Blowin` in the wind. El presente texto surge a partir de la publicación de la respuesta de Francisco Faig (en adelante, F) titulada Sobre la caída del relato y zurdas respuestas. Parafraseando a La trahison des images de Magritte, esto no es una respuesta; simplemente pretende ahondar en alguna perspectiva adicional sobre las críticas planteadas por F, problematizando algunos otros aspectos que hacen al tema. Como proemio, quisiéramos mencionar (o quizás denunciar al gigante empresarial Google) que nuestros perfiles y trayectorias laborales-académicos son más versátiles que el recorte arbitrario de sobre algunos puestos de trabajo que desempeñamos o hemos desempeñado y que aparecen en la búsqueda; de forma similar. Si buscáramos a F, seguramente simplificaríamos en demasía si solo señaláramos sus columnas de un medio de prensa que son disponibles sólo para suscriptores. No obstante, hemos tenido que investigar un poco más, ya que a diferencia de nuestro texto anterior no es una persona por nosotros tan conocida en el espacio académico, público y/o social (como lo es quién ameritó nuestra referida respuesta). Sí, vamos a incluir un comentario en este proemio sobre el tono del texto de F: por respeto a él mismo y su propio relato, el tono y sus interpretaciones posibles no serán objeto de esta réplica.
En esta nueva oportunidad el artículo se estructura en tres partes que pretenden arrojar luz o profundizar, según sea el caso, en diferentes aspectos presentados.
En primer lugar, uno de los aspectos más curiosos que señala F. en su respuesta, es una caricaturización sobre uno de los mecanismos organizativos del Frente Amplio. Los comités de base son esencialmente espacios de encuentro con otros para la discusión política, con una fuerte vocación hacia la organización desde el territorio y la participación de sus integrantes en la toma de decisiones en forma descentralizada. Si bien es probable que F. solamente se sirva de críticas realizadas por propios y ajenos para elaborar y dar sustento a su percepción, también parece que las modalidades y lógicas de funcionamiento de los espacios colectivos le fueran ajenos. Aprovechando la oportunidad de reflexionar acerca de las modalidades de organización territorial de los partidos políticos, es necesario señalar que la estructura de los comités de base del Frente Amplio tienen un rol protagónico y decisivo dentro de la toma de decisiones del partido, poniendo en valor y capacidad de incidencia en su conducción (aspecto que trataremos con mayor profundidad más adelante).
Asimismo, permítasenos recordar que esta función es justamente lo que diferencia a los comités de base de los “clubes políticos” de los partidos “de las divisas”. Con una amplia cobertura en todo el país, la red de clubes políticos de mediados del siglo XX se aventuraba desde las casas partidarias en las ciudades hasta los garages más recónditos del interior del país y en la campaña, construyendo ciudadanía política y siendo la piedra angular de una estructura montada cuyo resultado más visible era el clientelismo político, que reprodujo lógicas perversas pero funcionales en ese momento histórico, (1) (para lo que también le dejamos algunas lecturas recomendadas). En la actualidad, estos espacios de los partidos de las divisas se vaciaron por diferentes motivos, pero un día sí y otro también vemos una multiplicidad de reuniones políticas de los ahora partidos de la coalición multicolor; por esto, quedamos estupefactos ante la respuesta de F (procuramos por todos los medios evitar calificar su opinión sobre este punto) y nos atrevemos a llevar adelante el recurso retórico de la utilización de algunas preguntas que favorezcan la reflexión, entre las que se nos ocurren las siguientes: ¿acaso en las reuniones de los clubes políticos hablan de resultados de fútbol o turf, comparten recetas de cocina y comentan los D+ y D- de Revista Galería? (2) ¿Acaso realizan cafés literarios sobre el relato de la izquierda, mientras elaboran análisis sesudos sobre el derrotero de la novela turca del momento? Hicimos nuestro mayor esfuerzo para encontrar otros motivos de reunión de los partidos políticos, pero no se nos ocurre otro que el mismo: participar, discutir, generar y difundir ideologías o slóganes, o ¿acaso la expresión “dignidad arriba, regocijo abajo” es más válido porque tiene un origen lenguelenguizado pero de poncho blanco?
