ENSAYO

Por Fernando Andacht

No es común asociar la propaganda con su origen religioso en el siglo 17. Pero fue así que vino al mundo la estrategia semiótica para convertir a la fe católica a infieles y reforzar la fe de creyentes que habitaban tierras inhóspitas de una religión que lleva como signo de identidad la ambición universalista de una cruzada globalista: “El 6 de enero de 1622, el papa Gregorio XV estableció la Congregación de Propaganda Fide, organismo de la curia romana encargado de la jurisdicción sobre la actividad misionera de la iglesia católica ya entonces expandida por los cuatro rincones del mundo. Ese departamento de la Curia  constituía el instrumento institucional por el cual el soberano pontífice debía cumplir del mejor modo su deber del oficio pastoral universal para la propagación de la fe” (Pizzorusso, 2014). La fe debe ser propagada, hoy diríamos viralizada positivamente. No hace falta un gran esfuerzo imaginativo para trasladar esa imperial batalla por mentes y corazones de hace cuatro siglos a lo que está ocurriendo hoy bajo los vistosos estandartes e insignias de los barones de la guerra Pfizer, Coronavac, Astra-Zeneca y Moderna, entre otros. En lo que sigue, analizaré la embestida tecno-sanitario-política de la versión actual de la sacra Congregación de Propaganda Fide. La fe que ahora se procura inyectarnos junto a otras sustancias de efectos imprevisibles es en la salvación por obra y gracia (lucrativa) de todopoderosos y transnacionales señores farmacéuticos. 

En el principio fue el chocolate-placer solitario

La trampa en la que ya han caído tantos se llama Nueva Normalidad, como fue analizado en eXtramuros hace un año (Andacht, junio 2020). El eslogan lanzado oficialmente por el gobierno uruguayo el 17 de abril de 2020 es un eco de una movida global, tan solo una réplica de muchísimos lugares en el planeta donde fue lanzada de modo simultáneo como lo hacen las grandes marcas. Nada hay normal, ni siquiera nuevo o coherente en la propuesta de reunir ese adjetivo y ese sustantivo, presididos por el artículo determinado, que busca convencernos de que lo así nombrado existe, tan rotundo y tangible como una piedra en el camino. La serie siempre creciente de anomalías, de transgresiones y negaciones de todo lo que pueda ser experimentado como normal no ha dejado de crecer en el año y medio desde aquella siniestra proclama, que fue hecha con alegre entusiasmo y propagandeada desde entonces por los medios de comunicación, sin pausa. Un mes después, el 27 de mayo de 2020, fue lanzado este video publicitario del chocolate Cofler, una marca del gigante argentino de golosinas Arcor. Vale la pena detenerse en su mínimo y en apariencia banal relato, en los muy concentrados 15 segundos de la escena narrada para vendernos una apetitosa tableta de chocolate con almendras. 

Con un montaje entrecortado, como la respiración agitada de subir escaleras o llegar presurosa de la calle, con el barbijo sobre el rostro, vemos el fin de un día rutinario y agotador, en la vida de una mujer joven. En tan solo dos segundos el aviso nos muestra y deja oír cómo ella atraviesa la puerta de su apartamento, larga la bolsa con compras, deposita las llaves, rauda se arranca ese trapo de la cara, y con ruidoso alivio respira, como quien aspira golosamente el aire, que hasta entonces no había podido tragar con libertad. Hasta ahí nada nuevo; acto seguido llega la primer sorpresa: ella parece olvidar su cansancio y se entrega a una despiadada y enérgica limpieza de todo lo inmóvil y lo vivo. Con furia y alcohol en gel, refriega el picaporte que ella misma tocó, como quien exorciza su hogar luego de sufrir un robo. El primer plano nos obliga a acompañar muy de cerca la frenética tarea bactericida. Luego le llega el turno al celular, a sus manos, y qué curioso, a su cuerpo entero bajo un potente chorro de la ducha, sin que medie actividad alguna (¿para qué se lavó primera esa parte si luego venían todas las demás partes?).  

