ENSAYO

Por Fernando De Lucca

¿Vamos a viajar? Los invito. Imaginemos el momento de la fecundación. Un óvulo es fecundado por un espermatozoide. Solo uno –tal vez alguno más en casos estadísticamente menores- llega primero para poder realizar este acto que es el principio de una vida. Imaginemos el momento exacto del encuentro entre estos principios femenino y masculino; estalla una luz. La luz indica que este acto fue consumado. Imaginemos y sigamos.

Ese ser ahora crece. Se desarrolla y se transforma dentro de un lugar seguro. Estable, benévolo y propicio, todo va transitando donde y como la naturaleza y su fuerza intrínseca han de llevarlo. Hay un orden. Nada puede impedir que esa sea la forma en que las cosas van ocurriendo.

Nacemos y muy tempranamente, corroboramos algo realmente extraño. La conciencia. Entonces es cuando nos damos cuenta que hemos recibido un regalo. Una gracia que no pedimos y que seguramente necesitamos aprender a usar. El regalo crea una trama, una trama que va a hacernos sentir unyo”.

No solo ese “yo” no existe así como tampoco la conciencia. Sin embargo es lo único que hace quetodo exista.

Siguiendo con el viaje, hay una relación entre la conciencia, ser yo mismo, y el todo. Sin conciencia no hay nada, con conciencia todo aparece. El regalo nos acecha en todo momento y no sabemos ni que es ni adonde nos va a llevar. Entonces, podemos hacer la penúltima consideración: responder a los acontecimientos que nos ocurren en la vida por el hecho de ser conscientes, va desplegando una condición humana que nos hace aún más humanos y es la responsabilidad.

La conciencia puede brillar o estar nublada y eso irremediablemente me hace ser o no ser responsable de mí mismo en relación con el todo.

¿Esa es la trama? La trama es inexistente en la dimensión material, es una realidad simbólica. La trama solo existe porque es la evidencia de que lo que existe, existe. Los espacios de la trama definen la ubicación de los hilos del telar. La conciencia no consigue en la mayoría  de los casos abarcar y comprender la trama, el todo parece inabarcable  por la conciencia y es así como la conciencia solo va a tomar contacto con algunos “trozos” de la realidad. El todo se convertirá en estos pocos fragmentos que mi ser considerará como existentes. Y así…solo podremos hacernos responsables de aquello que  nuestro yo conoce y reconoce, a saber…algunos fragmentos del todo.

¿Viajamos un poco más? Imaginemos que la condición humana es la última y más elevada evolución de la creación. La conciencia es su condición esencial. Naturalmente la condición humana hará que la conciencia sea llevada a expandirse hasta intentar percibir el todo. Tal vez esto sea raro y muy ocasional,… tal vez de esto se trata lo que hemos visto en los avatares de la condición humana que han sido tan peculiares en su aparición que han sesgado la historia. 

¿Qué sería necesario para que la conciencia se expanda hasta casi abarcar el todo? La libertad. La libertad es el motor de la intención de ser y tener una conciencia más amplia que intente abarcar el todo. Entonces, la libertad es el camino. Nuevamente, la libertad no existe como tal, es un componente fundamental en la capacidad de evolucionar en la conciencia del todo. Si la condición humana es el último escalón de la evolución, esta ha de tener la libertad de lograrlo.

Y ¿para qué? Pues esa es su condición. La condición humana posee la posibilidad lograr una responsabilidad absoluta sobre lo que es y sobre lo que hace, sobre sí misma y el entorno donde actúa y aún más; lo que imagina más allá de lo que puede ver. Es el amor. La trama de toda búsqueda, de aquello que tiene sentido parece ser el amor. 

¿Para qué? Para nada. Sencillamente para nada, una forma de abarcar el todo inabarcable…una forma de crear una trama única e irrepetible…