POIESIS /13

La imaginación como límite 

Por Álvaro Ojeda

Una noche de viernes llegábamos con mi esposa Frances, a la casa de Amanda Berenguer y José Pedro Díaz. No sería más allá de 2002, acaso 2003, una noche quieta de fines de la primavera. El plan era sencillo: comer algo dulce, tomar té o “la chispa de la vida” como le gustaba decir a Amanda con una sonrisa cómplice, pícara,  -ratificando el efectivo vuelo poético de la consigna publicitaria- y charlar de literatura, acaso escucharla leer algún poema en pleno, trabajoso escrutinio, en fin, pasarla bien. Dos parejas separadas por 40 años en un país todavía similar para las dos, todavía conectado.

Amanda estaba feliz, exhultante sería un término más apropiado, con los canales del cable, en especial Animal Planet y Discovery: todo el mundo conocido y desconocido, el proyecto enciclopédico de Diderot consolidado a escala universal, en un dispositivo casi mágico pero sencillo por omnipresente y cotidiano. De alguna manera Amanda sentía que había llegado su momento en el mundo, la vastedad sin márgenes ni fronteras en el río del tiempo. En los hechos desde El Río, su tercer poemario con el que da inicio real a su poética, y  el primero editado en La Galatea en 1952, la imprenta y editorial que regenteaba con José Pedro ubicada en esta misma casa en donde charlábamos, la poética de Amanda había derivado por el tiempo como asombrosa pérdida sobre la que los seres humanos discurrimos tocados por la incesante maravilla de la vida. Maravilla ominosa, fulgurante, aventurera, como en esas novelas medievales bizantinas de santos, prodigios y vida cruda sin ambages ni sueños: Amanda siempre fue Simbad.

Pero esa noche, el canal Animal Planet la había hecho zozobrar. Después de entrar a la casa, en el pequeño vestíbulo que llevaba a la sala, estudio, mesa de trabajo, atalaya de libros y enciclopedias en donde temblaba el pulso de las cosas, nos miró y nos dijo que había visto un marabú. El ave del foxtrot de la Troupe Ateniense, “en la India hay un marabú/ que dicen se ve muy rara vez”, nos recitó, y el ave había resultado ser  un pájaro petisón, carroñero, feo y más bien, caminador. Había esperado todos estos años para ver un marabú, y la dichosa ave esplendente, de “divino plumaje” como cantaba la troupe en el carnaval montevideano de la infancia de la poeta por los años 30, acabó siendo  menos vistosa que la imaginada esperanza de belleza que su nombre sugería. Amanda siempre fue la Sibila: escrutó en el nombre de las cosas  el arcano que develan y ocultan, inexorables 

En la superada desilusión estriba la poética de Amanda. La desilusión como forma de imaginativo incentivo para cruzar las fronteras de toda la suma inabarcable del tiempo con su fugaz triple escenario. De todo aquello que maravilla pero aterra. De lo visto y de lo entrevisto, de la sabia mezcla de los viajes de Simbad y del esbozo profético que la Sibila infiere y proyecta. Por eso Amanda va del marabú pedestre y torpe, a las astrales Nubes Magallánicas y a la Esfinge interrogativa, con la certeza de lo que se ignora pero se frecuenta como tarea doméstica cotidiana, con la imprudencia del explorador que sabe de la ruina del punto de partida y del hallazgo que, a lo mejor, superará esa ruina. El límite es la vastedad de la contradicción de haber tocado imprudentemente, cierta semejanza con la divinidad -sea cual sea, incluso la que no es, ni fue ni será- metaforizada, enunciada, silente y estruendosa.      

(Parque de los Aliados, enero 2021)


Las Nubes Magallánicas

cuando transitamos a velocidad cotidiana
la gran avenida vía Láctea paseo
cielo parque conocido desde niña y
antes aún de papá y mamá muy semejante
a 18 de julio cuando mirábamos pasar
desde el chevrolet 36 detenido en la acera
las personas preparadas para una exposición
rodante con aire de retreta y repasaba
un examen de historia natural
y sus vidrieras falsas de vida nocturna amarillenta
en bajo voltaje sobrecargado a punto de estallar
y se enciende el motor y se cruzan las calles
de la Aguada la estación de tranvías del Reducto
con reloj en hora hasta el Brazo Oriental
de vuelta por San Martín entre plátanos jóvenes
hasta Huáscar corta y sin hormigonar y cuando