Sin abandonar el ritmo frenético de las tomas, vemos sólo sus piernas en pijamas, los pies enfundados en gruesas y protectoras medias invernales; ella camina sobre una alfombra rumbo al sofá. Se viene el desenlace. Primer plano americano del confortable y bien iluminado apartamento; dos amplios ventanales dejan ver la noche fría y refuerzan el placer de estar adentro, a salvo de las inclemencias. Mientras la mujer se tiende satisfecha sobre el sofá, aparece sobreimpresa, enorme la frase NUEVA NORMALIDAD; está escrita con una gruesa tipografía blanca y cubre buena parte del tercio inferior de la pantalla. Por su tamaño y presencia formidables, la materialidad del eslogan pandémico hace las veces de base para la base física de sustentación de la protagonista. Parece que el aviso nos dijera con voz sosegadora: ¡Tranquilos, van con la Nueva Normalidad! Lo que dice, en cambio, una seductora voz masculina es tan solo Nueva Normalidad, y cuando en la pantalla vemos cambiar a toda velocidad ese gran letrero, como si fuera el anuncio de un vuelo en el panel de un aeropuerto, aún más seductoramente la voz agrega: MISMA CHOCOLIDAD.

El nuevo cartel es tan grande como el anterior; funciona como un eficaz pictograma para anunciar la apertura en primer plano del envase de la tableta del chocolate Cofler, que la mujer va extrayendo con ávida delicadeza. La segunda palabra – ‘chocolidad’ –  la estira el narrador para que acompañe la imagen del mordisco placentero de la mujer, que sonríe como quien esperó ese momento del encuentro con la golosina oscura durante toda la interminable jornada enmascarada. La siguiente toma exhibe el volcán de suculencia que produce el chocolate: la tableta destrozada en pedazos ampliados llena toda la pantalla, ya sin una presencia humana. Vuelve la voz masculina, ahora juguetona; es la de alguien más (¿demasiado?) seguro de si mismo que vino a traernos el resto del eslogan: “¡Tenés un momento, tenés un Cofler!” La pieza termina de modo trivial con la exhibición de la variedad de sabores de la golosina. El cierre por completo previsible muestra el nombre de la empresa y la marca del chocolate sobre un fondo marrón que sugiere el chocolate. Se trata de un triste e inevitable epílogo; la propaganda de la fe covillera tuvo lugar antes, durante la visión del paroxismo de placer solitario de la mujer: sólo existen tú y tu chocolidad nuevonormal, que la amenazante humanidad allá fuera reviente. Ya tenés tu gel, tu jabón, tu obsesiva limpieza, te merecés este marrón premio consuelo incompartible. 

¿Qué hay de particular en esta pieza publicitaria? ¿No es corriente y del todo inofensivo pensar en darse un gusto achocolatado? ¿No es ya un lugar común divulgado por la ciencia que el consumir esta golosina produce una descarga química de placer, que alivia el estrés? Sí, el chocolate posee esa aura fisiológica. Pero mi interés lo despertó la propaganda que nos preparó este anunciante de chocolate a poco de lanzada la campaña nada normal de la vida nuevonormal. Estamos ante la puesta en escena de una obsesiva y sobre-higienizada burbuja en la que sólo hay lugar para un solitario humano y su plena autosatisfacción, tras haber cumplido con todas las abluciones posibles, como la OMS manda. 

La fe propagada junto con el dulce y suculento don achocolatado es el credo de que si aceptamos esa propuesta anti-vida que es la vida nuevo-normalizada, nos espera una recompensa solitaria y espléndida por estar completamente solos, y no tener que compartir nada con nadie. Jabón, gel, muchísima agua, frotar sin pausa toda superficie hasta imaginar que el Sars-Cov-2 ha perecido, nos vuelve acreedores a una explosión marrón de serotonina achocolatada en la boca. Gracias Arcor-Tofler, aliado inefable de los barones de la guerra cuyas espadas aún no surcaban el mundo pandémico, en mayo de 2020. El detalle central de esta forma de Propaganda Fide, de la dulce difusión de la fe covillera en ese momento aún temprano de la emergencia sanitaria, previo a la embestida vacunadora, es que nada importante ha cambiado. 

