultura china una noción que no debe confundirse con la referencia física y anatómica que este término posee en Occidente y que constituye un ingrediente fundamental de la comunicación presencial con el otro: 

“El término cara puede definirse como el valor social positivo que una persona efectivamente reclama para si, según la orientación que los otros suponen que ha tomado durante un contacto particular. La cara es una imagen del si mismo delineada en términos de los atributos sociales aprobados – aunque también es una imagen que otros pueden compartir, como ocurre cuando una persona se desempeña bien en relación a su profesión o religión al hacer una buena demostración para si mismo.” (p. 5)

Hay que imaginar todo encuentro en el orden de interacción como una aventura no exenta de peligros, un desplazarse por la cuerda floja, ya que siempre existe el riesgo de que lo dicho o hecho durante ese tiempo haga peligrar las expectativas que tiene alguien con respecto a los otros y viceversa. Todo movimiento en falso puede afectar la cara que nos acompaña y presta un valioso servicio, hasta el extremo de que alguien la puede perder, y recuperarla nunca es tarea sencilla. Un especialista (Ho, 1976) en el tema explica que la cultura china posee dos términos para  lo que los occidentales llamamos “la cara”: 

“mien-tzu ‘representa la clase de prestigio que se enfatiza en este país [Norteamérica]: una reputación conseguida a través del desempeño en la vida, mediante el éxito y la ostentación’ (Hu, 1944, citado en Ho, 1976, p. 867) y lien, por otro lado, ‘representa la confianza de la sociedad en la integridad del carácter moral del yo, cuya pérdida hace que sea imposible para él funcionar adecuadamente en la comunidad’.” (Ho, 1976, pp. 867-868)

La contribución goffmaniana (1967) al análisis de “la cara” es postular su carácter semiótico y no físico, ya que en un encuentro “la cara de la persona claramente no es algo que esté ubicada en o sobre su cuerpo, sino algo que se localiza difusamente en el flujo de los acontecimientos en el encuentro” (p. 7). Lo fundamental entonces es cómo son “interpretados y leídos” dichos acontecimientos en relación a las “valoraciones expresadas en ellos”. Cabe una última aclaración antes de ir a la ocasión televisual en la que corre un serio riesgo la cara de un diputado ambientalista y crítico de las medidas pandémicas tomadas en Uruguay, y en el mundo. Si observamos los comentarios al programa PeB del 05.06.22, en el canal de YouTube de Canal 10, veremos que muchos, la mayoría son favorables al desempeño de César Vega en esa ocasión. En cambio, si entramos al sitio web donde están los programas de ese canal ocurre lo contrario: hay burlas y ataques al legislador invitado y entusiastas elogios a los parroquianos televisuales que lo cuestionaron duramente. Podemos predecir con escaso margen de error que  la evaluación recibida depende del público ante el cual se habla. Ese fenómeno corresponde al mien-tzu o grado de aceptación de la persona: “la cantidad de mien-tzu  de una persona  usualmente varía según el grupo con el cual está interactuando (…) y de acuerdo a la situación social en la que interactúa” (Ho, 1976, p. 869). Cuando utilice en mi texto el concepto analítico de “la cara”, éste debe entenderse como una combinación de la humanidad básica que le permite funcionar a la persona en sociedad (lien) y también de su prestigio social (mien-tzu). Será este último componente de la cara de César Vega, lo que el diputado corre el serio riesgo de perder como efecto de la escabrosa interacción entre el invitado a PeB y los parroquianos profesionales que lo interpelan. Los lectores y/o espectadores de esa emisión podrán juzgar si Vega salvó o no su cara esa noche, y obviamente también pueden evaluar qué ocurrió con la cara de los participantes estables de ese bar ficcional de TV que lo enfrentaron con diversos grados de hostilidad. 

