ISRAEL / PALESTINA

Por Rafael Bayce

En lo que sigue intentaré mostrarle por qué Israel es, hoy, el Estado-nación más peligroso para el mundo. 

Como consecuencia, gruesamente, de 2 factores: 1.- Del contenido de parte de su credo religioso, que es constitutivamente identitario, y base de su teleología y autoestima colectivas; pero inaplicable por obsoleto e inviable hoy. 2.- De las funestas geopolíticas del Reino Unido y de Usa (junto a otras catástrofes menores) que lo han involucrado y alimentado su poder bélico y comunicacional. También buscaré plantear, 3, qué hacer para la humanidad frente a ese su mayor peligro actual de supervivencia libre. Pensándolo mejor, quizás pueda cubrir moderadamente bien los puntos 1 y 3, con algunos apuntes puntuales imprescindibles sobre el punto 2.

1. CREDO RELIGIOSO IDENTITARIO, TELOS Y AUTOESTIMA CONSTITUTIVOS.

1 A – La importancia de creerse pueblo ‘elegido’ por ‘su Dios’

A lo largo y ancho de los libros sagrados más antiguos del judaísmo y del cristianismo, repetidamente se dice que el pueblo de Israel, hebreo, judío, es el elegido por un dios monoteísta, pionero dios único de los temibles monoteísmos religiosos humanos (evolucionado desde dioses principales en politeísmos cananeos anteriores). Elige a Noé y a su familia para salvar a la creación del diluvio en el arca, castigo por el pecado original, y repite su elección a Abrán (luego Abraham), Isaac, Jacob, Moisés, José, Josué y a otros con menor énfasis explícito en eso (i.e. David). Esa creencia es compartida con el cristianismo, que, más bien, sin embargo, lo considerará como el pueblo, más que ‘elegido’ escatológicamente, elegido para ser el pueblo original del Mesías Cristo Jesús. 

Lo más importante para nuestro tema focal es cómo su creencia de elegido divino potenciará siempre todas sus demandas. Porque el creerse elegido, no solo tiene una lectura psicológica conocida, como modo de compensar subjetivamente una inferioridad objetiva sufrida, como mecanismo de defensa (de los listados por Anna Freud); Max Weber, inspirándose en la afirmación de Nietzsche de que la moral es el equipamiento básico de los más débiles, muestra que los pueblos que se creen ‘elegidos’ son, justamente, aquellos que son más desprivilegiados y que han sufrido más servidumbres; de ese modo, se ‘sueñan’ superiores pese a su inferioridad material manifiesta actual. 

Es muy claro, aun leyendo sus libros sagrados, que el pueblo elegido fue muy pocos años independiente y regionalmente dominante; no sé si llegarán a 100 los años de ello a lo largo de los 3 mil años de historia documentada. No parece haber respondido a su supuesta elección su vida histórica, ni mucho menos haber accedido a ocupar y dominar la ‘tierra prometida’, frustración que sin duda estamos sufriendo hoy. Así como también padecemos la venganza que manifiestan con su conducta por esas frustraciones de sus esperanzas identitarias y por la diáspora, y por las discriminaciones y humillaciones que sin duda sufrieron. Pero quienes los independizaron y armaron no parece que hayan vislumbrado los peligros que encerraban, el aprendiz de brujo posible; no leyeron ni la Torá ni los precursores del sionismo ahora radicalizado: Hess, Pinkster, Rulf, Herzl. Yo sí leí todo eso. Y la dimensión religiosa de su identidad la han ocultado muy comprensiblemente, dado el carácter secular del mundo actual que las habría calificado de obsoletas patrañas. Pero a Netanyahu se le escapó hace unos días algo terrible de lo que hablaremos más abajo, pero que revela la profundidad histórica y religiosa del conflicto, mucho más que contra Hamás, los árabes islámicos y el Medio Oriente: es su identidad histórica creída lo que está en juego, y no se ha estudiado el conflicto desde ese ángulo imprescindible.

