GLOBO

Por Alfredo D´Angelo 

Llamó la atención la reciente renuncia del candidato presidencial y ex gobernador del estado de Sao Paulo, João Doria, tanto como el silencio de los analistas políticos frente a esa renuncia sorpresiva; en Brasil y más aún, en la prensa internacional.  

Pocas veces se vio en Brasil y en América Latina un político más marketinero. São Paulo, capital mundial da vacina”, es el slogan que aún hoy uno ve por todas partes cuando maneja en las calles de la megalópolis brasileña. Con la llegada del coronavirus, Joao Doria cerró un rápido acuerdo con la vacuna china Coronavac y esta comenzó a ser realizada en conjunto con el prestigioso instituto Butantá de investigación médica, fundado en 1901. La unión con el Instituto Butantá, dependiente del estado y del gobernador, le dio a Doria mucha credibilidad en el comienzo de la campaña de vacunación en el estado San Pablo, que fue pionero en relación a otros estados y en relación al gobierno central de Brasil.  Después entró el lobby de la Pzifer, que chantajeó varios gobiernos de América Latina, en particular al gobierno del Alberto Fernandez, al gobierno de Bolsonaro, e impidió, en Brasil, la venta y al autorización de la vacuna rusa Sputnik. En Argentina, las relaciones de Cristina Kirchner con Putin facilitaron el acuerdo con la Sputnik, cuatro veces más barata que la vacuna de ARN de la Pzifer y bastante menos nociva para la salud. En Brasil, el gobierno federal cerró primero con la Astra Zeneca y después con la Pzifer, a pesar de la resistencia inicial del presidente Bolsonaro, un presidente débil, con poco poder concreto, más allá de sus “bravatas”.

Doria que ganó la gobernación de Sao Paulo gracias a la unión con Jair Bolsonaro y a demagógica campaña anti petista y anti izquierdista, al ver las posiciones de anti globalista de Bolsonaro frente al coronavirus (rechazando el lockdown, cuestionando las vacunas), rápidamente cerró con el paquete “covillero”: cuarentena obligatoria, uso de máscaras también obligatorio, vacunación masiva con propaganda estatal y de los mass midia , prohibición del derecho de reunión, cierre de teatros, clubes, iglesias, shoppings, restaurantes, bares, alcohol gel, todo. “Fique en casa”, era el lema. 

Fueron meses y meses de encierro, donde una parte de la población, clase media, media alta y alta, cumplió con el lockdown, y otra, tal vez mayoría, no podía, por más que quisiera, si fuese el caso. Esa población, suburbana, que vive en la periferia, en la zona metropolitana, vive, en general, con lo que gana en el día o en la semana, hacinadas en una misma casa o apartamento varias personas de su familia. Es muy común en la ciudad de  Sao Paulo, la típica familia “prole” o de clase media baja, que consiste en la madre, el padre, uno o dos abuelos, un hijo separado que volvió a casa después del divorcio, otro que no se casó y nunca se fue, un perro, un gato, etc. Hay una serie genial de la televisión brasileña, A grande familia, creada en los años setenta por Oduvaldo Viana Filho,  llamado “Vianinha”, militante comunista y dramaturgo genial que murió a los 38 años, que retrata esa realidad con mucho humor: la casa de suburbio donde conviven personas de diferentes edades. En los años dos mil, esa serie volvió a ser hecha por la Red Globo de televisión, con gran éxito.

Si las medidas de Doria fuesen coherentes, además del encierro de la población y de la vacunación, se sumarían a un programa rápido y urgente de transporte público, que le permitiese al grueso de la población ir sentada con aire acondicionado en un ómnibus o en un subterráneo y nunca parada, apretada como en una lata de sardinas, como acostumbra pasar en las horas de rush. Quien esto escribe solía ir a dar clases en una universidad privada, utilizando el subterráneo y las líneas masivas, en plena hora de rush, apretado, en condiciones sub humanas, casi sin poder respirar, apelando a un whisky y al sentido del humor, al punto de acordarse de las películas de Glauber Rocha, y decir mentalmente, “voy a trabajar en los brazos del pueblo brasileño” mientras se tiraba en el metro en medio de esa masa humana. Aún en esa situación, hay en Brasil “buen astral” en la gente trabajadora que amenizan esas situaciones, lejos de la depresión y soledad se percibe en el transporte público estadounidense.

