POIESIS / 14

Una voz ancestral que migra 

Por Alejandra Boero

Hay poetas que remueven el arcón familiar y allí encuentran no solo libros que se actualizan en el interrogante mordaz de la tradición propia sino que, también, instan al encuentro con otra ancestralidad que, aunque ajena, sigue nombrando los avatares de una cosmovisión que nos integra. Hay poetas que no olvidan lo arquetípico en toda construcción personal-ritual.

Karina Lerman escribe conjuros, sus poemas son trazos en los bordes del exceso. Conjura un centro duro donde todo parece dicho para ser reverenciado. Traza puentes que se interrumpen para dudar y re-anudar hilos sueltos en una trama que se presiente sin fisuras.

Entre salmos y rogativas, una lengua que se suelta.

En Las hijas de Lot la voz femenina que fuerza al padre a torcer la mirada y rectificar. En Cayupán los hijos que re-corren una geografía que se escapa: “seis leones en la vastedad de un paisaje barrido por el viento y las aguas; las desventuras y la dicha…”. En ambos “…Lo voraz del hambre re-vuelto al aire familiar en aquel territorio de constante interpelación…”.
Poemas como actos de fe, plegarias insumisas. Y una cadencia límpida, un fraseo preciso.
Karina Lerman es una voz que está dando pasos suaves y firmes en la creciente constelación de poetas argentinos.
Los convido a detenerse en estas celebraciones poéticas.


Textos de Las hijas de Lot (GG Ed., 2018)

LAS HIJAS DE LOT

La tierra se duplica
una escena dentro de otra.
Bajo el caos, ellas y Lot absorben las bocas.
Soberbios parlamentos de mujeres sin nombre.
Colmarán la noche, el padre como un tótem.
Azar de animal atado.
Comerán del banquete hasta saciar el duelo.
Todas querrán ser anónimas y hermanadas.
Saquear la última luz del Pater.

AUSENCIAS

Acaso no haga falta mover el aire.
Temblar en tierra seca.
Ahogarse en la sed de los fuentones.
Acaso sepamos existir en la penumbra.
Prestar la ropa.
Prescindir de nosotras.

CONFESIÓN

Una mujer toca su garganta detrás del vidrio.
Como si alguien hubiera pujado
la voz a un fondo oscuro.
Ella busca la fe, hincha las encías
bajo el olfato animal.
Sabrá filtrar la sangre.

Ojo por ojo diente por diente.

INSCRIPCIÓN

Como el frío helaba
nos sentamos de cara al caldero.
Con las chispas del calor tatuamos la carne.
Los ojos abiertos sólo veían bestias.
Un imperativo: ahoguémonos.
Pero no había cuerda
y la saliva en la boca era invisible.

PALIMPSESTO

Soplás uno a uno los hilos del panadero.
Son los ecos de Sara, Naomi, Ruth
estirando la antigua arcilla.
Te parece que el siglo se desprende
por los lados imperfectos del sueño.

SALVACIÓN

Las mujeres nómadas coronan su piel
con el obraje del bálsamo.
Deletrean sus espaldas con cánticos
ante los templos del exilio.
Les parece que el destierro amaina
y el silencio muda en bocanadas de luz.
Sabrán atizarse aquí y allá.
Colmar al cuerpo siempre de regreso.

EL RUEGO

No, Padre, no sos vos
somos nosotras las que estamos ausentes.
Creer era una tienda clavada al costado del río
una túnica de luz pronunciando tu nombre.
Por las noches
aquietamos los párpados
eludimos susurrarte al oído
ya no hay recodos para engullirte.
Tu cuerpo se disuelve entre los médanos.


Textos de Cayupán (2020)

Capuyán: seis leones en la vastedad de un paisaje barrido por el viento y las aguas; las desventuras y la dicha. Lo voraz del hambre re-vuelto al aire familiar en aquel territorio de constante interpelación. Las voces en las bocas -los rugidos- sacuden y desandan las lenguas de cada quien. Un acto de fe que no podría ser tal, sin las penas y las ansias del resto. Cayupán, lo que nombra y hace estallar cada vez, en el intento de enmadejar una/otra/ posible humanidad.