llegamos a casa ahora en otro lado
del mapa de la ciudad en la punta
más cerca de un labio del planeta
cuando volvemos a esta turbia clara
circunvalación suburbana
mezclados de yema central y del ruido
usurero de un río de plata baja
batiendo contra el murallón de la rambla
costanera o crecido sobre la orilla arenosa
apretando un huevo puesto en pleno vuelo
así con la cáscara partida Montevideo derramado
por un pájaro parecido al ave tiempo
del segundo viaje de Simbad
y cuando es hora de amor y de ladrones
en el monte de al lado
o cuando sobre la playa me tiro al agua
entre los crustáceos al fondo en su elemento
o a un pozo para desaparecer o morir
de otra envergadura en otro viaje
navegando surcando explorando el agua negra
a la pesca de presas de oro prometidas
abierto hasta los tuétanos el tesoro
de los antepasados latinos industriosos y avaros

quedan someras sobras sobre la mesa tendida
queso para trampas caseras y cebo rancio
y lentejas con tocino guisadas
para alimentar los diarios malos entendidos
viejos como el mundo
un plato por otro de carne viva fría
o trozos dando coletazos de eso que somos
por dentro y no se ve
y emerge a veces en rabiosa pesca mayor
difícil de descuartizar

aventamos las plumas indemnes sepultadas
de aves americanas o de indios charrúas
entusiastas asadores de Solís el descubridor
de este lecho correntoso donde aún desovan
las corvinas con cangrejilla y los delfines maman
sin línea directa a ningún trono de la tierra
y se enturbia una resaca misionera colonial

cuando ocurre un accidente
y muere un niño ciclista aplastado
contra el parabrisas asesino del automóvil
en Caramurú junto al arroyo
cuando suena el despertador y repica el pulso
en las coronarias
cuando me despierto y recuerdo

alguien está mirando directamente nuestra espalda
el codo pelado la nuca las vértebras lumbares
que sólo conocemos por dentro
en el interior del espejo en la penumbra
de una radiografía
o el repliegue astuto de la oreja palpable
o la cara oculta de la luna observando
con una lupa de tiempo
ampliando el espectro en sus fantasmas
verdaderos

las Nubes de Magallanes encienden en los alrededores de 

nuestro polo celeste austral dos jirones arrancados a la 

vía Láctea de forma vagamente circular
la Gran Nube se extiende en la constelación de la Dorada 

la Pequeña Nube en la constelación del Tucán
la Gran Nube contiene estrellas supergigantes azules o 

rojas nebulosas gaseosas de emisión por ejemplo una de 

las más luminosas del firmamento la nebulosa de la 

Tarántula y cefeidas típicas y polvos absorbentes que no 

dejan ver las galaxias alejadas la Pequeña Nube en 

cambio es transparente

se descubren puentes de materia retorcidos formando 

bucles desplegados a semejanza de tenues ramajes o 

estirados al máximo y casi quebrados existe un fondo 

luminoso continuo en las regiones centrales de los gran-

des cúmulos de galaxias la difusión es uniforme y grana-

da más o menos quinientos millones por ahora de gérme-

nes de infinito ah! entrego parte de un botín de guerra
diaria en prenda por un largo corredor o paso de materia 

recién descubierto

el mar es cada vez más liviano y hondo
la respiración suave acompasada
el pensamiento apenas esbozado
por palabras sencillas
el cielo abierto de pie sostiene a pulso
nuestras preguntas de rigor


el viejo por qué deforme
con sus débiles huesos contrahechos

el plano galáxico se halla cubierto por nubes de gas 

polvoriento alineadas a lo largo de las espiras

la imagen más simple y correcta del universo es
todavía la de un espacio euclidiano regularmente
poblado de este animal enloquecido mordiéndose la
cola y pariendo estrellas que miramos cada noche 

sin ver en la oscuridad más allá de nuestros ojos

el sur y el norte prevalecen luchando en un circo
          cerrado
se da vuelta el hemisferio austral donde nacimos
abrimos con el navegante Magallanes y los sesenta
          bramadores
su estrecho pasaje y giramos al norte
de un solo espacio todopoderoso
estaba cercano entonces del otro lado infinito
la incorruptible mujer encadenada a poca distancia
del polo boreal
la gran espiral Messier 31 de Andrómeda
expuesta hasta los ovarios destellantes
entre los tejidos borbotando sombra
atada a una roca radioactiva radiofuente 

radioeléctrica
a la orilla de un océano de frías olas de hidrógeno
cayendo sobre sus flancos de virgo devota Persea
nebulosa foca o vaca marina entre los árabes
también encadenada

