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Propongo clasificar las unánimes voces mediáticas sedientas de injusticia y de castigo ya para el Dr. Recarey como miembros de la tribu de los luminófobos, a saber, los enemigos jurados del Iluminismo, de la Ilustración como la época en que florece el uso de la razón del individuo, y que intenta dejar atrás el dogmatismo de la religión y de otras formas de creencia ciega.

Las huestes mediáticas se rehúsan con obstinación servil a buscar información pandémica alternativa, diferente de la que les llega de la única fuente autorizada por el Gobierno.

Por Fernando Andacht

– Por sus frutos los conoceréis: les presento a la tribu de los luminófobos 

Me valdré de algunos ejemplos tomados de las más que abundantes expresiones antagónicas y vengativas que extraje a partir de un pequeño muestreo de programas de televisión y de radio en los días posteriores a conocerse la sentencia y el fallo dictado por el Juez Dr. Alejandro Recarey en relación al pedido de amparo del Dr. Maximiliano Dentone. Propongo clasificar estas unánimes voces mediáticas sedientas de injusticia y de castigo ya para el Dr. Recarey como miembros de la tribu de los luminófobos, a saber, los enemigos jurados del Iluminismo, de la Ilustración como la época en que florece el uso de la razón del individuo, y que intenta dejar atrás el dogmatismo de la religión y de otras formas de creencia ciega. Las huestes mediáticas se rehúsan con obstinación servil a buscar información pandémica alternativa, diferente de la que les llega de la única fuente autorizada por el Gobierno. Hacerlo sería tener que leer y pensar por si mismos sobre las diversas posiciones científicas que existen relativas a esta crisis político-sanitaria. En eso consiste el Iluminismo tan repudiado por ellos, y esa es la luminofobia que abrazan con fervor, para no apartarse del único obsesivo relato que cuentan tenazmente desde el inicio de la pandemia. 

Aún si la selección mediática que presento no es exhaustiva ni posee valor estadístico, sostengo que este conjunto de opiniones resentidas, de insultos degradantes y de declaraciones furiosas sobre el reclamo de mayor información vacunal y de suspensión temporaria de la vacunación infantil de la sentencia y del fallo de Recarey constituye un síntoma genuino del homogéneo entorno mediático nacional. La insólita aglomeración de pedidos fervientes del máximo castigo para este juez es un signo de identidad emblemático de las Fuerzas Mediáticas Conjuntas, de quienes se encargan de tejer sin pausa el melodramático relato covidiano que envuelve al mundo de la vida uruguayo desde el 13 de marzo de 2020, y que desde el 17 de abril de ese año fue rebautizado como ¡Vivamos la Nueva Normalidad!

Para que se hagan una idea de los términos peyorativos e injuriosos que segregaron día y noche pantallas y parlantes, además de la prensa escrita y de los portales de internet (de lo que no me ocupo aquí) con el obvio fin de  destruir el buen nombre del Dr. Recarey y de difamar la naturaleza de su acto jurídico, les ofrezco un diagrama que no es, por cierto, una ‘nube de palabras’, ya que no utilicé esa metodología, pero que permite apreciar visualmente los signos tóxicos más frecuentes lanzados con inusitada violencia contra quien pidió el amparo y quien lo concedió según las normas vigentes de la Constitución. De ese modo se buscó producir el mayor desamparo posible de este magistrado en Uruguay. 

Que los portavoces del gobierno cierren apretadas filas en contra del fallo del Dr. A. Recarey es entendible, dado su rol político; ellos deben exhibir un frente unido desde el Poder Ejecutivo. Sin embargo, que todos los pobladores del planeta mediático uruguayo lo hagan es llamativo y digno de análisis. Los insultos y agresiones verbales dirigidos contra el juez y contra su decisión abarcan un amplio rango: van desde la descalificación personal y profesional, hasta la sospecha de que su comportamiento es parte de una siniestra conspiración mal intencionada de este magistrado en (la mala) compañía de seres deleznables, de “payasos”, según dictaminan voces banales y llenas de convicción en dos de los programas que observé. El término despectivo ‘payaso’ pretende describir no sólo al juez sino a “una minoría” de seres despreciables que no deben ser siquiera oídos ni considerados en absoluto por la opinión pública. Así procede la escalada de la agresión y violencia discursiva dirigida contra quien elaboró una detallada sentencia y emitió un fallo. Y ese ataque alcanza también a los supuestos maléficos beneficiarios que estas huestes serviles y unánimes a cargo de los medios masivos consideran una amenaza formidable para el nacionalsanitarismo narrativo, que con gran orgullo y lealtad  ellos animan sin pausa, desde marzo de 2020. 

Una forma posible de evaluar el contenido del fallo del Dr. Recarey sería conocer si su argumentación jurídica que desarrolló consigue superar las apelaciones que el gobierno nacional prometió hacerle no bien se lo conoció y que le hizo en efecto. Pero hay otra  manera no tan evidente de estudiar su significado que es la que quiero proponerles en este ensayo. Hace más de un siglo, el lógico C. S. Peirce (1839-1914) propuso como un principio metodológico de la semiótica que él desarrolló, la vía pragmática o pragmaticista (CP 4.539): 

todos los pragmatistas estarán de acuerdo en que su método de confirmar los significados de palabras y conceptos no es otro que el método experimental (de las ciencias); ese método experimental no es otra cosa que una aplicación concreta de una más antigua regla lógica, ‘Por sus frutos los conoceréis.’” (CP 5.465,1906). 

El pragmaticismo semiótico consiste en observar y estudiar nuestro comportamiento, para descubrir o determinar el significado de los “conceptos intelectuales” que utilizamos. Mediante el estudio sistemático de los efectos concebibles que generan esos conceptos, entenderemos su real significado, porque nuestros signos son inseparables de la vida que llevamos adelante, que, en buena parte, es una vida de signos. 

Propongo entonces que un modo justo de determinar el significado de los actos jurídicos tan notorios en estos días realizó el Dr. A. Recarey cuando hizo lugar al pedido de amparo y a la procura de información gubernamental sobre las vacunas Covid-19 para niños menores de 13 años, los contratos y muchos otros elementos sobre los que se cierne un opaco velo de ignorancia pública y secreto estatal es observar y analizar los violentos ataques mediáticos y políticos que suscitó su sentencia, su fallo, y lo más llamativo, su propia persona. Que sentencia y fallo produzcan esa clase de reacción negativa, durísima y unánime, en políticos, medios de comunicación y portavoces de la ciencia oficial es, por ende, un componente central de su significado. Difícil no concluir que quienquiera se atreva a desafiar los pilares del relato que no deja de urdir y difundir el sistema mediático local y global, en perfecto y unánime acuerdo con la voz política y la de la Ciencia Oficial, produce un repudio tremendo y un  imparable deseo de venganza, como se comprobará en las abundantes manifestaciones mediáticas de las que me ocupo en lo que sigue.  