Brilla entre mis manos
aquel júbilo regional.
Campo adentro quién
pagaría por la fe del hastío
(a no ser sólo mi padre).


“Más allá de los sauces
presiento el milagro”, ha dicho.


El horizonte suyo de escriba, 
la tinta como pulpa entre las yemas.
¿Él o quiénes?, ¿quién anunció
y anotó el hiato del poema?


Entre un fruto y otro caído el sabor
(cobra identidad) las pupilas
dilatadas ante el arpegio
ofrecido por el viento.
Entonces aquí sobre la piel,
una zona-más firme-hecho manjar.


Parecen harapos sucios
las ojeras de las madres.


Abro los ojos y surco
los tallos, el pueblo imaginado
que anida el primer hambre.
Creo temblar en otro idioma
cómplice del cayupán.


¿Deberá descender el ave
para afincar en metáfora?


Duermo (como antes) sueño.


La tierra es una boca rota 
de presagios.


Yo sé que mi madre porta verdades
como años, y en ellos, una garganta
en salmuera, un mar de caprichos
por dentro. Con la marejada
-su alegría-es fatalidad.


-¿No bastará con el río?, ella insiste.


A mí me alcanza con saber
así es el río: como un amor


estrangulándose a sí mismo.


“¿Puede el yo volverse loco?,
¡tráiganme la génesis del poema
en la punta del ovillo!”.


Ella danza con la soga al cuello
escarbándose..


“¿Dijiste sombra incrustada
entre los hijos?”.


Se desprenden las aguas del suelo,
la mujer, su nombre, otro paisaje.
Levantamos las rukas del polvo,
damos vueltas


sin querer.

Desde el extremo del cielo
caían en serie las ansias:
corderos esquilaban el temor,
al pie de la madre. Extraños
desvelos junto al verdugo,


la abolición de la rutina.


Mis hermanas detrás de algún gesto
a pie juntillas: como lobas. Voz impropia
hasta el pellejo, y siempre tan golosas.


¿Fue el pan nuestro de cada día,
por casi nada?


(A falta de palabra, bocado).

Y del amor mordido,
un hambre pleno de fatiga.


¿Oís la animalidad suelta
de cada uno?. Como si algo nuestro
viniera desde lejos. Un relincho
entre varios como conciencia.


Entonces, un orgullo refulgía
en las bocas, de pie junto a las crines.
Y en los niños más salvajes
restaba el galope fino
en aquella purísima alegría.


Así, lo absoluto de las cosas:
un pie arrastra al otro,


llevo el rugido de animal gastado.


“¡Cayupán!, ¿y ahora qué?,
¿qué huele a campo seco
sobre la pira del horizonte?.
Lo absoluto nos hace huir,
el fuego hace pie”.


Alguien querrá saber
de nuestro hambre.


KARINA LERMAN nació en Buenos Aires, Argentina, en 1972. Es poeta, maestra de idioma hebreo, psicoanalista y docente. Como escritora editó su primer libro de poesía en el año 2018, Las hijas de Lot por Griselda García Editora. Integra la Antología Cómo decir para la cual fue seleccionada por la Editorial Ruinas Circulares, año 2020, Buenos Aires, Argentina. Obtuvo el primer premio en el concurso nacional de cuento y poesía Adolfo Bioy Casares 2019 con su libro de poemas Cayupán.  Fue seleccionada para integrar una antología por el Grupo  Cultural Atlántico, año 2020. Es gestora cultural a través del blog lasgarzaspoéticas.blogspot.com.ar e instagram @mil_k_ estallidos. Hace un tiempo incursiona en las artes visuales y plásticas. Ha realizado su primera muestra de arte “Jirones” en el año 2019. Integra el proyecto “Cajitas poéticas” en el espacio de la Biblioteca Virtual creado en contexto de pandemia. Y en el mismo portal con el proyecto “Caligrafías en danza”.
Sus recorridos e intereses son trazos delineados como raptos que hacen de su arte un ritmo plasmado de intensidad con gran gozo y alegría.

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Karyler@hotmail.com

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