zumba el ruido de fondo de la galaxia
una sierra sin fin preparando el árbol del silencio
en muestras micrométricas
canta la marea boscosa del tremendo mar
este mismo mar sucio de arrastre o río grande
como mar Paraná Guazú salado y dulce
en el entrevero y una mujer desnuda sobre las rocas
entre playa Verde y playa Honda con los pies
donde golpean las olas esperando al amante que
           traerá
de los correosos pelos la cabeza de Medusa junto
al juego de anillos como regalo de bodas
golpean rompen las olas de hidrógeno sobre los
           flancos
desnudos sobre la gran espiral
Messier 31 de Andrómeda sobre esa mujer 

asoleándose
extendiéndose caliente y tersa
con los brazos firmes en la axila y el cuerpo de
pan bien amasado pronto para el horno de una
       playa desierta
los redondos senos contra el sol mostrando
las palpitantes cefeidas y el sexo de humo espeso
respirando a empujones sobre esa mujer sola
asoleándose sobre Andrómeda en puro cuerpo
sobre la gran espiral Messier 31 encadenada a la
         espera
estaba una noche en las rocas de la plaza Virgilio
vigilando el Río de la Plata atenta
al contrabando de las aguas por el mismo cielo
a través de un ojo de bronce
abierto a los caídos en el mar
aguardaba el tránsito suntuoso de la nave Argos
a toda luz en la altura desplegada cerca del sur
          celeste
hundida la quilla en la negra onda hasta Canope
el piloto alfa de la Carena a la vista siempre
en su encrespada línea de flotación
no tenía apuro y no podía moverme
la espalda entumida al contacto de la dura oscuridad
apenas arribaba a la costa un ruido periódico
volcando una redada de segundos
recién pescados y todavía vivos

cuando se está solo se sienten más
fuertes las ligaduras y el peso real
del leve firmamento extendido
sobre el cuerpo afiebrado

el Navío se acercaba lentamente balanceando
su popa y volviendo al puerto de partida


no podía saber cuál era su destino
no creo que pasara por allí
por el sitio aquel donde esperaba
¿acaso el propio Argos podría
descubrir el escondrijo situado
en una punta montevideana
donde permanezco atada a esta escritura?

las estrellas se detienen posadas en el mástil
y aletean sacudiendo el profundo duermevela
la noche es larga y todo pasa cerca
y sigue trajinando
en la pulsación se mide la distancia
se sabe la temida trayectoria se numeran
los latidos que nos restan de la suma inicial
entregada a cuenta del propio corazón

¿Andrómeda eres tú aquella insomne nebulosa o
esta que soy ahora transitoria aquí en la tierra?
pasa el Navío enarbolado en toda su gloria
sobre el meridiano
recuerda: el viejo Ptolomeo catalogó en la constelación 

cuarenta y cinco estrellas en orden similar al de un 

tratado sobre la forma de construir barcos los astrónomos 

modernos la dividen y le detallan quilla popa mástil vela 

pero sólo la mitad trasera del buque asoma a la carta de 

navegación de altura andando de tal suerte en su carrera 

nocturna de este a oeste que la popa va delante retroce-
diendo en dirección del muelle
Andrómeda ¿me oyes?
estoy en el polo opuesto de todas tus prerrogativas
hago apenas esfuerzos por soltarme quizá
me arrastrara la corriente que más temo
o un chorro enceguecedor de luminarias dementes
noctilucas militantes

se mueve el océano invertido combado
casco protector reticulado sobre la forma
de la inteligencia
se arquea el universo en grave mitovulsión
acá las olas caen en la mitad de la calle
sobre la gente que pasa despenada y sueño abajo
la marea cubre el jardín de las manzanas de oro
empuja la puerta principal la espuma se deshace
sobre la mesa de trabajo en vano estrellerío
nubes atormentadas descomponen las lejanas
Nubes de Magallanes sus tenues bancos luminosos
donde jamás encallará el Navío

acá llueve es noche cerrada
hay explosiones de miseria en cadena
minifundios de dolor y de torpeza hay barro
hay tierra hay animales hocicando
hay espesos desperdicios basurales hay
alcantarillas cloacas sumideros bocas
de tormenta tragándose el mundo de este lado
la tortura inclemente centrífuga de Andrómeda
la deriva el hundimiento del Navío aquí
en su plenitud austral y para los antiguos griegos
observadores desde el otro hemisferio levantando
sus restos en el horizonte acuoso
y el fin de Magallanes atravesado por una lanza
que lo clavó de bruces en una isla salvaje
antes de terminar la redondez del globo terráqueo