Estas son las siglas de los programas televisivos y radiales cuyos comentarios presento abajo:

En Perspectiva. La Tertulia (Radiomundo 1170 AM): EPT (programas de los días 07.07.2022; 08.07.2022)

En Perspectiva. Entrevista Central (Radiomundo 1170 AM):  EPEC13.07.2022

Esta Boca es Mía (Canal 12):  EBEM (programas de los días 07.07.2022; 11.07.2022)

Polémica en el Bar (Canal 10): PEB (programa del día 08.07.2022)

– Gobierno y medios vuelven a la escuela y retan a alumnos que se portan muy mal

De la serie de furiosos ataques mediáticos que apuntan contra el juez Recarey y su proceder, dos de ellos se caracterizan por tener un inconfundible aire escolar, típico de una maestra muy enojada con sus alumnos, que decididamente no se portan bien. Uno de esos rezongos es jerárquico con respecto a todo el resto, porque proviene de los portavoces del gobierno en su dimensión ceremonial ejecutiva. Los programas que elegí casi al azar – sin duda otros hubieran resultado semejantes – no se cansan de citar, de reproducir con evidente fruición el agravio usado en la conferencia de prensa que dieron Álvaro Delgado y el prosecretario de presidencia Rodrigo Ferrés, desde la Torre Ejecutiva el 07 de julio, cuando se conoció la sentencia y el fallo del juez Dr. Alejandro Recarey. 

Con un gesto de enorme fastidio, como si tuviera que explicar algo completamente insensato que ha hecho un escolar, el secretario de la presidencia asume con energía el rol de maestro disgustado y se despacha como si estuviera rezongándolo frente a toda la clase: “Este fallo es un disparate. Pone en riesgo la salud de los menores. (…) No me siento, la verdad, como uruguayo, orgulloso, del fallo.” Su colega de magisterio ejecutivo en ese acto oficial de reprimenda y visible enojo ante una mala conducta, hace algo que tendrá un eco fiel en los medios, R. Ferrés se hace eco de su declaración: “¡Como lo dijo el secretario de presidencia estamos ante una situación compleja, y el fallo del punto de vista jurídico, es un disparate!” Al modo de un imparable virus semiótico, ese dictamen descalificador e infantilizante, propio de un gesto de impaciencia de adulto mal contenida por una falta irritante en la conducta del niño que no se portó bien, contamina gran parte de los comentarios de varios programas en los días siguientes. 

En el programa PEB (08.07.2022), reaparece el insulto del día contra el juez Recarey. Cabe señalar que con cierta habilidad retórica, el parroquiano fijo Julio Ríos lo pone no en labios de quien lo pronunció originalmente desde la Torre Ejecutiva, sino en el colectivo de padres indignados y furiosos que el opinador estable ha imaginado, como consecuencia de lo que juzga ser un irritante fallo del magistrado. Cuando se hace eco de la prolífica y ubicua injuria, J. Ríos la pronuncia casi litúrgicamente, como si él dijera, ‘palabra de Dios, te alabamos Señor’:

Pero los padres que nos están mirando, o que miraron a lo largo del día y están impactados por este tema, los padres, ¿no tienen derecho en esta historia?  (Ellos van a decir) ‘¡nos parece un disparate!’ Nosotros que somos padres, habitantes de este país, ¿qué recurso podemos interponer ante la justicia?

Si ahora nos detenemos a observar el ataque llevado a cabo contra el juez Recarey en lo que podría calificarse como la Tertulia estelar de EPT, la de los días viernes (08.07.22), su forma más virulenta está a cargo de uno de sus miembros más prestigiosos, el Ing. Juan Grompone. Este tertuliano elige como broche de su repudio del fallo y de su autor un modo de celebrar la grieta pandémica – cuya existencia es insólitamente negada por otras voces de las que me ocupo abajo. Grompone afirma con audible y visible cólera que “circula un rumor entre los antivacunas” en las redes sociales según el cual 

Bill Gates puso un microchip en medio de la vacuna, no sé qué misterio, la CIA, o no sé, se va a enterar de no sé qué cosa. ¡Es un disparate digno de la Edad Media! ¡Eso es un disparate inadmisible! ¡Es confiar en un rumor, y no en los 50 científicos del GACH!” 

En el clímax de su ataque, Grompone recae en un lugar común sobre la masa ignorante y despreciable que formuló hace siglos de modo lacónico y elitista el poeta latino Horacio (65 AC- 8 AC): “odi profanum vulgus et arqueo”, es decir,  odio el vulgo ignorante y lo mantengo a distancia. El tertuliano hace extensible su injuria contra el colectivo de esa masa inculta al propio juez Recarey, y para tal fin duplica la cita, Grompone se hace eco del insulto ninguneador gubernamental inicial. Se trataría de un “disparate”, nos asegura el ingeniero estable de EPT poseído por la indignación, que, además, es “inadmisible”. Su altivo ataque produce la visión de una maestra encolerizada que reta con máxima severidad al alumno por su error disparatado. 

Más adelante, como cierre de su acto de repudio, y para destacar aún más lo que este tertuliano describió al inicio de su condena del juez Recarey como un incalificable ataque contra el sentido común, el honorable participante radial propone un ejemplo que él asume sería una demostración por el absurdo del proceder insensato del magistrado que tanta cólera le produce. Pero, como veremos, su esfuerzo pedagógico fracasa rotundamente, y el ejemplo que Grompone ofrece al público de EPT ese día es tan solo absurdo, un acto disfrutable apenas desde la excesiva vanidad intelectual de quien lo propone y de quien lo admirase incondicionalmente. Él plantea que si al caminar por la Plaza Independencia, se tropieza y cae, eso lo habilitaría a pedir

que un juez me ampare, me caí porque está la ley de gravedad. Entonces viene un juez, acepta mi recurso de amparo y deroga la ley de gravedad. Yo creo que es esto lo que está pasando acá, se está pasando por encima de un resultado científico. Es cierto que la ciencia tiene resultados provisorios, pero no es menos cierto que acá hubo todo un Comité, que se llamó el GACH, de cincuenta y tantos científicos de muy distintas orientaciones. ¡Y ese comité fue el que aconsejó el uso de la vacuna! No es cierto que no haya evidencia, es cierto que le corresponden las generales de las leyes científicas, pueden fallar porque no son infalibles porque el conocimiento no es absoluto, pero que tiene garantías esta vacuna, tiene más garantías que cualquiera de las otras que son obligatorias! ¡Nunca hubo un comité científico de 50 personas que la aprobara!