¿Qué hizo João Doria? No sólo no lanzó ningún plan de obras ni de mejoras del transporte público, sino que aprovechó el lockdown para bajar costos del estado y hacer caja: retiró ómnibus de las calles y disminuyó la cantidad de trenes del subterráneo, eso a pesar de recibir fortunas del gobierno de Bolsonaro para enfrentar el coronavirus, a través del Ministerio de Salud. Yo compraba comida casera todos los días y siempre una chica muy simpática venía a entregarme el almuerzo a mi edificio. “¿Y, como viniste hoy, sentada, con aire acondicionado, le decía”?, en broma, “Ja, ja, vine parada, una hora y media en el ómnibus, Doria sacó muchos ómnibus, vengo más apretada que antes del coronavirus”, respondía. “¿Pero eso no es complicado para no contagiarte? Estar tanto tiempo con en un ómnibus, con la gente respirando a tu lado, no hay máscara que lo arregle”, le respondía. “¿Que voy a hacer? Tengo que trabajar”, decía ella con una sonrisa, y se iba caminando.  La joven siguió trabajando así durante meses sin enfermarse y o sin sentir ningún síntoma, pues tenía 22 años. También observé que ningún portero de mi edificio (más de seis),  algunos de 40, otros de más de 50 años, cayó enfermo durante 2021 y 2022 por el virus, por más que tomasen dos ómnibus todos los días.

Gran parte de la población del estado de Sao Paulo sufrió las consecuencias del lock down: muchos perdieron dinero, otros perdieron su trabajo, muchos se fundieron; algunos volvieron a vivir a la casa de los padres o de otros parientes, otros fueron directamente a la calle. Conclusión, a pesar del apoyo masivo de la prensa a las políticas de Joao Doria, este empezó a ser rechazado por la población y a ser odiado por dos grupos políticos, el aglutinado más a la izquierda y al Partido de los Trabajadores, y un grupo que podemos llamar de independientes mas los “bolsonaristas”. El primer grupo, más simpático al PT, odiaba a Doria por el anti petismo furibundo de años atrás, el congelamiento de salarios y corte de presupuestos en varias áreas, cultura fundamentalmente; otro, independientes más simpáticos al presidente, por el lock down irrestricto que los perjudicó directamente, por haber dejado a mucha gente sin trabajo, por haber prohibido a mucha gente de salir a trabajar. La campaña de vacunación fue alardeada como algo prácticamente obligatorio, la vacunación fue acatada por la mayoría de ciudadanos de izquierda, centro y derecha; pero el marketing ostentoso que Doria realizó con la salud como algo sin ética y de mal gusto. Conclusión, Doria, el rey de la vacuna y el señor “cuarentena”, vio sus índices de popularidad bajar, bajar y bajar al punto de prácticamente desparecer de las encuestas.

Frente a lo inevitable, Joao Doria anunció hace algunos días la retirada de la política.  Aquel que era señalado hace pocos años uno de los posibles futuros presidentes de Brasil, aquel que fue un huracán en la política de Sao Paulo y se eligió gobernador del estado más fuerte de Brasil, cuyo PIB es igual al de Argentina, de repente, se vio obligado a retirarse de escena pública. El subirse al carro de la OMS con su paquete vacunación/cuarentena/encierro y “nueva normalidad” hundió la carrera política de Doaria. Por qué será que uno no lee en la prensa ningún análisis político que analice estos factores?

Doria acusa a las “fake news” del gobierno de Bolsonaro por haberlo identificado con la cuarentena, rechazada por el grueso de la población. Tal vez João Doria debería haber aprendido la lección con Emanuel Macron y con otros líderes europeos. Al igual que Macron y compañía, debería haber cambiado la camiseta instantáneamente cuando la marea se dio vuelta después de las protestas de los camioneros en Canadá y, rápidamente, abrir totalmente los comercios y otros locales, terminado el uso de máscaras, no obligar más a inocularse con una inyección que no sirve para esta nueva variante, y una vez cuestionado sobre el porqué del fin de todo el paquete OMS, Doria tendría que mirar para arriba y responder, “¿El Covid? Ahora estoy muy preocupado por la guerra de Ucrania y por el tirano de Putin.”