PORTADA

Por Fernando Andacht

Parece existir cierta disputa terminológica sobre cómo nombrar correctamente el masivo festejo del 8M, Día Internacional de la Mujer. La casi totalidad de noticias de 2023 utiliza el término “celebración”, pero algunos prefieren emplear la palabra ‘conmemoración’. El primer signo verbal remite a una fiesta, a un evento popular, muy concurrido, el segundo, en cambio, refiere a la “acción y efecto de meter en la mente completamente, acción de recordar a alguien públicamente.” El diccionario de la Real Academia reúne ambos signos en su definición de ‘conmemorar’: “Recordar solemnemente algo o a alguien, en especial con un acto o un monumento. Celebrar una fecha importante.” Un portal informativo y gubernamental de Chile se ocupa de tematizar esta distinción terminológica vinculada a la fecha del 8M en su título: ¿Por qué conmemorar y no celebrar? Y en el texto así designado, el Ministerio de Educación chileno brinda consejos al ciudadano para que no haga un papelón en esa femenina fecha: “No entregar obsequios en esta fecha, sobre todo si son regalos que perpetúan estereotipos y sesgos de género (flores, chocolates, electrodomésticos, etc.).” En lo que sigue, procuro dilucidar qué entraña el contraste no sólo entre estos dos signos verbales, sino el que surge entrre las ceremonias públicas que ponen en escena estas dos tan disímiles fechas de marzo, si se considera su producción mediática y política. 

¿Qué hay en marzo que se vuelve multitudinario un 8 y solitario un 13? 

Quiero detenerme ahora a reflexionar sobre el modo en que estas dos fechas fueron evocadas y tratadas por los medios. La del 8M lo fue con insistencia máxima y adhesión convergente y celebratoria. Como muestra del espectacular despliegue, recojo un titular del portal de internet La Red21: “Gigantesca multitud de mujeres marchó con poderosas proclamas” , y otro de la prensa escrita: “8M: una marea feminista se movilizó en Montevideo contra el hambre, la violencia machista y la opresión patriarcal” (La Diaria, 08.03.23) El énfasis en los mancomunados informativos de televisión fue puesto en la masividad del 8M local de 2023, en ese derrame femenino incontenible proclamado y exhibido con superlativa euforia, además de tenaces y serviciales drones. Las conductoras televisivas ataviadas de riguroso y ritual violeta fatigaban al público con exclamaciones de satisfacción cercanas al éxtasis. Esa incontenible alegría se debía a la multitudinaria muestra de rebeldía subvencionada por la máquina mediática y por suculentos fondos oenegéricos del mundo ancho y ya no tan ajeno, para mayor gloria de esta megacausa feminil. La audiencia televisiva tuvo así la ubicua oportunidad de mirar y admirar embelesada esa glorificación carnavalizada de la perspectiva de género, que vino a quedarse, para maltratar la ley y abusar de la justicia humana e imperfecta, pero ahora portadora de un flagrante sesgo de sexo. A como diese lugar había que exaltar “la cultura de la violación”, uno de los varios lemas enigmáticos que portaban con orgullo las miles de convocadas esa tarde y noche de marzo de 2023, en el Centro de Montevideo. Claro, también se trataba de condenar esa supuesta forma cultural, pero más que nada hay que exaltarla e imponerla en la opinión pública, porque eso rinde y justifica todo el despliegue humano que veíamos en las pantallas mañana, tarde y noche, antes y después del 8M. 

La otra fecha, en cambio,  el 13M inaugural de la declaración local de la pandemia, tuvo una cobertura más que acotada o esmirriada diría casi secreta, y muy parcial. Del lado del Poder, se escenificó con esmero la partida del Guerrero Glorioso y Sanitario, el hoy ex ministro de salud pública Daniel Salinas. Lo halagaron hasta el hastío los mismos convergentes parodistas mediáticos: “salió por la puerta grande”, decían sonrientes, en alusión a la aclamada y muy anunciada renuncia a su cargo del médico Salinas, a pesar de su buena imagen y del apoyo visible de los funcionarios de ese ministerio. Ellos fueron filmados para los informativos en el acto de aplaudir a Salinas con fervor, mientras éste dejaba definitivamente el edificio y el gobierno justo – ¡pero qué casualidad! – el día 13 de marzo. Esa fue la fase pública y más comentada del 13M, porque se dijo reiteradamente, como todo lo que se (les) permite comunicar a estos infracomunicadores, que se había considerado la idea de que este Samurái de túnica blanca se presentara como candidato presidencial por su partido en 2024. La también muy difundida noticia de que Salinas se había negado con insistencia a ese reconocimiento no hizo más que engrandecer su aura mediática y política: ¿quién sino un no-político genuino desperdiciaría su cuantioso capital electoral? Hasta ahí transcurrió la pequeña pero sentida celebración mediática del 13M, a través del elogio unánime del esforzado capitán pandémico-sanitario que, repitieron a coro los ya mencionados parodistas, consiguió llevar la nave sanitaria a buen puerto, en medio del violento huracán covillero. 

Pero me quiero ocupar aquí de una sigilosa conmemoración del 13M que tuvo como escenario local un espacio radial amparado por una barrera no sanitaria hecha de risas y de bromas guionadas. Tres años después del anuncio gubernamental de la emergencia sanitaria en Uruguay, sólo se puede hablar en serio sobre lo que ya se sabe que no ocurrió, pero de todo lo negativo que sí ocurrió y sigue ocurriendo sólo se puede hablar a pura carcajada. El ámbito internacional y mediático de un episodio de crítica a la política pandémica que elegí para comentar primero no casualmente también tuvo un marco humorístico y fue  protagonizado por un actor famoso, en un popular programa televisivo cómico de EEUU. La naturaleza inequívocamente cómica del monólogo de apertura a cargo de Woody Harrelson, el anfitrión invitado para la edición del 25 de febrero de 2023 de Saturday Night Live – un show de humor filmado en vivo, en la ciudad de Nueva York – no lo libró de una serie de descalificaciones y ataques a su persona por lo que dijo en esa ocasión. Quienes se encargan de jamás debatir sobre los protocolos sanitarios de la Covid-19 también se encargan de disparar sobre la reputación de quien se atreva a criticar esa política sanitaria global, aunque lo haga en broma, especialmente si ese acto cuenta con una considerable audiencia, como ocurrió en ese caso en EEUU. 

