ENSAYO

Por Andrea Logotetis

En la publicación del diario El País del 7 de marzo, se lee un titular que llama mi atención:

En esta entrevista se dejan ver preocupaciones que compartimos muchos de quienes formamos parte del sistema educativo. Ya sea que estemos insertos formalmente en el mismo, que trabajemos como agentes externos o particulares o que formemos parte de las familias de los estudiantes. Ante expresiones tales como “…teme que los cursos se conviertan en más de lo mismo, que se siga sin escuchar al niño y que algunos docentes hagan de sus clases un tiempo poco intenso”, es que me siento en la necesidad de compartir con ustedes una mirada diferente, una mirada inspirada en los últimos avances de las neurociencias aplicadas a la educación, pero sobre todo inspirada en mi práctica profesional y en el trabajo con niños, jóvenes y sus familias en el acompañamiento de su proceso de aprendizaje. 

Comencemos entonces por compartir nuestra manera de enfocar el aprendizaje, basándonos en la definición de la Dra. María Antonieta Rebollo  “El aprendizaje es un proceso de adquisición producido por acción de la experiencia que se basa en un cambio estructural permanente del sistema nervioso, el cual se manifiesta en un cambio funcional o conductual y que permite una mejor adaptación del individuo al medio”.  Esta es una definición que contiene muchísima información y que analizaremos más adelante. Pero antes y continuando en la línea de la Dra. Rebollo – mentora de muchos profesionales de nuestro medio –  tomemos en cuenta que, desde que se origina, el sistema nervioso experimenta cambios que lo llevan desde el estado de placa neural al sistema nervioso adulto con sus correspondientes funciones. En este proceso que da lugar a los cambios mencionados,  intervienen dos importantes factores: por una lado la maduración, entendida como un proceso de crecimiento y diferenciación originado por la acción de los genes y por otro lado el aprendizaje, a través del cual los estímulos sensoriales intervienen en la remodelación de los árboles dendríticos y las sinapsis y en la estructuración de los mapas corticales. De esta manera podemos afirmar que, tanto la maduración como el aprendizaje, se constituyen como  los factores principales del desarrollo. Es decir entonces que el aprendizaje es uno de los procesos que hace posible el desarrollo del sistema nervioso.    

A partir de todo lo expuesto es imprescindible tomar contacto con la importancia de lo que significa para cada persona su proceso de aprendizaje y lo que ponemos en juego cuando, como señala la Técnica Selva Pérez Stábile, seguimos “sin escuchar al niño”, con cursos que año a año se convierten en más de lo mismo. 

Al leer y escuchar todo lo que se escribe y se habla en relación a este proceso, uno se pregunta cuándo llegará realmente el momento de comenzar a tomar contacto con todo lo que las neurociencias ponen al servicio del proceso de enseñanza-aprendizaje. Volviendo a la definición de aprendizaje mencionada anteriormente nos detendremos en la importancia de la idea señalada por la expresión “proceso de adquisición producido por la acción de la experiencia..”, donde claramente podemos comprender que ese proceso requiere de mucho tiempo, de mucha práctica, de mucho contacto con el objeto que hemos de aprender, para poder así dar lugar a “un cambio estructural y permanente del sistema nervioso” el cual implica el proceso que se denomina memoria y que se basa en la generación de nuevas redes neuronales. Concluimos así, que el aprendizaje es el proceso que  hace posible que la experiencia se traduzca en un cambio funcional o conductual, siendo para ello imprescindible que se produzca un cambio estructural a nivel del sistema nervioso y que además ese cambio permanezca en el tiempo. 

Ingresar al sistema educativo y permanecer en él con herramientas cognitivas que garanticen éxito académico, implica el dominio gradual de un conjunto de competencias al servicio de la escolarización. Estas competencias se basan a su vez en las habilidades psicolingüísticas, las habilidades del pensamiento lógico simbólico y las habilidades de administración cognitiva o habilidades de funciones ejecutivas. Todas ellas sustentadas en funciones cognitivas como el lenguaje, las praxias, la atención, la memoria, la percepción, etc. 

Centrándonos en la importancia del desarrollo de las mencionadas habilidades, compartiremos nuestra mirada sobre el hecho de que, si bien desde hace muchos años es imperiosa la necesidad de cambio en el sistema educativo, esos cambios nunca pueden dejar de lado lo esencial y lo esencial es justamente el desarrollo de las habilidades que darán lugar a las competencias.  

Volviendo a lo expresado por la inspectora de Primaria en el reportaje señalado, vemos claramente que comienza a vislumbrarse parte del gran problema que se vive en nuestro sistema educativo. Pérez Stabile señala que “respecto a lo que se anunció públicamente de una transformación educativa, con programas basados en competencias,  no hay nada nuevo establecido. Lo distinto podría ser empezar a pensar qué sería enfrentar la enseñanza de contenidos en clave de competencias”. Y más adelante señala que “el programa vigente, desde el año 2008, es demasiado “contenidista”.  Y este es justamente, desde nuestra mirada psicopedagógica y neuropsicológica, el gran problema que enfrenta nuestro sistema educativo. 