Pienso que este derrape del raciocinio en tan respetable contertulio se debe en parte al menos al auspicio rotundo que su ataque inicial contra el Dr. Recarey mereció por parte del conductor, Emiliano Cotelo. Tras contar que él proviene de abogados por línea paterna, y que su progenitor le dejó “una máxima que nunca olvidará, que el derecho es ante todo sentido común”, Grompone manifestó su repudio absoluto de los “fanáticos contra la vacuna, gente que se cree salvadora de la humanidad”. Y es entonces que Cotelo declaró su irrestricta admiración por su postura antagónica. Para ello, no bien Grompone terminó de expresar su indignación, el periodista que conduce la Tertulia se hizo eco de las palabras con las que Grompone cerró su repudio del fallo del juez Recarey: “¡La ciencia no es infalible, pero es mucho mejor que el fanatismo!” Lo único más potente que un tenaz perseguidor del magistrado son dos unidos por la misma consigna. En su enfática reiteración, el conductor de La Tertulia repitió la frase del otro, pero lo hizo con un tono admirativo y solemne, para que sirviera de eslogan o marco ideológico de esa tertulia estelar de los viernes. A causa de tal nivel de admiración en su entorno, el venerado partícipe, de modo involuntario seguramente, a través de su ejemplo profirió un reverendo disparate, un planteo del todo apartado del celebrado sentido común que él mismo elogió al inicio de su intervención. 

– Un descenso acelerado y airado del nivel de los denostadores del juez A. Recarey

Ya mencioné la naturaleza viral del improperio lanzado oficialmente por el Poder Ejecutivo no sólo contra un juez cuyo fallo no fue de su agrado, sino contra el Poder Judicial al cual éste pertenece, uno de los tres en los que se sustenta la democracia uruguaya. Pero, cuando se emprende ese derrotero, las cosas sólo pueden empeorar, alcanza con dejar que los habitantes del mundo infernal mediático hagan lo suyo con esa declaración gubernamental. 

Dos programas televisivos llevan el insulto de maestro fastidiado a un nivel aún más bajo del agravio contra ese integrante del Poder Judicial. Ambos programas se ocupan de remedar mal el género discursivo de la polémica. Hay ya suficiente experiencia acumulada en estos treinta largos meses, para saber que sobre la política pandémica actual no se debate jamás en los medios masivos, bajo ningún concepto. Eso explica el furor causado por este pedido de información y por la suspensión temporaria de vacunación de la población menos vulnerable al Sars-Cov-2 y la más expuesta, por ende, a los riesgos inciertos de una vacunación que aún se encuentra en proceso de evaluación. Veamos cómo ocurre esa caída libre en el mal gusto mediático, luego de que fuera autorizada oficialmente la temporada de caza de la justicia nacional.

Pocas veces se puede apreciar con mayor claridad el grado de acatamiento de los opinadores a su animadora en EBEM, según un mecanismo semiótico que recuerda el acto del ventrílocuo y de su muñeco parlante. El día en que se conocieron la sentencia y el fallo del Dr. Recarey, en EBEM (07.07.2022), uno de estos reproductores habituales de lugares comunes unánimes sobre la pandemia exclamó furibundo: “¡Estamos en un país, bárbaro, cualquier delirante, o cualquier payaso tiene libertad de expresión!” Con el mismo modo fluido en que interactúan en su acto de ventriloquismo Mr. Chasman y su muñeco Chirolita,  la conductora Victoria Rodríguez le preguntó con fingida y exagerada curiosidad: “¿Lo estás llamando payaso al juez?” Y sin dudarlo un instante, como en un acto que no por menos ensayado deja de funcionar de manera aceitada y eficaz escuchamos la réplica del fiel muñeco: 

¡Yo estoy llamando payaso a todos los antivacunas, fundamentalistas y delirantes! ¡Dije una vez ‘Covid-delirantes’! ¡Entre ellos el diputado de las cucharas!

La performance del maestro de ceremonias encargado de dirigir la palabra colectiva en EBEM y el de su personaje dirigido culminó con una escena payasesca, como si quien habitualmente actúa como el personaje serio se hubiera contagiado de esa forma  degradada del humor. La cámara muestra a la mujer sonriente y despreocupada mientras luce una cuchara adherida a su frente. Cuando su leal Chirolita, en plena complicidad actoral, exclamó: “¡Está lleno de payasos el Uruguay!”, la animadora le respondió feliz: “¡Mirá, se me imantó!” “¡Y cómo no se me va a imantar si tengo cuatro!” De ese modo liviano y payasesco, descargó este programa televisivo su carga de ira carnavalesca contra el juez Recarey y contra la población marginal que festejó su fallo, según nos explicó el opinador que introdujo ese agravio burlón contra el magistrado. 

Tampoco perdieron la oportunidad de aludir despectivamente al diputado César Vega, como lo hicieron otros programas en esos días. Todo sirve para desprestigiar esta inquietante decisión del Poder Judicial y, cabe agregar, para declarar el amor irrestricto vacunal, como lo hizo la encarnación de Mr. Chasman en EBEM ese día: Victoria R. actúa como una alumna covidiana muy aplicada. Ella afirmó haber duplicado el esquema vacunal básico de dos dosis; no se puede pedir más lealtad a Pfizer que estás en los cielos farmacológicos. Para ser justos, no puedo dejar de mencionar que ese día también se atendió a los riesgos de vacunar a los niños en EBEM, aunque se lo llevó a cabo de modo algo sucinto y bizarro. Lo hizo el lanzador reiterado del agravio ‘payaso(s)’ en los siguientes términos: “¡Que hay secundarismos (sic) por supuesto! ¡El ácido acetil salicílico tiene secundarismos! ¡Cualquier pastillita tiene secundarismo!” El hecho de que este replicador del dogma covidiano haya utilizado tres veces una palabra que no existe, que es notoriamente equivocada, para describir y al mismo tiempo minimizar los reales riesgos de efectos secundarios en niños de la vacuna contra la Covid-19 sin que nadie en ese estudio de televisión se lo hiciera notar es muy preocupante. Supongo que ese desliz ocurrió así, porque forma parte del acto payasesco del programa televisivo. Todos estos personajes parecen ignorar que lo risible tiene límites, sobre todo cuando hay vidas tan jóvenes en juego. 

El otro ejemplo de un insulto de muy bajo nivel lanzado contra el magistrado Recarey proviene, previsiblemente, de un programa del que ya nos ocupamos en la revista, y no es casualidad que la injuria haya estado a cargo de quien eligió encarnar el rol de un guardia implacable del campo vigilado nuevo(a)normal, donde nada ni nadie debe apartarse de los mandatos nacionalsanitarios (A. Mazzucchelli). Su inclusión puede entonces parecer gratuita o redundante, pero se debe a la virulencia y al desprecio en altísimo grado que este personaje mediático eligió desplegar ante las cámaras y micrófonos. De acuerdo a la máxima pragmática, podemos calcular el significado de sentencia y fallo del juez Recarey en función de gestos teatralizados de repudio y de odio hacia los mismos como el que cito ahora. Además, es una ocasión en la que la innegable intención de liquidar el buen nombre, de terminar con la reputación de este juez quedan en total evidencia. Vamos entonces a sus palabras y profusos gestos mediáticos. 