En un film convencional, el despliegue higienista de la mujer podría haber servido para representar la amarga soledad, la dolorosa falta de otro significativo en su vida. Esa interpretación es aquí cancelada con euforia: qué importa perder el contacto con los otros humanos, si tenemos como premio, al final del día, y en el inicio glorioso de la Nueva Normalidad una barra entera de chocolate para saborear sin convidar. Eso es lo que el tono humorístico que oímos en el clímax narrativo nos dice de modo explícito, casi obsceno: nada se pierde, mucho se gana, después de todo no hay que olvidar que es la “Misma Chocolidad”. Si la agencia publicitaria creó ese dulce neologismo, ¿quiénes somos nosotros para poner en duda que todo va mejor cuando es nuevonormal? ¡Viva la nueva era auspiciada por Arcor-Cofler! ¡Viva la soledad achocolatada y muy pero muy higienizada! La fe ha sido propagada, podemos ir ahora al encuentro de una campaña que se encarga de propagar un estadio más avanzado de la fe, hablo de la furiosa difusión vacunicida.

¡Todo va mejor con tu vacuna indolora ya!

Para abordar la estrategia vacunicida de 2021 en toda su plenitud saturadora del ecosistema mediático, quiero detenerme antes, brevemente, en una dulce antesala, pero esta vez no repleta de chocolidad; en cambio, contiene un apetitoso calmante propinado a teta limpia. En “Y te vacunarás sin dolor (y sin falta)…. mitologías en la pandemia anestésica” (Andacht 2021), hay una descripción de la extensa crónica que formó parte de la edición central del informativo Subrayado (Canal 10, 18.02.2021) titulada “Método Abrigo: inmunizar con amor para disminuir el dolor”. Con gran sentido de la oportunidad, poco antes del aguerrido lanzamiento vacunil, en esa ocasión se exhibió y comentó elogiosamente una sala creada para aminorar el dolor causado por las primeras vacunas a bebés, a niños pequeños, y la consiguiente angustia de sus padres. Una de las varias estrategias usadas para ese fin, se nos informó, es la “tetanalgesia”, el recurso de que la madre amamante a su bebé, mientras es vacunado. Como veremos al abordar la campaña actual del Ministerio de Salud Pública (MSP) de Uruguay, esa que se difunde a toda hora en televisión, se sirve de una técnica no muy diferente de la empleada en el reino indoloro del Primer Centro Nivelador del Dolor pero ahora, curiosamente, se busca aplicarla a adolescentes. 

𝘼𝙣𝙞𝙢𝙖𝙩𝙚 𝙖 𝙫𝙖𝙘𝙪𝙣𝙖𝙧𝙩𝙚 𝙮 𝙥𝙤𝙣𝙚𝙡𝙚 𝙚𝙡 pastedGraphic.png𝙖 𝙡𝙖 𝙥𝙖𝙣𝙙𝙚𝙢𝙞𝙖.

“Hay que poner el hombro que nos tenemos que vacunar todos. ¡Vení que no duele nada!”. Eso nos

