POLÍTICA

Por Ramón Paravís

“Como un documento inalterable …”
Fito Páez

1.

Raúl Sendic y Germán Cardoso, Germán Cardoso y Raúl Sendic, en el orden que quiera o le moleste menos, separados, juntos -aunque juntos da más miedo. Da más risa también, pero una risa nacida del estremecimiento; inquietud por la salud republicana. Los altos dirigentes políticos, en su mayoría, procuraron eludir pronunciamientos adversos sobre lo que importa: el mamarracho ético que así se manifiesta, los paradigmas de escrupulosidad cívica muy menguada.

Recuérdese que hay actos administrativos huérfanos de toda probidad -altísimamente inconvenientes para el estado, aunque muy beneficiosos para empresarios amigos de los funcionarios de ese estado- que no son delito y, en ocasiones, ni siquiera constituyen falta administrativa y, a veces, ni  hay en ellos violación constatada de norma alguna. 

Es posible que allí radique el error, el pecado original de este planteo. Me doy cuenta, entre dos comas, que la rectitud no es otra cosa que una creencia mía en realidad; mía y de otros, menos cada vez. Pero también es más que una creencia, es un valor para esos y para mí. Más aún: es la creencia en un valor que ha sido elevada al rango de dogma ideológico y, en tanto tal, escapa al dominio de cualquier discusión. (Hay en ello, cierto, mucho de fundamentalismo, precisamente porque sobre ese fundamento se construye el resto). No hay relativismo posible, no hay contexto que valga, ninguna situación justifica, ni en ajenos y en propios menos: un funcionario es corrupto o es probo. Lo demás son cuentos, cuentos que inventan los corruptos para naturalizar sus deslices.

La irregularidad probada, el ilícito administrativo determinado cabalmente o el delito con sentencia firme son situaciones muy extremas de integridad ausente o corroída o nula, lo que no significa que sean los únicos estándares o estadios de honradez: no es correcto sostener que si no es delito no es nada. Ese alejamiento del piso ético, ese despegarse de él, ese separarse del mínimo-mínimo-muy mínimo exigible, parece en estos casos más un viaje espacial exploratorio que una breve levitación involuntaria.

2.

El antes diputado, director y presidente de Ancap, ministro y vicepresidente de la república es, desde el mes de mayo, un ciudadano condenado -con sentencia firme- por los delitos de abuso de funciones y peculado. 

Me cuestiono si sería propio entonces llamarle delincuente, ya que delincuente -dice la policía del lenguaje (R.A.E)- es quien delinque y este caballero lo hizo en forma reiterada. A este ciudadano violador de la ley penal, se le impuso una condena de 18 meses de prisión, cuatro años de inhabilitación para ejercer cargos públicos y una multa de 500 unidades reajustables. Se le concedió el beneficio de la suspensión condicional de la pena en atención a su calidad de primario.

El general Perón decía que “se vuelve de todos lados, menos del ridículo”. El político que abusó de sus poderes funcionales y usó para fines propios los dineros públicos (algún shortcito, un colchón,  etc.), el vicepresidente de Tabaré Vázquez obviamente, está determinado a mostrar que el padre del justicialismo se equivocaba. Es ya casi fatigoso recordar el culebrón que él mismo elaboró en torno al título universitario que solamente existió en su imaginación y sus currícula. El asunto luego pasó a la imaginación de la senadora Lucía Topolanski, que declaró haberlo visto. (Eso fue para todos confirmación de que el documento no existía).

Luego de muchas comunicaciones infructuosas con Cuba, lugar donde decía haberse graduado, el entonces vicepresidente confesó públicamente que en verdad carecía del título de licenciado en genética humana, pero -y esto es relevante- que él se consideraba licenciado ya que había cursado  algo -ni él supo bien explicar qué- en La Habana. No es difícil de entender, veamos. Él se consideraba licenciado en genética humana y hasta alegó esa experticia en una intervención parlamentaria justificando el voto a una ley nada menos, y de esa manera también lo declaró en el juzgado penal: “Me considero licenciado porque culminé los cursos de genética”. Nada que avalara que había cursado esos estudios, que los hubiera aprobado, que cumpliese, en fin, con todos los requisitos exigidos. No, naturalmente, no tenía el título. Él se consideraba licenciado en genética humana, sin permitir que la realidad interfiera con sus opiniones.

