ENSAYO
Por Aldo Mazzucchelli
En nuestro número anterior escribía sobre el Partido de la Vacuna: ese fenómeno sociopolítico e ideológico característico de la época, por el cual gente cuyos intereses e ideologías difiere a veces radicalmente, encuentran no obstante formas de unirse en base al miedo a la desestabilización del sistema -y, algunos de ellos, para fomentar además la complicidad de la mayoría con sus delitos, y engrosar el dique contra la verdad evidente que sale a luz.
La semana última dio una maravillosa oportunidad para apreciar el modo en que la televisión puede funcionar de un modo ajeno por completo a cualquier forma de logos humano, y aun así contribuir al reforzamiento del capricho/berrinche –no voy a admitir haberme equivocado en nada– en que se basa el Partido de la Vacuna.
Hace unos días circuló ampliamente -también nosotros lo publicamos- un video en que el diputado europeo Rob Roos interrogaba a una ejecutiva de Pfizer la que admitía, con una risita, que en la vacuna homónima no había nunca sido testada “respecto de la transmisión del virus” antes de vendérsela a toda la tierra diciendo que uno debía vacunarse con ella para evitar la transmisión del virus.
Según la presentadora del video adjunto, en uno de tantos programas de opinión producido por ignorantes para reforzar a los ignorantes en su ignorancia -en la televisión criolla tenemos un par también, de amplia audiencia- lo que dijo la ejecutiva de Pfizer no tiene ninguna importancia. Es “lo que ya había dicho la compañía en 2020”.
El programa hace centro en otra cosa. En lugar de mostrar esta revelación inesperada de la compañía como lo que es -la confesión de una estafa-, la aprovecha para relanzar los mismos temas que ya había lanzado en 2020. El eje del programa es, como siempre, politizar el punto para evitar que se piense sobre él.
En lugar de ver lo que dice Pfizer, se lo asocia con una “oportunidad para los antivacunas”, y a esto se lo asocia con Trump, con Tucker Carlson (según la española un presentador “ultra derechista”), con Putin y RT, y con Vox.
Por la vía de lo que llamaríamos reacción hipnótico-asociativa, se obtiene quizá un reflejo a la Pavlov -ese ruso soviético tan incómodo en los tiempos que corren-, y así los miembros del Partido de la Vacuna encuentran consuelo, de nuevo. No se equivocaron en nada. Efectivamente, sea lo que sea que incluso un ejecutivo de la mismísima Pfizer les diga, no importa, si enseguida confirmo que los Malos están del otro lado, y yo estoy del lado de los Buenos, de los que aseguramos la maravillosa sociedad en que vivimos, e impediremos por siempre que nada amenace nuestra comodidad, nuestra estabilidad, y nuestros más arraigados prejuicios.
¿Qué van a hacer los miembros del Partido de la Vacuna cuando la realidad, como ya está haciendo todos los días, les venga a cobrar cuentas progresivamente más grandes?
Deléitese con este ejemplo de neolengua que sigue construyendo la neoracionalidad posposverdad, posquintadosis: