* Covid, Ucrania: todas las narrativas de la elite globalista se caen a pedazos. Pero eso no habría ocurrido si no hubiese aparecido gente en el Este que dijo no
* El sistema político norteamericano ha reestructurado la narrativa interna respecto del origen -ahora todos reconocen que es artificial- para servir a dos objetivos: ataques políticos a Fauci (republicanos), y ataques políticos a China (ambos partidos). De ese modo, se oculta el esquema de fondo, del que es responsable por omisión -como mínimo- la clase política norteamericana entera
* Ucrania se tambalea y ya no es claro cómo van sus aliados a sacar la pata del lazo
PORTADA
En las últimas semanas, una serie de asuntos que estaban abiertos desde hace dos, tres años, comienzan a explotar en la cara de quienes los “controlaban”, mediáticamente hablando
Por Aldo Mazzucchelli
La operación “pandemia” viene resultando un mamarracho tan grande, que ya solo no se dan cuenta de él quienes dejaron de prestarle atención y no sienten la necesidad de revisarlo, y quienes quedaron tan comprometidos con la negación de lo obvio que se volvieron cómplices y hacen lo posible por seguir cambiando de tema.
¿Qué es lo obvio? Lo obvio es que la vacunación masiva está causando un aumento de muertes en el mundo entero, entre los vacunados con ARNm. Eso primero. Los datos ya publicados para Uruguay tanto en 2021 como en 2022 lo muestran, aunque el Ministerio tiene una inexplicable demora en entregar los datos del último trimestre 2022. Incluyendo una mortalidad escandalosamente alta entre el personal de la salud, vacunado con Pfizer desde el principio.
Lo segundo es que el siempre obvio origen artificial del virus, tempranamente explicado con lujo de detalles en esta revista y en muchos medios alternativos en todo el mundo, y negado radicalmente por los ideólogos de la Ortodoxia Covid que dirigieron todo el show, se vino abajo espectacularmente. Esto viene ocurriendo a toda velocidad en las últimas semanas. El 26 de febrero de 2023, The Wall Street Journal informó de que el Departamento de Energía de EE.UU. ha revisado su evaluación del origen del SARS-CoV-2, concluyendo que la pandemia “muy probablemente surgió de una fuga de laboratorio“.
El virus fue lanzado desde el laboratorio en Wuhan como parte de un plan en el que participaron varias fuerzas del más alto nivel de Estados Unidos, incluidos el Departamento de Estado, el Departamento de Defensa, la USAID. Canalizaron los fondos a través del NIAID dirigido por Fauci. Lo vienen haciendo hace muchos años. Cuando bajo la administración Obama se prohibió este tipo de investigaciones, lo que hizo Fauci fue canalizar a través de Eco Health Alliance de Peter Daszak la investigación a Wuhan, China -donde la siguió financiando, evadiendo los controles. Todo esto fue explicado con lujo de detalles hace tiempo en estas páginas.
Ahora, los mismos jerarcas norteamericanos dicen lo que decíamos nosotros hace dos o tres años.
Todo lo obvio se vuelve más y más obvio. Por supuesto que fue un plan. Por supuesto que involucró -en un nivel accesorio, pero de mucho lucro- a la industria de las grandes farmacéuticas. Por supuesto que Bill Gates es uno de los principales financiadores. Por supuesto que el Wellcome Trust bajo el mando de Sir Jeremy Farrar otro de los visibles financiadores y coordinadores de todo esto. (Por cierto, Farrar acaba de ser designado, casualmente, como nuevo Jefe Científico de OMS, un cargo donde quizá quede un poco más protegido ante eventuales persecuciones futuras por sus acciones criminales). Por supuesto que la “vacuna” que en realidad es el patógeno, estaba pronto desde antes de lanzar la operación, así como había numerosas patentes concedidas al respecto, y que el Departamento de Defensa viene invirtiendo en esto -incluyendo Ucrania– como una línea constante, lo que muestra que “Covid” es un arma biológica largamente preparada, con beneficios mutuos para los intereses del estado profundo norteamericano, y también de la industria. Y que el Dr. Fauci opera como cabeza mediática y visible, vendido a Big Pharma -él y toda la cabeza de la administración de salud norteamericana y buena parte de su corporación científica, como también mostramos oportunamente.