lo dice alegre un chico púber, que hace poco estrenó su salida de la niñez, y lleva con displicencia, colgado de la oreja derecha, el tapabocas reglamentario. Así consigue hablar con naturalidad, pero sin dejar de mostrar la obediencia debida. Nos interpela de ese modo parado en el patio abierto de un liceo o de una UTU. Él suena lo suficientemente natural en su mesurada euforia como para creerle sin dificultad. ¿Y esta vez, de qué se vale la Congregación de Propaganda Fide edición s. 21?. Ya no nos encontramos como en el aterciopelado anuncio del cálido lanzamiento de la Nueva Normalidad al chocolate, ante el auspicio de un nuevo y maravilloso tiempo de la vida mejorada. Ahora los barones de la guerra contra el enemigo invisible exigen mucho más que la higiene permanente y el hermético encierro en burbujas individuales y responsables. El pedido que nos transmite ese ex niño es “ponerle el brazo a la pandemia” tal como reza el eslogan de la campaña Uruguay se Vacuna del MSP. Hasta ahí ninguna novedad, salvo el módico ingenio que elucubró esa frase, descendiente de una idea entrañable para el imaginario social uruguayo, como lo es la gauchada, o el ponerle el hombro a alguien o a algún un emprendimiento. Se trata del sinónimo coloquial de la actitud solidaria por excelencia, del valorado gesto de ayudar a quien merece recibir esa ayuda, y al hacerlo sentirse mejor persona. 

Ahí es cuando surge la primer interrogante: ¿por qué la convocatoria a inmunizarse de ese modo incierto, a todas luces experimental, como lo reconocen incluso los potentes líderes vacunadores del mundo en sus prospectos y páginas web, no viene acompañada de los debidos signos de advertencia? Hasta el más inocuo producto farmacológico trae en su envase una más o menos extensa lista de contraindicaciones, de riesgos y peligros varios para la salud que acarrea el uso de ese remedio como efecto secundario, y por ende inevitable, según la edad, la condición de salud etc. En este video, y en otros similares del MSP, la institución gubernamental que debe velar por la salud de toda la sociedad uruguaya, sólo se hace un alegre llamado dirigido a adolescentes y a jóvenes para que le pongan el brazo a las inyecciones aprobadas de modo transitorio, que por ende están en una fase experimental. Eso significa que sus efectos a mediano y largo plazo son del todo desconocidos. Y si pensamos en la población que tiene la mayor parte de su vida por delante, esas consecuencias indeseadas adquieren un significado más siniestro e inquietante. Pienso en el feto de la mujer embarazada, en los bebés, en los niños y en los  adolescentes, semejantes a los que vemos en esta propaganda sanitaria. 

No voy a detenerme aquí a considerar la evidencia médica ya acumulada sobre el mucho menor riesgo que corren quienes son jóvenes o muy jóvenes de contraer Covid-19, y en caso de hacerlo de sufrir consecuencias graves, y aún menos letales por causa de esa infección viral. Lo que quiero destacar es que tras la intervención de una joven mujer (¿18 o 20?) que poseída por una contagiosa alegría exclama, tras la declaración del primer testigo/misionero, “¡Hoy me di la segunda!”, mientras hace el gesto del numeral ‘2’ y de la V de Victoria con su mano derecha, o después de la afirmación confiada del otro muchacho de pelo teñido a dos colores y sonrisa ancha: “¡Al coronavirus le ganamos entre todos!”, no aparece en la pantalla advertencia alguna sobre esos efectos adversos. Todo indicaría que se trata de un admirable tratamiento cero falla, sin consecuencias riesgosas para la salud de ninguna clase. Sólo eso podría explicar la serie de cuatro testimonios  – la pieza cierra con un momento campero: un hombre joven de boina, sentado sobre un cerco exclama “¡Ponele el brazo a la pandemia!” – carentes de siquiera un asomo de advertencia sobre el costo que puede acarrear el supuesto beneficio de un acto representado como solidario socialmente. Esta propaganda incluye la filmación de una multitud de integrantes del personal de salud totalmente cubiertos – salvo los ojos – en plena tarea inyectable, y también los vemos al aire libre, mientras hacen el mismo gesto de la V vacunil y/o victoriosa, como la joven hizo antes.  

Al juvenil discurso testimonial en primera persona le sigue una potente y confiable voz masculina de un locutor profesional que viene a sellar el trato “¡Agendate ahora mismo, y ponele el brazo a la pandemia! ¡Uruguay se vacuna!” Sigo esperando inútilmente por la voz de la ciencia que venga a explicar, a aconsejar, en fin, a asesorar sobre la cara oscura de esta oferta médico-farmacológica para no contagiarse o no sufrir los peores impactos de la epidemia, en este caso para quienes menos probabilidad tienen de sufrirlos. 