Cabe agregar que, en el mundo antiguo, la buenaventura bélica y material de los pueblos se atribuía, más que a méritos técnicos propios, a la fortaleza de sus divinidades protectoras y a su virtud religioso-moral divinamente premiada. Entonces, no solo no hay prueba documental objetiva alguna de la elección divina del pueblo, sospechosa creencia subjetiva y colectiva como vimos, sino que la vida histórica de ese pueblo no parece confirmar su elección divina, por lo menos hasta 1948, cuando toman ‘viento en la camiseta’ y vuelven a acariciar elecciones y promesas nunca logradas antes. La única mención importante del favor que Yavé habría hecho a su pueblo permitiéndoles acceder a algo que de por sí era improbable de obtener está en Deuteronomio, 7, donde consta de triunfos actuales o prometidos frente a adversarios más fuertes y numerosos. Esto, en las extraordinarias observaciones de Weber sobre las religiones, se centra en el pasaje que hay desde el judaísmo al cristianismo, en el cual se subraya más la salvación de los más débiles pero fieles (i.e. Sermón del Monte) y, ya no solo la elección para su propia salvación, como en el arca, sino la elección para la salvación de otros y de todos; para Weber es un paso más en la historia de las religiones salvíficas: de la salvación propia a la de otros y todos, y la preferencia por los más débiles en ella: con el cristianismo el sueño compensatorio se pasa explícitamente al más allá, ya que se hace difícil cumplirlo en el más acá (ojalá los israelíes, sionistas radicales, estiraran su salvación al más allá). 

Voegelin extiende más la genialidad de Weber indicando que este salvacionismo ultramundano cristiano (cielo-infierno), que sucede al milenarista intramundano judío (tierra prometida) bien puede haber sido continuado con la ‘inmanentización de la salvación ultramundana’, secularizada, en la forma de ideologías como el marxismo (salvación futura de otros por los desprivilegiados hoy, proletarios) o quizás en el feminismo (salvación de los varones por las víctimas de su propio paternalismo), ambas reediciones de la moraleja del cuento infantil, tan adulto, del patito feo.

Entonces, los israelitas/hebreos/judíos, ahora israelíes, que se soñaron intramundanamente premiados con la ‘elección’ y la tierra prometida, nunca pasaron ese difícil premio al más allá ultramundano, como los cristianos; por eso toman su vuelta de la diáspora y el Estado de Israel como indicadores de que las verdades postergadas de la elección divina y de la promesa de la tierra palestina llegan al fin. Y es por eso que deben buscarlas y defenderlas con el cuchillo entre los dientes, como en la historia antigua.

No sabían bien lo que hacían los burros de los ingleses mentirosos cuando transformaban el Mandato de la Sociedad de las Naciones en tierra de los elegidos, ni luego los archi-burros de los Usa cuando armaron a los elegidos para ocupar ¡al fin! la tierra prometida. Los elegidos, a quienes no se les habían concretado ni la elección divina ni la tierra prometida durante su vida de 30 siglos en el Medio Oriente hasta las diásporas, y que mucho menos aún se habían sentido elegidos durante la diáspora posterior de 20 siglos más, ahora renacen de las cenizas sus creencias ancestrales en la elección y la promesa territorial. 

No pueden olvidarse estas creencias constitutivas de su identidad, su teleología y su autoestima al calibrar nuevas incidencias históricas como el ataque de Hamás, y, en general, toda la evolución geopolítica de la región, una de las más importantes el descubrimiento de enormes yacimientos de gas natural en el Mediterráneo, exactamente en aguas de Gaza, que serán de quienes vaya a ser ‘dueños’ de Gaza.

Vayamos a otra creencia religiosa constitutiva del actual Israel que se enraíza en un pasado de al menos 30 siglos de escrito, y que le da una densidad y dramatismo especiales que no se deben olvidar para entender a fondo lo que pasa hoy: la promesa de la tierra a los elegidos a cargo del Yavé monoteísta.

1.B – La crucialidad de la utopía intramundana de la ‘tierra prometida’ y sus modus operandi: el ‘anatema’ sagrado milenario sería, hoy, criminal de guerra, lesa humanidad y genocidio

Una breve geohistoria de 32 siglos de ‘tierra prometida’, del 1200 a.C. hasta hoy, es fundamental para entender el profundo significado que pueden encerrar detalles que pudieran parecer baladíes. Al respecto, los siguientes puntos pueden ayudar a articular lo más significativo para el tema.