Para poder abordarlo con ejemplos, vayamos directamente a pensar en una de las habilidades principales que han de desarrollarse en los primeros diez años de vida. Nos referimos específicamente a las Habilidades Psicolingüísticas, dentro de las cuales encontramos las habilidades lingüísticas

orales y escritas. A su vez, dentro de cada una de ellas debemos atender tanto las habilidades expresivas como comprensivas. Por tanto estamos hablando de la necesidad de acompañar a los niños en  el desarrollo de sus habilidades tanto de comprensión como de  expresión oral y escrita. Y acá es importante volver a un punto ya mencionado. Las habilidades no se aprenden, se desarrollan y para que ese proceso se de, se han de respetar dos importante factores: la maduración y el aprendizaje. 

Llegamos así al principal punto de quiebre. En su generalidad nuestro sistema educativo no logra acompañar el proceso de desarrollo de las diferentes habilidades, las cuales se convertirán posteriormente en valiosas competencias para la vida, porque no logra amalgamar adecuadamente la maduración de los niños con los programas de aprendizaje que propone. 

Una vez iniciado el ciclo de primaria, los docentes deben cumplir, tal como lo señaló la inspectora de Primaria, un programa “contenidista”.  En ese programa año a año se observa una total falta de comprensión del proceso madurativo por el que está atravesando el niño. Cuando uno observa los libros de lectura propuestos para Primer Año se pregunta si alguien puede pensar que esos textos serán realmente parte del proceso de desarrollo de niños de entre 6 y 7 años de vida. Textos largos, con palabras complejas, que  tienen el objetivo de ser leídos por los docentes y que por tanto no están al servicio de los primeros pasos necesarios en el complejo desarrollo de la habilidad lectora.Y es en este momento donde ya no puede verse “la repetición” como pretende mostrarse actualmente. Cuando un niño debe permanecer cursando un mismo año lectivo, no es porque necesite repetir contenidos, es porque necesita que se respeten sus tiempos madurativos, ya que es sabido que en cada año los contenidos han de cumplirse y si los mismos están muy por encima del nivel madurativo de ese niño, éste perderá toda posibilidad de potenciación y desarrollo de sus habilidades. 

Continuando en el ciclo educativo, ni hablemos posteriormente cuando llegados ya a un cuarto año escolar y entre la edad de 9 o 10 años tienen que “leer” sobre energía nuclear o energía potencial gravitatoria, o manejar conceptos sociales relacionados a distintas formas de gobierno como  monarquías absolutas o parlamentarias, dictaduras, etc. Para continuar luego en el entorno de sus 10 u 11 años, con conceptos cada vez más alejados con sus posibilidades de abstracción, como es el concepto de Revolución propiamente dicho. Ya está, ya los perdimos…ya perdimos así, la maravillosa potencialidad de esos pequeños cerebros, porque lo que el cerebro no usa, lo poda. Llegamos de esa manera a los 11/ 12 años sin un adecuado desarrollo de las habilidades psicolingüísticas.   

Dónde quedaron los poemas, los cuentos, las redacciones, la construcción de una ciudadanía que nos de pertenencia, el conocimientos de nuestro propio espacio geográfico? Puede un niño de 10 u 11 años comprender el sentido de la Revolución Francesa? Los ideales de Rousseau, Montesquieu y Voltaire? Mientras asimismo debe trabajar y dar sentido a lo que fue la Revolución Oriental? Porque el programa señala que se debe trabajar el concepto de Revolución. No señores, se debe acompañar el proceso de desarrollo de las habilidades psicolingüísticas, trabajando para ello contenidos que sean significativos y que estén acordes al proceso de maduración de cada niño. De lo contrario, no existe desarrollo de la habilidad en juego.  Ya vendrán posteriormente los docentes de las diversas disciplinas a compartir con ellos sus saberes. 

Pero ¿cuál es la verdadera realidad? Nuestros niños egresan de la escuela primaria habiendo recibido un montón de información que no hace sentido para ellos, que no se consolida como un aprendizaje significativo tal como lo define Ausubel y que, en la mayoría de los casos, no habilitó el desarrollo de sus habilidades psicolingüísticas. Una vez ingresados al nivel Secundario de enseñanza, los docentes  encuentran que los adolescentes no cuentan con las herramientas necesarias para iniciar el necesario proceso de comprensión del mundo, no poseen comprensión lectora, ni mucho menos habilidades discursivas ni orales ni escritas. Estos docentes que son sí, los encargados de comenzar a desarrollar las competencias relacionadas con lecturas críticas y argumentativas, con la creación de textos de todo tipo y con la exposición de saberes disciplinares, se encuentran con estudiantes que apenas sí saben buscar algo en internet para realizar un “pegado y copiado”, pero que no están disponibles para ser esos adultos competentes que prometían ser a sus tiernos 4 o 5 añitos. 

Y esto es sólo referido a una de las principales habilidades cognitivas. No ingresaremos aquí en lo que refiere al resto  de las mismas. Alcanza con imaginarlo. Pero queda una última reflexión, puede ser esto inocente? A esta altura creo que no. A lo largo de la historia, la humanidad ha vivido momentos en los cuales se ha querido dirigir la información que los ciudadanos recibían, se han censurado, prohibido,  quemado libros, ensayos, periódicos, así como también sus autores. Pero siempre más temprano que tarde la información sale a la luz. Sin embargo, creo que esta es un estrategia  mucho más profunda. La información está allí en el formato que quieran, con la rapidez que deseen, pero cada día nos aseguramos más de que no podrá ser recibida por quienes no cuenten con las herramientas para eso. 

El momento es ahora, ya no queda más tiempo. 


Notas

1  Rebollo, Ma. A. “Dificultades del Aprenizaje” Ed Prensa Médica Latinoamericana. Montevideo, Uruguay 2004