Cierro la introducción parafraseando algo certero que Foucault (El Orden del Discurso, en 1970) dijo hace medio siglo, y que ahora adapto a la estrategia de cancelación pandémica. Él habló de los artilugios con que la sociedad controla “la producción del discurso”. La comicidad, el hablar en broma es un amortiguador semiótico que sirve para dosificar la “temible materialidad” de las revelaciones de lo real que surgen sin cesar  sobre la verdad de la pandemia, eso que debe ser esquivado a todo precio, para mantener intacto el relato impuesto en 2020. La imagen repetida de kilómetros de mujeres en la fiera marcha del 8M bajo el auspicio de políticos, medios para su vociferado reclamo de justicia contra la totalidad del sexo opuesto contrasta con el mezquino espacio radial de un eficaz bufón cínico, que oficia a veces de lúcido y serio crítico de la Realpolitik sanitaria. Ese es el siguiente espacio mediático dedicado a la conmemoración del 13M a nivel local, uruguayo.  

También escribo abajo sobre cómo contrasta la masividad mediatizada y aplaudida con fervor del 8M de la acotada circulación de la carta abierta de una mujer que circuló en redes y en la prensa escrita el 13M. En marzo de 2020, su autora fue destrozada con ahínco, falta de evidencia y una maligna leyenda urbana por medios, política y ciencia cómplice no sólo como la supuesta paciente 0 de Covid-19, sino como la perversa mujer de clase alta que voluntariamente diseminó la muerte viral con indiferencia y sadismo, según lo analicé hace tiempo en esta revista.  

En resumen, este ensayo se ocupa de reflexionar sobre la contraposición que colocó de un lado  la exaltación unánime y mediática de una causa social que ya parece haber logrado objetivos notables, muchos de ellos justos y necesarios; y que del otro produjo la muy modesta evocación agridulce de los reales males pandémicos causados por la política convertida en autoritarismo sanitario, en un angosto corredor lateral de la comunicación  mediática. 

. Reacciones covidianas para conjurar el peligroso encanto de un monólogo cómico y crítico del cuento covillero frente a millones de televidentes

Para el lector local que no lo conoce, el programa cómico de televisión Saturday Night Live (de aquí en más: SNL) es producido en vivo por la cadena NBC desde 1975, y podría compararse con los uruguayos Telecataplum o Decalegrón. El rasgo de su emisión en vivo lo diferencia de aquellas producciones televisivas históricas de humor local, y además constituye un rasgo relevante para el episodio que voy a comentar ahora. Siempre un personaje conocido se encarga de abrir el show con un monólogo de 6 o 7 minutos. La noche del 25 de febrero de 2023, esa misión recayó por quinta vez, como él mismo lo menciona con orgullo, en el actor  norteamericano Woody Harrelson

Woody Harrelson como anfitrión del programa de SNL del 25 de febrero de 2023

Tras presentarse al público presente en el estudio de SNL como un “hippie pueblerino y reaccionario” (trad. aproximada de la expresión autodespectiva “redneck hippie”) que se jacta de amar a todo el mundo, ya sea republicano o demócrata. Ya próximo al final de su monólogo, el actor contó que al día siguiente de su última actuación en SNL, a fines de noviembre de 2019, él se dirigió al Central Park. Una vez allí, mientras fumaba un cigarrillo de marihuana, apoyado en un árbol, Harrelson dice que se dedicó a leer un guion de cine que él pasa a narrar:

Los cárteles de drogas más grandes en el mundo se reúnen y compran todos los medios y a todos los políticos y obligan a toda la gente en el mundo a permanecer encerrada en sus casas, y la gente sólo puede salir, si ellos consumen las drogas del cartel y siguen tomándolas una y otra vez.” 

Acto seguido, el actor comentó sobre la calidad o plausibilidad de ese imaginario guion fílmico, que, de modo evidente, remite a una visión crítica de la política sanitaria que se implementó en su país, y como sabemos, en gran parte del mundo durante la pandemia: 

¡Tiré el guion a la basura, porque quién podría creer en esa loca idea! ¿Ser obligado a consumir drogas? ¡Yo lo hago voluntariamente cada día!” 

El fin del monólogo de apertura de SNL retoma algo que el actor dijo al inicio sobre su dificultad para controlar el consumo de marihuana y de alcohol. El duro ataque de los medios en su país a Woody Harrelson por lo que él dijo en el cierre de su monólogo es un síntoma de que ni siquiera el humor explícito de ese stand up del actor funciona como protección, cuando sus destinatarios son numerosos. La audiencia que tuvo el programa esa noche superó los cuatro millones de televidentes. Bajo el título “Woody Harrelson disemina conspiraciones antivacunas durante monólogo en SNL. El anfitrión tiene una historia de extrañas afirmaciones anti-ciencia durante la pandemia de Covid,” en un medio de prensa supuestamente contestatario como la revista Rolling Stone, el periodista Marlow Stern escribió lo siguiente sobre su intervención: 

Durante su largo y divagante monólogo en SNL el sábado de noche, un Harrelson que estaba aparentemente bajo la influencia siguió por esas líneas. Después de un tortuoso relato sobre fumar marihuana (…) Harrelson se mandó una arenga sobre la pandemia. El autoproclamado ‘anarquista’ hizo una broma sobre un supuesto guion de cine, una clara metáfora de la pandemia, él dijo (El texto de la revista cita la descripción que dio el actor).

