POIESIS / 63
Por Gustavo Wojciechowski
Daniel Bello (1960-2012), el más burrero de los poetas montevideanos, sus textos galopan entre el humor y el desenfado o la irreverencia.
Integró el grupo de trabajo y sello editorial de Ediciones de Uno, desde sus comienzos hasta prácticamente el final (1982-1994). Publicó por ese sello La muerte en bicicleta (1985) y de la publicaciones colectivas del grupo: 9×1 (1982), Uno de c/UNO (1983) y del fonograma Si el pampero la acaricia (Ayuí/CEMA, 1986).
También integró el grupo de la revista La oreja cortaba (1987-1988), escribiendo bajo el seudónimo Danny Nice. De esa época son sus performances Las rimas pajeras (junto a Héctor Bardanca, Luis Bravo y Gustavo Wojciechowski) y Transporte capitalino (junto a Diego Techeira).
En junio de 2012 (a pocos días de su fallecimiento) se estrenó su obra teatral Lorca-Dalí. La otra mitad con dirección de Sandra Bartolomeo, en el teatro del Museo Torres García.
Todos estos textos –más algunos otros dispersos– fueron recogidos en el libro Prohibido salivar al conductor (Yaugurú, 2014).
Como actor trabajó en varias obras en el teatro La máscara, así como en Barro Negro (de Gabriel Núñez, con dirección de Marcelino Duffau) haciendo precisamente de guarda de ómnibus.
marinas allí en maroñas el placer se compra con más facilidad que en los burdeles –digo burdel y suena a película de cowboy a derby de Kentucky digo entonces– con más facilidad que en los quilombos quizás por eso léidos o no se arriman a la ventanilla y se empeñan en decir “dos ganadores y un placeR” aporto esto como dato complementario en este ensayo la conclusión la dejo por cuenta del lector yo tengo mi opinión formada pero ya es medio tarde y se abren las gateras combinada no sé para qué estudio los programas si al final siempre repito la misma combinada a la que me juego todos los boletos el poema de un pájaro para hacer el poema de un pájaro hay que hacer un retrato de prévert y esperar que como un pájaro prévert resucite saltarle encima y devorarlo solo sé que prévert no es un pájaro y si lo fuera sería un pájaro muerto y nadie se atrevería a pintar un pájaro muerto a no ser que se llame macachín –tanto da el pintor o el pájaro– me refiero a pintarlo en una tela yo también podría pintarle las plumas a un pájaro muerto cualquiera en este mundo ¿qué es un pájaro muerto? ¿cómo se llama? pero me refiero a pintarlo en una tela la confusión es terrible así que por favor no me tomen en cuenta para el próximo simposio mi madre no me deja ir y además el grado de paranoia que detento es increíblemente bajo tengo mis cuatro pies apoyados en la tierra y una mancha de huevo en la solapa (quiero decir la idiosincrasia digo somos una revista con las tapas desteñidas el país) para hacer el poema de un pájaro necesito quiero estar con ustedes poetas de lo diurno dejemos la luna a los sputniks o marte a los discoverys si no se puede y hablemos de los pájaros de hemorragias internas o de títeres una mujer camina una mujer camina con una úlcera como con una pierna un hombre fuma su propia barba manchada de amarillo un niño pide un pesito y tiene sus manos cosidas de hilo negro otro escucha a su madre decirle a la vecina que es la piel de judas un muchacho se tiñe las ideas y busca aunque no encuentra una niña busca sus ojos en las fotos de los diarios otro busca sus ojos entre las chispas de un ruleman un ruleman se escapa calle abajo una chata se para para siempre un papel se vuela con el viento una imprenta imprime un manifiesto y no sabe leer y no pregunta una tinta y dos claretes para poder entrar en casa cada día y entretanto usted ¿no se comería un pollito? antes que nada antes que nada debo confesar que no leo los periódicos y que aun duermo con el pijama que heredé de algún tío difunto y carpintero antes que nada debo recordarles no viví ninguna guerra ni fui pionero en una nueva tierra nunca he visto una vendimia en el Piamonte antes que nada tengo que advertirles que a veces tengo miedo y soy poeta saterdei naigt hay que chocarse un sábado contra veintidós años y salir despeinado a desandar mujeres a desinteresarse uno aparenta estar más allá de las cosas se emborracha con ron y no olvidarse el sombrero enterrado hasta los ojos entonces a eso de las tres la soledad desaparece por un rato (después hay que ocuparse de las pulgas: no pueden quedar testigos vivos) la muerte en bicicleta quiero que sepan que si hablo de la muerte es de esa muerte simple conocida esa muerte con miedo de morirme la que viene y te toma sin sorpresa por una solapa sin ojal o por otra también con ojal o con burla te toma sin sorpresa uno aprende a mirarse en sus ojos que son los tuyos verrá la morte y tendrá ojales de una solapa u otra la muerte lo toma a uno sin sorpresa pero solapadamente al fin es lo mismo uno muere la muerte lo toma a uno como si fuera un ómnibus ella es la única que estira la mano el único pasajero que avrá i tuoi occhi yo seré el conductor que como un gil abriré la puerta y seguiré silbando [Poemas pertenecientes al libro La muerte en bicicleta (Ediciones de UNO, 1985)]. ** La vaca se subió al ómnibus. El guarda la miró el hombre la miró la mujer la miró. La vaca sacó boleto céntrico. El guarda se lo dio el hombre la miró la mujer la miró. La vaca pidió permiso y se sentó. El guarda subió su radio unos cuantos decibeles el hombre arregló sus bigotes en el reflejo de sus zapatos la mujer le pegó un castañazo al niño. La vaca chistó y se bajó. El guarda se rió el hombre se rió la mujer se rió. El ómnibus siguió el guarda se murió de fiebre aftosa el hombre se murió de quiste hidático la mujer se murió atorada con una bosta. La vaca se rió. ** era un único y larguísimo asiento de los bobos. todos los bobos llevaban un bolso jediondo entre las piernas la cabeza mojada los ojos inyectados en cloro pero él solo él el más bobo de entre los bobos ocupantes del asiento de los bobos solo él había perdido la jabonera ** a Chico, Harpo y sobre todo a Groucho no solamente un inversor del riesgo no un capitalista del azar hablamos de la apuesta el juego saborear la venganza de ser el perdedor ** a irineo leguizamo a quien nunca vi correr digo un minuto tresquintos cuatro décimas digo en resumen cuatro patas digo un hombre bajito [Poemas pertenecientes al libro Prohibido salivar al conductor (Yaugurú, 1914)].