y llueve en oscuro de veras no se ven las palmas
de las manos no hay paseo de niña ni juego
de palabras cruzadas ni viaje a Europa
ni principio tienen las cosas
en la gran avenida se ahorra energía
y en la central hidroeléctrica hay fisuras
en los muros de cemento
no hay luz no se ve nada y llueve
pero me acuerdo de la luz
otros cantan conmigo de memoria la luz que 

vendrá
se enfutura se esperanza se constela adentro
lanzallamas un hogar vivo amotinando
estrellas sindicadas obreras de un cielo fábrica de
        barrio
donde se elabora destellando la historia del
        comienzo


1966

La estranguladora

«entonces levantó una garra afelpada / un espejo»

No hubo apremios / ni desgarraduras /
ni ser cosa aparente / que fuera de veras /
-así creía /

fui violada / impregnada / por el Ave Tiempo /
el Ave Roc del 2º viaje de Simbad / -me parece /
y quedé presa / irremediablemente embarazada
de algo que no sabía /

aquí estoy / toda vientre / hasta el final /
globulosa ampolla / esperando
la desocupación del cuerpo: ¿el nacimiento? /

¿qué es esto que llevo dentro?
¿árbol con plumas? ¿pájaro? ¿libro secreto?
¿tótem de la casa? ¿una cuchara acaso?
computadora ¿dónde estás? ¿la guardó José Pedro?
-no la veo / ¿qué pasa? ¿estás aquí? señaló
con el índice su cuerpo /
oh congestión de la memoria / el huevo crece /
el útero se desborda / y aquello que no sabía
¿dónde se encuentra ahora?

cuando se mira en el espejo / su vientre crecido
hacía pensar en la gran magnolia / -blanca y sedosa
como la angustia / se oyó decir a la noche
oculta entre las aguas tormentosas del espejo /
-lleva el destino en la cintura
igual que el cinto de Orión
igual que el collar de Sirio la Estrella-perro
de dos cabezas /
dijo el aire / y con sus dedos midió la altura
de la habitación / y la magnolia no cabía /

-mal tiempo: la luna se hizo con agua
clamó el Ave / el violador /
y se abrió el espejo /

debí escribir magnolia o sandía /
lo mismo da /
la gran magnolia multipétala / drogada de sexo /
o la faraona sandía de manto verde
mostrando en la mano izquierda su tremendo feto
sangrante /

¿habría podido hacerlo? / ¿perdí el sentido? /
¿qué nervios unen la magnolia a la sandía? /
¿qué cabos atan los encuentros?

no supe si había arriba o había abajo
entre las plumas entreveradas / y el sudor /
los 40 grados del Ave Roc / el termómetro
amarillo / lo dejé sobre la mesa de luz /
y tuve miedo / la fiebre subía
lentamente como la inundación / el diluvio /
la nave estaba llena de animales y cosas y preguntas

y estaba Drácula en lo oscuro / los hermanos
Karamazovi / los bigotes espesos de una morsa
o de Nietzche / y unas palabras en el espejo:
«habré vivido parecido a los dioses / y eso basta» /
¿Va a durar mucho más? dijeron /
perdí la cara de Hölderlin / y me miró sedoso
el pulpo de Maldoror / “l’autre a Montevideo” / ¿el otro?
y Delmira de rojo / y mamá / y mamá
con sombrero pequeño con larga pluma de faisán
¿tía Ana / muerta de tisis? / tres rosas amarillas /
Carver con las copas servidas / ¿quién está soñando?
pregunta Emily hamacándose / y Marosa con gladiolo
-¿cree Vd. en los presentimientos? /
Álvaro y Sylvia asienten
y José Pedro / sentados en el borde de la cama /
más dos aspirinas y redoxón / más el jazmín
de noviembre / y un vaso de agua / mejor /
mejor / -me siento mejor /
¿me pueden decir dónde estaba ese pájaro?