Si aun hay quien piensa que “el origen del virus es irrelevante, lo importante es lo demás”, sigue sin entender lo explicado con abundancia de detalles en esta, y esta, y esta notas publicadas hace ya años en eXtramuros, cuando era relevante explicar lo que hoy es obvio. El origen no es irrelevante, porque el ocultamiento del origen revela el carácter de esquema criminal de toda la operación, apunta una vez más a los ejecutores principales -el poder estratégico guerrerista y globalista en Washington y sus aliados en la Comisión Europea y varios de los principales gobiernos europeos, más Sir Jeremy Farrar, Anthony Fauci, y sus financiadores detrás, las elites que se expresan en Davos, entre ellas cierto grupúsculo de chiflados neomalthusianos. Entre todos empujan los esquemas coordinados que constituyen la motivación a esta altura más que demostrada de la liberación del virus primero, y del tratamiento que se le dio por parte de quienes dirigieron la respuesta.
En resumen, la operación “Covid 19” es y siempre ha sido una operación estratégica de inteligencia a nivel global, lanzada y controlada desde el más alto nivel del Departamento de Estado, el Departamento de Defensa, y la USAID (Agencia de Desarrollo Internacional) norteamericanos.
¿Le parece demasiado conspiranoico? Escuche al Dr Robert Redfield, virólogo clínico, ex Director del CDC norteamericano, que sabe obviamente de lo que habla(1), confesar ese involucramiento en la creación del virus y en el ocultamiento de ello, a usted -y a la Comisión Covid de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos de América- con todas las letras:
Dr. Redfield- “Sí. No solamente el NIAID sino también el Departamento de Estado, la USAID, y el Departamento de Defensa“.
Las elites que impulsaron y financiaron, no solo el virus, sino la operación Covid 19 en general -además de los inadvertidos contribuyentes de muchos países- incluyen a socios europeos, y usaron la plataforma “Davos” como cara visible, desde la que lanzaron la fase más “ideológica” de la operación, bajo el nombre “Gran Reseteo“, impulsando la agenda 2030, y presentando la respuesta al Covid como una “gran oportunidad”.
Para ello contaron con un conjunto de gobiernos afines que operaron desde el primer momento para empujar la operación, a saber: Inglaterra, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, más agentes de alto nivel en los sistemas sanitarios oficiales de todos esos países más, al menos, Bélgica, Italia, España, y varios estados importantes de Estados Unidos controlados por la oposición, que fueron aquellos donde se aplicaron las medidas de modo más duro -New York, New Jersey, California, Illinois, Michigan…. En varios de esos estados, casualmente, fue donde “explotó” primero el número de muertos, especialmente New York, New Jersey, y los estados más pequeños del noreste.
Lamentablemente para la consecución de la verdad, es poco lo que se puede esperar aun del sistema político y judicial norteamericano. Luego de tres años de intensa politización del virus, y con este tema como uno de los obviamente más importantes con vistas a las elecciones de 2024, los políticos siguen enredados en acusaciones mutuas, con los demócratas intentando desesperadamente que su símbolo y principal figura de la Ortodoxia Covid global, el Dr. Anthony Fauci, no caiga. Del otro lado, una mayoría de republicanos apoya la narrativa de demonización de China junto a los demócratas, con lo cual, si bien empujan para que se conozca el origen del virus con el fin de derribar a Fauci y obtener una victoria interna, ni siquiera pueden criticar las vacunas debido al apoyo que Trump les prestó. Se limitan a intentar conectar ese origen del virus con el régimen de Xi Jinping -enemigo objetivo del establishment de EEUU- cuando en realidad fueron los aliados de Occidente dentro de China -entre ellos el grupo pro occidental conocido como “Komsomol” y la gente del ex premier chino Hu Jintao (2002-2012), como por ejemplo George Fu Gao, jefe del CDC chino hasta que lo removieron en el último Congreso- quienes lanzaron el Covid e intentaron impulsar, dentro de China, la misma narrativa ortodoxa que se aplicó en el resto del mundo.
En suma, el sistema político norteamericano ha reestructurado la narrativa interna respecto del origen para servir a dos objetivos: ataques políticos a Fauci (oposición), y ataques políticos a China (ambos partidos). De ese modo, se oculta el esquema de fondo, del que es responsable por omisión -como mínimo- la clase política norteamericana entera.
Objetivos ambiciosos, apuro, y escasos resultados
¿Cuáles son los objetivos perseguidos por este plan estratégico del “estado profundo” global, y por qué puede afirmarse que está fracasando?