1.B.1. Ni los israelitas, ni los hebreos, ni los judíos, ni los reinos unificados fugazmente de Israel y de Judea bajo David y Salomón, ni el Israel actual, poseyeron nunca, por invasión y/u ocupación, la totalidad de la tierra prometida a los elegidos de Yavé, desde Noé hasta hoy. No pueden, pues, reclamar de ninguna forma titularidad histórica sobre esos territorios, salvo su creencia en la promesa de Yavé a sus elegidos, creencias que tienen todo el derecho a sostener, pero a la vez creencias que no pueden imponer frente a ningún otro que no las crea y sí crea las suyas diferentes. El derecho de Israel a los territorios aproximadamente abarcativos de los que detallan los libros sagrados son como si, salvando distancias, yo le reclamara a un vecino su apartamento porque mi abuela me lo concedió en su lecho de muerte. 

La humanidad debe respetar las creencias de cualquiera, más aún cuando encierran mecanismos identitarios y compensatorios como los vistos. Pero de ahí a que pretendan fundar un orden internacional material y objetivo sobre la base de esas subjetividades espirituales sin prueba objetiva media una gran distancia que hay que mantener por el bien de todos. Los territorios supuestamente ‘prometidos’ puede bien ser de quienes siempre, en su mataverso, los quisieron; pero de ahí a que ‘deban’ serlo media una gran distancia, que, a lo más, debería reducirse consensualmente, y no a golpes normativos y militares.

1.B.2. Tampoco fueron ni son, esos pueblos cuando fueron ocupantes, ‘originarios’ de esos territorios que pretenden. Aunque en aquellos tiempos remotos no existía un derecho internacional que atribuyese jurisdicciones soberanas por precedencia de ocupación, en la época de constitución de Estados-nación (fines del siglo XVIII, siglo XX) la prioridad ocupacional fue un criterio para la adopción de una institucionalidad territorial soberana, junto a otros criterios (i.e. lengua, etnia, religión, etc.). Ni siquiera pueden sostener el título de ‘indígenas’, ya que no son tampoco pueblos subordinados residentes que subsisten bajo superordinados también residentes, pero más recientes.

1.B.3. Los textos sagrados indican en muchos lugares el territorio prometido, así como el efectivamente ocupado al regreso del cautiverio en Egipto (cada vez más dudoso en su historicidad, más entendible simbólicamente como una mística épica identitaria ficcional por los antropoarqueólogos). 

Quizás el lugar que contiene el mejor detalle del territorio cananeo prometido, invadido y ocupado, de pueblos diversos reunidos como ‘cananeos’, es el Libro de Josué, que no solo narra la historia de la ocupación sino los subterritorios asignados a las tribus componentes; hay más en el Libro del Éxodo y en el Deuteronomio, y otras coincidencias concordantes. 

Varios pueblos permisivos, ocupados y destruidos son mencionados, con la importante salvedad de que la actual franja de Gaza casi nunca fue de ninguno de los pueblos que hoy terminan en el Estado de Israel o son invocados como antecesores; fue cananea, hicsa, egipcia, filistea, persa, macedonia, romana, otomana, británica…. El Mandato británico la incluía, como parte de ‘Palestina’, como se llamó también bajo los otomanos y desde los romanos, en épocas en que los judíos eran, nominativamente, palestinos por así llamarse el territorio en que vivían. Paradójicamente, nominativamente, Israel fue más tiempo parte de Palestina, que Palestina de Israel, formal y administrativamente. Quede constancia de que, según los mismos textos sagrados, la actual Gaza fue de muchos ocupantes y casi nunca israelí; la actual Cisjordania originalmente cananea, luego de muchos; y Jerusalén jebusea, antes de varios otros.

Gruesamente, el territorio dibujado en los textos sagrados judeocristianos como la tierra prometida coincide con el del Mandato británico de 1922, modificado varias veces desde la oferta de los dos Estados en 1947. De ahí en adelante, lo que está en disputa se encuentra dentro de los 15 mil km2. que se estimaba medía el territorio ocupado por los hebreos y estabilizado con reparto de tierras entre tribus y con pueblos vecinos al regreso de Egipto. Esa coincidencia del territorio bíblico/Torá con el que basó el Mandato inglés y la oferta de dos Estados tienta mucho a la rememoración; a la confusión del metaverso histórico-ficcional con el histórico-científico, que cada vez divergen más, con énfasis motivacional de los actores actuales en el metaverso, aunque disimulándolo mediante el simulacro de motivaciones ad hoc que justifican empíricamente, con argumentos contemporáneos, causas profundas ancestrales y espirituales. Se vive un metaverso disimulado en un realismo que lo catapulta. Las declaraciones de Netanyahu de que “los palestinos eran Amalec” confirma que el metaverso religioso se vive como trasfondo profundo del conflicto en su facticidad más superficial, aunque puede también entenderse como un desesperado intento de un Netanyahu en la cuerda floja por sumar simpatías y adhesiones que le faltan para mantener su cargo y su libertad física luego de judicialmente juzgado.

