Tres “filósofos” del poder repiten la propaganda de las corporaciones farmacéuticas como si fuera pensamiento
ENSAYO
Por Aldo Mazzucchelli
La agencia de noticias Europa Press, de la derecha española más rancia -si, claro, la derecha sistémica también es pilar de la Ortodoxia Covid-, propiedad original del Opus Dei, hoy en manos de la familia Martín Caviedes, ha armado un enlatado “filosófico”, que en realidad no es otra cosa que un conjunto de opiniones propagandísticas a las que se suman descalificaciones e insultos genéricos.
Ni corto ni perezoso el sitio Montevideo.com -que representa bien la agenda globalista- ha repetido verbatim el brulote propagandístico, igual que lo han hecho larazon.es, tribunasalamanca.es, infolibre.es, cope.es, cordobabn.es, diariosigloxxi.com, periodicocorreo.mx, tribunavalladolid.es, etc, etc., etc. El “pensamiento” de la Ortodoxia Covid tiene eso: es oficial, emitido centralmente, y repetido por repetidores en todas partes, diciendo siempre lo mismo, una y otra vez.
La agencia Europa Press es vocera, por supuesto, de la ideología supresiva de la opinión ajena y censuradora propia de los “factcheckers”. En particular, emplea para sus “desmentidos de fake news” que puntualmente, siempre, coinciden con la visión oficial sistémica europea actual, a una agencia llamada Verificat, que se forma parte del grupo Poynter (dinero de Gates) y además recibe financiación directa de la Open Society Foundation de George Soros.
Vayamos al contenido “filosófico”. Los nombres usados por Europa Press para ello son el de Victoria Camps, miembro activo del Partido Socialista de Catalunya y de la izquierda catalana más tradicional. Fernando Savater -los redactores de Montevideo Portal ponen Francisco en la apertura de su copia- es un viejo conocido de los medios, que ha repartido su opinión, siempre amena, por todas partes desde al menos los años 80. En cuanto a Javier Gomá Lanzón, a quien he conocido y con quien compartí un buen día en Providence hace tiempo cuando lo invitamos a la universidad en que yo trabajaba en esa ciudad, es un filósofo interesante, de “derechas” probablemente, si hubiese que etiquetarlo -hoy tal vez ya globalista a secas-, pero un hombre sin duda inteligente.
Los tres son hechos coincidir -por efecto de una maniobra propagandística- bajo un mismo titular, y pareciera que los tres dicen lo mismo. Lo que se los hace decir -luego de la edición a que los somete Europa Press- es fundamentalmente una colección de insultos y descalificaciones a quienes piensen distinto, a lo que se suma un conjunto de generalidades que no encaran los problemas que realmente habría que debatir.
Resumo:
Los que estaríamos “asociados con el negacionismo” (negar “las vacunas” según estos agitadores, lo cual, no olvidemos, conecta implícitamente con negar el Holocausto), somos según Savater “irracionales“, y “un conjunto de chalados“. Además agrega una amenaza: “todas las acciones tienen consecuencias…“. La amenaza se formula así: “uno no puede querer realizar acciones contra lo que la sociedad pide, como no vacunarse, o incluso, contagiarse, y esperar que los demás le sigan a uno cuidando como una persona libre y responsable“. Traduzco: si no haces lo que las farmacéuticas y un conjunto de corruptos exige, con los grandes medios presentando eso como el deseo “de la sociedad entera”, entonces te podemos encerrar, vacunar de prepo, o lo que los poderosos quieran.
“Lunáticos” es el adjetivo que en lugar de argumentos arroja Javier Gomá Lanzón contra quienes presentamos las opiniones científicas y médicas que Gomá quiere censurar; y luego el coyuntural propagandista agrega que somos “mentalidades infantiles y supersticiosas que necesitan maduración emocional y mental“, y asesinos indirectos (“colaboradores de homicidio involuntario“).
Además, los contrarios a la ortodoxia “no razonan, no piensan, no relativizan incluso las necesidades de cada momento“.
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En un tiempo, la filosofía consistía en evitar rigurosamente los insultos, sustituyéndolos por argumentos.