(a) servir a objetivos geopolíticos norteamericanos y europeos: combate a los poderes que en el mundo no siguen los preceptos globalistas del orden unipolar creado desde 1990, léase la Rusia de Putin y la China de Xi, sobre todo. Secundariamente, el virus sirvió para combatir y derrocar a fuerzas políticas incontrolables para esa agenda por su base social “populista” y rebelde a la ideología globalista hegemónica, como el EEUU trumpista y el Brasil de Bolsonaro. Ambos fueron bajados en base a fraudes electorales protegidos bajo el velo de la excepcionalidad pandémica, y de un férreo control de la información y los aparatos de justicia en cada país.
(b) aumento del control de la población remanente, y restricción de libertades
(c) resolver de algún modo, con un conflicto y un estado de excepción generalizados, la burbuja inflacionaria descomunal, y creciente en las últimas dos décadas que comprometía al dólar en el largo plazo
(d) reducción de la población y el consumo energético
Los responsables son transnacionales
Creo que uno de los conceptos más importantes a tener en cuenta siempre ha sido: pese a sus obvios errores, delitos o fallas, no son los políticos locales de cada nación los que armaron esto, sino que en el peor de los casos se sumaron gustosos -estilo Trudeau, Arden o Fernández-, o sino fueron coaccionados a actuar como actuaron. Todo esto se trata de la voluntad de los mencionadas agentes del Estado Profundo norteamericano y la tecnocracia globalista, que además de muchas otras cosas, tienen buena parte de la financiación de la gran industria farmacéutica. Ese dinero tiene a su vez bajo su control a la OMS, al CDC, la FDA, etc., y al “establishment científico” . Éste tiene una posición vulnerable, pues todo el sistema de becas y fondos de investigación, más el sostén de las revistas científicas, y hasta sus laboratorios y cargos académicos, reciben grandes cantidades de dinero de la industria. Así es que un grupo relativamente pequeño, con gran control financiero e informativo, en sustancia tiene gran influencia sobre el resto, y es capaz de dirigir de modo más o menos indirecto al grueso de las comunidades científicas locales -que tienen a esos centros globales como referencia y, también, fuente de financiación- y al personal sanitario, médicos, enfermeras, etc, vía miedo + discurso de autoridad de la Ciencia + dinero + protocolos verticalizados + dictados coercitivos.
Es por esto que siempre ha sido inútil llevar el problema de la pandemia al nivel de la política ideológica y local. Esa élite global tiene solo un tipo significativo de relación con la políticos locales, que es la de darles dinero y órdenes. Cuando uno empieza pues a discutir todo esto en términos políticos, ya está perdido. Uno se irá por caminos ideológicos viejos, que no comprenden este problema y que, por tanto, ya no tienen sentido. La “pandemia” nunca fue ningún problema de la izquierda o la derecha, ni tampoco ninguna “oportunidad para la democracia”: fue y es un intento de enterrarla en un pantano de sinsentidos, dejando a la población confundida en una pelea entre fantasmas de ideas que ya no existen.
China es la llave para comprender la totalidad
Un “virus” que corresponde a una fase de producción de una vacuna artificial de ARNm, es liberado adrede en Wuhan en setiembre de 2019. Ya se ha explicado suficientemente cómo se llegó a él, y por qué se logró que fuese altamente contagioso -aunque, felizmente, muy escasamente letal. El gobierno chino de Xi comprende eventualmente -luego de unas semanas de caos, arrestos y vacilaciones- que está bajo ataque impulsado desde sus enemigos occidentales, y toma medidas extremas. Esto, básicamente, termina con la pandemia en China -hubo algunas escaramuzas y encierros parciales, más un gran intento desinformativo occidental, en torno al Congreso del P C Chino en octubre de 2022 y desde ahí hasta fin de año, pero en realidad lo esencial ya había terminado.
Este curioso fenómeno,”no hubo pandemia en China”, es totalmente inexplicable salvo que uno intente representarse en general lo que pasaba en la política interna china, y cómo la “pandemia” fue originalmente dirigida contra el gobierno de Xi, por sus enemigos externos, pero también por sus enemigos internos, aliados a los intereses occidentales.