Así en la commedia dell’arte como en Polémica en el Bar edición pandemia forever

Pienso que para presentar al elenco estable de esta versión televisiva del Teatro de la Pandemia, el único espectáculo que nunca cierra y siempre puede ampliar sus funciones, puede ser una buena idea retratar a cada miembro con una frase que pronunció la noche en que invitaron al legislador César Vega, quien, como comentó un buen amigo, no tuvo un buen día. Quiero destacar que considero una misión casi imposible el salir ileso o siquiera bien parado, cuando se es avasallado por un enjambre implacable como el que anima cada emisión de este info-entretenimiento llamado Polémica en el Bar (PeB). El objetivo del formato es tener al espectador atento entre inmensas tandas, para descerrajar sobre su decaída atención otra tanda más al regreso, a saber, la dramatización del dogma covidiano que todos deberíamos saber cumplir. 

La commedia dell’arte es una forma teatral italiana que se originó en el siglo 16, y  que contaba con un elenco fijo de personajes o estereotipos sociales fácilmente reconocibles por el público como Arlequín,  Colombina y Pantaleón. Ese funcionamiento se asemeja al que exhiben los personajes regulares de PeB. Veamos entonces los signos que ellos usaron en esa ocasión, en la producción local de esta forma dramatúrgica y televisual, que desde marzo de 2020 pone en escena entre risas y comentarios banales la interminable escena grotesca de la pandemia:

Jorge Piñeyrúa (JP): “¡Quiero meterme en el tema de la pandemia!” 

El motivo aparente de tener como único invitado a César Vega (CV) en esa ocasión era la efeméride del Día Mundial del Medio Ambiente, según se anunció al inicio del programa. Pero no tarda mucho el conductor JP en poner de manifiesto el verdadero motivo de la presencia del diputado ambientalista. Se trata de sacarlo de ese ambiente en el que se mueve con soltura – su visión sobre lo que beneficia y lo que daña el entorno natural – para derribarlo y hundirlo en la ignominiosa fosa destinada a los negacionistas, en los medios más poderosos. Repetidas veces el conductor expresa ese deseo: quiere que CV les hable de su posición al respecto de la Covid-19. De modo casual, le dice luego: “Estabas en contra, corregime, de los Tests PCR, de los tapaboca, de la vacuna, hasta de la pandemia…” Con cordialidad y sin criticarlo en ningún momento, es el conductor quien prepara el terreno, para lo que será una auténtica tentativa de demolición de la cara de CV. El motivo es claro y simple hasta la tristeza: lo que sobreviene al instalar ese tema que, claramente, es ajeno a la efeméride es “una discusión picante”, como el propio JP se encarga de describirla con satisfacción, antes de ir a una pausa comercial. 

Juan Miguel (JM): “¡Hay que tener cuidado con lo que se dice!” 

La frase en este caso le hace honor a la banalidad de buena parte de lo conversado ese día y cualquier otro también. Pero lo irónico no captado por este parroquiano, que es uno de los que ataca con vigor al invitado, es que ese principio no ha sido tenido en cuenta en absoluto por el enjambre periodístico, en estos últimos dos años y medio. De haber tenido un mínimo de “cuidado” periodístico, existirían abundantes  ejemplos de investigación, de exposición crítica de la información pandémica, habría un potente contraste entre diversas apreciaciones científicas, políticas y sociales de las medidas pandémicas tomadas por el gobierno. En fin, la advertencia lanzada contra CV, bien puede caer sobre las cabezas de todos los allí sentados, ya sea como informadores o como encargados de entretener. El enjambre no ha demostrado en absoluto actuar con cuidado con lo que dice; ha estado demasiado preocupado en mantener las filas cerradas, como si de una formación militar se tratase. Su lema no escrito pero seguido al pie de la hipodérmica es: prohibido desviarse del libreto consagrado por Ciencia, Política y Sanidad.  

Robert Moré (RM): “¿Vos no hablaste de la plandemia?

Este personaje despliega una mínima actuación ese día. De todos modos, él hace su pequeña contribución al arrojarle dardos pequeños, para que CV se hunda un poco más en la grieta que programas como éste han cavado para ocultar a quienes no adhieran con fervor o indiferencia a la mayor historia sanitario-política del siglo 21. Estos disidentes deben ser vistos como seres perturbados, irracionales, incapaces de entender lo que más importa repetir cada día: sólo nos salvamos siguiendo protocolos cambiantes y arbitrarios pero siempre justos y necesarios. 