Esta poderosa propagación de la fe es emitida por la conjunción imparable de agencias mundiales, políticos y medios locales, con el entusiasta apoyo de los creyentes en la partidocracia que aún no cayeron en la cuenta de que esta embestida covillera le pasa por arriba a los ejes tradicionales derecha/izquierda/centro. Voy a volver a la crónica amable de aquel informativo Subrayado de mediados de febrero de 2021, la previa del reclutamiento intensivo de brazos que, se supone, serían solidarios, más allá de la obtención de su esperable y obvia inmunidad personal. Retorno al título que pensó ese programa televisivo para presentar ese preámbulo analgésico dedicado al bienestar de infantes: “inmunizar con amor para disminuir el dolor”, el tan elogiado ‘método abrigo’. El primer oficiante propagandístico, el ya no niño recién ingresado a la pubertad, usa como frase persuasiva “¡Vení que no duele nada!”. No consigo imaginar un libreto más engañoso, menos sincero, más tramposo que éste que lanza a los vientos mediáticos la idea de que lo que se interpondría entre el brazo vacunable y muy joven es el temor pánico a la modalidad inyectable de la vacuna. No es improbable que esa mentira se haya inspirado en la pregunta insólita y reiterada hasta el hartazgo por los noteros televisivos, esos cronistas de exteriores, que a inicios de la vacunación masiva se acercaban a los adultos para preguntarles incansablemente y con expresión de genuina duda si les había dolido mucho. A esa triste y engañadora estrategia recurre el guión ideado por la campaña del MSP en julio de 2021: se impondría el ahuyentar el miedo al dolor del pinchazo de estas vacunas inciertas. Para completar el esfuerzo por infantilizar a la audiencia, sólo les faltó decir, sana sana culito de rana, si no sana hoy, sana mañana. Cuando es algo evidente que lo temible y temido se debe a causas muy diferentes, y del todo razonables. Hace bien, haría muy bien esta población infanto-juvenil en temer eso de lo que no se habla en absoluto en toda la campaña televisiva del MSP, ni en la radial, ni en internet; me refiero al riesgo mucho mayor que el posible beneficio ocasionado por darle entrada en sus cuerpos jóvenes a elementos farmacológicos insuficientemente estudiados, y cuya interacción con el organismo es aún en buena medida ignorada.  

Epílogo: tres estrategias de propaganda covillera

Arcor-Cofler-Chocolidad te endulzó la existencia anómala nuevonormal; la suave nota sobre el uso de la tetanalgesia para inyectar indoloramente a los bebes te cocinó, ¡y esta pícara embestida propagandística del gobierno-MSP bendecida por Gach & Asoc. te vacunó! Así, choco-seductoramente, reclutando adolescentes simpáticos y entradores, o invitándote a dar un paseo por una sala de bebés calmos que se bancan sin una lágrima su primer vacuna, todo sirve para la empresa acometida por la muy poderosa Nueva Congregación de Fide Propaganda. No sólo se busca captar creyentes en esta fe empresarial-científico-política tan dudosa, sino también acosar y perseguir al hereje con los mismos bríos, aún si mediante otros instrumentos, que los usados en la época gloriosa de la Santa Inquisición. Esa maniobra de doble finalidad está en plena marcha: vamos a convertirnos todos ya a la fe vacunicida, nada de misericordia para el no creyente llamado ‘negacionista’ por los propagandistas. 

