Las palabras dicen lo que dicen y no más
POIESIS / 25
Por Gerardo Ciancio
Desde su inicial libro de poemas La flor difícil (1999) y hasta el póstumo Polcasola (2016), Enrique Bacci construyó con enorme paciencia, múltiples y desordenadas lecturas, y un verdadero taller de experimentación del lenguaje poético, autogestionado, que operaba todo el tiempo en su conciencia y en su praxis escritural, podría decirse, diaria, un orbe literario sui generis. El trabajo sobre la lengua (incluyendo su gusto acendrado por la inclusión en el poema de variedades dialectales de la frontera, especialmente, en su última etapa productiva) ocupaba gran parte de su particular pasión por el fenómeno poético.
Continuamente hablaba de esa brecha o grieta o diferencia que existe entre el lenguaje y el mundo. El problema de la referencialidad, sus posibles imposturas, fallas o insuficiencias. Consciente de que la herramienta del poeta es el repertorio de la lengua, sus posibilidades morfosintácticas, las posibles elecciones léxicas, la ya más que secular tradición del verso libre, sus variantes en permanente proliferación, sus ritmos y despliegues al oído y a la vista del lector, Enrique no cejó en su esfuerzo de búsqueda, exploración, asunción de riesgos. Sus papeles, los archivos digitales que dejó en su computadora, los trabajos inéditos y toda la producción édita así lo testimonian.
Un poema del 2011 como el que transcribo aquí, que a primera vista eriza sus púas, se suelta de los ojos del lector, caracolea y resiste, o lo hace en apariencias, o no (recuerdo cuando me lo leyó escrito al dorso de una hoja membretada, recuerdo su mirada y su sonrisa fijas, como esperando un algo que yo debía devolverle: el asombro fue), puede decir algo de que lo intento esbozar ahora:
“No es callar atender al que no dijo
riesgo y río
brisa. (Trasmontar al de a pie en la peripecia)
El verbo en su carcasa mechón como incendiado cuando dijo
–esto es la quema, en este paso, urgente,
la zanja del futuro innominado.”
Porque Enrique, lector hasta la fatiga de la poesía de la vanguardia histórica, de los textos del Concretismo brasileño, de las formas poéticas barrocas, neobarrocas y toda su deriva posterior, de J.L.Ortiz, de Zelarayán, de Borges, de Milán, entre tantos otros, y de la poesía venezolana contemporánea (tenía una relación cuasi amorosa, un encandilamiento transparente con Venezuela, su gente, su música, su arte, su poesía, y conocía mucho al respecto), siempre estaba en busca de otro pliegue, de otra inscripción en el cuerpo del poema, de eso otro que no se alinea con tal corriente ni deja de hacerlo, por momentos, al menos.
Y a partir de estas investigaciones que se imponía como método y camino para el trabajo hacia el poema, fue configurando un mundo nuevo, un topos verbal en el centro de la tierra, en su Midland, espacio mítico, histórico, lingüístico, onírico, poético.
Allí habita.
Viene la tormenta y su pregunta tambalea el espejo cardinal. Se encima a lo que existe; en dos sopladas el viento episodia en la arboleda. Ahuecado el espanto se desierta de iniciales. Ni dioses ni preguntas Sólo un resto de otro viento que se enreda con el gusto desolado de lo que ya nada espera. De La flor difícil, Paso de los Toros, Ediciones de Integrarte, 1999, p. 43 Ambarino el color posible de este recuerdo. Mundo dentro del agua niebla mojada de la que nacimos estallido del eco y abandono de donde no. Enseguida la luz ese río el grito escarbando el aire y siendo el río abierto. Planeando si es que pájaro “si es que verde camalotal”. Enseguida la luz ese río la luz ese río la luz ese río la luz ese río enseguida. De la luz ese río, Paso de los Toros, Ediciones de Integrarte, 2000, p. 26 Piedras moras a la sombra del viento a estas piedras las recorren tres vientos; atado de crines al musgo de la piedra uno es viento de agosto erizado. Su eco pasta en el frío. El abajo del relincho es un norte de oraciones y el miedo en ese viento es un jinete de lejos. De Midland, Maldonado, civiles iletrados, 2002, p. 15 costillas de lo visible de la pluma tras la piedra del güeso a la busca del aliento duda lo visible debajo de la puerta amigos…y después ¿qué ritual desconocido repetimos al cruzar? De temprana bocanada, Montevideo, Ediciones