Patricia Madrid (PM): “Yo elijo creerle a la Ciencia, a nuestros científicos y a nuestros investigadores, que son personas serias y reconocidas a nivel internacional. ¡Entonces, me quedo con eso, y no con los agoreros de cafetín! ¡Esa es mi elección personal!” 

No hay duda, ella es la más aguerrida de los integrantes del enjambre ese día. Elegí esa cita, que es muy leve en comparación con el muy duro ataque que acomete  luego contra CV, porque hay algo llamativamente falso en el cierre de su afirmación. Seguramente, PM ignore la falta de veracidad de esa frase, pero eso sólo lo vuelve algo más preocupante aún, cuando viene de una periodista. En verdad no, no es esa su elección personal en absoluto. Todo lo que ella dirá ese día, y lo que ha estado diciendo desde el lejano 13 de marzo de 2020, como una obediente integrante de la formación en enjambre, es el resultado inocultable de una sumisión unánime y corporativa a un mandato que llega de lejos y con gran fuerza de persuasión. Todos los allí reunidos han sido reclutados para sembrar el terror covidiano, para preparar y predisponer a la sociedad que los ve y escucha a diario, para que la población reciba alborozada la llegada del mesías vacunal, junto a las otras medidas salvíficas descritas en los protocolos. No es posible negar el evidente orgullo con que la única mujer del elenco se expresa, al exclamar que ha elegido seguir ese camino. Pero tampoco es posible negar que se trata de un síntoma de la notable ceguera del enjambre periodístico, de la falta absoluta de reflexividad, de la arrogante negativa a pensar en todo lo que no sabe sobre el complejo universo pandémico. 

Nicolás Lussich (NL): “Los niños, los jóvenes, los adultos son todas personas inteligentes, y andar asustando a la gente con panfletos lo puede hacer cualquier persona.

Muchas veces esa noche este periodista – una de las voces menos agresivas, y más razonables hasta cierto momento del programa – le hace esta curiosa advertencia al invitado CV: él debe abstenerse de atemorizar  al amable público. Pero no es otra cosa lo que han hecho NL junto a todos sus colegas periodistas, con poquísimas excepciones, desde el inicio mismo de la emergencia sanitaria. Como botón de muestra menciono las diversas estrategias para sembrar el terror en informativos televisivos y otros programas, que analicé en la revista en 2020, en varias oportunidades. Además, en esa afirmación de NL, tal como ocurre en el caso de la cita de PM, él columnista de Subrayado comete un llamativo error: no puede asustar a la población “cualquier persona”. Son las personas que cuentan con el dispositivo de gran amplificación y difusión que son los medios masivos quienes sí poseen esa capacidad o poder social y cultural. Otra muestra de la flagrante ceguera que ocasiona el operar como parte del enjambre periodístico es el que un personaje con fuerte presencia en los medios le reproche a un político que sustenta una posición no sólo minoritaria, sino casi imperceptible, como se lo recordará con ferocidad PM, que no debe atemorizar más a la gente. Quiero destacar que en su reiterado pedido de que el diputado explique o fundamente sus afirmaciones sobre la vacuna contra la Covid-19, NL actúa de un modo positivo, que es la antítesis de este otro reiterado e inexplicable reclamo, por venir de quien viene. De todos modos, sería oportuno que los lectores revisen los programas de PeB almacenados en YouTube, para verificar si cuando acudieron – como lo hicieron en gran número – los voceros de La Ciencia, estos fueron interpelados con el mismo talante crítico y duramente indagador con que lo fue el ambientalista invitado.

Julio Ríos (JR): “Ahora, hay una realidad, ¿cuántas personas se salvaron por la vacuna? Hubo daños secundarios en algunas personas, sí! ¡Correcto, siempre los ha habido! Este es un tema que me permito hablar porque lo he estudiado, lo he leído mucho. Ahora sobre el tema de la vacuna, pongo también del otro lado de la balanza,  ¿cuánta gente se salvó producto de tener vacuna?”

La extensa cita de este parroquiano ducho en deportes se justifica, porque dice algo revelador para este análisis: “hay una realidad”. Claro, para una enorme porción de la sociedad esa realidad única es la que les llega de pantallas y parlantes cada día, durante muchas horas. Lo real que no es admitido por los celosos guardianes apostados a la entrada del universo mediático es como el aplauso de una sola mano, es decir, no es. Por algún motivo, el discurso de JR despertó en mi memoria de televidente infantil la frase de un animador que le hablaba a ese público televisual cada tarde, a la hora de la salida de la escuela. Me permito modificar y adaptar un poco su habitual consejo cotidiano-escolar: ‘¡Pórtate bien, acata nuestra única realidad, te lo dice tu amigo Pilán!’ Los que ocupan esas mesas en el bar de mentira de PeB son los mercaderes de lo real; el nivel más duro de la realidad es la operación mediática que, en este caso, consiste en el casting, en la selección de estos personajes, para poblar este estudio disfrazado de bar. Lo único que importa es su estilo, su previsible y cuidadosamente medida divergencia del discurso que debe decirse y repetirse hasta la náusea sobre todo lo que debe importarnos en la Nueva Normalidad: milagrosas vacunas, inexistentes efectos secundarios, eficaces tapabocas, salvadora distancia social. Puede sentirse orgulloso JR de pertenecer al nutrido enjambre de heraldos nuevonormales.

Extraña transformación de un tolerado ambientalista en un abyecto negacionista 

Como en la novela victoriana El extraño caso del Dr. Jekyll y el señor Hyde de R. L. Stevenson (1886), y en los varios film clásicos que ella inspiró, en el tercio final de la casi dos horas de duración del programa PeB– larguísimas tandas incluidas – la intervención de PM nos ofrece el cruento espectáculo de la metamorfosis del Ing. Agr. ambientalista César Vega en una criatura abyecta y despreciable: el desvergonzado legislador negacionista. Esto ocurre por obra y gracias del agresivo discurso de la mujer.  

Durante la primera parte de debate sobre el efecto tóxico del herbicida glifosato, según CV, y de sus importantes beneficios, según NL, la integrante femenina del enjambre que se encarga de hacer el ataque más furibundo no dejó de mirar y supongo de escribir en su teléfono celular. Dudo, no obstante, que PM no percibiera la táctica empleada por el diputado CV, porque era del todo reñida con la ley no escrita de la nación que Real de Azúa (1964) caracterizó como el reino republicano de la medianía. Seremos todos amortiguados en nuestro posible destaque en cualquier campo, esa es la ley (no escrita) primera. Y así tiene lugar muchas veces el mesocraticidio autoinfligido del diputado Vega, como puede apreciarse en este par de ejemplos: 

“De repente Uds. están ignorando lo que yo sé”; “Yo no puedo discutir con semejante nivel de ignorancia que estás demostrando cuando no entendés que VAERS o CDC está llevando los muertos por cualquier vacuna aplicada desde 1988.”

No sólo CV no define lo que significan esas iniciales de instituciones de EEUU, que seguramente son del todo desconocidas para el grueso o para la casi totalidad de espectadores de PeB, sino que descalifica el conocimiento de los parroquianos estables con actitud exasperada y un aire de inconfundible autosuficiencia. Si esa actitud no es aconsejable para cualquier orador, porque va en contra la captación del buen ánimo de sus oyentes, en Uruguay, el adoptar esa actitud de superioridad constituye un crimen de lesa mesocracia. De ese modo, aumenta gradualmente la temperatura de los intercambios entre CV y los demás parroquianos.  Y llega por fin, el momento “picante” de PeB, tal como lo deseaba desde el comienzo su conductor JP. En verdad, más que él, lo requería el formato televisivo, el molde de la realidad representada ese día y cada día en que se lo emite. Creo justificada la extensa cita que sigue, y que reproduce el ataque despiadado que emprende PM contra el hombre de aspecto campesino que está sentado precisamente frente a ella, al otro lado del espacio en el que se mueve el presentador de PeB:

PM: “Yo he escuchado atentamente lo dicho por Vega, y lo vengo escuchando desde que comenzó esta pandemia en 2020. Y la verdad es que me parece una absoluta falta de responsabilidad de su parte, legislador, Ud. es un legislador de la república, que no ha hecho otra cosa desde que empezó la pandemia que desinformar, desestimular las medidas tomadas por este gobierno, promover medidas que iban en contra de la salud pública. ¡Ha sido realmente, y se lo digo con el mayor de los respetos ha sido una verdadera vergüenza su actuación como legislador, una verdadera vergüenza! Lamentablemente, digo, lamentablemente cuando hay desinformación, de este lado lo que tenemos que promover es que haya información en la ciudadanía Ud. esos datos que dice estar extrapolando de EEUU no tiene prueba alguna Ud. no ha demostrado lo que dijo sobre los jóvenes o niños que se han visto afectados por el, digamos, que hayan quedado como consecuencia afectados por la vacuna contra el Covid.  Ud. no ha demostrado nada de eso, lo que nos ha mostrado de una forma absolutamente irresponsable y faltándole el respeto al parlamento de la República, han sido personas supuestamente imantadas. No sé si Ud. se acuerda cuando mostró personas con cucharas en el pecho honestamente, de la edad que tengo, no recuerdo una falta semejante de irresponsabilidad (sic), una falta de respeto semejante, a nuestro parlamento y a lo que representa nuestro parlamento. Yo creo, y se lo digo con el mayor de los respetos, Ud. es un error de nuestra democracia.”

Impresiona no sólo la virulencia que despliega en toda su intervención PM mediante esta acumulación de golpes de efecto dirigidos contra la persona del único invitado de esa noche, sino la inmovilidad y aparente ajenidad del blanco de esas grave descalificaciones. CV se limita a tamborilear su mesa con la mano izquierda, mientras observa con expresión seria pero inmóvil la durísima descarga retórica en su contra. 

El visible propósito de la única mujer en ese bar de televisión es liquidar la cara de quien había terminado su exposición hablando de la existencia de “un muerto por día a causa de la vacuna (contra la Covid-19). Imagino que el deseo de PM es emular la imagen pictórica de Salomé, cuando la joven presenta orgullosa la cabeza de Juan Bautista en una bandeja. Con gélida cólera, la periodista intenta cercenar la cara que trajo a ese encuentro este invitado, para conseguir así su mayor deshonra y oprobio. Por eso es curiosa la reiteración de “el respeto” que ella afirma tener por el hombre que la mira impávido. Las invectivas que le dirige a CV son una demostración flagrante de que lo que la parroquiana de PeB menos siente en relación al diputado es respeto. Hay una contradicción notoria en el hecho de que PM lo diga con tanta convicción, mientras sus palabras procuran hundirlo en la viscosa ignominia. 

Como un experimentado sicario mediático, la mujer procede a disparar frases que son letales para la honra del otro, y lo hace con absoluta calma y falta de exaltación en el tono usado. El formato del programa aprecia ese desenlace deshonroso para CV, incluso la banda sonora se hace eco de la tremenda golpiza interaccional que recibe sin pausa el invitado. Como un eco melodramático, se oye un acorde musical grave, que destaca un golpe particularmente feroz que le asesta al otro. Solemne, PM lo mira fijo mientras intenta una y otra vez destruir la cara que CV llevó al programa – la cara de invitado/legislador ambientalista/crítico válido de las medidas pandémicas – para que el público sólo vea en él a un bufón que ha ingresado al Parlamento nacional por una falla o un lamentable accidente del sistema democrático. Ella desea que la cabeza de CV termine encajada dentro del cepo televisual, para que desde sus hogares, los espectadores le arrojen piedras virtuales, o mejor aún lo cubran con el más completo desprecio. De sus ojos salen destellos: lo acaba de llamar, además de ignominioso, falsario, transmisor de inventos para impresionar al incauto, un estafador infiltrado en el Poder Legislativo. La suya es una performance teatral sobreactuada: incluye pequeñas pausas, como si no encontrase el grado de indignación justo con el cual infligirle la mayor humillación posible al invitado. 