De modo perentorio, nos alecciona esta nota periodística, al responsable por esta falta a la moral y al dogma covidiano hay que encerrarlo en el ghetto de los impresentables, de los conspiranoicos. Lo fundamental es que esta clase de discurso no puede circular libremente, permitirlo sería admitir que hay algo verdadero en él. Se impone, pues, clausurarlo, especialmente cuando no hubo más remedio que escucharlo y verlo como parte de un muy popular programa televisivo. Estamos ante una lección sobre cómo estigmatizar mejor y con menos palabras lo que alguien opinó con ácido humor sobre la declarada pandemia. Para quien escribe sobre medios, como es el caso de este periodista de la Rolling Stone, es necesario reforzar la vigilancia correccional, si se toma en cuenta el muy elevado rating de SNL

El tono de la revista Variety no fue menos descalificador del autor del monólogo de SNL, al escribir sobre “su controvertida postura sobre la vacunación y la Covid-19” en su intervención en SNL, con el título “El monólogo de Woody Harrelson en Saturday Night Live cuenta chistes de conspiración Covid”:

El actor, que subió a la escena por quinta vez en SNL, procedió a divagar sobre una historia en la que todo giraba en torno al “más loco guion” que el nunca había leído. Después de varios minutos de distraerse hablando de fumar marihuana, beber y la clase de árbol bajo el cual se sentó, el actor describió el mencionado guion (la nota procede a citarlo). Algunos televidentes en internet fueron a Twitter luego de la emisión en vivo, para incendiar el programa por emitir el monólogo.” (El texto de Variety incluye la transcripción de algunos de esos coléricos tuits)

Así transcurrió, dos semanas antes del 13M esta incursión televisiva no local en la crítica pandémica, y a causa de su muy amplio alcance – una vez y media la población de Uruguay – ésta suscitó en su país, EEUU, duras críticas como las que cité arriba. La conmemoración de los excesos y abusos político-sanitarios no está exenta de riesgos para la reputación de quien las hace, ni siquiera para una celebridad del cine. Incluso algunas notas debatieron si lo que dijo al final del monólogo fue improvisado o si ya estaba escrito, como si estos críticos no pudieran creer que esas palabras habían sorteado la necesaria censura y beneficiosa cancelación por parte de los responsables del programa SNL

No puedo menos que celebrar el gesto del actor Harrelson al resumir con ingenio en un brevísimo y sarcástico relato el interminable y dañino cuento que envolvió al mundo. Para llevar adelante lo que describe ese “guion” inverosímil aunaron esfuerzos la política, la ciencia oficial y la industria farmacéutica con el fin de encerrarnos en un laberinto de engaño y opresión cuyas variadas consecuencias nefastas sufrimos y seguimos sufriendo hasta hoy, sin que eso suscite comentario ni titular alguno en medios de comunicación más influyentes, como los que descalificaron a este hereje del culto covidiano. Le toca el turno ahora a un discurso local que también conmemora el 13M en clave de humor pero que, a causa de la pequeñez de nuestro país, y por el impacto muy limitado de una columna radiofónica cotidiana, no despertó la furia del Cancerbero covidiano uruguayo. 

Una discreta conmemoración del 13M en el 8M con risas radiales

Parece tener justicia poética que la primera de las columnas de D. Desbocatti que comento aquí tuvo lugar el 8M de 2023, e irrumpió en el aire radiofónico con un anuncio de apariencia periodística de su personaje central: “¿Les hago una actualización covichista?” El cómico dirige esa pregunta a sus dos secuaces, los periodistas que juegan el papel de la seriedad, con el único fin de potenciar el humor del bufón. De modo insidioso, quizás inconsciente, justo en el día de la Mayor Celebración Cívica Transpartidaria, en el 8M, vamos a escuchar una exposición que cabe describir como un serio ejercicio de divulgación científica condimentada con risas. Espero que se vuelva evidente cómo el único modo de sortear la vigilancia del implacable esbirro kafkiano convertido hoy en fact checker, es que quien lleva a cabo una demoledora crítica del global acto político que se designó ‘pandemia’ en 2020 se auto-descalifica, se carnavaliza. ¿Quién puede tomar en serio lo que dice un cómico que no da ni la cara ni asume su nombre real cuando habla? Quiero reunir ahora como evidencia de esta embestida anti-covidiana los principales puntos que aportó el 8 de marzo de 2023 Darwin Desbocatti (de ahora en adelante DD), en lo que él llamó  “una actualización covichista”. 

a. Sobre el real origen del virus

Con un tono que oscila entre la seriedad y la creciente cólera indignada, DD empieza su informe citando importantes fuentes gubernamentales como el FBI y el Depto. de Energía de EEUU que ahora “aceptan la teoría del escape del virus SARS-CoV-2 de un laboratorio:

DD- ¿Vio eso que decían antes? 

Uno de los compinches serios –  ¿Desinformación?

DD – ¡No peor, teoría conspirativa! Ahora cuando le revisaron los mails a Fauci y eso, apareció todo eso. Y no había que decirlo, porque la gente lo iba a tomar a mal, si se les había escapado del laboratorio. Y ahí agarraron al pangolín, un animal expiatorio. Y típico, nos metieron el pangolín pa’ dentro, y nosotros comimos el pangolín. (Esas fuentes) dicen que era lo más probable que haya salido del laboratorio. ¡Son todas cosas políticas! Pero dicen que tenían confianza baja en esa aseveración, en esa explicación. ¡Como que si viene otro que le discute, y parece convencido, como que hacen que les entra una llamada en el celular y se van!

