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Por Aldo Mazzucchelli

Cuando Elon Musk estaba en tratativas para comprarse Twitter, Vijaya Gadde, la abogada más importante del staff de entonces, lloró en una reunión de ejecutivos de alto nivel. Lo que le molestaba era la idea de que con Musk vendría la “libertad de expresión”, algo que parece francamente malo para gente como Gadde y otros, especialmente de generaciones más jóvenes que ella -que tiene 48.

Musk, en aquellos momentos, aclaraba (en un tuit) su filosofía respecto a twitter, que es bastante simple: “Por ‘libertad de expresión’ entiendo simplemente la que se ajusta a la ley. Estoy en contra de la censura que va más allá de la ley. Si la gente quiere menos libertad de expresión, pedirá al Gobierno que apruebe leyes en ese sentido. Por tanto, ir más allá de la ley es contrario a la voluntad del pueblo“.

Vijaya Gadde era de hecho la Jefa de Censura de twitter (hoy felizmente despedida; el cargo pomposamente se llamaba “Jefa del área Legal, Políticas, y Confianza”). 

En 2018, fue interpelada por muchos usuarios de la plataforma ante las cosas raras y la creciente desaparición de opiniones distintas a la ortodoxia woke y pro-partido Demócrata que dominaba la plataforma. Entonces, en un mensaje histórico, mentía acerca de cómo “no censuraba a escondidas” y, sobre todo, sobre cómo no lo hacía “por razones políticas”. Gadde empezaba así su mensaje aclaratorio del 26 de julio de 2018: “La gente nos pregunta si censuramos a escondidas (shadow banning). No lo hacemos“.

Luego, intentaba enmascarar el sofisticado mecanismo montado por twitter, bajo su mando, por el cual se escondían de hecho los tuits de los ciudadanos cuyas opiniones no estaban de acuerdo con lo que Vijaya Gadde y su ideología piensa. Así razonaba:

…empecemos por “¿qué es el shadow banning?”. La mejor definición que hemos encontrado es la siguiente: hacer que el contenido de alguien no sea descubierto deliberadamente por nadie excepto por la persona que lo publicó, sin que el autor original lo sepa. Nosotros no realizamos censuras escondidas. Siempre puedes ver los tweets de las cuentas que sigues (aunque puede que tengas que hacer más trabajo para encontrarlos, como ir directamente a su perfil).

No censuran, no. Lo que hacen es que el contenido “no sea descubierto deliberadamente por nadie, excepto la persona que lo publicó“. O sea, lo censuran, salvo a quien lo publicó. Y además, eso pasa totalmente a escondidas. O sea, sí, es “en las sombras“. Porque se hace “sin que el autor original lo sepa“. 

En resumen, sí, te censuraban, y no te enterabas.

En la segunda parte del párrafo, Gadde sigue mintiendo como en la primera. Explica que “no censuran a escondidas“, porque pese a que censuran a escondidas y nadie lo sabe, tú igual puedes ver esos tuits (Siempre puedes ver los tweets de las cuentas que sigues (aunque puede que tengas que hacer más trabajo para encontrarlos, como ir directamente a su perfil). 

Claro, además no los vas a ver. No te aparecerán en tu pantalla. Tendrás que ir a buscarlos. Pero ¿cómo buscar algo que uno no sabe que existe? Bueno, eso es más bien problema tuyo. 

Luego se apresura Gadde a contradecirse, y aclara oscureciendo: “no realizamos bloqueos en la sombra por motivos políticos o ideológicos“. ¿No era que no realizaban bloqueos en la sombra? ¿Qué necesidad hay de aclarar que, además de que no los realizan, tampoco los realizan por motivos ideológicos?
En realidad, sí los realizan, y ella explica las razones por las que sí los hacen:

Sí clasificamos los tuits y los resultados de las búsquedas. Lo hacemos porque Twitter es más útil cuando es inmediatamente relevante. Estos modelos de clasificación tienen en cuenta muchas señales para organizar mejor los tuits según su relevancia oportuna. También debemos hacer frente a los actores de mala fe que pretenden manipular o desviar la atención de una conversación sana. Los tweets de actores de mala fe que pretenden manipular o dividir la conversación deben clasificarse más abajo.

Este último punto es la base de nuestro trabajo en torno a una conversación pública saludable.

Muy bien. A Vijaya Gadde, su conciencia y su ideología le indican qué es una “conversación sana”. De ninguna manera puede ocurrírsenos que, por ejemplo, Gadde podría tender a calificar como “de mala fe” a los que dicen cosas distintas a las que ella cree. Pero por las dudas, veamos qué indicadores usaba: 

Estas son algunas de las señales que utilizamos para determinar los actores de mala fe:

Propiedades específicas de la cuenta que indican autenticidad (p. ej., si tienes una dirección de correo electrónico confirmada, la fecha de creación de tu cuenta, si has subido una imagen de perfil, etc.).

Las acciones que realizas en Twitter (por ejemplo, a quién sigues, a quién retuiteas, etc.).

Cómo interactúan contigo otras cuentas (por ejemplo, quién te silencia, quién te sigue, quién te retuitea, quién te bloquea, etc.).”

Traduzco: todos aquellos tuiteros que seguían cuentas “de mala fe” (todas las cuentas que apoyaban ideas ajenas o contrarias a la ideología woke, a los intereses de la “comunidad de inteligencia”, a los intereses de los criminales Covid, a los intereses del Foro de Davos, o a los intereses demorepublicanos, o a los intereses del blob, eran “de mala fe”. Si usted seguía esas cuentas, era retuiteado por esos deplorables, y era bloqueado -digamos- por los fanáticos LGTBQ y de Black Lives Matter, usted era un tipo de mala fe. Está censurado.

Es cansador intentar pensar respecto de acciones como las de Vijaya Gadde, quien además se cree, al parecer, superior al resto de la humanidad, lo que la habría habilitado no solo a pensar por todos ellos, sino luego a mentir en la cara de miles de millones de usuarios de Twitter que le habían dado su confianza. 

La plataforma, como sabemos hoy, bajo la dirección de esta dictadora woke, cerró cuentas a mansalva, y también canceló toda la información sobre el laptop de Hunter Biden cuyo contenido podía, él solo, modificar millones de votos en la última elección presidencial norteamericana, al demostrar la profundísima corrupción ucraniana en la que el hijo de Joe Biden (y toda su familia, y su padre especialmente) estaban hasta el pescuezo. 

Seguramente, no censuraron esa información por razones políticas, sino porque “no era relevante”.