Mientras cae esa lluvia de golpes bajos, CV tiene una actitud de calma zen o de resignación. Cuando es agredida la cara de alguien en un encuentro, ya sea en televisión o en la vida cotidiana, como ocurrió ese día en PeB, no hay salida fácil para el destinatario del ataque. La respuesta que encuentra el agredido es volver a usar la descalificación del saber del otro junto con la exaltación del saber propio, como ya observé antes, eso es un delito capital en Mesocracia, el paisaje mítico de la nación uruguaya: 

CV: Bueno, yo lamento mucho tu profunda ignorancia

PM: Sí, sí, probablemente la tenga 

CV: Yo te escuché con el respeto que te merecés, lamento mucho tu profunda ignorancia, porque los periodistas deberían estar bastante más al tanto, de lo que tú estás, y te lo voy a contestar con un par de ejemplitos nada más.

El legislador procede a mencionar algunos casos que él afirma conocer de la adhesión de metales al cuerpo, por causa de elementos presentes en la vacunación contra la Covid-19. Más relevante que la defensa esgrimida por CV, es la frialdad y silencio ensordecedor de la mujer que lo increpó, cuando él la invita a ir a ver al niño que quedó postrado tras recibir la segunda vacuna. Esa propuesta no merece siquiera un gesto de PM, quien lo mira fijo y con fiereza; ella debe temer, supongo, que se debilite el personaje que armó para esa dura performance. 

Y se impone una pregunta clave para el cierre de esta sección: ¿perdió o no perdió la cara el invitado que fue acribillado de desprecio y rechazo, descalificado como payaso, como un irresponsable desinformador? Si aceptamos el terrible veredicto de la mujer, César Vega sería en resumen la antítesis o el enemigo del buen y confiable periodismo que, según afirmó PM, ella y sus colegas representan de forma homogénea y poderosa. Dejo la respuesta a la consideración cuidadosa, empírica y razonada de cada uno de los lectores de este ensayo. Sólo quiero agregar que a pesar de los varios errores retóricos en los que incurre CV esa noche de mala televisión, veo en él la imagen de un atribulado David en desigual combate contra el Goliat de la masa unánime y obediente de transmisores profesionales de la buena nueva pandémica que vino de muy lejos. La victoria contra ese enjambre de voces unánimes es el estar ahí, el hecho de resistir todos esos rounds de golpes de violencia creciente, sin casi inmutarse.

Epilogo: visión melancólica y final del enjambre periodístico

Antes escribí que de todos los presentes, fue NL, el columnista económico del informativo de Canal 10, quien se mostró más comprensivo y razonable en sus preguntas y reclamos de explicaciones que, en verdad, CV no dio ese día. Pero hay algo muy preocupante, que traigo ahora a colación para el epílogo de ese melancólico despliegue de un despiadado enjambre de personas que deberían buscar, indagar, investigar – como alguno de ellos dijo esa noche que hacía. La falta más notoria es el no preguntarse por qué no hubo ni hay todavía un solo debate genuino sobre los factores en el origen de esta decretada pandemia, y en las medidas y soluciones que han traído aparejada las decisiones más políticas que sanitarias. Justamente, es Nicolás Lussich quien acude en apoyo del furibundo ataque descalificador de su colega y co-parroquiana Patricia Madrid, y él lo hace de este modo entristecedor por su exhibición de ceguera profesional y de adhesión dogmática al credo covidiano:

NL: “Yo al planteo que hizo Patricia no tengo más nada que agregar, porque me parece muy profundo y totalmente compartible.”

Podemos describir, es cierto, de muchas maneras el discurso que le propinó la periodista del grupo al ambientalista y legislador, pero “muy profundo” no es una de ellas. De hecho, hay un absoluto repudio de todo lo que, según PM, este hombre de campo representa, y una autoproclamación de ella misma y de los otros integrantes del enjambre como los únicos que detentan la información buena, confiable y sólida. Y a ese ataque, este columnista lo describe como completo y muy profundo. Sí debo coincidir, en cambio, con su juicio en un solo aspecto: lo dicho por PM le pareció “totalmente compartible”. En esa creencia y conducta consiste precisamente el modo de funcionar del enjambre de periodistas de los medios de comunicación de mayor alcance, desde que se decretó la emergencia sanitaria, y más aún luego de la proclama presidencial de “la Nueva Normalidad”, el día 17 de abril de 2020.

