ENSAYO
Por Gonzalo Palermo
¿Por qué si mirás Sound of Freedom sos un ultraderechista-conspiranoico-trumpista?
Si googleás Sound of Freedom vas a encontrarte con un grandes hits compuesto por los latiguillos defensivos predilectos del globalismo del último lustro: ultraderecha, trumpismo, conspiranoia, desinformación y teoría QAnon. ¿El objetivo? Lo mismo de siempre: que no se te ocurra mirar donde no deberías mirar y te mantengas fiel a la narrativa sistémica.
Sound of Freedom es una película independiente dirigida por el cineasta mexicano Alejandro Gómez Monteverde que cuenta la historia de Tim Ballard, interpretado por Jim Caviezel, un ex agente gubernamental que pone al descubierto una red de abuso sexual y pedofilia que opera desde Colombia hasta Estados Unidos. Ballard es fundador de Operation Underground Railroad (O.U.R.), una organización que localiza y rescata a niños víctimas de redes de tráfico sexual, y anteriormente trabajó más de una década en el Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos como agente encubierto para el Child Sex Tourism Jump Team.
En 2018, Fox adquirió los derechos de distribución de Sound of Freedom para todo el mundo. Sin embargo, el proyecto fue descartado un año más tarde, cuando Disney compró Fox. A partir de ahí los productores intentaron colocarla en Netflix, Amazon y Lionsgate sin éxito, hasta que en 2022 se contactaron con Angel Studios, una distribuidora cristiana con sede en Utah que decidió sacar adelante el proyecto. Finalmente, Sound of Freedom se estrenó el pasado 4 de julio en los Estados Unidos alcanzando los 14 millones de dólares de recaudación en su estreno. Ese mismo día, por ejemplo, la enésima superproducción de Indiana Jones a cargo de Disney obtuvo poco más de 11 millones de dólares. A la fecha, Sound of Freedom sobrepasa los 110 millones de dólares de recaudación en taquilla mientras Harrison Ford y compañía rayan los 155 millones. Sin embargo, hay dos cifras interesantes a tener en cuenta: a) Sound of Freedom fue realizada con un presupuesto de 14 millones de dólares frente a los 295 millones de Indiana Jones y b) está exhibiéndose en 3.285 salas al tiempo que su competidora lo hace en 4.600. Después de tres fines de semana en cartel en los cines estadounidenses, Sound of Freedom es la tercera película más vista en absoluto detrás de las dos apuestas más grandes del cine mainstream de entretenimiento del 2023 como Barbie (realizada con 145 millones de dólares y exhibida en 4.243 salas) y Oppenheimer (realizada con 100 millones y exhibida en 3.610 salas), y por delante de la última Misión Imposible y de Elementos, ambas con un presupuesto superior a los 200 millones de dólares 1.
Sound of Freedom es una anomalía dentro de una industria cinematográfica alérgica a las ideas independientes, inflada a fuerza de dólares y carente de relevancia artística. Ha logrado colarse en lo más alto de la industria apelando al crowdfunding, una modalidad de financiación colectiva online que prescinde de los habituales intermediarios financieros para obtener apoyo económico a través de donaciones particulares. Mientras Hollywood inyecta millones de dólares a sus producciones para traficar la ideología woke, una productora independiente del oeste profundo consigue exhibir su película en los cines casi exclusivamente gracias al apoyo de miles de usuarios a través de internet. Sound of Freedom desnuda así la contradicción fundamental del cine industrial: un arte que para existir necesita del capital solo puede existir expresando los intereses ideológicos y financieros del capital mismo, y estará, por lo tanto, contaminado eternamente. Hollywood es el amplificador a través del cual un grupúsculo de millonarios excéntricos de Los Ángeles pretende explicarle al resto del mundo cómo hay que vivir. Al evadir el sistema de grandes estudios, en este caso valiéndose de la herramienta del crowdfunding, fenómenos como Sound of Freedom consiguen hacer un cine –cosa rara– que expresa un interés popular y genuino más allá de los intereses
que suele financiar la burbuja woke.