1.B.4. El mandato religioso de los modos de ocupación, hasta sí o sí, sea como sea, en modalidad ‘anatema’. 

Los pueblos antiguos se hacían de las tierras que precisaban de 4 modos centrales: 1, por invasión y ocupación simples de tierras desocupadas; 2, por servidumbre de paso transitoria; 3, por invasión, pero sin destruir habitantes, animales, construcciones y edificios de culto, que se conservaban, así como se sometían las personas a servidumbre o tributos; 4, por ‘anatema’, arrasando todo, que no quedara nada, destrucción religiosa ritual.

Lo cierto es que en los textos sagrados hay muchísimas ocupaciones con anatema, siendo la de los cananeos una siempre reclamada por anatema, lo que, de seguir vigente este oculto metaverso motivante, podría significar que el territorio palestino continuaría siendo de anatema mandatado, como en la Antigüedad. Sería recomendable reclamar que se pronuncien los israelíes sobre ello, aunque las declaraciones de Netanhayu de que Palestina era ‘Amalec’, y de que los muertos en las guerras desde 1948 eran héroes, permite temer que sigan viviendo en el metaverso de hace 30 siglos, aunque a propósito de hechos contemporáneos.

Los amalecitas, de Amalec, fueron tribus nómades, según los textos sagrados grandes y continuos enemigos de los hebreos, que los derrotaron a veces, solos o coaligados. Como no se han encontrado huellas arqueológicas de su existencia como pueblo histórico fuera del metaverso, se acepta una interpretación simbólica de Amalec, como símbolo de condensación antropológico de todos los enemigos de Israel, de aquellos que están contra su existencia, de diversos modos. 

Entonces, la calificación de Palestina como Amalec proferida por Netanyahu, sea significando la enemistad con Palestina, sea como significando que hay más ‘Amalecs’ que la mera Palestina, re-introduce el metaverso histórico-religioso como importante para la interpretación profunda de los hechos actuales en esas regiones.

Agreguemos, como partes del metaverso que pueden imponerse hoy, dos características más de las ocupaciones religiosas tradicionales: a, que no debe pactarse con los candidatos a ‘anatema’; b, que si no se aniquila por anatema a los señalados por Yavé para ello, no solo se incumplirán los mandatos sagrados sino que se sufrirían castigos divinos por eso. El rey Saúl, iniciador de la unificación furtiva de los Reinos de Israel y de Judea, por no arrasar a los amalecitas y a su rey, fue castigado por Yavé a perder la vida en una batalla contra los filisteos, y a ver cómo el Juez Samuel degollaba al rey amalecita perdonado por él. Para fuera del horario de protección al menor. Platón sigue con toda la razón sobre los inconvenientes textos con los que se forman las generaciones. 

De nuevo, ¿seguirán los israelíes pensando así de sus ocupaciones? ¿Seguirán siendo anatemas sin pactos ni matices? Las masacres de Gaza podrían entenderse, aunque no tolerarse, como actualizados anatemas contra un sempiterno Amalec encarnado en la Gaza palestina hoy.

1.C – Objetivos y valores antiguos legítimos se vuelven, hoy, criminales y genocidas 

Porque, si Israel quisiera, hoy, implementar, contra Amalecs reales o simbólicos, medios bélicos como los detalladamente descritos en los libros sagrados escritos hace más o menos 30 siglos, se verían impugnados como criminales de guerra, delincuentes de lesa humanidad y/o genocidas, entre otras transgresiones de una moralidad difusa y de normatividades formales que cambiaron mucho en estos 30 siglos transcurridos entre la escritura del contenidos de esos textos y la realidad internacional actual. Por eso decimos que no deben vivir más en el metaverso histórico-ficcional ancestral porque esa vivencia podrá tener consecuencias en sus avatares reales actuales. Porque, más allá de lo que oportunamente haya dicho Netanhayu respecto del operativo anatema de Gaza, un antiguo responsable de la seguridad israelí acaba de declarar que, en rigor, para estar seguros de que Hamás no se reproducirá nunca ‘jamás’, habría que matar a todos los habitantes de Gaza. Ni así m’hijo, ni así, miope genocida.