En materia de argumentos propiamente dichos, repasemos los que, según la edición a que los somete Europa Press, tienen para aportar estos tres ciudadanos.
De los tres, los disparates más evidentes los dice Camps. Comienza afirmando que las medidas “han sido proporcionadas al peligro“. Sin embargo, no podemos evitar observar que de resultas de esta situación sanitaria, exageradamente calificada de “pandemia”, ha muerto oficialmente (y esta es, desde luego, la mentira básica, pues se ha admitido ya oficialmente que se trata de una cifra groseramente inflada) algo más de cinco millones y medio de personas de un total de 8 mil millones que tiene la tierra (0.06% de la población).
Para poner un poco de contenido sustancial al nulo que ofrecen estos propagandistas involuntarios de Pfizer y Moderna, recordemos lo que sintetizaba sobre una pandemia digna de tal nombre Emmanuel Le Roy Ladurie (en Le Nouvel Observateur del 12 de abril de 1976): “A partir de 1348, la catástrofe es atroz: es similar a un genocidio. Es equivalente a lo que haría una guerra atómica del mismo calibre en nuestra época. En Italia, Francia, los países germánicos y los países anglosajones, del 30 al 50% de la población, a veces, fue exterminada durante el año 1348 aproximadamente (…). Imaginemos hoy una hecatombe de 20 millones de franceses. Tendremos una buena idea (proporcionalmente) del cataclismo al que se enfrentaron nuestros predecesores en 1348”
¿Debemos, a nuestro turno, recordar de nuevo que en 1918-19 la “gripe española” mató entre 50 y 100 millones de personas, con una población total en la tierra mucho menor que la de hoy?
Pandemias eran las de antes.
Luego, Camps ejerce el pedacito de filosofía que tiene para ejercer, enseñándonos que todas las libertades admiten algunos límites, como si eso fuese un punto muy interesante y que agota la discusión. Pero, desde luego, hay que estar muy desprevenido para considerar que eso es decir algo. Lo que hace Camps es solo afirmar un principio general sobre el que todo el mundo está de acuerdo. Pero afirmar un principio general no prueba nada respecto de su aplicación en determinado caso particular. El punto no es si las libertades individuales pueden o no ser limitadas, lo que es una verdad de Pero Grullo que nadie nunca discutió. El punto es qué libertades son limitadas, y por qué causa.
Pero claro: hay que mantener la discusión en el lugar de la “moral”, y en consecuencia hay siempre que presentar a los “antivacunas” como locos irresponsables y sociópatas, para no tener que discutir de datos ni de intencionalidades ni de efectos concretos.
En el colmo de este falseamiento retórico/didáctico de la filosofía, y en un conmovedor esfuerzo por ejemplificar la misma idea, Fernando (que no Francisco) Savater nos recuerda que la libertad de circular está limitada por los semáforos…
Sobre la proporcionalidad y eficacia de las medidas dictatoriales, dañinas, e ineficaces impuestas y que se busca imponer (como veremos, Gomá quiere acusar de homicidas a quienes no de vacunen…), Camps ni Savater ni siquiera empiezan a hablar.
Es lógico que no lo hagan, pues si lo hiciesen tendrían que bajar su esquema escolar a la realidad y debatir cuál es la tasa de letalidad por infectado de la Covid, y cómo se exageró el recuento de los muertos Covid para así justificar la alarma pública y las medidas tomadas.
En efecto, esto último ahora es verdad oficial. Nuestro propio Presidente Lacalle salió a reconocer hace dos semanas que la mayoría de los “muertos Covid” que nos declara el SINAE no lo son en realidad, cosa que en esta revista argumentamos desde abril de 2020…
Por tanto, ¿cuál es el “peligro” al que se refiere la señora Camps? De eso no puede hablar ella ni Savater ni Gomá, pues la única palabra que repiten estos filósofos del poder es la oficial, y no van a someter esa palabra oficial a ninguna crítica.