Sendic fue absuelto, pero no por el vigor de su creencia en ser el universitario que no era. Zafó porque ese título no existe en nuestro país y mal puede usurparse lo que no existe. Para una sentencia penal condenatoria ha de exigirse la adecuación total y exacta del comportamiento reprochado con la descripción típica que hace la norma. La identidad ha de ser total, no bastando el parecido o el casi igual. Creo que fue el penalista y ministro de justicia de la dictadura Fernando Bayardo Bengoa (si fue él, acá va una a su favor), quien postulaba que no hay usurpación de título de una profesión que no existe en Uruguay; el razonamiento es de una precisión jurídica incuestionable a la luz de nuestro sistema normativo. 

Con lo de su título, mintió Sendic a cara de perro y lo hizo muchas veces y quedó en una posición entre patética y ridícula ante propios y ajenos. No era un delincuente el vicepresidente de Tabaré Vázquez (todavía), pero ya era, ante todos, un mentiroso sistemático y pueril. 

3.

Un lunes a mediados de noviembre pasado, el hombre que se consideró y acaso se considera todavía licenciado en genética humana y que fue condenado en mayo por los delitos que ya se indicó, anunció su retorno “definitivo” a la política en un acto realizado en La Huella de Seregni. Allí se explicitó el apoyo de su sector a la candidatura del socialista Gonzalo Civila a la presidencia de la coalición opositora, instancia que se dirime este domingo 5 de diciembre. Su regreso es inicialmente a la interna frentista, dijo, pero para proyectarse luego a la política en general. Habló durante unos veinte minutos.  Destacó los logros de su coalición en los tres lustros de gestión, cuestionó al actual gobierno y a la LUC particularmente, determinó que “es la gente la que debe gobernar” y luego, emocionado: “Después de todo lo que nos ha tocado vivir, uno sabe siempre que aun en las peores circunstancias, siempre aparece alguno a decir: yo vengo a ofrecer mi corazón”. Palabra de Sendic.


Aunque Civila se sentó en la misma mesa y recibió el apoyo de la agrupación que Raúl lidera, en su discurso se desligó tanto como pudo de su momentáneo apoyador; enfatizó la unidad, la primacía de los colectivos por encima de las personas, la autocrítica, el futuro. “Es incómodo mirarnos a nosotros mismos -dijo Civila, imagino que cuidándose de no mirar a nadie en particular-, ver nuestros errores y falencias. Pero es necesario para poder construir el Frente Amplio que necesitamos en el futuro”. Aplausos, aplausos, aplausos, apretón de manos con Sendic.

Terminado el encuentro, un periodista requirió a Civila sobre Sendic expresamente -sobre sus comportamientos delictivos comprobados, a eso refería de manera inequívoca la pregunta- y el candidato socialista a la presidencia de los frentistas indicó que el sector (la 711) trasciende a su líder. Fin del problema. 

En el mismo espíritu, José Mujica, entrevistado en el programa televisivo de Gabriel Pereyra e inquirido sobre este retorno definitivo a la política sectorial del ciudadano condenado por actos de corrupción, se limitó a manifestar que se trata de una de las tantas fuerzas que componen la coalición izquierdista. Fin del problema.

4.

Si el progresismo doméstico dejó la vara ética así de baja, toda la atmósfera relativa al breve ministerio de Germán Cardoso, su remoción y la investigación parlamentaria no propician su elevamiento. 

Resulta práctica normal ahora -pústulas de corrección política- que para sentirse uno con derecho a cuestionar a un funcionario público o candidato a ello, tiene el criticado que haber infringido directamente una norma penal o un reglamento prohibitivo expreso. Si no es un delincuente ni un infractor administrativo, no pasó ninguna frontera reprobable y no es legítimo ningún reproche. Traducido: no hay repulsión ética ante el desborde funcional y la pésima administración, ante el amiguismo (negado primero y probado después), ante esa amistad como fundamento de las decisiones de gobierno, o las mentiras comprobadas -por la prensa en algunos casos y por la comisión en otros. Tan sui generis fue todo que el investigado participó en la comisión que lo investigaba a él; ocurre que Cardoso se había autodenunciado y el denunciante tiene ese derecho, según interpretaron también lo tiene el que se denuncia a sí mismo.