Entonces, si a un pueblo casi siempre sometido y discriminado durante su historia, pero que se cree ‘elegido’, se la da acceso irrestricto a su utópica tierra prometida, que se cree también autorizado a obtener a cualquier costo, el proceso geopolítico se vuelve un medio de venganza y búsqueda para ese avatar que vive su metaverso. 

Y si a ese sujeto histórico se le proporcionan los medios bélicos, diplomáticos y logísticos para implementar esa venganza real/búsqueda utópica, estamos ayudando a construir un monstruo ya modelado a priori en su sistema de creencias ancestral. Ese monstruo, avatar de un metaverso anacrónico, como resultado de sus vicisitudes como pueblo elegido que no lo parece, sino todo lo contrario, frustrado en su electividad y en el logro de su prometida tierra, corre el serio riesgo de volverse, psicosocialmente, vengativo y obsoletamente justiciero, como lo estamos viendo en Gaza hoy y durante 80 años también en Cisjordania y Palestina. 

Como siempre, los irresponsables ignorantes de los imperios dominantes fabrican aprendices de brujo como consecuencia de miopes decisiones concretas: Inglaterra y Francia consolidaron un mundo árabe e islámico que temían e intentaban obstruir; Usa apoyó con armas y logística a los talibanes afganos contra la Urss en Afganistán; a Al Qaeda frente a nuevos avatares regionales; a Saddam Hussein en Iraq contra la revolución chiíta iraní; a Isis en Siria contra el baasismo de Bashar el Assad; a Hamás en Palestina contra la OLP y Al Fatah, entre los innumerables goles en contra a largo plazo con los que acostumbran castigarse y castigar al mundo.

Porque si la humanidad siempre tuvo sus imperios, colonialismos y autoritarismos totalitarios, siempre fueron motivados solo secularmente (pasión, ambición, honor, modelos valorativos, ideas conflictivas); la novedad, ahora, es que ya no hay igualdad entre humanos (algunos se creen elegidos), tampoco hay derechos humanos sobre tierras, vidas y posesiones (están subordinados a mandatos divinos y a deberes humanos desde ellos); el radicalismo religioso radicaliza los conflicto seculares, dándoles más profundidad y fanatismo. 

Ya no solo tenemos que temer a la ubicua maldad humana destructiva de siempre sino, ahora, además, a la discrecionalidad religiosamente nutrida sobre vidas, tierras y posesiones, que potencia hasta la naúsea la maldad secular anterior (Usa con sus caniches y pitbulls). 

O se hace algo urgente, colectivamente, o bien habrá que seguir convirtiéndose en imbéciles alienados en pantallas, envenenándose con vacunas y medios de comunicación mayoritariamente frívolos o comprados; o bien habrá que rezar porque algunos benévolos alienígenas se apiaden del cosmos y terminen con esta tóxica especie maldita, que ya está exportando su maldad al cosmos, como siempre lo ha hecho aquí en la ‘tierra’ antes, mediante la sucesión de múltiples ‘conquistas’ materiales y simbólicas.

Un pequeño esfuercito más, y hagamos algo, con el mazo dando, mientras rezamos por la más rotunda solución: la justiciera piedad de todopoderosos alienígenas, que sean nuestros nuevos dioses imaginarios; porque, de todos modos, no podrán ser peores que los que ya imaginamos en las obras religiosas y profanas de la épica legendaria y mítica humana, tal como lo entrevió Platón, hace 27 siglos. Seamos sinceros, ¿a quién le gustaría que sus hijos salieran como Yavé, o como los dioses homéricos, o como los semidioses épicos de los indígenas latinoamericanos? Lean esos textos y me dicen.

Entonces, mientras, ¿qué hacer? Veamos.

2. QUÉ HACER CON ALGUIEN ELEGIDO, PROMETIDO, Y DEVENIDO CRIMINAL.

Colectivamente, aquellos humildemente no elegidos, sin tierra prometida, pero no autorizados a cualquier anatema inescrupuloso contra los Amalecs de turno, tienen que ‘pararles el carro’.