La broma inicial de DD sobre el pangolín podría ser parte del repertorio de una murga: “un animal expiatorio”, ese es precisamente el destino que sufrió Carmela Hontou, y que constituye el tema de la otra columna de DD que comento abajo, porque fue parte de la conmemoración del 13M. Pero no ocurre lo mismo con el resto de su planteo inicial. Por ejemplo, la mención del estigma frecuentemente endilgado a los críticos, “la teoría conspirativa,” y muy especialmente la simple pero contundente explicación de un secreto a voces – alcanza con leer varios números anteriores de eXtramuros sobre la naturaleza real de la crisis sanitaria. Cómo no coincidir con DD cuando él afirma que el abordaje y el tratamiento de la llamada pandemia, desde su inicio, fueron “todas cosas políticas” disfrazadas de sanitarismo. Como es también política la naturaleza del nuevo orden autoritario alegremente bautizado ‘Nueva Normalidad’ el 17 de abril de 2020, en Uruguay.  

b. Inmunidad que estás en los cielos pfizerianos

En la segunda parte de la “actualización covichista” del payaso DD, su tono y actitud evolucionan de modo notorio y contundente hacia un sarcasmo rayano con la rabia indisimulable. Siempre la risa payasesca funciona como una eficaz barrera semiótica que, por convención y por género discursivo, le permite al que habla no asumir la plena responsabilidad personal, la de un ciudadano preocupado por el estado del mundo que describe. De ese riesgo lo salvaguarda el rol oficial e histriónico que desarrolla diariamente en su columna radial, junto con la voz avejentada e irritable del personaje bautizado ‘Darwin Desbocatti’. La siguiente novedad “covichista” que discute aborda un tema tabú, a saber, el efecto de las publicitadas vacunas, que habrían sido diseñadas para proteger de la infección con la Covid-19. Expresar cólera en un medio de comunicación masiva en relación a la validez vacunal contra el virus SARS-CoV-2 no es algo menor en la historia que aún se está escribiendo sobre la pandemia del siglo 21. Así llega la voz de la ciencia para producir el ruido y la furia en lo que se define convencionalmente  como una farsa mediática:

DD – “Pero además salió en la revista Lancet, salió un artículo que dice – ¡esto no me lo van a creer! – capaz que no lo entienden porque hay que ser científico para entender Más todavía hay que tener contacto diario con la voz de la ciencia, hay que lograr que la voz de la ciencia le hable a uno

Uno de los compañeros serios –  Hay que ser médium científico! 

DD – Exato (sic), mientras uno se está duchando. Escuchen esto, ¡se caen de culo! “La infección del Covid genera una inmunidad igual o superior en duración que dos vacunas de ARN mensajero.

El mismo serio comenta – ¡Es de no creerlo!

DD – ¡Impresionante Lancet! Yo no sé cómo se animaron a llegar a una conclusión tan anticiencia por el lado de la ciencia. Es impresionante,  demoraron tres años. ¡Los anticiencia estábamos parados acá, hace un año y medio, pero y claro, papá! ¡La inmunidad natural! En un momento, llegaron a decir que también era teoría conspirativa. 

El serio interviene de nuevo –  La apuesta a la inmunidad natural era asesina, genocida. 

DD – Y además era como la invasión al Capitolio, de los que creen que hay una sociedad de pedófilos. Esos mismos eran los que creen en la inmunidad. ¡Cualquier coviburro se daba cuenta de eso! ¡Lo contrario a lo contra-intuitivo, digamos, o sea intuitivo! Todas las cosas que eran contraintuitivas, y que no te dejaban decir, a partir de la intuición de cualquier estúpido, resultó ser que eran así, como lo decía cualquier estúpido. Que es lo que dijimos,  la pandemonio (sic) lo que más hizo fue igualar para abajo. ¡Al punto que hubo gente que estudió doce años, y empezó a negar todo lo que había estudiado! Por eso, tener el virus respiratorio es lo que más te inmuniza de tener una enfermedad severa posteriormente. Por una cuestión bastante lógica, que tu organismo y tu sistema inmune aprendió (sic) a trabajar con ese bicho adentro.

A pesar de la extensión de esta transcripción, mi tentativa de reproducir lo dicho en esa columna radial falla en un aspecto central para este análisis: brilla por su ausencia la mortal seriedad que gradual e inequívocamente exhibe la voz del personaje. Por ejemplo, no está representada la intensidad sonora con la que DD dice y repite el insulto ‘estúpido’, que más adelante alcanza un clímax a través de la expresión ‘cualquier imbécil’. Por momentos, como si él se olvidara de su rol payasesco, DD cambia ese atuendo profesional, y le habla a su audiencia como si fuera un divulgador científico. Eso ocurre cuando él le asegura al oyente que “el virus respiratorio es sumamente inestable,” y que por tal motivo “es más protector (infectarse directamente) que ser inyectado con una parte nada más, y que va atrás de la cepa actual”. No imagino una más adecuada y breve explicación destinada al gran público sobre la ventaja de la inmunidad natural, sin necesidad de vacunación contra la Covid-19. Y a esta singular e inesperada instancia de divulgación científica, hay que sumarle un notorio tono de amargura en la voz, en su auto-identificación con “los anti-ciencia”, con esos que ya sabían lo que cualquier estúpido podía saber, según surge de las palabras de DD ese día 8 de marzo de 2023. 