saliéndose de sí / el monstruo / pujando
desde el primer círculo concéntrico del agua /
la magnolia hinchada / el monstruo / la magnolia
en el líquido / en la placenta /
primera imagen del viaje /

vamos a torcerle el cuello a la Esfinge /
como mi abuela Pepa sabía hacer con la gallina
o el pollo / a la hora de cocinar /
la cabeza con el pico ojos y cresta / en la mano derecha /
y el cuerpo en la izquierda / conteniendo las alas /
mi abuela de pie / bajaba el animal a la altura
de sus rodillas / y luego de enroscar la cabeza
estiraba con fuerza -con las dos manos-
en dirección opuesta: hacia arriba y hacia abajo /
después con un cuchillo bien afilado
(pasa el afilador en bicicleta y su piedra redonda
de la que saltan chispas / -no afiles las tijeras, Minye
-si está nublado, no lo llames /
-si hace sol, trae suerte)
después hacía un tajo profundo
en la nuca del ave / del que manaba
sangre a raudales /
y entonces todo se moría /aleteando
a mi alrededor /

a mí me gustaba comer el corazón
y lo repartía entre los demás comensales /
siempre lo partí a lo largo / el corazoncito
con sus cavidades vacías / en cuatro / seis / ocho
partes minúsculas / una para cada uno /
el padre /la madre / los hijos / los nietos /

le traje a José Pedro de Teotihuacán
un cuchillo de obsidiana / negro y brillante /
«vivisecciona el destino y extrae,
palpitante, un corazón victorioso
del pecho de los vencidos» /
todos quedamos callados / cuando
lo miramos /

-¿qué haces, abuela, con ese cuchillo ?
-voy a afilarlo para matar al corderito /
-¿por qué no a ese otro bicho enorme, abuela? /
lo he visto en el gallinero /
las alas le salían por encima del alambrado /
sus patas mullidas de gato montés aplastaban los huevos /
tenía cara de reina / de genia / de superhembra /
y detrás esa cola / esa culebra que la seguía /

a los siete días aborté la magnolia
y al noveno / la Esfinge /
hubo una especie de sabotaje
en la maternidad / donde sobrevolaba
vigilante / el Ave Roc / el padre /

la Esfinge nació con cabeza y pecho de mujer
y una cara andrógina /egipcia / de Sol del Levante
o de Madonna / de acuerdo con las circunstancias /
cuerpo de león /-recuerdo sus patas y sus flancos
color fuego suave /con aquellas alas semiplegadas
al uso de escultura arcaica / y aquella cola sinuosa
de serpiente / para que nadie se engañe /

(después supe que en Egipto / 3000 años antes de Cristo /
había nacido sin alas / y que los árabes la llamaban
en medio del desierto «Padre del espanto» y
«León de la noche»)

en seguida habló: / ¿de qué demonios hablan?
¿dónde estoy? ¿adónde vamos? ¿qué me pongo?
¿quienes son? ¿a qué hora comemos? ¿quién hace
las camas? ¿dónde dormiremos? /
su lenguaje tenía la voz aguda del viento /
envolvente / seductora /

(Píndaro el poeta / había dicho que tenía
«la voz fatal del trueno» /
mal observado: no era así)

Y con su voz segura / insinuante /
se hizo inquisidora /
¡si lo sabremos! que no sabemos
y en el saber «toda ciencia trascendiendo»
no podremos, no / con la enorme roca /
con el peso abrumador de la pregunta /

se puso al día / habló de modas y de maquillajes /
encapulló palabras como huevos de serpiente
bajo hilos de seda / y plumas / y gestos de mujer /
mas una fuerza feroz / convertida en cuento cotidiano
sin salida / -¿recuerdan?


-¿Querés que te cuente el cuento del gallo pelado?
-Si / -No te pregunto que sí / te pregunto si querés                   que te cuente el cuento del gallo pelado / – No/                         – -Yo no te pregunto que no/ te pregunto si querés que te                                                         cuente el cuento del gallo pelado/ -Sí / sí / contámelo                   por favor! No te pregunto sí/ sí/ contámelo por                                  favor! yo te pregunto sí querés que te cuente el cuento
del gallo pelado / -¡Basta! ¡Basta! no preguntes más /
no preguntes más /
-Humorista la Esfinge /

la encontré luego / muy cerca de casa /
a la vuelta de la esquina / echada a la sombra
de los plátanos / en la vereda /
en esa calle que lleva al «río grande como mar» /
y aunque hacía mucho calor / nadie / nadie /
no pasaba nadie hacia la playa cercana /

me había arrastrado / había caminado
desde hacía mucho / y ahora me apoyaba / cansada /
sobre un bastón /

entonces levantó una garra afelpada / un espejo /
me miró como si ella y yo nos estuviéramos mirando
a través de un telescopio / ¿era el desierto de Atacama
o el Sahara / la zona que habitábamos?
¿dónde estaban los plátanos frondosos? / ¿y el salado
y dulce Río de la Plata?