Al día siguiente del no debate llevado a cabo en EBEM, reaparece como un eco viral, la misma injuria, que ahora es emitida desde el bar de utilería de PEB (08.07.2022). Sin el menor rastro de humor bufonesco, este avatar reviste inequívocos rasgos melodramáticos; así lo que pierde en humor lo gana en el intenso resentimiento de su portavoz femenino:

¡Quienes han atentado contra la salud de este país sistemáticamente desde 2020, son PAYASOS! ¡Y manden todas las demandas que quieran, y vengan a hacer todos los escraches que quieran, acá, en la radio, en mi casa, no importa! ¡Son unos payasos han atentado sistemáticamente contra la salud de este país! ¡De escucharlos a Uds., ponen en riesgo la salud del país, son unos reverendos payasos!

Justifico mi uso de la mayúscula para transcribir el improperio arrojado contra el juez Recarey y sus supuestos asociados o cómplices a causa del modo exagerado y teatral con que Patricia Madrid deletreó esa palabra – ‘payaso’ – para así infundirle a su injuria televisual el máximo de encono y repudio. Lo primero que se me ocurre es que si hay algo que merece el nombre de payasesco es el obstinado despliegue de ignorancia voluntaria del personaje. En esta misma revista, ya se le ofreció a P. Madrid el acceso a mil estudios sobre “la peligrosidad y eventual letalidad de las vacunas Covid19”, pero evidentemente esa oferta no tuvo el menor efecto; ella mantiene intacto su radical desconocimiento del tema sobre el que habla con tanta soltura y firmeza. No sé si eso constituye un “atentado contra la salud de este país”, como sostuvo la mujer estable de PEB, pero sí creo que el escucharla (y verla) a ella pone en riesgo el cabal conocimiento y tranquilidad de la población en relación a la situación sanitaria. Su intervención revela un muy alto grado de conciencia de su poder de fuego mediático. Sólo se expresa de ese modo quien tiene la total convicción de que lo puede hacer de modo impune, e incluso auspiciado y celebrado por la producción de ese canal de televisión. Por eso, porque estamos ante un esbirro feroz encargado de mantener la buena salud del relato covidiano oficial, su reacción reviste tanta saña en contra del Dr. Recarey.

Notorio también es el énfasis hiperbólico que más adelante la mujer despliega para exhibir su indignación y su incontenible furia ante el temible “mensaje” que surgiría, reitera varias veces, como efecto seguro de la decisión jurídica del Dr. Recarey. Según Madrid, lo peor 

es el mensaje que se le transmite a la población, no sólo los que debieron cancelar la vacunación, sus hijos se vieron suspendidos la oportunidad (sic), sino los niños que a futuro deberían vacunarse contra el Covid, y el mensaje que se les está transmitiendo, y eso de poner en tela de juicio la evidencia que hay del punto de vista científico, o el consenso científico respecto al beneficio de las vacunas.”

Impacta la completa ceguera del personaje femenino de PEB sobre el contenido de su propio mensaje, casi diría que es admirable su denodado esfuerzo por ignorar la más que abundante literatura científica, la que ella y los demás parroquianos evitan siquiera mirar, a imagen y semejanza del mítico Perseo, que debía evitar mirar a la Gorgona, para no convertirse en piedra. Si hay algo que sólo existe en el estrecho firmamento de la ignorancia voluntaria de estos seres parlanchines y mediáticos es el imaginado y elogiado “consenso” de los expertos sobre los efectos de las vacunas contra la Covid-19. 

Como broche de servilismo a la versión oficial del relato pandémico, la mujer de PEB retoma el insulto original, el lanzado por el gobierno contra el Dr. Recarey, pero ella lo enuncia en una versión mejorada, plural: “¡Lo que habíamos logrado los periodistas era no hacernos eco de disparates!” Estoy de acuerdo, debo decirlo, con que se trata de un logro de esta profesión desde hace treinta meses el nunca hacerse eco de nada que se desvíe del relato único emitido por los medios, y también el hacerlo de un modo consensual, desprovisto de voces discordantes o críticas. Y eso, admitamos, no es una proeza menor, aún si esa forzada unanimidad posee un efecto nefasto sobre la salud de la población, que tanto parece preocupar a la locuaz y furiosa parroquiana estable de PEB.

Creo que ya hay suficiente observación y reflexión sobre estos disparates de grueso calibre, y es hora de ocuparme del anhelo de linchamiento vengativo contra el magistrado Recarey que expresan con singular virulencia varios de estos programas. 

– Una insaciable sed de venganza: la visión de huestes portadoras de enfurecidas antorchas mediáticas 

Si me pregunto qué es lo que motiva a estos estridentes y encolerizados habitantes de las cavernas mediáticas a atacar con tamaña ferocidad al Juez Alejandro Recarey, no dudo en responder que es su luminofobia, es decir, el repudio violento del planteo realizado desde el ámbito judicial para arrojar luz sobre algunos de los abundantes puntos oscuros y complejos de las políticas pandémicas puestas en acción desde marzo de 2020. Desde el inicio, en eXtramuros, se ha buscado no sólo reflexionar, sino también redimir, revitalizar el legado las Luces, de la Ilustración, que a partir de mediados del siglo 18 buscó promover el uso de la razón del individuo, el desarrollo interminable de su capacidad crítica para acceder a un mejor conocimiento, y conseguir el aumento de la razonabilidad en el mundo. El intento de alcanzar ese cometido importa, porque se lleva adelante en una época en que esa conquista de la humanidad está amenazada.  

Un par de ejemplos de mi muestra no estadística de los medios de comunicación que reaccionaron con inusitada cólera ante la sentencia y el fallo del juez Recarey sirve para mostrar lo que en mi mente surge como la visión nocturna y funesta de una hueste con antorchas en pos del linchamiento mediático de quien sus integrantes han decidido es un enemigo que debe sucumbir sin más. Pero es necesario tener presente algo más inquietante aún que revelan estas manifestaciones del anhelo de liquidación del otro: se trata de la antítesis del debate, del intercambio de ideas. Estamos ante un caso de otricidio, de la descalificación total como ser humano válido de quien piensa diferente. 

