POIESIS / 58
Por Carlos Manuel Álvarez
Sobre la pista de felicidad muda de la geografía caribeña, Frank Báez aterriza con un parlante a todo volumen desde un cielo de tristeza. Es el poeta de la sencillez inquebrantable. La varilla de sus versos puede doblarse, pero no romperse, y como lector todavía me sorprende la aleación que se produce al interior de la poesía de este dominicano extraviado; una fuerza muchas veces elegíaca diluida en el trazo firme de una conciencia absoluta de lo profano y lo ridículamente plebeyo.
Son poemas que piensan con la lengua, de inteligencia eufónica, y su peso simbólico descansa en el sonido de una voz ligera que habla hacia adentro con un tono extrovertido, cruzado por bocinazos, por la palabrería disonante del gentío y por la música caótica de un paisaje sofocante e inquieto. Esa experiencia puntual del poeta educado sentimentalmente en el barrio cura en salud el lirismo de Báez, lo mantiene embarrado de la versión prosaica de sí.
BREVE CONVERSACIÓN CON EL MAR CARIBE Te cuento que el otro día conocí al mar Mediterráneo y fue un poco como conocer un actor olvidado. Caminé por el malecón oyendo sus olas que sonaban como la tos de un Joe Pesci asmático. Aunque más que un actor olvidado el mar recordaba las momias que exhiben en el museo del Cairo. Nada que ver contigo, mar Caribe, que esta tarde tienes tanto vigor que parece que vienes del gimnasio. No sé si te prefiero cuando te tiendes manso y reposas como un león en medio de la pradera. O cuando te enfureces y ruges e intentas sodomizar la costa a la manera de Marlon Brando en El último Tango en París. Los pelícanos y las gaviotas se te escurren de los dedos cuando intentas atraparlos, es como si quisieras salirte del lecho, pero tus cadenas te sostienen con tanta fuerza que no te queda de otra que gritar y despotricar. Di la verdad, ¿no te molestan los cruceros con ancianos y toda esa basura que te arrojamos? Te hemos envenenado, contaminado. El año pasado tus costas tenían tantas algas que parecía que en nuestras playas un turista te contagió la sífilis. Yo me dije esto se ve feo. Y me pregunté si este no era el fin. Pero en vez de mandar un tsunami y desquitarte de nuestras ciudades y borrar del mapa a Miami, volviste a pacer tu rebaño de olas que balaban en paz y en armonía a lo largo y ancho de la costa. ¿Qué más te digo? Eres el mar de mi infancia, me he pasado la vida descifrando tus palabras. Ambos hemos envejecido, pero a pesar del paso del tiempo sigo viniendo a este arrecife a conversar contigo con la misma inocencia de cuando era niño y paseando por tus playas recogí una caracola y me la llevé al oído y tú me hablaste por primera vez. Mi amigo camina hacia el silencio Mi amigo decidió que no iba a escribir más estaba sentado en el metro en dirección a su casa tarde en la noche cuando se dijo que no más que ya no es necesario que uno sencillamente puede dejar de escribir y renunciar como uno de esos árboles que en primavera se niegan a que sus hojas broten y eso hizo mi amigo decidió que no iba a escribir más y que cuando le viniera el impulso lo iba a ignorar o mejor aún aprovecharía esa energía para hacer otra cosa como caminar y eso hizo se puso a caminar por Manhattan y cuando le preguntaron hacia dónde iba él respondía que caminaba hacia el silencio y bueno el silencio no existe el silencio es una metáfora en un experimento John Cage demostró que no existe el silencio se metió en una cámara a prueba de sonido y se dio cuenta de que en todo momento seguimos escuchando el latido de nuestro corazón o la circulación de la sangre es decir que nuestro cuerpo es lenguaje o mejor aún que el lenguaje es vida pero a mi amigo esto no le interesa y sigue caminando en busca del silencio y pronto hundirá sus zapatos en la nieve y avanzará como si fuese el primer explorador que alcanza las regiones del silencio y los copos de nieve caerán cada vez más rápido como queriendo sepultarlo y sus pasos en la nieve resonarán al igual que sus versos que solo cesarán cuando alcance el silencio y la nieve borre una a una sus huellas y su cuerpo y la ciudad blanca como una hoja de papel. Milky way La primera vez fue cuando mi papá vino de Nueva York con la maleta llena de milky ways y yo probé uno y me sentí como en esa escena de Charlie y la fábrica de chocolates en que el protagonista se esconde para ver si su chocolate está premiado aunque yo me escondía más bien para que mi mamá no me quitara los chocolates y les llevé a Pascual y al Seba quienes se engancharon tanto al punto que cada vez que me veían acercarme con los bolsillos llenos de milky way babeaban como el perro de Pavlov y después que probé los milky way los rocky kid llenos de almendra no me sabían a nada los crachi los más más los chocolates embajador todos habían perdido su magia y recuerdo que cuando