me hubiera gustado acortar las distancias /
y llevarla como si fuera un perro con cabeza de niña
y alas de mariposa / -María pósate / virgen maripósate /
vamos / -le dije familiarmente- / vení conmigo /
vamos a la clase / ayudame a ordenar
el Cuestionario /

la cara de la Esfinge bella y fuerte /
parecía ahora un autorretrato de Frida Kahlo /
y allá en Teotihuacán en un friso
de la Pirámide del Sol /
su cola de serpiente se emplumó /

¿qué sentiste Frida Kahlo / la pintora /
rodeada de sandías / entre las copas llenas de rojo /
y tú Madonna / tan rubia / tan rockera /
aullando sobre la escena / envueltas las dos
en esa boa de plumas blancas y negras
de vodevil de los twenty / cuando llegó
la noche de las Diosas?

hace mucho / en una vuelta artera
de la Sierra de las Ánimas /
cuando íbamos de excursión hasta la cima /
se te podía ver a la hora del poniente
detenida al borde del camino por donde trepábamos /

y éramos jóvenes / en los pantalones de jean
se ensartaban las espinas de la cruz /
y éramos jóvenes / y nos dejaste pasar /
y éramos jóvenes / y no preguntaste / hija mía /
entonces mostrabas cabeza de india charrúa /
alas pardas de águila mora / en cuerpo de puma dorado /
y cola moteada de yarará /
y tenías puesta la cara de Delmira / la de esa foto
tomada días antes de su asesinato /

sobre tu sexo de gran felino / espejeaban
tus ojos de pájaro altanero /
bajo tu cola de noche filósofa / alquimista /
de sierpe encubridora
«donde puede nutrirse la simiente
de una estirpe sublimemente loca» / dejó escrito
Delmira /

ahí estaba la Esfinge / la Estranguladora /
hija de Humo Estupefaciente y de Serpiente /
o hija de Sirio y de su propia madre /
(su padre Sirio era la radiante Estrella-perro
de dos cabezas:
una cabeza miraba hacia adelante / hacia el Año Nuevo /
la otra cabeza miraba hacia atrás / hacia el Año Viejo)
o la misma Esfinge montevideana hija mía
y del Ave Roc del segundo viaje de Simbad/

la Estranguladora había volado desde lo más lejano
del mundo / desde Etiopía / -creo- / hasta
el Monte Ficio / entre montañas / cerca de Tebas
la griega / pasamos por allí
en un verano ardiente de 1971 /

y vimos las ruinas de la ciudad / una barraca
de materiales de demolición rodeados de tejido de
alambre / restos de mármoles sucios / casi enterrados /
columnas quebradas / pedazos de capiteles
desparramados como en un basural / junto a las huellas
de Edipo / que algunos conocían
y que nadie sabía de verdad /

allí la Estranguladora había gobernado el Año
y las Estaciones /
y fue asimismo la Diosa Luna: la que cambia
de «León creciente» a «Serpiente menguante»

comparemos:
aquí en el hemisferio Sur / sucede
que el Año tiene forma de herradura /
y nos rodea como el horizonte
cuando se navega en medio del Océano /
una herradura con las puntas separadas
hacia el Norte / hacia el verde / hacia el rojo /
hacia el calor / y la curva contínua hacia el Sur /
hacia el blanco / hacia el violeta / hacia el frío /
con esa herradura cabalgan mudos los años planetarios /
-observé /

de niña los veía así:
sorprendidos por sus edades opuestas
el último día del Año Viejo /
y el primer día del Año Nuevo / tenían que cruzar
un puente /
los separaba un espacio infinitesimal /
de pasaje imposible /
«Zenón! Cruel Zenón! Zenón d´Elée!
m´as-tu percé de cette flèche ailée
qui vibre, vole, et qui ne vole pas!»
los separaba un fragmento infinito de noche
de verano Austral / que se cruzaba / sencillamente
de un salto / en un instante /
a las 12 en punto P.M. del 31 de diciembre
al cumpleaños de papá / el 1º de enero /
a papá le regalábamos esa noche / una corbata de seda
que usaba sólo los días de fiesta /

en esa fisura del tiempo / en lo más hondo /
estaba escondida la Estranguladora / lo sabía
pero no lo dije / aunque temblaba de asombro /
y allí asomaban sus cabezas
sobre un «espejo humeante» /
lo verde y lo seco / lo vivo y lo muerto /
el sí y el no / el uno y el cero /
la sandía y la blanca cala con el espádice amarillo
de un retrato, por un lado / y la hueva binaria
inteligente, por el otro /
la luna: la mirada de la sombra, del revés /
y los nervios sexuados de las computadoras,
del derecho / asomaban desafiantes
sobre la espumosa cerveza de las Estaciones /