Aunque eso debe ser parte de una consensuada y consulta decisión colectiva, lo primero (1) debería ser el consenso acerca de que no se les puede tolerar más que vivan su metaverso ancestral en medio de otra realidad compartida por los demás; un Quijote maligno que ataca con su caballería antigua actualizada no debe ser permitido ni tolerado. No solo no ha respetado jamás la legislación internacional vigente, sino que ha reclamado que actúe en su favor, al contrario de lo resuelto. Sus transgresiones son múltiples y merecen, no solo reversión, sino sanciones y multas de variada índole. 

¿Por qué no se congelan sus intercambios y ventajas usufructuadas desde los organismos internacionales hasta que no se avengan a vivir dentro de las normas aceptadas por todos los no elegido ni prometidos? ¿Por qué no dejarlos solo con la ayuda inestimable de Yavé, que sin duda los ayudará como cuando volvieron desde Egipto, con maná, codornices y agua brotando de las piedras? Porque esa invasión/ocupación por anatema, lo que están realizando hoy contra el Amalec palestino, no solo es una multitransgresión del derecho internacional y de guerra actual, sino una regresión a un ‘jure in belli’ hace muchos siglos superado por la humanidad; por ejemplo, la distinción entre ‘combatientes’ y ‘no combatientes’, y el mandato de la proporcionalidad de las respuestas bélicas ya han vuelto ilegítimo hace mucho tiempo cualquier anatema ensayado contra cualquier Amalec, aunque ellos pudieran ser legítimos hace 30 siglos. Es lo de siempre, una nación no debería sobreponer su ancestral metaverso identitario sobre otro consensuado por la mayoría, pero opuesto al metaverso individual vivido por avatares muy concretos hoy, con consecuencias reales de la aplicación del metaverso. 

Debe ser: (2) aislado; (3) sancionado; (4) amenazado de expulsión de la comunidad internacional organizada; (5) limitado en sus convenios bilaterales binacionales; (6) boicoteado y saboteado si transgrede sanciones, limitaciones y aislamientos. 

En cualquier asociación humana, existe el derecho a la expulsión, o al menos suspensión, de los derechos y beneficios de la membresía a quienes no respeten las normas dadas por la colectividad; ¿por qué Israel no ha sido suspendido ni expulsado aun de bilateralidades, multilateralidades, y demás que les proporcionan beneficios sin contraparte por aquellos beneficiarios que no comulgan con las normas que vehiculan los medios y fines colectivos?

En el caso de asociaciones económicas o comerciales, podrían suspenderse o eliminarse intercambios, con recomendación de que otros ‘no elegidos’ puedan sustituir la bilateralidad que se congela para Israel, de modo que la sanción perjudique más a Israel que a los otros antiguos contratantes.

En fin, diplomáticos y economistas, junto a políticos, deberán pensar cómo intentar que Israel respete al resto del mundo, sus normas y su convivencia física (aunque, claro, eso no es propio de elegidos, prometidos y que cuentan con el favor divino).

Una última palabra mirando el plasma con la odiosa imagen de Anthony Blinken, el ‘humanitario’: Usa intenta pasar por humanitaria al promover ayuda para los damnificados por al anatema a Amalec de turno; en realidad con esa iniciativa busca hacerle olvidar, lector, que mientras parece humanitario, apoya con armas, logística y comunicación a Israel; en lugar de parecer humanitario con eso mejor sería que cortara la ayuda bélica a Israel, gran aprendiz de brujo como vimos; y regresara la flota nuclearmente equipada que instaló en el Mediterráneo en cuanto se verificó el ataque de Hamás; ¿fue para llevar ayuda humanitaria?

Parábola de cierre. Coincidiendo con una sesión de títeres en una plaza popular, Quijote desenvaina su espada y ataca al títere que intentaba raptar a la títere doncella; pero la gente no perdona que con su metaverso individual se sobreponga a la realidad de diversión ficcional elegida para su tiempo libre; quien quiere imponer su metaverso contra las realidades colectivas deberá arriesgar represalias, como sufrió Quijote por parte de aquellos a quienes frustró una sesión de títeres; su metaverso de caballería estaba obsoleto como realidad consensuada. Que esta metáfora cervantina sobre el cambio socio-cultural sea apreciada por todos los que quieren imponer sus metaversos obsoletos; y que haya gente adecuada para castigarlos si persisten en su peligroso anacronismo.