La comunicación gubernamental televisada del Poder Ejecutivo del 7 de julio en la que hablan Álvaro Delgado y Rodrigo Ferrés, ambos altos funcionarios del gobierno, es un acto indisimulado de intimidación, de lo que se discute en ámbitos sociales y comunicacionales como la tóxica práctica del bullying: alguien con más fuerza – o poder – busca someter a otro, hacer valer esa diferencia para atemorizarlo continuamente. No es una buena señal que desde uno de los poderes del Estado se busque intimidar a  otro, y se lo haga valiéndose del poderoso instrumento de los medios masivos. Esa es la actitud otricida que percibo con nitidez en estos últimos ejemplos de los medios analizados. Pero antes de pasar a ellos, es justo que señale y destaque la única voz que tomó la defensa de la actitud del juez Recarey, aunque no de la sentencia ni del fallo. Esa solitaria excepción ocurrió en el entorno muy inhóspito para el magistrado de la tertulia de EPT (08.07.22), y fue la intervención sorprendente de la abogada Dra. Marcia Collazo, en esa mañana radial. Vale la pena transcribir su postura discrepante y crítica con respecto a la desafortunada intervención del Poder Ejecutivo del día 07.07.2022:

Las declaraciones del Secretario de Presidencia me parecieron desafortunadas. Alguien dijo, no recuerdo quién, que él iba a acatar porque creía en la justicia. Bueno, yo no puedo acatar un fallo judicial simplemente por una creencia mía, yo debo acatar una decisión porque es mi obligación como súbdito o ciudadano, más allá de mis creencias. ¡Hay mucho para analizar, hay muchas puntas para abocarnos! Me parece apasionante, no sé lo que va a suceder en la apelación. Pero de por sí yo no diría que es negativo, yo diría que viene a ser una pedrada en el charco. En la mansedumbre de aceptar, ‘buenooo’, eso es muy uruguayo, aceptar las cosas como vienen, las decisiones como vienen sin escarbar demasiado en ellas.

Sin detenerme a juzgar la validez de su perspectiva sobre la acción jurídica del Dr. Recarey, quiero subrayar el fuerte impacto intimidatorio del gobierno al que responden con sumisión unánime las Fuerzas Conjuntas Mediáticas. En mi muestra, sólo esta voz se atrevió a alzarse nítidamente para  no sólo no condenar el acto judicial, sino para afirmar que es saludable el intento de saber más sobre algo tan fundamental como lo es el preservar la vida de los niños ante una situación riesgosa, incierta. Para ello, esta abogada tertuliana empleó en su argumentación uno de los más reiterados reparos de los atacantes, a saber, la no obligatoriedad de la vacuna:

Podrán decirme que no es obligatoria la vacunación, pero no me podrán decir que tenemos todos los elementos de juicio para discernir si nos vacunamos o no, si vacunamos o no a nuestros niños menores de 13 años. ¿Por qué no los tenemos? Por lo tanto estoy de acuerdo con el juez en que hay una ignorancia, en este panorama, del punto de vista científico. Una cosa es no dudar que la ciencia tiene postulados certeros, y otra cosa es no conocer esos postulados certeros.”

Ahora sí, puedo ocuparme de la expresión más rotunda y salvaje de repudio mediático y casi unánime manifestado hacia el juez Recarey. Me refiero a las voces en los medios de comunicación que exigen el fin inmediato de su actividad profesional y la urgente imposición de adicionales formas de castigo ejemplar, sin asomo alguno de piedad.  

Empiezo por un curioso lapsus de una abogada que, en el programa EBEM (07.07.2022), experimenta la necesidad de enunciar lo que puede interpretarse como una suerte de emotivo juramento de fidelidad a Pfizer y a su producto más publicitado actualmente:

Obviamente estoy de acuerdo con las vacunas, y sólo un extraterrestre podría creer que no han sido (sic) las responsables de la situación que estamos viviendo en el país y en el mundo.”

Por supuesto, todos los que hablamos, y más si eso tiene lugar por la televisión en vivo, podemos equivocarnos al hacerlo, como le sucede a esta abogada y miembro estable de los opinadores de ese programa. Pero lo más curioso es que ninguno de su compañeros, ni la conductora del programa la corrigió. Sin tener que recurrir a Freud, pienso que es algo bizarro que la mujer haya dicho como si nada algo que está en el corazón de quienes dudamos sobre la eficacia vacunal, y que además tememos sus efectos secundarios. Según esta abogada estable de EBEM, todos los que vivimos en este planeta creemos que las vacunas SON las responsables de muchos males que sufrimos en el presente. Sólo un “extraterrestre” no lo creería, afirmó la abogada. Quizás la salvó de ser corregida en su craso error la fuerte acusación que acto seguido ella lanzó contra el acto jurídico del Dr. Recarey: “¡Se desaplicó la ley! ¡Pero se va a apelar y en cuatro días el tribunal va a fallar y se va a revocar este disparate! ¡Acá había una clara intencionalidad!” 

La supuesta grave acumulación de fallas  que la abogada enumera en la acción jurídica prepara el terreno televisual para el subsiguiente reclamo de ajusticiamiento profesional del Dr. Recarey. Como corresponde en el orden jerárquico del programa, ese acto trascendente y solemne lo asumió la propia conductora, Victoria Rodríguez. Cito algunos de sus flamígeros veredictos, los que enunció con un gran despliegue teatral de sus manos: 

¡Cae en difamación este juez, cae en delito! ¡Preguntale a las familias de los que se murieron por no vacunarse!” 

Aunque no hace falta, su dura acusación recibe de inmediato el fiel apoyo de otro Chirolita estable de dicho programa: “¡Connivencia clara con grupos antivacuna, el abogado y el juez! Esto, además que esté en manos de este tipo! ¡No está bien esto!” Lo traigo a colación sólo para reforzar el planteo que hice al inicio de esta sección sobre el bullying, la explícita intimidación del Poder Ejecutivo contra el fallo del Dr. Recarey, que propició el ataque sin límites contra este honorable integrante del Poder Judicial. No es común ni aceptable que se haga referencia al Dr. Recarey de modo despreciativo como “este tipo”, ni tampoco que se afirme sin evidencia alguna que el magistrado es cómplice de un grupo de personas que ese opinador detesta.

Envalentonada por ese furibundo ataque suplementario, la animadora Rodríguez redobla la apuesta en un emisión posterior de EBEM (11.07.2022):

¿Un juez puede meterse en las políticas públicas? ¿O sólo tiene que limitarse a fallar sobre cuestiones jurídicas, judiciales? ¿Cuántos miles de niños quedaron sin la vacuna? ¡Yo madre de cualquiera de estos niños, hago un escándalo! ¡No me va a alcanzar con que se revierta (el fallo)! ¿El juez va a salir impune de todo esto? ¿Qué le pasa a este juez, nada?