el Tiempo sorbía la espuma que desbordaba
las orillas del espejo /

mucho más al Norte / pasando el istmo de Panamá /
nos esperaban los antiguos aztecas renaciendo
en Cerámicas / en Frescos de la Ciudad de los Dioses /
en Códices /
pasaban por allí cruzando la enorme calzada rectangular
entre la Pirámide del Sol y la Pirámide de la Luna
por el Valle de los Muertos /
de pronto/
se iluminaron de luces rojizas /
-como cuando se pone el Sol-
las alineadas habitaciones del Palacio /
de dónde salían cantos y coros de guerreros /

salían Caballeros Águilas / Caballeros Tigres
con máscaras impenetrables /inmóviles / hieráticas
en los rituales de la iniciación /
el cuchillo de obsidiana / el mismo
cuchillo afilado de mi niñez /
cuando repartía el corazón /

el Sol preside las ceremonias /
lo oscuro se hace claro / lo femenino masculino /
la serpiente se empluma y empolla mariposas:
las livianas almas de los muertos /

espíritu /aire / tinieblas / tiembla el jeroglífico:
«oscuro espejo humeante» / «humo espejeante» /
la palabra enuncia las insistentes / vitales /
repetidas preguntas /


«¡oh amigos!
¿dónde está la tierra en la que no se muere?
¿no habré de ir acaso a la región del Misterio?»

cuántas veces nos hemos preguntado
cuando se oscureció el sol / cuando llega la sombra /
cuando murió mi madre /
y todas las cosas se pusieron boca abajo
en señal de respeto/

«yo iba sola al Misterio, bajo un sol de locura»
contestaba Delmira desde Montevideo /

la Esfinge aguarda / echada en la vereda /
a la sombra de los plátanos / muy cerca de mi casa /
y se sabe que está ahí / con máscara teotihuacana /
o cara de qué?

la encontré sin querer / la reconocí /
entonces levantó una garra afelpada / un espejo /
y me miró como si ella y yo
nos estuviéramos mirando a través de un telescopio /
recorrimos los puntos cardinales de su encuentro:
la orilla del Nilo / Tebas / Teotihuacán /
la Sierra de las Ánimas / el barrio donde vivo /
y tuve la impresión de estar volando encima del Ave Roc
junto a Simbad / el marino /

las mil y una noches brillaban en el cielo /
como una constelación de vanguardia /

pero no olvides / la Esfinge conoce
el magisterio del lenguaje / fue educada /
por Cantoras divinas / las Musas / hijas
del Firmamento Brillante y de la Memoria /
que le enseñaron la palabra:
su música / su poder / y su vuelo /

sus maestras le dijeron
lo que es / lo que será / lo que ha sido /
y las tres le enseñaron el Enigma:

esa pregunta compuesta de imágenes
a punto de metáfora /
de alegoría final /
y la respuesta exacta
con la que se jugaba a muerte /
la vida /

era cruel y ocurriría siempre /

-¿qué ser con sólo una voz, tiene a veces dos pies,
a veces tres, a veces cuatro, y es más débil
cuantos más pies tiene?

-¿cuál es el animal que tiene cuatro pies
por la mañana, dos al mediodía, y tres por la noche?

adivina adivinador / ¿cuál es el ave que pone mejor?

-Martín Pescador / ¿me dejará pasar? /
-pasará / pasará / pero el último quedará /

(así jugaba la niña cuando iba a la escuela) /

-¿brillará el sol / mañana?
-¿adónde iré? ¿adónde iré?

«-¿sólo así he de irme
como las flores que perecieron?»

«-¿nada quedará en mi nombre?»

-¿qué podía hacer yo?

-¿adónde iré? ¿adónde iré?

pasaron por allí viajeros / corredores de bolsa /
ejecutivos / turistas / camioneros / periodistas /
videístas / fotógrafos / cineastas / rockeros /
cantores / poetas /
y fueron interrogados en ese aeropuerto /
y todos perecieron / estrangulados /
y devorados /
por la monstruosa inquisidora /

cuando la encontré nuevamente / cerca de casa /
esperándome /
a la sombra verde oscura de los plátanos
de espesas hojas / en la vereda que llevaba
al «río grande como mar» /
y la reconocí /bella / atenta / astuta / feroz /
tuve miedo /
el miedo se me vino encima /
y me pregunté a mí misma: ¿adónde iré?
¿adónde iré?
y tuve más miedo / y pensé en alguien
que pudiera acompañarme en esas horas /

el sol se había oscurecido / y se veía
a la luna abrazada al cuerpo del sol como amantes /
papá! / mamá! / José Pedro! / Álvaro! / los llamé
a grandes gritos /

el eco me respondió como si mis palabras
hubieran rebotado en mis propios tímpanos /

«-¿acaso de verdad se vive en la tierra?»
«¿acaso son verdad los hombres?»