de la Crítica, 2004, p. 33 Cuántos siglos mira un hombre llamado surubí. Árbol sin viento sobre el agua, sin tierra, anoche tiembla. El charco levantado por las patas del caballo, hum… la luz del café Sport se vuelve prisma, la pluma del silencio verderón el rostro de Lino sirve otra y a la mierda historia ¿qué queda? un lamento tartamudo. De Valdirio, maquinista, Montevideo, Ediciones de la Crítica, 2006, p. 22 pero los patos pueden lo que pueden digamos las palabras dicen lo que dicen y no más que las uñas muestran sin peinar diadema y lumbre no más que silencio peinan ¿lo ves? vienen del lago del medio de la tierra (la luz de allí tiene curva inmensidad) uno de ellos va diciendo qué lugar cuando con eso los patos logran viajar por el silencio De Isabelas, Montevideo, Ediciones de Nudo Sur, 2008, pp. 9-10 Mais agora de aquí cerca Livramento cebadura, voz, silencio viendo que hay camisas abrazadas siendo que hay ropajes diferentes para el sueño na portela los pañuelos gritando sin su dueño quebrada sin los cuervos tosiendo porque sí todito arrodillado quebrada coyuntura de aquí estar De Lejanías, Montevideo, Ediciones de Nudo Sur, 2008, p. 82 Para mi hermano José Luis Otrora, sobre la represa, húmedos La caída de agua mueve el hormigón del mundo por allí seguro mueve los hierros engranados y una pluma de otro pájaro que dejó por la pesadez del viento sus vuelos recordados. En la Sala de Máquinas se mueve el cuaderno de otra época. También Machado jubilado y a la pesca de unos bagres. Todo es respetable. Hasta incide el movimiento en los colores con la marca de la cota 86, aquel año en que fue ayer, si eso parece! Cae agua como yuyo. Las turbinas de un país que no lo sabe, las compuertas, el vértigo en un hombre que pasaba de un temblor. La pluma no es de pato, la escama no es de buey. De abrA(, Montevideo, Ediciones de Nudo Sur, 2011, p. 107 va el sulfuro por la brisa, van razones de la Clara en torno mío. En Rotorua digo mío y es pasible de un volcán de la tierra misma. Los ojos de Clara miran un aviso de erupción, un gato calcinado hace cien años o poco más. A cuando un puente por allí forjaba un Midland, va el humo en la región el humo Tarawera. 86 de hace dos siglos en torno mío - si Clara, si la Midland, si lo inglés, si va esa brisa- El gato calcinado le recuerda a Clara un gato. Veo en sus ojos. La veo. Veo. De Aguas de Te Aroha, Santiago de Chile, Editorial FUGA, 2011, p. 31 No muy lejos de los perros, otra flacura similar pregunta si tal palabra es roja, tal otra azul. Llega el dolor a la paletilla de un hombre que llega con un Brasil en la nuca. __Vengo del infierno.__ Dice, mientras se apea. El Mauser se le enrosca al cuello como una culebra entumecida, el susto mordido es apio en la garganta que los perros merodean, de ala baja en el sombrero y el alma a la lejanía. Justo Rufino busca los pastos perdidos en el signo de una fuerza extraña: el caballo es perro y el perro paletilla. El hombre termina de llegar y aparece así, espiga a la altura de los labios por un resto de agua que apague la cadena de preguntas que ni él ni nada Por causa de chimarrita passei arroios a nado De Polcasola, Montevideo, yaugurú, 2016, p. 26 Los pájaros arriba haciéndose astilla con la forma No hay confesión de partes que sepamos aunque el Ligerito sea ducha ave en reconocer la cáscara ceibal y verse luego reflejo sin llave, ni patrimonio anda el Boyero. Ala Amarilla y volátil el ribereño espacio sin sentirse no está dada esa semblanza para que usted, del portugués pregunte, por lo que no hay —confeso— en lengua alguna. Es puro texto el monte y puro texto, aparte De passarinho quilero, en Polcasola, Montevideo, yaugurú, 2016, p. 96 Bibliografía de E. Bacci
La flor difícil, Paso de los Toros, Ediciones de Integrarte, 1999
la luz ese río, Paso de los Toros, Ediciones de Integrarte, 2000
Midland, Maldonado, civiles iletrados, 2002
temprana bocanada, Montevideo, Ediciones de la Crítica, 2004
Valdirio, maquinista, Montevideo, Ediciones de la Crítica, 2006
Isabelas, Montevideo, Ediciones de Nudo Sur, 2008
Lejanías, Montevideo, Ediciones de Nudo Sur, 2008
abrA(, Montevideo, Ediciones de Nudo Sur, 2011
Aguas de Te Aroha, Santiago de Chile, Editorial FUGA, 2011
Polcasola, Montevideo, yaugurú, 2016