Representar icónicamente esta alteración radical de lo que respiramos y segregamos sin darnos cuenta, a lo largo de nuestra existencia, y que constituye el entorno normal de vida, como si fuera un placer máximo a disfrutar en soledad es la primer estrategia propagandística nuevonormal. En el banal anuncio de un chocolate anida el mal en estado de pureza: aislarse, limpiarse hasta la fatiga, y disfrutar luego de ese completo encierro encerrado en una mónada feliz y autosuficiente es el engaño pergeñado por los poderes que prepararon este otro momento de creciente presión para que le pongamos el hombro al vacunicidio forzado. La frase mentirosa de “ponerle el brazo” a la pandemia, puesta en labios de un adolescente recién salido de la niñez, de jóvenes entusiastas no consigue ocultar que éste no es un acto solidario, sino una exigencia arbitraria cada día más imperiosa, de los autoritarios señores que imperan, comandan y lucran en esta desigual batalla. Me refiero a la lucha entablada entre la ciudadanía libre y los gobiernos tomados por un autoritarismo sanitario creciente. 

¿Qué lección podemos sacar de esta pequeña excursión por la obra de la Congregación de Propaganda Fide Covillera? Se detectaron tres formas de engaño, de disimular una intención inconfesable y de simular un acto amable y solidario, las enumero a continuación: 

I.  Estrategia propagandística de Inversión de lo Real: se representa de un modo idílico lo disfórico, eso que se sabe implica un trastorno agudo y desnaturalizador de lo bueno, de lo adecuado y de lo justo. Las múltiples negatividades de la fe propagada son presentadas como muy positivas, intensamente deseables.  La publicidad del chocolate Cofler es una buena ilustración. Lo anormal es consagrado como una conquista humana, algo admirable en si mismo. La obediencia absoluta tiene su recompensa.

II. Estrategia propagandística de Ocultamiento  de lo Real: se produce la omisión o supresión flagrante de aspectos fundamentales de lo representado que, seguramente, afectarían el mensaje positivo enunciado para que el destinatario adhiera con fervor a la fe propagada. Hay una total falta de mención de los efectos secundarios de las vacunas contra la Covid-19, o de la bajísima o nula necesidad del segmento infantil y juvenil de la población para que el público objetivo se vuelva creyente en esa fe. 

III. Estrategia propagandística de Engaño Explícito: se efectúa una extrema distorsión de lo que se sabe a tal punto, que el mensaje con la fe propagada se convierte en un ejercicio de diseminar deliberadamente la ignorancia, un caso emblemático de la llamada agnotología. El representar la causa de la duda sobre si vacunarse o no del público juvenil como el resultado de su temor al dolor que les causaría la aguja de la inyección en el brazo alcanza un nivel insólito de engaño o mala fe. Eso es precisamente lo que ocurre al inicio de la propaganda Uruguay se Vacuna del MSP. 

Referencias

Andacht, F. (2021). Y te vacunarás sin dolor (y sin falta)…. mitologías en la pandemia anestésica. revista eXtramuros, 20.02.2021: https://extramurosrevista.com/y-te-vacunaras-sin-dolor-y-sin-falta-mitologias-en-la-pandemia-anestesica/

Andacht, F. (2020). El nada discreto desencanto de la unanimidad. revista eXtramuros, 06.06.2020: https://extramurosrevista.com/el-nada-discreto-desencanto-de-la-unanimidad/

Pizzorusso, G. (2014). Le Monde et/ou l’Europe: la Congrégation de Propaganda Fide et la politique missionnaire du Saint-Siège (XVIIe siècle). https://www.unige.ch/ihr/files/1814/2347/5375/Article_PropagandaFide_Pizzorusso.pdf

Videos propagandísticos analizados:

– Nueva normalidad. Misma Chocolidad. Tenés un momento, tenés un Cofler. https://www.facebook.com/watch/?v=2921545244789123 (subido a Facebook el 27.05.2020)

– 𝘼𝙣𝙞𝙢𝙖𝙩𝙚 𝙖 𝙫𝙖𝙘𝙪𝙣𝙖𝙧𝙩𝙚 𝙮 𝙥𝙤𝙣𝙚𝙡𝙚 𝙚𝙡 pastedGraphic.png𝙖 𝙡𝙖 𝙥𝙖𝙣𝙙𝙚𝙢𝙞𝙖 (23.07.2021) Ministerio de Salud Pública – Uruguay:https://www.facebook.com/MSPUruguay