Y así llega el clímax de indignación y de repudio de la excesivamente tardía voz de la ciencia, concretamente del artículo de  la prestigiosa publicación académica The Lancet. No se puede ignorar que estamos ante una forma de herejía que ha estado ausente hasta hoy de los medios de comunicación audiovisuales y de la prensa escrita:

DD – Lo que dice el paper que salió en Lancet, y que tendría que haber hecho renunciar a todo el departamento de virus, habla de la protección ante enfermedad grave, que es igual o mayor que la vacuna – o sea mayor, pero no queremos quedar como unos burros Que es una cosa que sabían todos los virólogos, pero que lo olvidaron. Les prendieron la luz roja de Men in Black a todos, los virólogos, epidemiólogos, con todo lo que les dijeron anteriormente, que no funcionaba, el confinamiento masivo, como que los tapabocas no sirven para nada, todas esas cosas que fueron olvidadas. Y a todo esto se suma un paper de Fauci, que ahora es independiente, que dice ‘che, las vacunas no caminan’ (risas de sus compinches). Básicamente, lo que dice es que como la vacuna de la gripe, no inmuniza. No le encontramos la vuelta, es imposible que inmunice. ¡Sí protege de la enfermedad grave, pero no inmuniza! ¡O sea se han enterado de esto que cualquier imbécil con más de 25 o 30 años parado en la tierra sabía, y que era acusado de anticiencia! ¡Y las redes te censuraban directamente, te sacaban del trillo, te clausuraban la cuenta!

Dos elementos quiero destacar en la segunda parte de la “actualización covichista” de DD. Primero, el énfasis máximo del casi monólogo de ese clown radial, cuando él parece darle rienda suelta a su furia, por el excesivo tiempo que le insumió a la ciencia saber lo que “cualquier imbécil” adulto ya sabía. No obstante, él dice que también sabía que era conveniente callar, para no recibir el estigma de “anticiencia”, o ser cancelado en sus redes sociales – una censura que está en plena vigencia hasta hoy. Segundo, observo el delicado equilibrio que mantiene el cómico con la Ley, con la aún imperante Ortodoxia Covid. Para conseguirlo, DD da una prueba de lealtad, cuando él afirma con seguridad que aún si no inmuniza, la vacuna con MRN mensajero “protege de la enfermedad grave”. Esa es la carnada que arroja a Cancerbero, al feroz guardián de la Nueva Normalidad que vigila sin cesar lo dicho y exhibido por los medios de comunicación. También pone en evidencia un considerable e inamovible límite de lo decible desde un medio influyente sobre los aspectos oscuros de la política pandémica implementada. 

La broma sobre el dispositivo productor de amnesia en los especialistas en virus y epidemias – el dispositivo de la comedia Men in Black (1997) para borrar el recuerdo de quienes han visto criaturas extraterrestres – es una crítica contundente contra el casting acotado de expertos que vimos y volvimos a ver constantemente en 2020 y 2021, en todos los medios masivos. Este elenco local de expertos consiguió incidir en la sociedad uruguaya en su condición de público cautivo de la televisión y de otros medios, del mismo modo que incidieron revistas prestigiosas como The Lancet y organizaciones poderosas como la OMS en el mundo entero, durante la emergencia sanitaria. 

c. Tapabocas que me hiciste mal y, sin embargo, no servís para nada

El tercer dato que discute DD proviene de una fuente de conocimiento prestigiosa como la Cochrane Library. Se trata de una colección de reseñas sistemáticas de estudios científicos realizadas con gran rigor. Su cometido es llevar a cabo el meta-análisis, es decir, analizar una cantidad considerable de análisis ya publicados, con el fin de controlar sus errores, sesgos, etc. De nuevo, el payaso se viste de serio divulgador, y acomete con vigor e indignación nada menos que contra un signo emblemático de acatamiento covidiano en toda la población, y de autoritaria e ilegítima imposición, en todos los ámbitos de la vida, me refiero al abominable tapabocas. Con estas palabras arroja ese trapo facial a la pila de lo inservible con apacible cólera:

DD – Y un estudio de Cochrane hicieron (sic) un meta-análi (sic). Es un repaso metódico, puntilloso muchos paper, de nerds que tienen unas pelotas grandes, te limpian los sesgos de muchísimos análi (sic), de muchos paper. Y entonces, ¿qué le dio este meta-análi (sic)? Y no sirven para nada los tapabocas. Ya el año pasado expertos empezaron a decir que aunque los tapabocas funcionen, es imposible que millones de personas los usen. ¿Qué quiere decir eso? ¡Si uno acorta esta frase, lo que quiere decir es que aunque los tapabocas funcionan, no funcionan! 

Un colega radiofónico serio – ¡En el ámbito restringido de un centro de salud, para el personal de salud sí!

DD – No tampoco, también hay estudios de eso y no funcionan (tono terminante, completamente serio). No, no, es más bien una superstición, no pueden demostrar que funcionan, lo que más pueden decir es esto: aunque funcionan, no funcionan.

En el final de esta columna que tuvo lugar, reitero, en la fecha del 8M, pero que se encargó de conmemorar lo callado hasta ahora en los medios masivos, de corregir lo distorsionado de modo sistemático sobre la pandemia Covid-19, DD hizo una breve pero impactante incursión geopolítica. El cómico dijo que “cayó China, el último bastión covichista, donde esperaban una catástrofe, después que levantaran el confichinamiento (sic).” Y personalmente no puedo menos que festejar su diagnóstico, que posee un tinte profético: “¡Todo parece que va a pasar de moda la religión covichista!” Aunque muestra cautela, el bufón radial agrega irónico que “les queda EEUU nada más a los covichistas”. Su embestida crítica acometió contra muchos elementos fundamentales de esa religión, de la “Ortodoxia Covid” (A. Mazzucchelli). Considero extraordinario este acto conmemorativo del 13M digno de un equilibrista en la cuerda floja. El ir y venir entre el rol del conocido payaso que simula ser un viejo gruñón y el de arriesgado crítico herético que se dedicó ese 8M de 2023 a exponer minuciosamente varias de las falacias que apuntan al desfallecimiento del vasto edificio político más que sanitario bautizado ‘la pandemia de Covid-19’ en el mundo entero. 