Aunque luego NL diga que le tiene respeto a CV (“porque sos una persona de la política y del movimiento ambientalista”), su frase parece vacía de significado. También la utilizó antes, en varias ocasiones PM, mientras apuntaba a demoler la cara del diputado y le lanzaba juicios despreciativos y destinados a humillarlo delante del público televisivo. De nuevo, y dejo esta reflexión para el final, no se priva este periodista de fuerte presencia mediática de reprocharle a CV una vez más que él no debe sembrar el miedo (“no hacer panfletos y asustar a la gente con palabras difíciles”). Y agrega con el mismo tono severo que tampoco debe CV incentivar la duda entre los jóvenes: 

NL: “Todos estos discursos, planteados como tú los planteas (habló antes de lo difícil que es interesar a los jóvenes a estudiar las disciplinas duras – física, matemática, química ) planteos como el tuyo hacen una cosa muy negativa, porque tienden un manto de sospecha cada vez que aparece una molécula. ¡Hablás de nanotecnología y todo el mundo ah!

Sin duda, César Vega esa noche no se lució como expositor de la información alternativa que no puede no despertar saludables sospechas y críticas razonables, en relación a la política sanitaria que rige en el mundo desde 2020, y que debería conducir a la humanidad no al miedo sino a la discusión, al debate ampliamente informado y a la reflexión.  Eso es un hecho innegable. Pero también está más allá de toda duda, para quien observe este programa de entretenimiento periodístico que los personajes fijos, como en la commedia dell’arte llevan adelante una pantomima de objetividad y seriedad, cuya finalidad, sean ellos conscientes o no, es que no se cuestione absolutamente nada sobre ese cuento que no dejan de contar en cada uno de los programas a los que ellos tienen exclusivo y constante acceso. El enjambre que hoy funciona como periodismo impide que la duda, la investigación, la reflexividad sobre el modo unánime y anti-debate que han adoptado los medios masivos se convierta en un tema digno de tratamiento mediático. Hasta que eso no ocurra, sólo veremos y escucharemos el canon covidiano como “la única realidad”, al decir de uno de los parroquianos de ese animado bar de mentira en la televisión. 


Referencias

Andacht, F. (2021b). El parresiasta, el debaticida y el demonio del dualismo

eXtramuros revista (21/11/2021) https://extramurosrevista.com/el-parresiasta-el-debaticida-y-el-demonio-del-dualismo/

Andacht, F. (2021a). Sobre canallas, censores y el ruidoso silencio indebido en Pandemia

eXtramuros revista (06/06/2021) https://extramurosrevista.com/sobre-canallas-censores-y-el-ruidoso-silencio-indebido-en-pandemia/

Andacht, F. (2020b). Largo viaje del miedo hacia la razón. eXtramuros revista (29/08/2020) https://extramurosrevista.com/largo-viaje-del-miedo-hacia-la-razon/

Andacht, F. (2020a). El nada discreto desencanto de la unanimidad

eXtramuros revista (06/06/2020) https://extramurosrevista.com/el-nada-discreto-desencanto-de-la-unanimidad/

Goffman, E. (1967). On Face Work. An analysis of  ritual elements in social interaction. En Interaction Ritual. Essays on face-to-face behavior. (pp. 5-46) New York: Pantheon Books 

Ho, D. Y. (1976). On the concept of face. American Journal of Sociology 81 (4): 867-884.

Real de Azúa, C. (1964). El impulso y su freno. Montevideo: Ediciones de la Banda Oriental

Programa televisivo:

Polémica en el Bar (05.06.2022, Canal 10) Ver en: https://www.youtube.com/watch?v=CU-Vr2SaNq4

https://www.canal10.com.uy/cesar-vega-polemica-el-bar-n870511