Luego de la liberación del virus -acompañada por el “alerta de movilización general” lanzado por los controladores de la “pandemia” en el Evento 201 (octubre del 2019), las autoridades chinas del gobierno de Xi Jinping entendieron que se trataba de una agresión de lo más hondo de una elite globalista occidental bajo liderazgo anglosajón, cuyo primer objetivo era ese mismo gobierno.
A través de la pandemia se buscaba causar daño a la China de Xi, interrumpiendo la normalidad de la vida económica china, y propiciar el regime change. Por supuesto, las facciones chinas opuestas a Xi Jinping (que tiene un enfoque soberanista parecido al de Putin con respecto a EEUU y Occidente) operaron en este caso contra el gobierno. De ahí la brutal respuesta china inicial: cierre absoluto de Wuhan, arrestos -supongo que fusilamientos: de varios de los investigadores involucrados no se supo más nada-, y luego hermetismo para el mundo. El problema inicial, para China, fue encarado con medidas políticas extremas. Todo esto estaba sustancialmente resuelto para enero 2020. Pero China ni el régimen podrían ignorar completamente la “pandemia”, pues su sustento político no era suficiente para moverse con prescindencia de las demás facciones. Desde ahí, la pandemia parece haber sido usada políticamente tanto por la facción en el gobierno como por sus enemigos. Desde luego, los aliados de la oposición china en Occidente siguieron dando sus bulos sobre China sin parar, especialmente antes y durante el Congreso de octubre de 2022. Ese fue uno de los momentos decisivos para el esquema de la elite globalista, y fue una derrota, pues Xi Jinping conservó el poder.
Luego de eso, la airada reacción en la prensa mainsteam internacional fue una nueva campaña donde se intentó representar que en China había una “mini revolución de color” que protestaba contra los encierros -que se presentaron como “en toda China” y no existieron salvo en algún lugar aislado- y se habló de que había protestas masivas en China por la supuesta ignorancia y bandazos del gobierno respecto de Covid. Pero todo terminó como siempre pasa con estas mentiras, en nada. El gobierno salió del Congreso fortalecido, el principal agente de la pandemia occidental en China, George Fu Gao, que estuvo en el Evento201 e intentó influir como pudo desde el CDC chino en la política sanitaria interna, sin mucho éxito, fue barrido de la escena, y pasado a retiro durante el congreso del P C Ch en 2022. Y como corolario, el gobierno de Xi, consolidado su poder, resolvió una reestructuración general de las autoridades sanitarias, y decretó el final absoluto de la farsa. A partir de enero 2023 el slogan oficial en China es “Cada cual es responsable por su salud”. Fin de la historia y del potencial romance Davos-China, que dependía de voltear a Xi. China es claramente ahora un enemigo declarado del actual gobierno de EEUU.
Como se comprende, este punto es el más importante. Si el virus es “extremadamente contagioso”, entonces no habría manera de contenerlo, y mucho menos en un país enorme e incontrolable como China.
Por tanto, debería haber habido millones de muertos en China. Pero no los hubo. ¿Cómo explicarlo?
La narrativa occidental creó un nuevo engaño para esto, basado en su visión de China como una cárcel totalitaria. Esa narrativa tuvo dos filos:
(a) “en China todo el mundo está encerrado, y por eso no hubo pandemia”
(b) “en China está muriendo la gente como moscas, pero los chinos ocultan todo”
Ninguna de las dos narrativas me ha sido confirmada por varios reportes que recabé, de personas independientes que viven en China. Lo mismo puede verse en canales YouTube como el de Díaz Marró y similares. En los tiempos Covid se vivió con bastante normalidad, salvo determinados episodios puntuales de encierro, siempre aumentados por la propaganda occidental -controlada por la ortodoxia Covid, contrariada por su frustración fundamental en China.
Cuando todo fracasa
Si todo hubiese seguido así, aun con el “proyecto China” fuera del esquema, el plan habría seguido funcionando. Con la oposición norteamericana fuera del poder -el único movimiento político realmente importante que -contra Trump y la mayoría del partido Republicano- denunció la pandemia desde el primer momento-, podrían haberse consolidado los objetivos fundamentales, al menos en general. Sin embargo, todo parece estar fracasando. ¿Por qué?
La respuesta es compleja, hay que tener en cuenta lo que los impulsores de la “pandemia” han intentado, para luego ver lo que no han conseguido.