También es digno de mención, lo reitero, el que DD haya elegido el 8 de marzo para lanzar una columna que conmemora el 13M del mejor modo posible, es decir, con el detallado anuncio de lo que fue silenciado, ocultado, cancelado bajo la presión de ser descalificado con violencia por los poderes mediáticos, políticos y de la ciencia oficialista. Su voz humorística habitualmente cínica y descreída, inesperadamente, sirve también para sacudir el letargo narrativo, monológico del cuento aletargador de las 1001 veladas informativas covidiano, desde el 13 de marzo de 2020.

Coda conmemorativa del 8M: ¿por qué no se puede retirar lo difamado? 

Un último objetivo de mi ensayo es completar el contraste entre el alarido bien organizado, sobre-mediatizado y ardorosamente legitimado del 8M, la única voz autorizada a ser amplificada hasta el hartazgo, por un lado, y del otro, el grito afónico, desafinado de una mujer que fue atacada en su nombre y dignidad, que fue arrastrada a la picota como la culpable absoluta, inaugural, como la diseminadora (untore) oficial del reino global pandémico, en su sucursal uruguaya. Esta última tuvo una difusión acotada en algunos medios de prensa, en la red social Whatsapp, y también en la voz y modulación payasesca de DD, en su columna radial del 14 de marzo de 2023. 

Quiero que piensen bastante en la vulnerabilidad y en la situación casi risible de la protesta de Carmela Hontou – ninguneada con vigor por buena parte del paisaje mediático local – opuesta a la unción religiosa con que todos los medios masivos disponibles acompañaron la procesión mujeril del 8M. Se torna muy difícil criticar algo de la segunda, y demasiado fácil todo de la primera. Les ofrezco un ejemplo triste, sórdido e insignificante que protagonizó la mujer que conduce El Living (13.03.23) a diario, en la tarde de Canal 5. Cuando su co-conductor – un hombre joven – mencionó que cuando se decretó el calvario mediático-social-político – con el silencio culpable de la ciencia y de todas las agrupaciones feministas – de la mujer llamada Carmela Hontou, en verdad el virus SARS-CoV-2 ya había entrado al país. Ese hecho automáticamente debía haber sido suficiente para desactivar los relatos convergentes y cobardes del supuesto Caso 0, que fue decretado para esa mujer. La respuesta de su socia en ese living televisivo de mentira tres años después fue extraña, inesperada. Paula Echevarría – cabe nombrarla – dijo con escepticismo visible e inexplicable que nunca se sabría si las acusaciones hechas contra Carmela eran merecidas o no, que eso sólo lo sabría ella en su fuero íntimo. Parece inverosímil afirmar tal despropósito, luego de haber oído de boca de su propio compañero de living que el virus ya estaba activo en Uruguay – antes de que se lo nombrara, y mucho menos midiera o de que se internara a nadie en su nombre, y por supuesto, antes del ingreso de Carmela Hontou a Uruguay desde Europa en marzo de 2020. Sólo podría explicar esa actitud irracional el vigor insólito del relato covidiano, de la narrativa mediática que necesita de villanos y de héroes, para no modificar nada en su débil pero aún persuasiva estructura retórica. 

Esa anécdota es apenas una muestra gratis que expone la crasa ignorancia e indiferencia de todo el cuerpo periodístico, aún hoy inmune a los hechos, y en absoluto interesado en la verdad, porque desde hace tres años está aferrado al relato que se desplomó sobre el mundo desde la OMS y fuerzas aliadas covidianas. Por ese motivo, le dediqué algunas líneas de mi texto a quien no merece quizás el nombre de periodista, ni siquiera el de parodista – como ya lo he usado en la revista para describir a sus colegas más profesionales pero igualmente reacios a la realidad, en la era pandémica. Se trata sólo de una complaciente portavoz del montón del más sórdido vox populi, nada más que eso. 

Desde la semiótica, cabe recordar que más que usar el lenguaje, son los signos los que nos usan para emprender sus andanzas por el mundo. Eso puede modificarse en cierta medida, si hacemos un denodado esfuerzo por destetanizar la mente, para así alejar de nosotros el pegajoso guiso de lugares comunes que ha venido diseminando la máquina mediática bajo la forma de un relato dulce y heroico – las loas irrestrictas a la vacuna que todo lo puede – y de un melodrama amargo – la Covid-19 como un sicario imparable que siembra la muerte en todo el planeta –  un día sí y otro también. 

Quiero cerrar el ensayo con otra columna radial de DD, una en la que conmemora el 13M mediante el nombre sardónico de “Carmelaño” y de “Carmeliversario” (este término ya lo había usado en 2022), al día siguiente de esa fecha. Y para hacerlo, elige comentar la carta abierta publicada el 13 de marzo de 2023 de quien fue usada como chivo expiatorio del insalubre régimen sanitario reinante en el país. No voy a citar los muchos pasajes en que en pleno y legítimo uso de su rol de bufón sardónico, DD se burla de esa carta abierta, a medida que la lee para sus secuaces y para la audiencia. Como dije antes, es un ejercicio fácil y sin efectos secundarios el reírse de quien nunca podrá recuperar su identidad previa al 13M, como lo asevera el principio semiótico de que es imposible retirar lo dicho. El intentar hacerlo sólo agrava y solidifica el daño irreparable que causaron esos signos a la persona. Si además lo enunciado contó con el masivo apoyo de la maquinaria de medios, del gobierno y de la ciencia oficial, todos unánimes en apuntar y “fusilarla” – la metáfora que usa Carmela Hontou en su carta – esa destrucción semiótica, ese otricidio, es irreversible e irreparable. 