«-¿dónde andabas, oh poeta?»
«-como esmeraldas y plumas finas llueven
tus palabras»

¿acaso son palabras/ la única memoria
de la tierra?

¿puedes recordar
el alma de los hombres /
sin haber escuchado la caída penetrante
de esa lluvia / de esa llovizna transparente?

¿puedes recordar
el alma de los hombres /
sin haberte embebido de esa agua alimenticia /
casi inmemorial / de palabras proferidas
a lo largo de edades y culturas?

¿acaso una inesperada precipitación
apagará la brasa del Enigma?

¿es ésto lo único cierto en la vida?

«-eres festejado /divinas palabras hiciste» /
¡pero has muerto!

enero-febrero 1995


Tarea doméstica

Sacudo las telarañas del cielo
desmantelado
con el mismo utensilio
de todos los días,

sacudo el polvo obsecuente

de los objetos regulares, sacudo

el polvo, sacudo el polvo

de astros, cósmico abatimiento

de siempre, siempremuerta caricia

cubriendo el mobiliario terrestre,

sacudo puertas y ventanas, limpio

sus vidrios para ver más claro,

barro el piso tapado de deshechos,

de hojas arrugadas, de ceniza,
de migas, de pisadas,

de huesos relucientes, 

barro la tierra, más abajo, la tierra,

y voy haciendo un pozo

a la medida de las circunstancias.


1963

( “AVEC LES GEMISSEMENTS GRAVES DU MONTEVIDEEN”: Lautréamont)

soy Amanda -montevideana-

hija de Amanda la de ojos de vaca

  diosa contemporánea

  corazón de mirlos con relámpagos

donde anida el rayo que quiebra la noche

aletea la alegría la vida conmovida

y de Rimmel padre

          gallo de riña

          violento cancerbero

          o tierno migajón bajo las plumas

          casi brújulas casi flechas

hermana de Rimmel el sacrificado y querido

          muerto porque los muertos

          del reino de los muertos

          lo rodearon

soy Amanda mujer de José Pedro

seguro como un cedro encrestado

                                                      poderoso

como la montaña

necesario y distante como el río

        que nos da de beber

no lo habitan las palabras

el viento vela su inaccesible escarpado amor

soy Amanda madre de Álvaro

                                     ansioso

  velero “ardiente”

fruto de la unión de ese árbol encendido

con mi escuadra de navíos derivantes

anunciado por un pichón de golondrina

que cayó sobre mis piernas una tarde de febrero

y vivió en mi casa

      revoloteó junto a mi cama

      comió insectos

y a los nueve días desapareció

soy Amanda

        y voy hacia Amanda sin destino

      apátrida

perseguida por un tábano dorado

en medio de la púrpura

    de un empecinado y continuo

                  asesinato de Amanda

1987


Amanda Berenguer
Montevideo 1921-Montevideo 2010

Bibliografía
El río- 1952
Suficiente maravilla- 1953-1954
La invitación- 1957
Contracanto- 1948-1961
Quehaceres e invenciones- 1963
Declaración conjunta- 1964
Materia prima- 1966
Tocando fondo- 1966-1972
Composición de lugar- 1976
Conversación habilitante y derivados.
Trazo y derivados- 1976-1978
El tigre alfabetario- 1979
Identidad de ciertas frutas- 1983
La Dama de Elche- 1987
Los signos sobre la mesa- 1988
Con el tigre entre las cosas- 1986-1994
La botella verde- 1995
La estranguladora- 1998
Escritos- 2000
Poner la mesa del tercer milenio- 2002
Todos estos libros integran el volumen Constelación del navío- 2002
Casas donde viven criaturas del lenguaje ( No se crea Usted loco, es arquitectura para pocos)- 2005
Las mil y una preguntas y propicios contextos- 2005
La cuidadora del fuego-2010
La estranguladora- 2001
Dicciones- 1973

Traducciones
Emily Dickinson 50 poemas- póstumo (2013)