Hasta hace un año, las cosas más o menos parecían venir cumpliéndose, pero no es lo mismo imponer por miedo, que conquistar políticamente y consolidar cambios. Esto requiere de la convicción de las mayorías. Mi evaluación provisoria es que, si bien se logró el objetivo de la vacunación y la imposición del esquema “ortodoxia Covid”, porque este iba a favor del mantenimiento del equilibrio sistémico (mientras que la alternativa era percibida como una especie de apocalipsis), no se consiguió ni convencimiento político ni solidificación jurídica.
En otras palabras, los impulsores quizá se hayan apurado, o quizá no hayan medido bien su propio poder, y confundieron coacción por miedo con conquista y convicción real. Después de todo, el plan, para lograr instalarse, debería haber tenido una especie de “ideología” positiva atractiva. Algo de eso intentó Davos, y algo de eso consiguió. Una nebulosa atractiva para los mas jóvenes sobre todo, que mezcla una utopía tecnocrática con un liberalismo extremo en materia social, una actitud absolutamente acrítica frente al poder, una fe teológica fanática en los organismos de burocracia científica que se vendió como Ciencia, una “solidaridad” publicitaria. Y la obediencia mafiosa que el esquema en realidad se basa -si no crees en todo esto, ya verás…- se paga con una vida en burbuja cómoda. He ahí la ideología Davos ofrecida por la Comisión Europea, el Partido Demócrata, y las elites globalistas, como proyecto para las próximas décadas. Unos cuantos lo han comprado, y a los demás -especialmente a las empresas- las han comprado y coaccionado para que repitan la liturgia.
Pero dado que no se ha traducido en convencimiento político ni en leyes concretas, el estado de cosas que instaló la pandemia, alias “nueva normalidad”, solo puede durar mientras un apocalipsis siga siendo verosímil. Y lo malo para los apocalipsis es que si uno los anuncia una y otra vez, y no pasan, el efecto miedo se derrumba. Es lo que está ocurriendo, en parte. Mal que bien, todo el mundo se da cuenta ya de que “algo no cierra”. Pero hace falta un cambio radical de cosas para que el castillo de naipes se derrumbe finalmente.
A lo anterior hay que agregar que jugó un factor de dinero y poder, muy real. El grupo que impuso el esquema “pandémico” a buena parte de la tierra es muy real, cuenta con ejércitos y con el apoyo de los gobiernos de todos los países de la esfera angloparlante -salvo quizá Sud África-, controla las instituciones financieras y burocráticas globales transnacionales como el Banco Mundial, los órganos dependientes de Naciones Unidas, además de una gran mayoría de ONGs, y contó localmente con otros gobiernos europeos respetados internacionalmente, como el holandés, el francés, el alemán, el italiano, el noruego, danés, etc., además de haber conquistado -via una correcta evaluación de los reflejos ideológicos previamente preparados- a la ‘izquierda’ latinoamericana. Todos estos actores están, más o menos, comprometidos con el esquema. A ellos se suman sectores tradicionalmente sistémicos -digamos el centro derecha y centro político, las socialdemocracias, etc., que no tienen reflejos críticos serios respecto de los defectos ya groseros de las actuales democracias occidentales, y que cuando vieron “al sistema en peligro” se alinearon también con sus antiguos enemigos de izquierda. Los líderes y dirigentes de ambos fueron, además, convenientemente compensados directa o indirectamente, para al menos seguir el juego.
Sin embargo, el sistema no ha logrado ser cambiado sustancialmente con la pandemia. No se alteró el esquema legal en la mayoría de los países de modo permanente. No se ha impuesto un conjunto de leyes al estilo de lo que se hizo en Estados Unidos a continuaciòn del 9/11, donde sí que hubo un terremoto jurídico de limitación de libertades que quedó hasta hoy.
A nivel global, menos aun ha cambiado. En la OMS se intenta imponer una especie de reglamento global vinculante que esté por encima de las soberanías locales, pero la resistencia de diversos países y bloques hace muy poco probable que se avance.
Por el Este apareció gente que dijo que no
Aparte, entonces, de la incapacidad de lograr convicciones políticas profundas de mucha gente, ¿cuáles fueron los factores que empujan al fracaso los objetivos principales de la “operación Covid”?
Además de la resistencia informativa que surgió en todo Occidente, lo fundamental son dos fenómenos que se produjeron en el año 2022: la decisión tomada en febrero por la inteligencia rusa y el Estado ruso de intervenir militarmente en Ucrania, y la victoria de Xi Jinping en el Congreso del Partido Comunista de China en octubre. Sin esos dos sucesos, el equilibrio de poder global de estas elites fundamentalmente occidentales no habría sido realmente desafiado, y la situación actual sería mucho más favorable para ellas.