El mainstream globalista activó su protocolo habitual: 1) empezó marginando el proyecto del circuito industrial, 2) luego decidió ignorarlo cuando ganó fuerza de manera independiente y 3) por último, cuando se volvió demasiado grande como para seguir obviándolo, procedió a desacreditarlo. En la revista Rolling Stone titularon una reseña de la película de la siguiente manera: “Sound of Freedom es una película de superhéroes para padres con gusanos cerebrales”. El genio detrás del título, un tal Miles Klee, se explaya: “El hecho de saber que miles de adultos verán Sound of Freedom, este sueño febril de vigilantes, y saldrán pensándose mejor informados sobre una crisis civilizatoria oculta… bueno, es profundamente deprimente. Peor aún, querrán correr la voz”. The Guardian, por su parte, lo denomina “el thriller adyacente a QAnon que seduce a Estados Unidos”. En la misma línea, The New York Times titula que “Trump promueve Sound of Freedom, un éxito conservador sobre los depredadores de niños” y asegura que el ex presidente estadounidense “es el republicano más prominente en abrazar una película elogiada tanto por los conservadores mainstream como por los creyentes de QAnon de extrema derecha”.
Esta respuesta coordinada en bloque por parte de los principales medios hegemónicos no sorprende. En el mapa ideológico del globalismo todo lo que queda más allá de las fronteras occidentales de lo woke se reduce vagamente a conspiradores y autócratas, así como en el célebre mapamundi de Lenox del 1500 podía leerse la inscripción hic sunt dracones (en latín: aquí hay dragones) en aquellas zonas todavía sin cartografiar. Si no apoyás la política de encierros masivos sos un antivacunas. Si no te embanderás de amarillo y celeste sos partidario de algún autócrata populista. Si no abonás al cambio climático antropológico sos un terraplanista. Y, ahora, si considerás relevante una película independiente que expone el tráfico de niños y la pedofilia sos un teórico de QAnon y probablemente también seas un antivacunas y un fanático de los autócratas del este y un terraplanista. Mientras consumas el cóctel por prescripción de Hollywood en cualquiera de sus presentaciones –a saber: LGBTQ+, Mee Too, Black Lives Matter, Pray for Ukraine, Climate Change, etc.– no habrá problema.
No se critica a Sound of Freedom por sus aspectos estrictamente cinematográficos, donde tendrá aciertos y errores. El problema mediático con Sound of Freedom es que no individualiza a un villano en concreto al cual sea fácil señalar e individualizar sino al sistema en sí mismo como facilitador de la pedofilia VIP. Ya sabemos que a Hollywood le gusta elegir de tanto en tanto algún monstruo para lavar culpas; los Jeffrey Epstein, Harvey Weinstein y Kevin Spacey de turno. No es que estos individuos no sean culpables sino que para que ellos pudieran hacer lo que hicieron tuvo que existir antes una extensa red de complicidades. Hollywood suele presentar a estos sujetos como monstruos surgidos de nadie sabe bien dónde, anomalías de un sistema pretendidamente impoluto, señalándolos con el dedo y borrándolos de todos los carteles donde antes ocuparon un lugar estelar, cuando, en realidad, son el producto de un sistema del que Hollywood es el más fiel reproductor, un sistema completamente putrefacto que hoy les da fama y respeto y millones de dólares y que mañana no dudará en derribarlos con las mismas herramientas con las que ayer los elevó. No te olvides que en 2012, cuando recibió el Globo de Oro, Meryl Streep le dio “gracias a Dios Harvey Weinstein” en un aplaudido discurso.
Hollywood te vende la idea de que Epstein –o cualquiera de los monstruos made in Hollywood– es solo un freak en una isla. Sound of Freedom te ofrece una verdad más incómoda: que tal vez la cosa no empieza ni termina en una isla. “La lista de Schindler fue un arma muy poderosa, pero llegó 50 años tarde”, dice Jim Caviezel en una reciente entrevista con Jordan Peterson 2. “Esta película está exponiendo el problema, y lo está haciendo ahora”.
Notas
1 https://www.boxofficemojo.com/
2 https://www.youtube.com/watch?v=rTBGNEliczc