En un mundo fantástico, podríamos imaginar que la conductora que hace esos gestos grandilocuentes, propios de un melodrama sobre salud e injusticia, recibe en vivo y en directo la llamada del presidente o de sus secretarios, para anunciarle con severa solemnidad que el juez Alejandro Recarey será de inmediato destituido y luego enviado a una húmeda mazmorra, para mayor gloria de esa República, que ya no cuenta más con tres poderes autónomos. Aunque eso no ocurre, sí es real el injustificado acto televisivo de exigir el castigo inmediato del magistrado, como si se hubiera comprobado un flagrante delito de corrupción de su parte. “Los símbolos crecen”, escribió Peirce (CP 2.302), y en este caso, constato que los símbolos empleados por los dos funcionarios de la presidencia crecieron de modo formidable, a través de todos estos agravios y pedidos punitivos transmitidos en vivo y en directo por televisión, radio e internet. 

El surgimiento de estas huestes portadoras de airadas antorchas mediáticas no es ajeno a esa declaración inaugural y ceremonial del supuesto “disparate” jurídico que habría cometido el magistrado A. Recarey. Alguien puede interpretar esta aglomeración de insultos como el fruto de la libre expresión de los comunicadores que cité aquí, pero también es posible interpretarlos como una manifestación de obediencia y de ciego acatamiento a las fuentes oficiales y autorizadas de la interminable narrativa pandémica con la que se ha alimentado exclusivamente el sistema mediático en estos interminables años nuevoanormales. Hemos sido testigos de la incontenible furia que se desata contra quien se anime a contraponer a esa versión de lo pandémico, una alternativa crítica y más compleja. No se traspasa los límites de lo verosímil auspiciado por el Estado sin sufrir las duras consecuencias de haber despertado la “irritación de la duda”, que es el inicio de la búsqueda de la verdad en todas las ciencias, según escribió Peirce (CP 5.394, 1878).

– ¡La grieta se terminó, viva la grieta!

Como final de mi recorrido por estos surtidores mediáticos de repudio, agresión y venganza contra un juez que se atrevió a darle curso al pedido de amparo relativo a la vacunación infantil, la historia dirá si con razón o sin ella, quiero ocuparme de un comentario menor, no insultante y que por ende se aparta de modo significativo de los insultos dirigidos contra el juez A. Recarey. Curiosamente, lo que ahora presento fue enunciado en dos programas – seguramente en muchos más que no formaron parte de mi muy pequeña muestra mediática – y de modo casi idéntico. Lo presento como prueba de la llamativa e insólita falta de comprensión de quienes nos hablan diariamente desde los medios masivos, sobre lo que realmente ocurre en el mundo de la vida local y global, desde mediados de marzo de 2020. Esa situación les otorga a estos personajes, por defecto, cierto grado de autoridad y por eso es imprescindible detenerme en este elemento a todas luces menor en el masivo ataque orquestado contra este magistrado uruguayo. 

La primer ocurrencia de una suerte de apacible coda de la incesante agresión que apuntó contra el Dr. Recarey la vi y escuché en el programa Santo y Seña (Canal 4, 10.07.2022). Además de presenciar un asalto minucioso, plagado de sospechas y de descrédito hacia la persona del juez a cargo del animador central – con el agregado de detenerse en exhibir algunas frases de la sentencia por él escrita para este pedido de amparo – uno de sus colaboradores exclamó con alegría, como quien desea señalar con optimismo algo positivo en una situación pésima, esta curiosa frase: “¡Lo que logró Recarey fue zurcir la grieta!” Confieso que más allá de la metáfora elegida, lo presentado alegremente como saldo positivo de una acción jurídica calamitosa, tal como se encargó de denunciar el conductor del programa dominical de Canal 4, quedó en estado latente en mi memoria.

Recién al día siguiente, mientras estudiaba el programa EBEM (11.07.2022), caí en la cuenta de la importancia de aquel comentario, cuando éste se repitió en forma más elaborada, por parte de un opinador que no se apartó en absoluto del clima de condena del juez Recarey, al igual que el resto de sus compañeros opinadores. Cito ahora lo que dijo con visible euforia este miembro estable del foro televisivo que aparenta debatir sobre lo que no hay divergencia alguna jamás, me refiero a las política pandémicas locales:

¡En algo sí se avanzó, hay un avance y es increíble en el tema de la famosa grieta! Ayer se achicó por completo esa grieta, a nivel político. El presidente del Frente Amplio llamó al presidente de la República para que estaba en un todo de acuerdo, que abalaba la decisión de apelar.”  

Si algo faltaba para completar el desolador paisaje de la ignorancia, del completo desconocimiento en los medios de la situación actual, que ya dura más de treinta meses, es esta afirmación reveladora de la inaudita carencia de comprensión de estos portavoces públicos y muy difundidos de lo que en verdad está en juego en la Nueva Normalidad, en la época que prolonga, sin transición alguna, la emergencia sanitaria. Cada insulto, sospecha, asociación turbia endilgada con vehemencia al juez Recarey para destruir su reputación de modo irreversible configura una prueba fehaciente, indudable de la existencia y ahondamiento grave de la grieta. Por supuesto, que la inmensa grieta pandémica no se ha cerrado gracias al apoyo explícito de la oposición frentista al gobierno presidido por Lacalle Pou. Como he escuchado decir a Aldo Mazzucchelli, sólo hay dos partidos en la actualidad: el pandémico y el que sostiene una crítica sobre protocolos y mandatos de la ciencia oficial respaldada desde el inicio por gobiernos y medios masivos. No hay que ser muy memorioso para recordar que la única discrepancia político-partidaria tras la declaración de la emergencia sanitaria del 13 de marzo de 2020 en Uruguay, consistía en la disyuntiva entre tomar las medidas que efectivamente se tomaron o, en su lugar, adoptar otras mucho más severas y casi marciales, como ocurrió en Argentina, según exigió la oposición. Se trata de una  diferencia de grado apenas; ninguna de estas dos posiciones cuestiona en absoluto el fin de la vida como la conocimos hasta ese momento bajo las órdenes de la OMS y de otras agencias internacionales. La llegada de la vacuna en 2021 encontró a ambos contrincantes políticos nuevamente del mismo lado, podría decirse que aún más aliados y cercanos que nunca en la decisión de llevar adelante esa política sanitaria.

Nada puede ser más insólito, entonces, que el proclamar con ingenua euforia que el respaldo al gobierno del antagonista político-partidario en relación al acto de repudiar con vigor la sentencia y el fallo del juez A. Recarey implica el final de la grieta. Lo que sucede, como puede apreciarse en los agravios no sólo contra el magistrado, sino contra lo que estos personajes consideran “una minoría”, es un ahondamiento brutal de esa grieta, ahora convertida en un abismo. Destaco que no se trata de un grupo marginal de personas, como exclaman repetidamente con alivio, en estos programas, sino de un conjunto de ciudadanos que ha sido marginalizado de ese centro de poder que son los medios de comunicación con la mayor llegada a la población. Como muestra de la falta absoluta y flagrante de inteligencia crítica, de la capacidad intelectual que la Ilustración aspiraba promover en la sociedad, voy a citar la réplica que la conductora de EBEM (11.07.2022) le da a dos mensajes críticos de televidentes que llegan durante el transcurso del programa de ese día. Estos son los dos mensajes que Victoria Rodríguez leyó en voz alta: “¿Por qué nadie me dice las consecuencias a posterior (sic), no tengo derecho, si no me quiero vacunar?“; “Si te vacunás, te contagiás igual.” Y así respondió a ambos la conductora:

¡Tenés derecho a no vacunarte, no estás entendiendo nada!” 