Pero lo más notable es que Camps acusa a “los antivacunas” (otro término basura, sin ciudadanía filosófica) de estar “estrictamente politizados”. Es decir, ella, que es miembro (¿o será miembra?) vitalicio del muy rancio e hiperpolítico Consejo de Estado español, y ha sido vicepresidenta de la Asociación Federalistes d’Esquerres (Asociación Federalistas de Izquierda, catalanes por cierto), y senadora por el Partido de los Socialistas de Cataluña, dice que ella es la voz de la objetividad, y sus contradictores lo somos porque estamos politizados. Hablame de voz sistémica que invisibiliza el debate posible…
Después está Fernando Savater. Estatista de tomo y lomo, defiende que es el Estado el que tiene la obligación moral de salvarte de la muerte. Y nos explica que las medidas que toma el Estado se justifican pues “como es una responsabilidad del Estado ofrecer ese servicio, tiene también derecho a exigir ciertas conductas para evitar, en este caso, la saturación de hospitales“. Volvemos a marzo de 2020, cuando hacía falta quince días de aislamiento para “bajar la curva”. ¿Se acuerdan?
Esta es la curva que obtuvimos, gracias a las medidas estatales defendidas por Savater, en el mundo:

Fuente: worldometers.info sobre datos de OMS y autoridades sanitarias por país.
Quizá Savater se refiera al éxito de las medidas en España. Es este:

Fuente: worldometers.info sobre datos de OMS y autoridades sanitarias del país.
Ah, y de paso, aunque Savater y sus amigos no lo menten, he aquí el éxito del país modelo, Israel, luego de iniciar la epopeya de las cuatro dosis de Pfizer:

Los hipnotizados con la propaganda de las farmacéuticas dicen, al ver ese gráfico: “No, pero eso son los casos. Lo que hay que mirar son los fallecidos “por” Covid, y ahí verás que las vacunas, si bien no te salvan de infectarte, sí te salvan de enfermar gravemente o de morir”.
¿En serio?
Bueno, aquí tienes entonces el gráfico de muertos Covid por día en Israel, actualizado al 30 de enero 2022:

Ese es el éxito de las medidas tomadas: Israel, el país modelo de Pfizer que comenzó a probar el 4to refuerzo antes que nadie, está en un pico de muertes comparable al peor que haya tenido. España está en el pico máximo de casos de toda la pandemia luego de haber administrado en el rango de 300-329 dosis por cada 100 personas (esto es, un país con un promedio general de dos dosis de vacuna más un refuerzo).
Pese a ello, y a las políticas que defienden Camps y Savater, también España comienza ahora, además, con un nuevo pico de muertes “por Covid 19” (¿o será por los efectos secundarios de la vacunación?…).
La Ortodoxia Covid disfraza estos datos de muchas formas, pero los números son claros incluso para nosotros, los “chalados”.
En cuanto a Javier Gomá Lanzón, entre insultos y argumentos ad hominem, filtra algo sensato: que no se debe olvidar que la Constitución permite la limitación de algunos derechos fundamentales “por los estados de excepción y alarma”, pero -nos dice el redactor de Europa Press- Gomá “ha lamentado, como ya hiciera cuando se acordó, que su aplicación ‘por meses’, como se hizo en España, es ‘ilegal’ y ‘contrario a una sociedad democrática‘”.
Por lo menos Gomá piensa que hay que ponerle algunos límites al autoritarismo del Estado, y lo deja sentado. Su ataque hecho de adjetivos a los que queremos que se discutan en concreto la incoherencia completa de los números y las medidas tomadas exime de más comentarios. Espero que su desesperación íntima encuentre consuelo.
Puede que Savater, y sobre todo Gomá, hayan sido filósofos en algún tiempo -es decir pensadores independientes de los dictados del poder-, e incluso sigan siéndolo en el futuro en sus libros o ensayos. Pero en este caso funcionan como legitimadores de la propaganda de las farmacéuticas cuyo propósito único es hacer dinero imponiendo las así llamadas vacunas, cuya eficacia está destruida en todos los sentidos concebibles -salvo que, como hace el MSP aquí, se oculten los datos limpios y se manipule la información estadística. Pero como esto se ha convertido en una especie de partido de fútbol entre “pro” y “anti” vacunas, nadie va a mirar los datos sino que rechaza de plano lo que dice el “otro bando”. Así es imposible que se genere ningún “debate”, por más que se lo pida de la boca para afuera.