Un ejemplo de este fenómeno conocido en inglés como ‘character assassination,’ es decir, liquidación de la reputación, ocurre cuando uno de los secuaces serios de DD, para apoyar su iniciativa de que el año comience no con la llegada del último ciclista, sino con el día del ataque dirigido contra Carmela, comenta divertido que esa fecha conmemore el momento “cuando (Carmela Hontou) fue al sauna del Club de Golf.” De ese falaz material está compuesta la malévola y profusa leyenda urbana tejida en torno a su nombre, tal como lo analicé en un ensayo de eXtramuros, en 2021

Me limito entonces a citar la parte más certera e interesante de esa columna de DD sobre el alcance del 13M. Su planteo complementa la exposición que él hizo el 8M sobre las recientes revelaciones científicas que arrojan serias dudas sobre buena parte de la versión pandémica oficial y familiar para la opinión pública. Lo grave, claro, es que esa información continúa soterrada, ignorada por los medios de comunicación más potentes, los que siguen viajando con toda comodidad a bordo de la narrativa “covichista” autorizada. Su segundo monólogo describe con acierto la función que cumplió de modo involuntario y según DD “admirable” esta Víctima 0 – no la supuesta Paciente 0. Su martirio ocurrió para mayor gloria y eficacia del dogma covidiano, el credo global que rigió nuestras vidas desde el 13M, y que no ha sido jamás desmantelado por quienes fueron sus creadores y difusores locales. Armado de sarcasmo sazonado con lucidez, el payaso radiofónico DD analiza el espacio narrativo que se construyó con feroz alegría colectiva, para que lo ocupara la mujer que sería incinerada en una gran hoguera semiótica cuyas llamas fueron tan intensas que llegaron más allá de los confines nacionales:

DD – ¡Nos dejó descargar la tensión del momento! Nos dimos cuenta que los casamientos eran peligrosos! ¡Fue el primer ventilador, porque trajo oxígeno! ¿Y se acuerdan cómo entró? ¡Fue espectacular! Porque entró a lo Joseph Conrad, el coso este de “Corazón en (sic) las tinieblas”, de Apocalipsis Now. Porque es con relatos de gente que la conoce, fuimos aproximándonos a ella de una manera literaria, que es esa de diferentes relatos referentes a su persona. Nosotros ya estábamos esperando al Covid (…) que no llegaba y no llegaba, y dio el puntapié inicial a la gotícula! Pateó fuerte y lejos la gotícula para que empiece a rodar por el verde césped de nuestro país. (…) ¡Tuvo una entrada que ni Joseph Conrad hubiera podido describirla mejor, señor, en “El Corazón en (sic) las tinieblas”! En este caso era el visón en las tinieblas. ¡Feliz Carmelaño para todos! Por eso te decimos, que el próximo holocausto de visones te encuentre en el lugar dónde debés estar, Carmela querida! Hay que regalarle un pasaje al próximo evento de muerte masiva de babies lambes (sic).  ¿Por qué no hacemos eso? Y Carmela se vuelve con 10 kilos de piel. Como resarcimiento estatal, señor, por haberla usado como chivo expiatorio, como pangolín expiatorio. ¡Y lo bien que cumplió su rol, en nuestro pandemónium, tan exitosa! ¡Porque al final (si) Salinas pudo cumplir sus objetivos es por Carmela! Por momentos llegamos a pensar que salíamos campeones del mundo, que ganábamos la copa, la copa de la gotícula. ¡Y se lo debemos a Carmela! (…) ¿Y quién dio el puntapié inicial a la gotícula? Gracias a esa estrella fugaz, que pasó fulgurante por nuestras vidas para llenarlas de deseos, como un astro al que logramos retener y empalamos en una plaza pública. ¡Una (¿enfermedad?) tan poco sofisticada, tan masiva, tan banal, como el covicho, que terminó siendo que al final todo el mundo lo tuvo, ingresó en ese envase único, y memorable! ¡Feliz carmeliversario!

En el medio de su comentario, DD reitera entre risas que desde su columna “siempre la defendimos”, y que por ese motivo él esperaba encontrarse mencionado en la carta  abierta como uno de los escasos aliados de Carmela. De lo que no tengo duda, es de que la reflexión que desarrolló sobre el 13M de 2023, junto con la del 8M, aún si fue hecha de un modo retorcido, carnavalesco, sí reivindica a la mujer, porque expone la trama en la que todos fuimos en alguna medida “pangolines expiatorios,” como el payaso radial designa a la mujer denunciada y perseguida injustamente. La diferencia es que los demás somos parte de una masa anónima que, en su inmensa mayoría, fue y continua siendo crédula y obediente a los dictámenes covidianos. Irónicamente, quien ocupó el intolerable papel narrativo de villano irredimible en este melodrama sanitario y político seguramente sea parte de esa mayoría silenciosa y acatadora de protocolos, que cree con devoción en la “religión covichista”, la acertada descripción de la Covid-19 que propone DD. Eso vuelve aún más injusta la persecución implacable que sufrió Carmela Hontou. 

El punto más cercano a la verdad en el discurso del payaso, ese  hecho que insisten en ocultar los medios que se autoperciben serios, es el explicar cómo para fabricar el aura salvífica del ex ministro de salud Daniel Salinas fue esencial contar con su némesis, a saber, con la creación mediática de un personaje perverso, que era inmune al sufrimiento del prójimo. Carmela Hontou fue representada por los medios de toda índole como alguien ocupado en infectar a toda una sociedad, y que lo hizo desde una actitud de absoluta y aristocrática indiferencia que trae a la mente la frase “que coman pasteles” atribuida a la reina María Antonieta, al enterarse de la falta de pan de los campesinos. ¿Qué sería de un teleteatro sin la presencia de ese personaje maléfico e irrecuperable? No tendría suficiente fuerza dramatúrgica el héroe, ese que viene a salvar al mundo del sufrimiento causado por las pésimas acciones de quien encarna el mal. 