Esa intervención y la subsiguiente resolución de la lucha de poder interno en China son la causa de la histeria desatada en los medios occidentales -que se limitan a propagar lo que esa elite piensa y representa- respecto de Putin y, en algo que ahora será creciente en la medida en que por fin se ha definido inequívocamente, de Xi. Efectivamente, esa élite quizá no contaba con el giro insoportable de los hechos en Ucrania, cn la resiliencia rusa luego de sanciones equivalentes a “una bomba atómica”, ni con el fortalecimiento de la alianza sino-rusa.
Así como Putin y Xi sobrevivieron al esquema “covid” -en buena medida dirigido a destruir China y a debilitar a Rusia-, Trump, si bien perdió la presidencia en elecciones más que extrañas, sobrevivió también. Pero Trump es un personaje por lo menos ambiguo. Todavía apoya la vacuna después de todo el daño obvio que ha causado, simplemente porque su administración estuvo detrás de la ultrasiniestra operación Warp Speed. En términos políticos, Trump parece haber cumplido una función parecida a la de Zelensky, esto es, por razones distintas, ha sido una especie de actor -o payaso- de esa misma elite que dirige el show. En el caso de Trump, supongo que contra su voluntad. El único problema que tiene la elite, que lo ha usado en lo que ha podido, es que Trump no es “uno de ellos”. Es un outsider del “verdadero” poder globalista. Trump no entiende – o al menos, hasta sus seguidores en Estados Unidos parecen entender, intuitivamente, el juego mucho mejor que él. La elite lo puede instrumentalizar hasta cierto punto -por ejemplo, cumplió un rol muy agresivo en los intentos de separar Alemania y Rusia, impulsando incesantemente a Merkel a rechazar el Nord Stream 2-, pero en último término no es manejable. Es definitivamente poco serio, e incontrolable por el sistema, y por tanto había que sacarlo del medio. Así que hicieron del descomunal ego naranja de Trump parte del plan: “tú serás el héroe de la vacuna“, parece haber sido el mensaje. Al mismo tiempo, le pusieron a Fauci/Birx al lado a desinformarlo 24/7, y conspiraban contra él políticamente a todos los niveles, de Pence para abajo.
En cuanto a Ucrania, en mi opinión el punto no es si Rusia (no “Putin”: Rusia, con sus intelectuales, sus filósofos, su sistema político, y su inteligencia, quienes detectaron y decodificaron perfectamente la operación covid antes de que empezase) invadió para oponerse globalmente al esquema y la agenda “Davos”, o si lo hizo por las razones explícitas que dio Putin en sus discursos iniciales (“el genocidio de rusos en el Donbass es inaceptable; el avance de la OTAN a territorio de Ucrania es un riesgo existencial para Rusia”). Esa disyuntiva ni siquiera es demasiado importante, porque las dos ramas podrían ser de un mismo árbol. Lo que importa es lo que ha pasado desde entonces, y que esa invasión es la que decidió dónde está el mundo ahora. A la vista de eso, cualquier popular idea de que “todos los gobernantes son iguales”, y que “Putin es un aliado secreto de Schwab”, es errónea. Como consecuencia de la invasión de Ucrania, ahora el poder unipolar de los EE.UU., la zona del dólar, la UE, el “orden internacional basado en reglas” arbitrarias creadas y violadas a piacere por Washington, y todas las cosas “Davos”, están en peligro.
Igual que cree mi compañero Salvador Gómez, yo tampoco creo que vaya a haber ninguna resolución “totalmente clara”. Las cosas pueden terminar con una debacle para Ucrania, y aun así la UE y los EE.UU. pueden salirse con la suya, al menos en materia de imagen, explicando ese final como se les ocurra. Para eso tiene controlados el 100% de los medios mainstream -salvo Twitter. Pero incluso una resolución neblinosa de la guerra en Ucrania sería ya un golpe mortal al plan pandémico, porque Rusia y China ya están claramente en contra de la agenda Davos. (2)
El bulo supremo, y el principio del fin de todos los bulos
Algún indicio de que la elite busca retirarse de la aventura Ucrania a como de lugar nos están regalando, hoy martes 7 de marzo que escribo, las noticias. Luego del escándalo intapable para Washington de la obviamente cierta y escandalosa información revelada por Seymour Hersh, estamos viendo que hoy la “inteligencia alemana”, a través del Zeit (seguido y ampliado por otros medios occidentales), han “revelado”, repentinamenre: “INVESTIGACIONES SOBRE EL NORD STREAM: LAS PISTAS CONDUCEN A UCRANIA”.