Sí mija, (se contagia). ¡A ver, infórmense, por favor, le pido a la población que se informe! ¡Por favor, no avanzamos nada, si no nos interiorizamos un poquito más en cómo son las cosas!

El personaje que en el programa EBEM encarna una función vagamente similar a la de un juez – ella debe repartir la palabra y moderar los excesos opinadores de quienes están bajo su mando – acaba de reiterar con desparpajo el principio elitista ya evocado en este ensayo sobre el odio al vulgo ignorante, etc. Pero sin darse cuenta, Victoria Rodríguez realizó un certero diagnóstico sobre el pensamiento hemipléjico no sólo suyo, sino de toda la tribu luminófoba que está a cargo de tejer la trama covidiana. Con exasperación, la conductora le explicó a la ignorante televidente que si “no nos interiorizamos un poquito más”, no podríamos entender nada. El grave problema de quien guía las opiniones semanales al inicio de la tarde, en ese canal no llega a percibir la diferencia entre el acto de ‘interiorizarse’ y el de hundirse en lo más profundo de la grieta, al punto de ya no entender nada de lo que ocurre en la realidad sobre un fenómeno de índole más política que sanitaria, desde hace tanto tiempo. 

Ese personaje televisivo y todos los demás moradores mediáticos que se encargaron de colocar al juez Alejandro Recarey en una bien iluminada y amplificada galería de tiro, para dispararle una andanada de insultos no están en verdad ‘interiorizados’ en la pandemia, sino completamente inmersos en la ciénaga de los datos oficiales, su única fuente de información. Inadvertidamente, la conductora describió el proceso en virtud del cual las Fuerzas Conjuntas Mediáticas están efectiva y marcialmente interiorizadas en la defensa acérrima, blindada de un modo paupérrimo de entender el mundo pandémico. Su orgulloso rol institucional es el defender la Nueva Normalidad organizada en torno al modo de vida covidiano. Todo lo que se aparte en lo más mínimo de esa norma anómala deberá ser castigado, demolido minuciosa e implacablemente. Esas huestes están enfrascadas, encerradas dentro de un cuento que nunca termina, y que sus integrantes deben repetir para no caer en la realidad, como la narradora Sherezade, que no podía dejar de contar relatos para no perder la vida. 

Epílogo inesperado (o no): el Doctor Angelicus Global vs. el Doctor Demoníaco Local

Cuando estaba por cerrar el ensayo que ahora leen, escuché un anuncio en la radio (En Perspectiva, 13.07.22) que el conductor del programa presentó muy entusiasmado con bombos y redoblantes. Vale la pena citar el estentóreo título de ese espacio radial, dónde pueden ahora todos pueden escuchar o ver el video que se grabó con la entrevista central hecha esa mañana a un prestigioso juez y profesor italiano. Se nos avisa que se trata del jurista más traducido del mundo, y que hace ya un tiempo trabaja en pos de un  proyecto jurídico de alcance planetario: “¿Una Constitución de la Tierra? ¿Por qué es necesaria? Tenemos la globalización en economía y comunicación pero no en derechos humanos”, dijo el Dr. Luigi Ferrajoli” Sí, tal como lo leen: la enorme y más que ambiciosa carta magna concebida por el Dr. Ferrajoli habrá de  ocuparse del calentamiento global, de las inmigraciones, del crimen organizado, y de todo lo que atañe a los actuales males de la humanidad en su conjunto, sin tener que pasar más por la jurisdicción de los gobiernos nacionales.  Puede ser casualidad, por supuesto, pero que el mismo periodista que organizó varias tertulias en su programa en torno a la sentencia y al fallo del Juez A. Recarey, antes de cumplirse una semana del virulento ataque mediático al cual En Perspectiva se unió con bríos, nos traiga a este personaje es algo por demás elocuente. 

Decidí nombrar a este profesor emérito de filosofía del derecho, al Dr. Luigi Ferrajoli con la denominación escolástica Dr. Angelicus, una de las formas de denominar al muy sabio Santo Tomás de Aquino, en la Edad Media. ¿Qué podría ser más eficaz para completar la destrucción del Dr. Recarey que invitar a hablar a un juez global y angelical, preocupado pero también ocupado de los males globales? No imagino un mejor modo mediático de exponer un máximo contraste entre quien es presentado como el angelical portador de la buena nueva global con un juez local y demoníaco que se entromete con la bendición globalizada de las vacunas infantiles.

Así reza el tuit del programa En Perspectiva con el que se presentó en esa red social a la estrella jurídica del día:

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¿Se imaginan cómo sería el mundo si los países se rigieran por una Constitución de la Tierra? Conversamos #EnPerspectiva con @LuigiFerrajoli, impulsor de la propuesta, también nos acompañanan @ossarlo y Gonzalo Pérez del Castillo

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Para culminar con el interminable castigo mediático de toda una semana, percibo este recurso de introducir del modo más elogioso posible a un Juez Angélico, quien es el autor de un libro que fue lanzado en Uruguay al día siguiente de esa entrevista (Por una Constitución de la Tierra, Madrid, Ed. Trotta, 2022). Su presencia estelar  contó con la admiración apasionada del conductor, algo que ya mencioné. Pero, por las dudas, él quiso incrementar el ya caudaloso flujo de elogios, y para conseguirlo invitó a dos fans auxiliares, a los tertulianos Óscar Sarlo (abogado) y a Gonzalo Pérez del Castillo (antiguo funcionario de la ONU). Se armó así un coro de seres doctos y ostensiblemente fascinados por la propuesta planetaria y jurídica que el Prof. Emérito Ferrajoli contó a la audiencia esa mañana. 