El final de esta cita de parte de la columna de DD del 14 de marzo de 2023 llegó al corazón de las tinieblas pandémicas, porque ¿qué hubiera sido de la narrativa pandémica y covidiana sin esos elementos dramatúrgicos provenientes del más rancio melodrama? La mujer conocida como ‘Carmela’ en la opinión pública fue sacrificada en aras de alimentar ese oscuro y terrorífico relato que difundieron sin cesar los miembros de la triple alianza política, mediática, y médico-industrial farmacéutica. ¿Se imaginan qué decepción enorme sería aceptar ahora que la Covid-19 no es otra cosa que una gripe más? ¿Cuánto se habría dilapidado de vidas, de economías mundiales, y de bienestar de la humanidad si esa dolencia fuese sólo eso? Como bien explica el furibundo payaso DD, al final de su diatriba anti-pandémica disfrazada de ataque carnavalesco contra Carmela Hontou, aquí y en todas partes el cuento lanzado por la OMS necesitó de “envases únicos y memorables,” para ser creído y asimilado sin protestar ni dudar por toda la población  planetaria. Remito al lector a otro ejemplo comparable con la creación narrativa de la maldad personificada en Carmela sobre el que escribí en 2020 en esta revista. Me refiero a la leyenda urbana de personas arrepentidas de haberse contagiado de Covid-19 a propósito, luego de participar en fiestas creadas con esa bizarra, maléfica e inexistente finalidad. Sin la comunicación masiva y permanente sobre una muy amplia variedad de “envases únicos y memorables” que produjeron la temible contaminación de Covid-19, otra hubiera sido la suerte de la Ortodoxia covidiana aquí y en todas partes. 

Epílogo: triste, solitario y desigual 

Si el lector se pregunta, como yo debo hacerlo, en el momento de terminar el ensayo que está leyendo, para qué nos sirve el trazar el contraste entre la apoteósica celebración del 8M de un género en pos de más conquistas en Uruguay, frente a la raquítica y desigual  conmemoración del 13M de la humanidad, en su modesta sucursal de Uruguay. Después de todo, sí se habló un poco de Carmela Hontou y de su misiva para lectura pública. En la prensa escrita, efectivamente se transcribieron fragmentos o la casi totalidad, y circuló en al menos en una red social. ¿Por qué insistir entonces en señalar la desigualdad de ambos eventos de marzo? 

Los latinos decían “Verba volant, scripta manent”: las palabras habladas desaparecen, la escritura permanece. Aún en la era de multimedios, de la ubicua y poderosa virtualidad de la comunicación, la máxima latina mantiene su sabiduría. Aunque recuperables en internet, las columnas radiales del cómico Desbocatti/Tanco, o el video con el monólogo del actor Woody Harrelson, en el programa de televisión norteamericano SNL del 25 de febrero de 2023 no generan el mismo efecto de sentido. Un texto escrito que estudia esos productos mediáticos con el objetivo de analizarlos elabora oraciones y párrafos ordenados por una argumentación y posee otra función, más allá de si el lector está de acuerdo o no con lo que es así formulado textualmente. Para debatir en el futuro sobre la crónica confusa, sembrada de relatos falaces, de datos ausentes, de fantasiosas grandes conquistas científicas, la escritura crítica cumple un rol específico que contribuye a la comprensión de este largo período pandémico que todos vivimos. Eso es así incluso si esa escritura la alberga un rincón de internet, como es el caso concreto de la revista eXtramuros

Mi argumento no supone un desdén por la palabra radiofónica, ni por los signos audiovisuales, sino una consideración del cometido específico que la escritura aporta al crecimiento de la razonabilidad. Parte de la futura dilucidación de lo que nos ocurrió en el extraño marco de vida pandémico globalizado incluye el observar el incuestionable contraste, la estridente diferencia en el modo en que el poder se encarga de celebrar la fiesta feminista, para legitimar signos insólitos como “la cultura de la violación,” cuyo fin principal es justificar su militancia. También importa analizar cómo ese mismo sistema de poder conmemora triste, solitaria y desigualmente la jaula narrativa en la que la humanidad toda fue encerrada el 13 de marzo de 2020, en este país. Para la celebración del 8M no  parece haber suficientes elogios; para la conmemoración del 13M cada signo es sopesado con enorme cuidado, para que nada se altere en la interpretación oficial del relato pandémico, por todos los medios. Ese enorme desequilibrio en la agenda informativa es un elemento central de la narrativa covidiana, aunque no lo parezca. Mirar obsesiva y admirativamente la enorme muchedumbre femenina portadora de estridentes carteles del 8M sirve para distraer la mirada de la humanidad de todo lo que aún no sabemos, pero ya sufrimos del 13M. 


Notas

1 Rescato un titular dedicado a esa consigna: “Día Internacional de la Mujer 2023: “Contra la cultura de la violación” y  “por un mundo digital inclusivo”

2  Para ver el sketch completo, se puede acceder a la nota crítica de la revista Rolling Stone que cito abajo. 

3 Según una agencia norteamericana de medición de rating, “Saturday Night Live es actualmente el tercer programa con mayor popularidad en la cadena NBC, y la medición para la noche del 25.02.2023 fue de 4.155.000 televidentes.” (https://ustvdb.com/networks/nbc/shows/saturday-night-live/). 

4  Las imágenes fotográficas de C. Hontou que reproduce este ensayo fueron usadas para ilustrar la noticia de su carta abierta publicada en 2023. Estas fotografías se encargan de reproducir la imagen de una persona frívola, clasista y del todo ajena al sufrimiento que supuestamente ella causó por estar infectada con la Covid-19. Parafraseando a J. L. Borges (“La trama”), diría que ella no sabe que muere como ser válido para que una escena pandémica se repita. Dado el hecho histórico del que se ocupan, esas notas de prensa de 2023 bien podrían, por ejemplo, haber reproducido la imagen de C. Hontou con tapabocas, hecha durante su vuelo de regreso a Uruguay, en marzo 2020, una de las que elegí en mi ensayo de 2020 aquí.