Ahora dicen que, seis meses tarde, “identificaron el barco”, un yacht, desde el cual cinco hombres y una mujer, los saboteadores, volaron el NordStream. Adivine quiénes fueron. ¡Fueron los ucranianos! Un pueblo con una honda tradición marinera y una marina de elite, incluyendo buzos capaces de operaciones especiales de nivel tope, que les viene, seguramente, de cuando en el siglo XI sus antepasados finlandeses buceaban en el Báltico en pleno otoño.
La noticia es espectacular. Sí, ahora repentinamente, el responsable de la destrucción de la economía alemana es… Zelensky. ¿Quién más?
Aparentemente, este bulo que llega directamente desde Washington via Alemania, agrega detalles absurdos, como que solo dos buzos fueron los encargados de llevar las cargas explosivas requeridas, y que el yate fue rentado en Polonia por unos ucranianos, aunque las identidades de los “saboteadores” desde luego son desconocidas -es decir, no saben quienes son, pero de alguna manera saben que son ucranianos-. Y que nadie de todos los que patrullan el Báltico 24/7, incluyendo Rusia y Alemania, notaron nada de esta operación amateur.
El New York Times amplió hoy, agregando el confirmatorio dato de que habían encontrado, seis meses después, los pasaportes de los perpetradores, que olvidaron llevárselos al abandonar el bote.
Esto puede ser, o bien un intento de una parte de los que corren el show de aislar un poco a Zelensky con vías a abandonarlo pronto, o un primer paso en una operación que termine culpando a gente “no controlada por nadie”. El objetivo en ambos casos es uno solo: entreverar la cosa y librar a Biden y su equipo de la responsabilidad por este acto terrorista contra su principal aliado europeo, Alemania, que es quien está pagando el pato, como esta nota lo muestra.
Lo avisó Salvador Gómez en uno de sus pioneros -y nunca desmentidos por los hechos- análisis de la cosa ucraniana hace mucho. Con una victoria rusa, “Ucrania no sólo vería su territorio significativamente reducido, sino que la suerte personal de los líderes –una vez que Estados Unidos los termine de traicionar– puede ser muy variada.“. Es lo que estamos viendo: Ucrania está en harapos y Rusia terminará su demolición de un mes a otro, y a Zelensky y su banda de ultranacionalistas podrían ya estarlos tirando debajo del autobús, como muchos sospechamos que eventualmente sucederá. Es decir, de la parte del plan gritada antes de ayer por Biden en Polonia, “apoyaremos a Ucrania y su gloriosa democracia y libertad por todo el tiempo que sea necesario”, están pasando a la parte del plan cuyo proverbio fundamental es: “Como todo el mundo sabe, nunca tuvimos nada que ver con un matón como Zelensky”.
La resolución de este nudo no va a ser rápida, probablemente. Lo que es seguro es que no va a ser bonita. En la historia conocida, los imperios raramente mueren en la cama, generalmente desaparecen más o menos lentamente, luego de una catástrofe militar y civilizatoria. El mundo unipolar está casi todo detrás de ese discreto y grosero intento de echarle la culpa de todo su fracaso a Putin, mientras construye efímeras estatuas en honor de Zelensky, el cómico glorificado del crepúsculo woke en el que, sin otro remedio, habitamos.

Notas
(1) En su capacidad como Director del CDC, Redfield estaba a cargo de, entre otras cosas, el proceso de aprobación de las vacunas. Cuando esto se desarrolló del modo irregular en que lo hizo, Redfield -que ya en febrero 2020 había intentado sin éxito que Fauci, Farrar y Tedros Adhanom tomasen en serio la hipótesis del virus artificial- renunció.
(2) Sin embargo, no sé si es así respecto del “cambio climático”. Sigo oyendo al gobierno chino -e incluso, aunque menos, al ruso- repetir las tonterías sobre el cambio climático antropogénico. Tal vez piensan que es útil; o piensan que tienen que elegir peleas, porque no pueden pelear contra todos los temas a la vez. Supongo que es la segunda opción.