En segundo lugar, la risible expresión del “lengue lengue zurdo” nos interpela desde varios lugares. En primer lugar, no descartamos que nuestra pluma haya carecido de la fineza de un bisturí para delinear conceptos que son profunda y esencialmente políticos (poder, ciudadanía, democracia, entre otros) y hayamos tomado prestado significados de diferentes vertientes epistemológicas y filosóficas para apoyar nuestro discurso, y esperemos que en esta oportunidad podamos lograrlo. Poniendo el foco en el fondo del asunto, nos gustaría compartir con F que partimos de una concepción de las relaciones de poder político que se “distribuye” de diferente manera en la sociedad y la ciudadanía (que es la parte constituyente de la asociación política de los Estados modernos en sus diferentes variantes); el poder para la acción política que se construye desde la discusión, análisis y organización de personas viviendo en la sociedad, es la base sobre la que se sostiene cualquier asociación política: por lo tanto, cada individuo se vuelve sujeto político al ejercer los diversos roles posibles dentro de la distribución más general de las relaciones de poder de esa coyuntura. Algunas de estas acciones que podríamos englobar como la propuesta, la respuesta o la resistencia organizadas en tanto sujetos políticos, son centrales para entender esta forma de hacer política. Huelga decir que esta perspectiva tiene como sustento que la toma de decisiones, la representación política, las oportunidades de voz, así como la construcción y la proyección de liderazgos van circulando en los diferentes niveles de la organización, con una profunda convicción acerca de los mecanismos democráticos definidos para la toma de decisiones y la validación de liderazgos, con el objetivo de participar dentro del sistema político democrático. A partir de lo anterior, consideramos que aportamos una profundización de las ideas presentadas con anterioridad, por lo que alentamos a F que pueda volver a interpretar el contenido de la idea debatida con nuevas capas de sentidos e información.
En tercer lugar, F nos desafía ( con mucho tino) a profundizar la reflexión acerca de la idea ética que manejamos en nuestro artículo original, y de las implicancias que tiene eso para la práctica política. Primeramente es necesario explicitar que partimos de la consideración de la ética como aquel conjunto de costumbres y normas que dirigen o valoran el comportamiento humano en una comunidad, dejando deliberadamente por fuera los análisis de la disciplina filosófica. Luego, a estos efectos creemos que es necesario diferenciar y delimitar lo referente al plano de los fundamentos frente al de los contenidos; esto es importante para considerar que los contenidos de las acciones pueden estar basados en diferentes fundamentos o principios morales -diríamos que son formas de entender el mundo-. Entendemos que ahondar en la disputa política que existe en el área de las políticas educativas en general, sería menospreciar la capacidad de análisis de la realidad que tiene nuestro interlocutor; por lo tanto, nos limitaremos a profundizar en el posicionamiento de la gestión de la política de educación universitaria pública, donde podemos diferenciar con claridad los fundamentos que se esgrimen desde un posicionamiento de izquierda/progresista y desde el posicionamiento más liberal/conservador, así como los contenidos de la acción pública. La función que tiene la educación universitaria en la sociedad, se puede ver en términos individuales o del colectivo. Desde la mirada individual, el acceso a la educación universitaria genera posibilidades de movilidad y prestigio social, conocimiento técnico especializado, así como la posibilidad de mejorar las oportunidades de integración al mundo del trabajo; a nivel del colectivo social, mejora los niveles de desarrollo humano y genera capacidades para la resolución de los problemas colectivos. Desde la perspectiva de la izquierda, el fundamento ético para impulsar las funciones universitarias provienen de la consideración de la mejora en la calidad de la vida de la comunidad y de la importancia de su conexión con las necesidades sociales estratégicas; para eso, los contenidos éticos se traducen en inversión en la educación, la territorialización/descentralización de los servicios, el apoyo a la investigación, y en especial el cogobierno de la institución.
Por último y a modo de apéndice, en estos días hemos podido asistir a la posibilidad de mejorar las condiciones para conseguir financiamiento e inversiones en los mercados internacionales gracias a la institucionalidad e indicadores económicos del país desde hace varios años. ¿Será tal vez el inicio del derrumbe de “su relato” de campaña sobre la situación calamitosa en que se encontraba el país? Para eso, tomamos prestadas las palabras del autor galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 2016.
“Yes, ’n’ how many times can a man turn his head / Pretending he just doesn’t see? / The answer, my friend, is blowin’ in the wind / The answer is blowin’ in the wind” [Bob Dylan, 1962]
Juan Aldaba y Nohelia Millán
- A efectos de ilustrar este punto, lo invitamos a visitar la obra “La política desde el llano” de Juan P. Luna, Ediciones de la Banda Oriental, 2004. Recientemente, recomendamos leer también How Party Activism Survives: Uruguay’s Frente Amplio de Verónica Pérez Bentancur, Rafael Piñeiro, Fernando Rosenblatt de 2019, galardonado por el premio Leon Epstein 2020 de la American Political Science Association.
- Columna que se publica en Revista Galería emitida por Semanario Búsqueda