Si el juez Recarey fue colocado en una despiadada galería de tiro de injurias, les pido que presten atención a las objeciones más duras que le propinó a su entrevistado el siempre severo y riguroso periodista E. Cotelo, tras escuchar de labios virtuales la propuesta jurídica y global – la entrevista fue hecha por ZOOM – del propulsor de esa Constitución planetaria: “¡Qué romántico, radical y utópico!” No podría concebir un triplete de elogios encendidos más ajeno a la crítica o el rechazo, que los tres adjetivos que se quiso presentar ese día como genuinos reparos al más que ambicioso proyecto jurídico del antiguo juez italiano. En el comentario de Cotelo, hay un crescendo cuyo clímax semántico nos ofrece el retrato de un apasionado soñador con un mundo mejor. La Tierra, según el Dr. Ferrajoli, deberá ser por fin gobernada por un único y central órgano gubernamental, al modo que lo hace hoy la OMS, por ejemplo, una de las instituciones que nombra con total admiración ese jurista europeo. Entre las gemas discursivas que lanzó el Dr. Ferrajoli en la entrevista, para el creciente embeleso de los tres miembros del coro de fans reunido por el programa,  elijo su tajante juicio de que la suma de cuatro mil millones que recibe actualmente la OMS para su presupuesto “es ridícula”, y debería aumentarse mil veces más. Eso nos aconseja desde su pensamiento planetario el jurista italiano, para que esa agencia pueda intervenir mucho más de lo que lo hace ahora en la salud planetaria. ¿Quién se opondría a otorgarle el Gran Premio Greta Thunberg de Platino a ese espacio radial e internético, que ha tenido la genial ocurrencia de brindarnos  el pensamiento jurídico y globalista de este eximio pensador italiano? Yo no. Audible y visiblemente conmovido por las ideas que propuso en su programa el Dr. Ferrajoli, el usualmente sobrio Cotelo, exclamó alborozado en un momento: “¡Gonzalo sonríe!” Es la señal que uno de los dos admiradores invitados recogió feliz, porque pudo entonces expresar con vigor su ilimitada fascinación ante cada aspecto de lo que podría ser esa utopía de una única ley planetaria, una vez que, superadas las mil dificultades de esa visión edénica y jurídica, se volviese realidad tangible para gran felicidad de la sufrida humanidad. 

Dejemos de lado la factibilidad del proyecto constitucional planetario como una panacea para las mencionadas amenazas que, se nos ha informado, se ciernen hoy sobre la Tierra. Lo que me interesa destacar aquí es la oportunidad de realizar esta presentación, cuando en ese programa – y en muchos más de TV, radio, portales de internet y prensa escrita – se condenó, se contribuyó a linchar y a demonizar al juez local que tuvo la loca osadía de cuestionar un mandato global que afecta la salud de la sociedad en la que se desempeña dicho magistrado. Si algo faltaba en esa enfurecida muchedumbre nacionalsanitaria (Mazzucchelli, 2022) y mediática, portadora de antorchas encendidas para liquidar la reputación del juez Alejandro Recarey era traer a la atención del amable público uruguayo esta estrella del recontra-nuevo-orden-mundial. 

La pregunta que imagino se hace el lector de este ensayo es si este espectáculo colectivo y mediático de exterminio de la reputación del Dr. Alejandro Recarey es el resultado de una muy cuidadosamente preparada conspiración, de un plan minuciosamente urdido para conseguir el desamparo de quien desde su competencia profesional accedió al pedido de amparo maldito, según nos cuentan incesantemente las múltiples y unánimes voces de los medios más influyentes del país.  Mi respuesta es negativa. No hay necesidad alguna de que se reúnan física o virtualmente estas fuerzas conjuntas y amplificadas del repudio de la disidencia covidiana. Todos estos seres mediáticos, los luminófobos, comparten un anhelo de mantener su buena salud mediática, y no encuentran nada mejor, más metabólicamente perfecto, que unirse con total naturalidad, para promulgar la condena más dura e implacable de la sentencia y del fallo dictaminado por el Dr. Recarey. Según su visión oscurísima, el magistrado uruguayo estaría atentando contra la salud de los niños, contra la libertad y/o patria potestad de infinidad de padres sedientos de vacunar sin cesar a sus pequeños. Estar alertas a los signos de la conveniencia organizacional no es lo mismo que reunirse secretamente para armar una conspiración. 

Hay una posible moraleja de este episodio que quisiera se lleve y vaya masticando el lector de mi texto: se imponía exhibir de modo espectacular el muy alto precio de ejercer la duda razonable ante las imposiciones nuevoanormales. Ese desamparo despiadado del Dr. Alejandro Recarey es lo que le ocurrirá a quien abandone la apretada trama narrativa que construyen continuamente políticos, medios y Ciencia Oficial. No puede aceptar el Orden Pandémico Global que un miembro del poder judicial ejerza impunemente la crítica, y menos aún que se atreva a señalar graves carencias del Estado nacionalsanitario

Esa rebeldía se paga con lo que en inglés se expresa con gran fuerza icónica como ‘character assassination’ – literalmente, el asesinato de la reputación – y con una masiva demolición de los argumentos jurídicos que el juez Recarey utilizó para formular la sentencia y la decisión jurídica de suspender temporalmente la vacunación de niños menores de 13 años hasta no recibir del gobierno la información requerida.  El escarnio que las fuerzas conjuntas mediáticas nacionalsanitarias infligieron al juez Alejandro Recarey es una lección ejemplarizante. Me recuerda al castigo imaginado por Franz Kafka en su terrible relato “En la Colonia Penitenciaria” (1916). La máquina de tortura, agonía y muerte que diseñó el difunto comandante de esa isla dedicada al castigo escribe con afiladas agujas en el cuerpo del reo la falta cometida, hasta que éste expira. De no acatarse al dogma covidiano, toda infamia imputada al magistrado desde la máquina mediática estaría a priori justificada, él debe convertirse en el Dr. Demoníaco, para mayor gloria del relato covidiano.  

Referencias

Peirce, C.S. (1931-1958). The Collected Papers of C. S. Peirce Vol. I-VIII, C. Hartshorne, P. Weiss & A. Burks (Eds.), Cambridge, Mass., Harvard University Press.

Programas consultados:

En Perspectiva

– Tertulia 08.07.2022: https://enperspectiva.uy/en-perspectiva-programa/la-mesa/juez-dispuso-ayer-la-suspension-inmediata-de-la-vacunacion-contra-covid-19-a-menores-de-13-anos/

– Entrevista Central (13.07.2022): https://enperspectiva.uy/home/crear-una-constitucion-de-la-tierra-tenemos-la-globalizacion-en-economia-y-comunicacion-pero-no-en-derechos-humanos-dijo-el-dr-luigi-ferrajoli/

Esta Boca Es Mía:

Programa del 07.07.2022:https://www.teledoce.com/programas/esta-boca-es-mia/justicia-ordeno-suspender-vacunacion-a-menores-de-13-anos/

Programa del 11.07.2022https://www.teledoce.com/programas/esta-boca-es-mia/suspension-de-vacunacion-abrio-debate-sobre-los-recursos-de-amparo/ 

Polémica en el Bar (08.07.2022):

https://www.canal10.com.uy/juan-cristina-y-pablo-schiavi-polemica-el-bar-n873432