en la clase de religión el cura hablaba del éxodo de los judíos por el desierto y del maná que Dios lanzaba desde el cielo para que se alimentaran y no se murieran de hambre antes de llegar a la tierra prometida yo imaginaba que el maná eran pedacitos de milky way que caían sobre la arena y sobre las piedras y la analogía cobró más fuerza cuando supe que milky way significaba Vía Láctea así que piensen en esos publicistas buscándole nombre a ese producto e imaginando que no hay nada más sublime que comerse una estrella y bueno ya han pasado dos décadas tenía años que no probaba un milky way la verdad hoy en día prefiero los snickers Pascual y el Seba se fueron al norte no sé bien en qué ciudad vive Pascual pero sé que el Seba vive en Nueva York específicamente en el Bronx la semana pasada nos vimos y paseamos por Manhattan en un momento Seba entró a un seven eleven para usar el baño y yo compré un milky hay y le pregunté al Seba si le apetecía recordar los viejos tiempos pero el Seba me dijo que ya no comía dulces que era propenso a la diabetes así que yo me comí el milky way solo andando con el Seba por las calles de Manhattan mirando de vez en cuando hacia arriba donde había tanta niebla y tantas luces que no se alcanzaban a ver las estrellas y mucho menos la vía láctea 14 (LLEGÓ EL FIN DEL MUNDO A MI BARRIO) La ola toca una a una las piedras como si las contara. 33 (LLEGÓ EL FIN DEL MUNDO A MI BARRIO) Antes de ir al hospital acompañé a mi padre a recortarse el pelo y el barbero de brazos tatuados limpió el sillón con un trapo como si se tratara de un trono y mi padre con su barba y sus lentes dudó en sentarse, porque él odiaba cualquier privilegio y si iba a esa barbería donde los decibeles del reggaetón y de las salsas rompían los tímpanos de los clientes era porque se sentía como en casa y las tijeras del barbero eran un pájaro que aleteaba sobre la cabeza de mi padre y entonaban una canción que era imperceptible para los mortales. Era una canción sobre la muerte y ese era el último corte que se haría mi padre y eso no lo sabía el barbero, no lo sabía yo, no lo sabía nadie. Afuera brillaba el sol, avanzaba el viernes y los otros barberos trasquilaban con sus maquinitas las cabezas de sus clientes. A veces he pensado en ir a la barbería y contarle al barbero de brazos tatuados que mi padre ha muerto. O quizá no decirle nada y sentarme a que me recorte con esas tijeras que aletearon como un pájaro sobre la cabeza de mi padre. Entonces sabría el significado de la lúgubre canción que las tijeras entonaron, comprendería y sería como siempre demasiado tarde. ANOCHE SOÑÉ QUE ERA UN DJ Llamo por teléfono a Miguel y le pregunto si piensa que me iría mejor de DJ o como poeta y Miguel responde que siga como poeta. Mi novia también dice que como poeta. El hermano de mi novia dice que como poeta y una jevita que hacía una fila en el cine y que recién conocí dice que como DJ. Las menores me ven más como DJ y las mujeres que compran en el supermercado dicen que persista con los poemas. Mi mamá dice que como poeta. El plomero dice que poeta. Los cinco poetas que conozco me dijeron que me iría mejor como DJ. Mi hermana se abstuvo de votar. Fui a ver a DJ Tiesto y una gringa me tomó de las manos y me explicó que los DJ son criaturas de Dios. Son ángeles, dijo y mientras hablaba yo imaginaba a los DJ volando con sus turntables alrededor de Dios como si fueran mosquitos y Dios los espantara con la mano. Pero bueno, la cuestión es si los poetas y los DJ se pueden conciliar. Si pueden ser uno, si es posible escribir con una mano poemas y con la otra pinchar discos, si se puede ser mitad poeta y mitad DJ, si del ombligo para arriba soy poeta y del ombligo para abajo soy DJ o al revés o quizás que un poeta se convierta en DJ las noches de luna llena o quizás estoy exagerando y en el fondo todo DJ quiere ser poeta y todo poeta quiere ser DJ. Hay una fábula en donde un DJ y un poeta caen en un pozo. Empiezan a vocear y a vocear hasta que un hombre se asoma y les tira una cuerda para irlos subiendo poco a poco. Sube al DJ primero y cuando se la arrojan al poeta este grita que lo dejen abajo y el hombre y el DJ así lo hacen, aguardan en silencio y se marchan al rato.

Frank Báez (Santo Domingo, República Dominicana, 1978). Es poeta, narrador y cronista. Es autor de los poemarios Jarrón y otros poemas, Postales, Anoche soñé que era un DJ, Este es el futuro que estabas esperando y Llegó el fin del mundo a mi barrio. Además, ha publicado el libro de cuentos Págales tú a los psicoanalistas y los volúmenes de crónica La trilogía de los festivales, Lo que trajo el mar y Tejiendo redes. Es miembro fundador de la banda de Spoken Word El Hombrecito. Fue parte de la lista de los Bogotá39-2017 que aglutina los escritores latinoamericanos más prometedores menores de 39 años.