El asunto, se escribió aquí, tiene barbijo colorado, pero afectó y afecta medularmente a toda la coalición gobernante. 

Lo que menos precisaban los colorados, luego del portazo de Ernesto Talvi en la cancillería y sus ecos y los ecos de sus ecos, era una instancia como esta; es decir, ministro del partido renunciado por denuncias de corrupción formuladas por otro colorado, funcionario de alto rango en la misma cartera Todo este lío derivó en otros. Hubo importantes movimientos y cambio de piezas de muy alto nivel -indeseados algunos de ellos; un maremoto que, desde su casa, se encargó de timonear el doctor Julio María Sanguinetti.

Los blancos -desde antes que el presidente Lacalle Pou saliera del domicilio del jefe del partido de Batlle, donde consensuaron la renuncia inmediata de Cardoso-, han procurado que el revuelo los salpique lo menos posible. Este chicle les estalló en la cara cuando se disponían a poner sus energías en temas sustanciales de la agenda legislativa, siendo prioridad insoslayable la lucha por la LUC. Tratan hoy igualmente de orientarse hacia allí sin mirar para el costado, como si el terremoto hubiera sido en la casa del vecino. 

A los cabildantes, más allá y más acá de la lealtad que sientan por el gobierno, tiene que haberles caído muy espeso este asunto. La intolerancia con la corrupción es tópico medular en su discurso. “Nos duele (a los dirigentes del partido) a veces la lentitud de las cosas, nos duele a veces la tibieza de gente que, sabiendo que esto que estamos hablando es así, no van a fondo, se paran las auditorías y no terminan con los presos que tiene que haber presos. Hay cierta tibieza que es lo que a veces nos saca un poco de las casillas”. Eso dijo a sus militantes el general Guido Manini Ríos, en un encuentro en Canelones hace dos semanas y poco.

5.

La comisión investigadora sobre las compras y gastos del ministerio de Turismo concluyó su trabajo el último día de noviembre. Como era previsible, hubo dos informes: el de la oposición, en minoría, que concluyó que Cardoso tuvo un “accionar desmedido, discrecional e irregular”; el del oficialismo, elaborado en mayoría, conforme al cual no se constató ilicitud o irregularidad. La cámara de diputados considerará el jueves 9 las conclusiones a las que arribó la investigadora sobre la gestión de la cartera desde 2010 hasta la renuncia de Cardoso (agosto 2021) 

Desde 2010, sí. Es muy añejo aquello de que no hay mejor defensa que un buen ataque y una gran confusión. El mejor lugar para ocultar un papel son cientos de montañas de papeles. Incluir las dos administraciones anteriores al exministro cuestionado, sin imputárseles nada específico, por investigar nomás, es ensuciar el partido. Fue esta, por donde se la quiera mirar, una maniobra singularmente burda; lo es al extremo que cuesta creer que el resto de la coalición de gobierno fuera secuaz de Cardoso en esto. Desde el principio, la actitud del sospechado y su principal defensa fue expandir la sospecha sobre otros, como si eso fuera prueba concluyente de su inocencia. 

Ni su autodenuncia -que absurdamente se interpretó que lo convertía en miembro de la investigadora a título de denunciante (¿no recuerda el autointerrogatorio de Woody Allen en el juicio de “Bananas”)- ni su intento de salpicar lo más posible a las administraciones anteriores  lograron distraer la atención. La mirada pública estaba y está fija en un diputado al que sus colegas partidarios casi no defendieron, en un diputado que mintió; mintió sin remedio y varias veces. Su amigo Elbio Rodríguez, por ejemplo, accedió a información interna del ministerio, pese a que el ministro y su amigo lo negaron en el parlamento (lo acredita Búsqueda, 25/11/2021, p. 4). La relación de Rodríguez con el ministerio en la gestión Cardoso es un territorio pleno de nieblas, contradicciones y opacidades.

Que no se constataron irregularidades o conductas delictivas y callarse allí, dejarla por esa, omitiendo las valoraciones políticas como hace el informe en mayoría, es decir nada. Igual a responder que el sector que integra Cardoso trasciende su figura, o que su grupo es una de las tantas fuerzas que componen la coalición de gobierno. Fin del problema.